Esta es una de esas películas que pertenecen a su momento. Es decir, del año dos mil hace ya una década, y en una década la visión de un país cambia, así como la experiencia de un espectador. Por tanto verla desde los ojos de ahora podría defraudar: ya conocemos esa hstoria, ya imaginamos cómo se desarrolla. Sabemos lo que va a pasar e intuimos el dolor que vamos a presenciar solo con ver la carátula.
Sin embargo tiene una ternura necesaria, y una descripción violenta magistralmente narrada. Juan José Ballesta se daba a conocer con esta historia de barrio y española, que necesitaba también a un director lejano de artificios y metáforas. La realidad, tal cual. No en su punto. Cruda, a secas. Se necesitaba esta película para engrosar la estantería de films españoles rompedores en su época, ciertamente atemporales y no olvidados, pero tampoco excesivamente perdurables.
Busca una peli dura y sensible, con encanto. Que no aburra ni adormezca. Pero tampoco provoque crisis existenciales. Esta es, El Bola.

Para criticar primero tengo que presentarme: me gustan las pelis que se alejan, o bien de lo que siempre se ha contado, o bien aquellas que, contando lo de siempre, nos lo plantean de forma distinta. En este caso, se cumplen ambas condiciones.

Que Kitano es un maestro de la narración resulta indiscutible. Y si además se añade a esto una historia bien urdida, con un componente crítico tan soberbio que una no sabe si es motivo de carcajada o de ceja enarcada, la película se crece. Más que rara, con escenas inesperadas, atrevidas, polémicas. Un placer para todos los sentidos.

Sentaos cómodos. Sillón o cama, como estéis más habituados. Dadle al Play y no perdáis detalle. Pensad qué ha querido decir Kitano en cada escena, e intentad pensar si podríais expresarlo de mejor forma. Luego opinad, recrearos. Efectivamente, Kitano acaba de resumir dos décadas de filosofía en un metraje de dos horas.

¿Habéis visto Equilibrium? ¿Os gusta "Un mundo feliz" de Aldous Huxley? ¿Os gusta la tecnología, la psicología y pensar en el devenir humano? Esta es una película que os entretendrá, entonces.

No busquéis un clásico. Tampoco un alarde de efectos especiales que os quede boquiabiertos. Poco habrá de romance. Pero os toparéis con un tema distópico interesante, donde se debate la esencia de la Humanidad y el poder que tiene el hombre para deshumanizarse. Todo aderezado con contenido de inteligencia artificial y robótica. Y con el que aparenta ser el último hombre coherente sobre el planeta. Tal vez lo mejor no es la película en sí, que bien aprovecha un viernes con los amiguetes, sino las ideas que nos quedan colgando después de verla.

Sí, hay topicazos. Pero muchas veces apetece esa dosis de intelecto violento, es decir, de un tema interesante y de escenas de acción. Y este es un claro ejemplo de ello.

2001 es la película contemporánea que necesitaba el cine para establecerse como Arte, y Kubrick era el elegido para hacerlo. Larga, sí. Pesada, puede que también. Pero es la perfección hecha metraje.

Se narra como no se había narrado antes. ¿Cuántas películas tratan de la historia de la humanidad-su pasado, su presente, su posible futuro-, estableciéndose como un documental antropológico de ficción y efectos especiales que despierta intelecto y estética?

Original, moderna, memorable.

Con un ritmo lento pero necesario, una banda sonora acertadísima y, por encima de todo, una técnica adelantadísima a la época, asistimos al proceso de evolución cultural humano desde "El despertar", una serie de primates en los que brota la conciencia, hasta "Júpiter: más allá del infinito", la reducción abstracta del pensamiento humano a partir de un monolito negro que representa lo que el espectador quiera adivinar en él. Con contenido prehistórico y espacial, formulándose como una crítica o una crónica de lo que el avance tecnológico supone, el film supone y anticipa, explora y propone.

Y además Kubrick redescubría la forma de hacer cine, experimentaba con luces y cámaras, y se nota y se agradece. Si ya en El resplandor incorporó por primera vez al cine una "steady-cam", aquí, una película del 68, consigue que parezca hecha con los medios de los 90, donde puede verse la que se ha calificado como "la mejor transición del cine". En definitiva, contiene los ingredientes necesarios para convertirse en clásico: ser atemporal. Para quien quiera bucear en las anécdotas y entresijos que supuso la película, una recomendación literaria: "2001: la odisea continúa", de Raúl Alda, en editorial Jaguar.

Cuentan que al entrar un soldado en un campo de concentración nazi y dar la noticia a sus judíos internos de que eran libres ninguno de estos gritó de alegría. Tampoco hubo lloros ni rezos. Simplemente se quedaron igual, de pie, con su pijama de rayas, porque ninguno sabía qué hacer ni qué significaba eso. Habían perdido la esperanza.

Esta misma sensación es la que se transmite en la película, donde se muestra detalladísimamente lo que supuso el exterminio, lo que supuso ser un elegido para viajar en tren. Psicológicamente: los trucos para sobrevivir, los engaños, a quién seducir y qué palabras decir. Todo.

No encontraréis un rollo político. No hace falta saber fechas ni nombres de contiendas o generales. Solo preparaos para sentir sin un sentimentalismo absurdo y sin un descaro macabro. Delicado, muy delicado.

Asistiremos a la historia de un empresario que buscando su beneficio se acabó sensibilizando y dándose cuenta de que bajo la máscara de trabajadores podía salvar muchas vidas de judíos. Una película que, pese al blanco y negro, no se os hará pesada. Pero el resto tenéis que verlo vosotros.

Se ha dicho mucho de esta película: es un clásico. ¿Tenéis 3 horas libres? Seguro. La cinta no es sobre la muerte. Es una lección sobre la vida.

Adelante.