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Críticas 1.665
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
11 de junio de 2016
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La belle saison (Un amor de verano), de Catherine Corsini, es una historia de amor basada en la homosexualidad que narra el momento en el que dos mujeres se conocen en Paris y comienzan una relación juntas ocultas a la sociedad y seres queridos, en una época tan difícil para la aceptación de tal relación como lo eran los principios de los años 70.
Magnífica historia de un amor imposible que sacude a todo aquel que se aventure a descubrirla. La homosexualidad es tan solo la excusa sobre la imposibilidad y el desatino que sufren dos mujeres enamoradas en un momento en que su amor no era nada aceptado. Transcurre su hermosa historia con naturalidad y un ritmo apropiado que va creando más y más drama a medida que avanza para dejar claro al cinéfilo exigente, que el cine francés está en plena forma gracias a dramas románticos como este.
Técnicamente, la película se apoya bastante en una bella e inspiradora banda sonora que trasmite perfectamente lo que su argumento propone, y además, es usada solo en los momentos oportunos. La espléndida fotografía te transporta notablemente a la época y lugar en cuestión, junto también a los vestuarios y caracterizaciones bien trabajados. Además, su montaje lineal y seguido marca el ritmo apropiado para su historia. Y qué decir de sus interpretaciones, más que son sobresalientes y muy acertadas a la hora de contagiar en todo momento al espectador los sentimientos encontrados pero irrealizables de un amor nada aceptado.
En definitiva, considero La belle saison (Un amor de verano), una obra magnífica que deja una sensación profunda y notable que hace que el film sea una cinta imprescindible y recomendable para todos los seguidores del género que busquen historias creíbles y bien contadas, para deleite del cinéfilo más cultivado y riguroso en lo que decide ver. Por tanto, es digna de ver al mostrar con una naturalidad poco acostumbrada en el cine, la homosexualidad no desde el punto de vista de la aceptación, sino para hacer ver con sinceridad y sencillez que lleva pasando toda la vida aunque la gente más cerrada miraba hacia otra parte cuando la veía.
11 de septiembre de 2016
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarde para la ira, de Raúl Arévalo, es un thriller basado en la venganza que sitúa la acción en Madrid, donde Curro, un hombre que acaba de salir de la cárcel tras 8 años de condena por el robo frustrado a una joyería, conoce a José, un extraño desconocido que aparece en su entorno y trastoca la esperada y tranquila vuelta de Curro a su vida cotidiana.
Notable ópera prima de Raúl Arévalo, un buen actor que al parecer no se conforma con serlo, sino que también pretende dirigir y no cualquier tipo de cine, sino este que atrapa y sacude al público tras dejarlo un buen rato en suspense. Intención de sorprender al espectador no le falta al novel director, tallando con Tarde para la ira una gran obra que mantiene al público expectante de principio a fin con lo que se le va ofreciendo. Por tanto, no estamos hablando de que Arévalo busque un período de transición, sino que pretende, directamente, estar en lo más alto del reconocimiento del cine Español en cuanto a la dirección se refiere.
Dura e insidiosa, la película es áspera y muestra la venganza de un modo real y sucio, tal y como ocurriría en la vida misma para machacar al público con una propuesta tan auténtica y turbia como el oscuro corazón de sus protagonistas, modelando con ello un film donde no existen los buenos y malos, sino los corrompidos por la sociedad, circunstancias y lóbrego pasado. Logra con ello el director, quedar en la retina del cinéfilo que busque obras interesantes y llenas de la firme intención, de no dejar a nadie indiferente.
Cabe destacar también, que sus planos y movimientos de cámara son muy personales y usa bastante la cámara en mano y el seguimiento para experimentar con la búsqueda de su propio estilo, huyendo en todo momentos de los planos fijos más habituales. La música es inquietante y perturbadora, solo usada en las escenas oportunas para no desviar la atención del espectador, y su fotografía, sin ser nada del otro mundo, te transporta eficazmente a los barrios marginales donde habitualmente no entrarías y por los que transcurre su perniciosa trama.
