Fiel adaptación del extraordinario relato de Pushkin "La dama de picas", estamos ante un película del género fantástico, subgénero pactos con el Diablo, que urge redescubrir. Muy lograda ambientación histórica -la Rusia de principios del XIX-, maravillosa fotografía y banda sonora, excelentes interpretaciones, y una historia de suspense que asombra al espectador desde la primera a la última escena, a pesar de un desarrollo algo lento en algunos momentos.
Un film interesantísimo, pues, para paladares finos, aunque sería aconsejable que, para mejor entender la resolución, el espectador se informase bien sobre el juego de cartas llamado "El faro" que da lugar al caso diabólico.

Una película espléndida de Corneau desde varios puntos de vista, pero frustrante en cuanto a la credibilidad de la historia y de sus personajes.
Está claro que Corneau sabe hace cine de acción, sabe dotar a sus films de tremenda fuerza visual, no sólo en cuanto a los actores (aunque está claro que juega con ventaja, ¡menudo elenco el de este película!) sino en cuanto a los objetos, los decorados, tanto los urbanos como los rústicos. El espectador queda fácilmente prendado de lo que ve.
Pero el problema de Corneau es que descuida -quizá no le preocupa cuidarla- la psicología de sus personajes. Sus personajes actúan casi siempre de una forma abrupta, recurren a la violencia -contra los demás pero también contra sí mismos- con una facilidad exagerada, y se echa en falta a menudo la motivación.
Una pena porque ésta, que es quizá su mejor película, podía haber sido una obra magistral si hubiera habido algo más de indagación en la interioridad de sus protagonistas.

Quienes sólo se avengan a ver grandes películas, aunque sean tabarras, no deben rebajarse a ver ésta. Pero quienes aprecien el encanto de las obras menores, si están hechas con clase, con elegancia, y más si son aficionados a las historias criminales y a los temas psiquiátricos, tienen aquí la oportunidad de disfrutar de setenta minutos de muy buen cine. El joven Vincent Price hace ya magníficamente su papel de villano (con matices), lo mismo que la bella y desalmada Lynn Bari. El trazo psicológico del resto de los personajes es aceptable. La fotografía y ambientación, muy gratas. Sólo la conclusión del film resulta algo precipitada (lástima de diez minutos más de metraje).

Este es el cine que triunfa hoy, el que encandila al noventa y nueve por ciento de los críticos: naturalismo artificioso, elipsis constantes, desenfoques, retorcimientos visuales y otras "sutilezas" de la cámara y, sobre todo, emotivismo plano, vacío, anodino.
Y, sin embargo, el tema podía haber dado para una buena película: una mujer recuerda, a través de unas grabaciones de vídeo, un viaje a solas con su padre, veinte años atrás siendo una niña, un padre que [spoiler]
El espectador tiene claro desde bastante pronto que sobre el recuerdo de ese viaje planea una tragedia, y al final. cuando más o menos adivina de qué se trató, optará por una de dos: o reconocer que la directora ha eludido hábilmente todo tremendismo, o renegar de una película que no tiene un solo diálogo ni una sola escena con verdadero nervio cinematográfico.
Muy aburrida, sólo apta para quienes sabiendo desde el principio lo que le pase a ese padre se conmueven con su cariño hacia la niña.

"The last sunset" sería uno de los mejores y más completos westerns de la historia del cine si:
- 1.- Los dos actores principales estuvieran a la misma altura. Hudson es mucho más alto que Douglas pero no le llega a la suela del zapato en fuerza interpretativa.
- 2.- La actriz principal, Dorothy Malone, no apareciera en cada secuencia como recién salida de la peluquería y con los labios perfectamente pintados. No lo digo sólo porque esa actriz sea tan guapa que no necesitaría ninguna estheticienne a su servicio sino porque el personaje que encarna se pasa la película conduciendo un carromato en durísimas condiciones y no puede resultar más falso que aparezca siempre tan acicalada.
- 3.- Si en algunos momentos el propio realizados no incurriera también en excesos esteticistas. A veces la cámara se recrea en exceso en las escenas importantes, sobre todo en la parte final, tan solemne. No me gustan los westerns demasiado preciosistas, y éste va un poco por ahí.
El resto es perfecto.