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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
23 de julio de 2008
47 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Fortaleza Escondida continua con inusual brillantez la tetralogía de Kurosawa sobre el mundo samurai (Los 7 Samurais, Yojimbo y Sanjuro). Con escasa ralación argumental con ninguna de ellas, este film se revela como una lección de cine superlativa, un autentico clásico del género, tal vez el que mejor puede incluirse como tal. Para empezar la estructura utilizada, así como la utilización del punto de vista, supone una variedad interesante y creo que muy novedosa que sorprende en un film en apariencia ligera. Contándonos dos historias principales, la de los dos amigos (graciosísimos los dos), y la de Rokurota (Mifume) con la chica, y complementadas por otras dos secundarias, la de la chica que es vendida por su marido y la del soldado amigo de Rokurota, Kurosawa es capaz de contar mucho mas a pesar de no perder nunca de vista el propósito de entretener. Evidentemente el ritmo del director nipón no tiene nada que ver con los entretenimientos que podemos ver hoy dia, pero la fascinación que termina emanando de este film es algo simplemente inalcanzable para la inmensa mayoría del cine actual. Igualmente el retrato de personajes es ciertamente solido. Por ejemplo, la historia de los dos amigos, que es el contrapunto cómico de la historia, es todo un estudio sobre la codicia y a la vez un divertido y tierno homenaje a la amistad. La mano de Kurosawa se percibe a cada instante en un film ejemplar en planificación, en encuadres, en puesta en escena, rica en matices y llena de sutilezas, como la importancia que le da en algunos momentos a las miradas. En las escenas de masas encontramos a un director ágil en la coreografía de estas, logrando dos escenas esplendidas: la de los esclavos mineros y en la fiesta del fuego. Los actores están muy bien, en especial la pareja de amigos y Mifume, aunque el talento de este último brillaría con mucha mas fuerza en Yojimbo y Sanjuro. Magníficas tanto la fotografía como la música, así como el montaje, que aplica unas transiciones entre escenas de cortinilla lateral que Lucas (como muchas otras cosas) tambien aplicaría después en su saga. Un film extraordinario, una fusión casi perfecta de aventuras, drama y comedia que deja aun mas en evidencia al pésimo cine de aventuras que vemos en cartelera hoy día.
13 de abril de 2009
47 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imprescindible comedia clásica, impulsora de una de las corrientes del género que más satisfacciones nos ha dado a los amantes del cine: la scrawball comedy. Capra sabía como pocos como construir una película y que además gustara al público. Su receta era fácil: cuenta con un guión bien escrito, contrata actores con carisma y cuida el ritmo. Y la receta funciona. Sucedió una noche es una comedia divertidísima, con unos diálogos llenos de ingenio e ironía, rapidísimos y muy agudos que definen con acierto a unos personajes que ya de por si están bien perfilados en el guión. En ese punto es donde entran en juego los actores. Gable y Colbert hacen sencillamente una pareja perfecta, desprenden química cuando están juntos y están esplendidos por separado. Personalmente la sorpresa me la he llevado con un Clark Gable pletórico, en una interpretación llena de vitalidad y descaro, derrochando encanto y componiendo un personaje inolvidable que nada tiene que envidiar al mejor Cary Grant de Her Girl Friday (Luna Nueva). Y por supuesto, todo este talento cobra la forma de gran película gracias a ese gran director llamado Capra. Hace que lo difícil parezca fácil. Maneja con mucha habilidad las escenas más teatrales, con un montaje muy fluido que apenas se aprecia pero que hace que el ritmo no baje. Además utiliza la puesta en escena de forma magistral y consigue imágenes de gran belleza plástica, como las nocturnas en el campo (gran trabajo de fotografía). Y por supuesto quedan escenas antológicas como la del autostop o las murallas de Jericó. Todas estas cosas hacen de este film un auténtico clásico que no ha perdido un ápice de la fuerza de sus diálogos, de elegancia en su ejecución y de capacidad para hacer reír. Ya lo dije al principio, imprescindible.
