A veces una película salta la barrera de la miticidad y se vuelve más que una película. Es una cinta que se hizo en estado de gracia por parte de todos. Y así tenemos una joya que nos ayuda a vivir, nos insufla ánimos, cuando la vida nos golpea, y eso sucede a menudo. El trabajo y la presencia de la Hayworth en esta película nos hace creer que el cielo existe y que lo es ella. Inolvidable y maravillosa, no hay hombre que no se enamore de ella.

La cinta empieza bien, con el hallazgo en el periódico de la esquela de un posible compañero de clase, de 23 años, y los tres protas se acercan al tanatorio. Un comienzo curioso, esperanzador, pero poco a poco la pelicula me va desinteresando y aburriéndome hasta no poder soportarla por lo insustancial de lo que se cuenta. Está basada en la obra teatral homónima del guionista que no he visto y me gustaría ver, aunque si resulta tan hueca como la peli, mejor me quedo en casa con un dvd por ejemplo de Woody Allen. Además se resiente de este origen teatral por los larguísimos parlamentos vacuos de los protas que parecen que nunca vayan a callar. Y es que el cine no es lo mismo que el teatro.
De todas formas la película nos muestra a un guionista que tiene cierto estilo propio ya que sus historias son sencillas y cercanas a lo cotidiano como vimos en Planta 4. Ha acabado su primera peli como director y será interesante verla.