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Críticas 13
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
24 de septiembre de 2022
43 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
"La consagración de la primavera" es una de las películas más arriesgadas e interesantes del cine español reciente. Tercer largometraje de Fernando Franco, director de gran sensibilidad y hondura que, tras "La herida" y "Morir", aborda aquí el tabú de la sexualidad de personas con discapacidad a través de una joven confusa dispuesta a superar sus dudas más íntimas aprovechando lo desconocido. De manera luminosa y revitalizante, sin juzgar ni adivinar ninguna de las conductas, la película se adentra sutilmente en la sexualidad, la prostitución, la indefinición en el paso al mundo adulto o la precariedad juvenil a distintos niveles, haciéndonos partícipes de realidades ajenas y de las indecisiones de su protagonista, Laura, que a la vez actúa valiente catalizando conflictos morales a los que no se presta atención comúnmente, metiéndonos de lleno en esas dudas ya compartidas de las que la personalidad de Laura saldrá tambaleante y, quizá, fortalecida.
Una película que propone sin ser hiriente ni provocando gratuitamente, que invita a reflexionar sobre lo que nos resulta escabroso y complejo, y que estimula disyuntivas enriquecedoras. Con una narración inteligente, limpia y accesible, repleta de misterios indescifrables, y un reparto intachable en el que destaca la ambigüedad de su protagonista, la película se devora siguiendo, a la distancia adecuada, conductas y formas de ser que resultan intrigantes y reveladoras sobre la intimidad de cada cuál en sus circunstancias y limitaciones.
Una película llena de matices y virtudes, imprescindible para los más ávidos de lo moralmente atrevido, al filo del rechazo y la entrega entusiasta de quien aprecie esa osadía.

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4 de diciembre de 2022
49 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Blanqueamos actos y a personas reprobables por el hecho de tratar de comprenderlos o por responderles con la más básica ternura humana?, ¿por qué con algunas enfermedades mentales aceptamos la necesidad de curación y somo tolerantes con ellas, y con las que tienen un trasfondo sumamente detestable que conlleva actos inhumanos no hacemos un ejercicio general de comprensión y sólo respondemos con asco y rechazo? Pero, además, como plantea Sara Mesa en su novela "Cicatriz", ¿es más puro el que no llega a hacer lo que piensa que el que sí lo hace?
De muchas maneras, todo ello está en el arriesgado trasfondo que maneja Carlos Vermut en "Mantícora", una propuesta suicida en lo popular pero intelectualmente relevante, de una trascendencia que sólo poseen los grandes autores que hablan de los mayúsculo, de lo real, de lo sincero, de su tiempo. Y en ese ejercicio de seducción mental, "Mantícora" se convierte en una película descomunal, original, turbadora, honesta, desconcertante. Tan gigantesca como la mostruosidad por la que se adentra turbiamente, arrastrándonos elegantemente hacia territorios mental y artísticamente tan arriesgados como horripilantes.
El inteligente uso del subtexto o de los elementos narrativos, como el lenguaje metafórico del arte, los monstruos, la realidad virtual, el mundo de los videojuegos, la vida en soledad, el fuego o el humo, subrayan la clara intencionalidad de un autor que sabe manejar su relato con objetivos muy claros, llevando al espectador al lugar deseado. Una película que crece y crece tras su visionado, de una coherencia inquebrantable, mitológica, y con espíritu de remover, de conmover, y de abrir preguntas tabú, deseando no vernos en tesituras éticamente tan complejas de asumir.
Protagonizada por Nacho Sánchez, formidable en su mimetización de lo enfermizo, y por la atrayente y delicada Zoe Stein, maravillosos en sus roles, la película hace visible la importancia del vínculo humano y la necesidad del amor, algo tan luminoso y perdurable como la fascinante negrura de su historia, enraizándose así toda la extensión emocional que esconde "Mantícora", la última gran obra maestra del cine español contemporáneo.

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23 de septiembre de 2022
31 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
La esperada última película de Alberto Rodríguez, Modelo 77, protagonizada por Miguel Herrán y Javier Gutiérrez, inauguró el 70 Festival Internacional de cine de San Sebastián y eleva aún más el extraordinario nivel del cine español de 2022.
Se trata de un intenso thriller y drama carcelario ambientado en 1977 en la cárcel La Modelo de Barcelona alrededor de las protestas organizadas por la COPEL (Coordinadora de Presos en Lucha), que buscaba la amnistía para presos sociales condenados durante el franquismo y que presionó con numerosos actos reivindicativos de gran trascendencia pero que hoy apenas se recuerdan: presos cortándose las venas para exigir que la prensa accediera a las cárceles, motines poniendo en jaque la situación política, huelgas de hambre y hasta fugas masivas de numerosas cárceles de toda España.
La utópica democratización de la institución penitenciaria, reflejo de la jerárquica y autoritaria injusticia de aquellos tiempos, sirve a Alberto Rodríguez para seguir revisando con brillantez la historia reciente de España desde el prisma de la corrupción, como ya hizo en Grupo 7, La isla mínima o El hombre de las mil caras, que parten de hechos reales y procesos de transformación social claves para el país. Aquí, el sistema de prisiones funciona como metáfora de la imposibilidad de hacerse entender, en esos años de reforma o ruptura, con el muro de granito que impedía cualquier avance, quedando como única vía de escape encontrar las rendijas y el empuje que forzaran las cosas.
Con guiños a grandes arquetipos del cine carcelario, como La evasión (Le trou, J. Becker, 1960), Modelo 77 es una película vibrante y contundente llena de acción e intriga, donde la personificación de los hechos en unos personajes espléndidos y muy bien interpretados hace comprender las aristas dramáticas de lo que acontece, todas ellas narradas con verosimilitud, nervio y elegancia, logrando transmitir la tensión y oscuridad de una época negra en la que tantos contribuyeron, de maneras tan distintas, para hacer entrar la luz.