En conclusión, considero Tarde para la ira, un magnífico film que coloca al director en un alto listón difícil de igualar, ya que su nocivo argumento apoyado en la venganza sacude con furia a toda clase de espectadores, en especial, a los más exigentes por ser, no solo cine bueno, sino del que aparenta serlo incluso antes de verlo. De modo, que es esa clase de cine que el espectador español busca de su tierra, ya que nada tiene que ver con los dramas superficiales o comedias cochambrosas que con tanta frecuencia aparecen en el panorama cinematográfico Español.
9 de mayo de 2015
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El doctor Mabuse (El gran jugador) de Fritz Lang es un thriller dramático de cine mudo y expresionismo alemán basado en un doctor que utiliza la telepatía y la hipnosis, además de su habilidad para el disfraz, para manipular a los hombres a su antojo. Dirigida con un ritmo dinámico y con un estilo personal e inquietante del director, es una obra magnífica muda que entra dentro de lo mejor de su creador y del género expresionista alemán, ya que va creando magistralmente una atmósfera turbia e incitadora por las manipulaciones y pocos escrúpulos del protagonista hacia el resto de personas, provocando enormes sensaciones en su visionado para cautivar hasta a los cinéfilos clásicos más exigentes, concluyendo con ello un film soberbio que es para enmarcar en la historia del séptimo arte.
La fotografía en blanco y negro hace gran uso de los claroscuros como es habitual en el expresionismo alemán, además, está cuidada hasta el más mínimo detalle y evoca en todo momento con sus imágenes lúgubres al lugar. La música utilizada, aún siendo un film mudo para acompañar la trama es clásica y llena de tensión las escenas oportunas, inquietando con sus sonidos insidiosos el film y turbando al público en una acertada labor. Los planos y movimientos de cámara consuman un sobria pero elegante tarea técnica a través del uso de los detalles, generales, reconocimiento y primeros planos que sacan lo mejor de las profundas interpretaciones.
Las actuaciones son profundas y deslumbrantes. Como protagonistas Rudolf Klein-Rogge está contundente y persuasivo en un gran papel y Alfred Abel está acertado e impecable en su labor, siendo remarcables las actuaciones de Aud Egede Nissen, Bernhard Goetzke, Paul Richter y Gertrude Welcker. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones alusivos según el personaje, predominando lo distinguido para marcar la alta clase social pero también lo humilde según el personaje en una oportuna labor que junto con los decorados te transportan. Destaca principalmente, las caracterizaciones del protagonista en sus continuos cambios camaleónicos.
El guion, escrito por el director junto con Thea von Harbou y basado en la novela de Norbert Jacques, es absorbente de principio a fin y mantiene con mucha habilidad al público pegado al asiento, inquietándolo poco a poco de manera magistral y machacándolo al antojo del director con el maléfico y escurridizo Doctor Mabuse, que hace y deshace según le viene en gana gracias a la telepatía y la hipnosis que utiliza para manejar a las personas a su antojo. Esto se lleva a cabo con una narrativa escrita y subtitulada que añade intriga y deja clara la continua conspiración del protagonista en sus enigmáticas acciones. Cabe destacar también, el montaje lineal y seguido que es dividido en varios actos como si de una obra de teatro se tratase.
Para finalizar, la considero una obra esencial e indeleble en la filmografía del director y en el séptimo arte por entretener, provocar y penetrar en el espectador de modo sobresaliente para dejar enormes sensaciones tras su visionado, concluyendo uno de los mejores films del género que apasiona a los cinéfilos clásicos más exigentes. Muy recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montajes, planos, vestuarios, caracterizaciones y narrativa corporal y escrita que vuelven a El doctor Mabuse (El gran jugador), un film inmedible en todo lo que se propone.