13 de julio de 2008
46 de 49 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera de las tres veces que Kurosawa abordó el género de cine negro ya dejo claro que no pensaba pasar por él de forma desapercibida. El ángel Ebrio es una película que ante todo es fruto del mejor Kurosawa de aquellos primeros años. Kurosawa ya había pasado el proceso de adaptación a la dirección de sus primeros trabajos llegando a una considerable madurez, en la que había entendido y sabido aplicar lo que la imagen puede trasmitir independiente de los diálogos, tal y como los trabajos de sus admirados Ford y Renoir le habían enseñado. Esto, sumado a su gusto por la literatura y la pintura hacían que cada proyecto fuera ganando en interés y calidad. El Angel Ebrio es tal vez su primera película de madurez, la que inicia un periodo tremendamente interesante, que seguirá con trabajos del calibre de Duelo Silencioso, Perro Rabioso, Rashomon y que concluirán con Vivir. A excepción de Rashomon, que se separa de las constantes temáticas de esta etapa, el resto aborda a través del cine negro o el drama un retrato del Japón de posguerra muy cercano al neorrealismo italiano. En este caso nos introduce en la difícil relación entre un doctor alcohólico y un gangster tuberculoso que va a su consulta. El retrato de ambos por separado y de su relación termina imponiéndose a la trama gansteril y al retrato social. Si caer en el sentimentalismo fácil, la historia es un emotivo retrato de perdedores en busca de redención. Los actores están simplemente increíbles. Mifume colaboraba por primera vez con Kurosawa y da toda una lección de presencia física y de variedad de registros. Kurosawa decía que no quería que el personaje resultara muy atractivo teniendo en cuenta el personaje, pero en cuanto que Mifume se puso delante de la cámara, eso fue inevitable, incluso en la fase mas grave de la enfermedad. Sin embargo, aunque pocas veces ocurriría esto después, quien se lleva en mi opinión la película es Takashi Shimura, otro habitual del director que lo mismo hacia un papel importante que uno pequeños de secundario. El veterano actor compone un personaje complejo, lleno de aristas, que lo mismo estalla ante la bravuconería de Mifume que lo vemos tratar compasivamente con sus pacientes. Su personaje es sencillamente entrañable. El guión en general está muy bien escrito, incluidos los pocos personajes secundarios que deambulan por la vida de ambos y que definen a estos y suelen materializar delante de ellos sus dilemas internos. Y por supuesto, el director demuestra ya un absoluto dominio del medio, tanto en la puesta en escena, como en el ritmo o en la utilización de objetos como metáforas. Como claro ejemplo estaría la escena del sueño, de una inusual fuerza y belleza visual. El Ángel Ebrio es sin duda el primer gran trabajo de Kurosawa, un ejercicio que mezcla con acierto neorrealismo, expresionismo, cine negro y drama intimista con elegante equilibrio.
18 de agosto de 2008
44 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente la más equilibrada de la esplendida trilogía social de Campanella, El Hijo de la Novia es un drama extremadamente sutil e incisivo con respecto a la naturaleza del ser humano, de la vida en pareja, del trabajo, de los amigos o de la familia. Y todo contado con una simplicidad asombrosa, sin trucos ni trampas, haciéndote participe de cada asunto que cuenta. Nada es artificial en esta película sincera como pocas, que además contiene una de las historias de amor más entrañables y bellas de los últimos años. Los actores, siempre un punto fuerte en Campanella, refuerzan considerablemente la sensación de verosimilitud del film. Darin, Alterio, Verbeke (aguantando solita dos de las mejores escenas), Blanco y Norma Aleandro transmiten sinceridad en cada palabra, en cada mirada. Están soberbios. Pero el guión... el guión es extraordinario. La construcción del drama aderezado con una notable carga social y gran sentido del humor, diálogos ágiles, ingeniosos y cotidianos e historias centradas en la clase media le distancian de casi cualquier propuesta actual, dotando de gran personalidad las obras del director argentino. El personaje principal, Rafael, vuelve a ser otro personaje campanelliano 100%. Un retrato emotivo de un hombre metido en los 40 en plena crisis personal que tiene que replantearse la vida simplemente para sobrevivir o para dejarse consumir por ella. Campanella esta muy acertado con la cámara, haciendo que el guión se crezca si cabe. Hay escenas magníficas en su planificación, como la primera visita de Rafael y Nino a Norma, en el que contraste de color, de diálogos, de interpretaciones es simplemente brillante, abordando con una enorme sutileza el abismo que separa a Rafael de sus padres. Serian más las virtudes de esta obra maestra, pero solo destacare una más: el trabajo de Illarramendi en la banda sonora, sencilla, delicada y llena de poesía. En definitiva una película obligada por su elevadísima calidad y su fondo humano que se adentra en un género que por desgracia no esta precisamente de moda. Una auténtica maravilla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los títulos de crédito finales tienen sorpresa.
22 de diciembre de 2009
42 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última aportación al cine negro de Kurosawa, que lejos de repetir esquemas nos presenta una inusual propuesta dentro del género de sorprendente modernidad, que es buena prueba del inconformismo del director japonés, dispuesto a renovarse en cada trabajo. El director divide en tres actos la película, muy diferentes entre si, aunque a su manera, magistrales los tres. El primero (hasta la escena del tren) es simplemente antológico. Toda la presión psicológica que se ejerce sobre el protagonista así como sus dudas quedan perfectamente captadas tanto en sus imágenes y como en la interpretación de Mifume, esplendido como siempre. A pesar de desarrollarse en apenas dos espacios cerrados (su casa y un tren), Kurosawa da una lección de puesta en escena y de capacidad de generar tensión. El segundo acto (la investigación) es sin duda el más polémico, y en parte el causante de que muchos consideren este film como un trabajo menor del director. El cambio de ritmo es brutal, pues la investigación es de una minuciosidad inusual en este tipo de películas. Además la sensación de que el film no avanza más allá del simple film policiaco puede desanimar a más de uno. Aunque la clave del film está en el tercio final, creo que esta es una de las mejores descripciones que he visto de un caso criminal y esta rodado con una habilidad poco común por Kurosawa. Sin embargo el tramo final (el seguimiento del sospechoso) vuele a recuperar el nervio inicial en una conclusión memorable, llena de imágenes poderosas y una escena final inolvidable. Pero sobre todo nos muestra las intenciones reales del director, mucho más ambiciosas de lo que aparentaba hasta entonces, hablándonos de las diferencias de clases en Japón, ilustradas por una puesta en escena que sin darnos cuenta ha estado indicándolo desde el principio con objetos y ángulos de cámara, convirtiéndose en un film de fuerte carga social además de una de las descripciones más negras sobre el ser humano que realizo en su carrera. Un gran trabajo del “emperador”.
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