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28 de octubre de 2023
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al igual que los hechos más aciagos, las dudas conllevan pérdidas irreparables: de confianza, de que nada volverá a ser igual, de no ser visto de la misma manera ni por ti mismo.

En “Anatomía de una caída”, una de las mejores películas de 2023, un fatídico incidente desencadena una reconstrucción de lo que pudo suceder en determinado momento en el seno de una familia. Pero cuando los hechos no hablan por sí solos, la revisión pasa a otras capas más íntimas y aún más dolorosas, reconstruyendo también la vida interior de unos personajes que parecían no ser conscientes de lo que les unía ni de lo que les estaba destruyendo.

Desde diferentes puntos de vista y durante un escrupuloso juicio, “Anatomía de una caída” indaga en las intimidades de una familia que se revela desestructurada, con notables frustraciones y resentimientos, y donde el autoengaño es parte de ellos. Descubrimos la conducta de una escritora y sus relaciones con los demás, así como las motivaciones sobre lo que escribe y su estilo de vida, que es puesto en cuestión. El proceso parece querer buscar la verdad, pero se torna hacia lo que parece más importante: encontrar una conclusión válida a toda costa; sólo consiguiendo sembrar dudas en quienes se verán en poder de decidir lo que ha sucedido, a falta de pruebas incuestionables. Se pone bajo la lupa la forma de ser de quien está arrinconado en la sospecha, dinamitando cualquier clase de compresión y retratando a los protagonistas como desconocidos entre sí. Así, la verdad se elabora en la mente de los demás, quienes la redactan y presentan como intangible, cuando quizá no sea más que una opinable y deshonesta mirada. La sensibilidad y capacidad de observación de quien interpreta este sumario vital, pasa a ser una habilidad clave para escrutar lo que sucedió y lo que está sucediendo en el propio proceso, siendo los detalles más triviales parte de una resolución aparentemente juiciosa.

La película toma una distancia inquietante ante lo que se va revelando, dejando a sus personajes, con sus ambigüedades, intimidades y circunstancias al descubierto, retratarse ante el observador y ante lo cierto, de quien nadie tiene la última palabra y que resulta inescrutable.

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22 de octubre de 2023
15 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría llamar la atención que Juan Antonio Bayona haya querido volver a una historia que ha sido llevada al cine en varias ocasiones, tanto en documentales como en largometrajes de ficción que, además, rayaron a buen nivel. Más aún, que determinadas escenas de “La sociedad de la nieve” tengan muy presente en su puesta en escena muchos de los aciertos visuales y narrativos de sus predecesoras. Sin embargo, esta nueva versión, basada en un nuevo libro sobre los hechos, que aporta mayor perspectiva y profundidad a la tragedia 50 años después, consigue elevarse gracias a una acertada distancia y respeto por los hechos, no sólo por su espectacularidad, y refresca en tiempos de fe agonizante un increíble suceso que vuelve a sorprender por lo inconcebible y descomunal que fue.

Menos explícita que las anteriores, la película subraya las ganas de vivir ante la catástrofe y la adversidad que le sigue en mitad de la tragedia, en el inmisericorde escenario que parece negar la supervivencia. Posee un despliegue descriptivo y metódico abrumador, llevándonos al antojo por sufrimientos, temores y emociones con una intensidad asombrosa. Bayona es uno de los directores más hábiles para manejar producciones de estas dimensiones narrativas y técnicas. Vuelve a demostrar su capacidad para gobernar los ritmos de una gran producción, las fases para contar de forma emocionante y emotiva una historia que se sale de la realidad, y probablemente es de los realizadores que más se entregan por conseguirlo, sobreponiendo las enormes dificultades que conlleva una historia real tan delicada y apasionante, tan sobresaliente que parece que nada le va a hacer justicia, y a la vez controlar los tiempos y dosificar el enorme contenido que se transmite. Este tipo de películas nos retrotraen al mejor cine realista de aventuras clásicas y al cine multisalas más efectivo, a esas historias imposibles que fueron bien contadas, que aunque su motivación generalista las hiciera populares contaban con un buen hacer evidente que nadie podría minusvalorar y que van más allá del entretenimiento.

“La sociedad de la nieve” se fija en la organización del grupo, en los pactos colectivos de pequeña hermandad que se van acordando con el objetivo de sobrevivir. Las dudas mellan tanto como el frío y el miedo es tan fuerte como las ganas de vivir. Es una película monumental sobre las debilidades y fortalezas humanas, que homenajea a los integrantes que perecieron y a los que sobrevivieron en una hazaña épica y difícil de creer, y que también se recordará como una de las producciones más importantes del cine español.

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