17 de febrero de 2013
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La trama, de Allen Hughes es un entretenido thriller de intrincado pero interesante argumento. En su interior, encontrarás buenas actuaciones de Mark Wahlberg en su línea de tipo duro habitual, y Russell Crowe como político presumiblemente corrupto desde el principio, actuaciones, que mejoran sobre todo cuando están cara a cara. Tiene buenos efectos visuales y de sonido, y con diálogos ágiles y ocurrentes. En líneas generales es una película bastante oscura, no solo por el entramado de traiciones, corrupción, deslealtad e infidelidad, sino por la poca luz que el director utiliza para el film, siendo la mayoría de las escenas de noche, prácticamente en toda la película. Sin duda, debes estar muy atento o perderás el hilo conductor, ya que da varios giros inesperados y guarda alguna que otra sorpresa para el final. Por lo que, sin llegar a ser una gran obra, y en algunos aspectos puede llegar a ser mejorable, sin duda cumple con su cometido de no dejar a nadie descontento, aunque eso sí, sin dar mucho espectáculo a un film cumplidor… pero sin brillo.
29 de septiembre de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las consecuencias del amor de Paolo Sorrentino es un drama basado en un misterioso hombre que lleva ocho años viviendo en la habituación de un hotel Suizo sin trabajar esperando a que ocurra algo. Dirigida con un ritmo pausado y con el estilo habitual y afilado del director al sacar mucho sarcasmo del protagonista para añadir atractivo al film, es una obra atrayente en su extraña trama que cautiva a los seguidores de las interpretaciones estelares que acaparan toda la atención del público por su profundidad y acidez de sus comentarios, concluyendo un magnífico film que encandilará a todos aquellos que se aventuren a visualizarlo, ya que no dejará a nadie indiferente.
La fotografía es espléndida y hace gran uso de los claroscuros, logrando una labor repleta de detalles hipnóticos y elegantes que añaden confort a la película, siendo por tanto un trabajo inspirador y artísticamente bien cuidado. La música es magnética e intrigante en sus sonidos misteriosos, sonando también algunas melodías profundas que penetran en el espectador y por otra parte unos sonidos rítmicos según el momento de la trama. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor brillante mediante el uso de los circulares, rotación, reconocimiento, subjetivos, detalles, panorámicos, cámara en mano, plano-contraplanos, avanti, retroceso, primeros y primerísimos planos que exprimen lo mejor de las interpretaciones y su entorno.
Las actuaciones son remarcables y dignas de elogio. Como protagonista absoluto Toni Servillo está inconmensurable en un apático y concluyente papel, siendo convincentes también las interpretaciones de Olivia Magnani, Adriano Giannini, Antonio Ballerio, Gianna Paola Scaffidi y Nino D´Agata. La dirección artística emplea para estos unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y formales en una gran labor más bien clásica que junto con los decorados de interiores logran mejorar la labor visual de la película.
El guion, escrito por el mismo director, es algo confuso al principio pero luego va cogiendo forma para la comprensión del espectador, aunque lo más atrayente con diferencia es la estelar y desidiosa personalidad del protagonista al acaparar toda la atención del espectador, dividiéndose entonces el guion en dos partes bien diferenciadas: la primera es enigmática y se centra en la difícil forma de ser del protagonista y la segunda es la que explica a que pertenece este y porque está metido durante 8 años en un hotel. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off profunda y equilibrada que es de lo mejor del film, siendo el resto apático e irónico en los escasos pero directos diálogos del protagonista. Cabe señalar también, el montaje lineal y seguido pero con algún flash-back imaginativo y pensativo del protagonista para situar al público dentro de la mente del protagonista.
Concluyendo, la considero una obra atractiva y extrañamente intrigante que cautivará a los seguidores del director y de las peculiares interpretaciones de Tony Servillo, ya que es esto último lo mejor del film, además por supuesto de su particular historia que no se toma prisas en ser expuesta. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios y narrativa que vuelven a Las consecuencias del amor, un film digno de ser visto no solo por el público en general, sino también por los cinéfilos más exigentes.
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