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Críticas ordenadas por utilidad
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7,0
5.767
5
7 de junio de 2005
7 de junio de 2005
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sorpresa sin mayúsculas saltó en Cannes 1999 donde un ramillete de potentados autores exhibían sus mercancías garantizadas por un incontestable label de calidad. Se recordará aquella cosecha: allí estallaron las últimas obras de David Lynch, Takeshi Kitano, Jim Jarmusch, Pedro Almodóvar, Atom Egoyan y Tim Robbins. Sin embargo, fueron Jean-Pierre y Luc Dardenne los que salieron de allí con la banda de “Gran Reserva”.
El cine social, urgente y comprometido rompe los espejos de la autocomplacencia y cada vez son más los directores que se afanan en recoger los añicos. Es una ola, bienvenida, de sentimientos y denuncias, de puñetazos y problemas, es decir, de la vida consagrada al despertador. Ahora bien, sucede que las mareas arrastran con la resaca alguna impureza indeseable. Aquí se materializan en loas exageradas a cualquier cinta que se inscriba dentro de este cine-buzón. Se magnifican las virtudes y se minimizan los errores. Hablan continuamente de obras maestras y tampoco es eso. Como en cualquier otro género, existen películas socialmente irreprochables pero con una nula dignidad cinematográfica.
Perdonad la digresión : el caso que nos ocupa no llega a esos extremos de inadecuación. Rosetta es una obra dinámica, certera y correcta pero no traspasa los umbrales de la sabiduría. Logra esquivar la mediocridad aunque la tantea en su recorrido. A la hora de repartir responsabilidades, el tema de la supervivencia en un entorno hostil es muy agradecido. Los hermanos belgas intentan zafarse de lo facilón con una radicalización de las formas y los fondos. Así como nosotros no nos levantamos con una claqueta delante, la premiada y omnipresente actriz Emilie Dequenne incorpora a una persona, no a un personaje. Mediante largos planos evoluciona por su mundo de exclusión social, de combate y miseria: una adolescente asediada que intenta respirar. Nada que objetar puesto que su poderosa creación busca y encuentra nuestra reacción, la de desprendernos de la absurda venda que tapa nuestros ojos.
El conflicto, pequeño y justificable pero conflicto, radica en las intenciones, que no ambiciones, que persigue Rosetta. Los Dardenne afirman que no les interesa hacer cine sino filmar la realidad. Pues bien, la realidad es un arma de doble filo que, dentro de su complejidad, esconde aristas como cuchillos. Es por eso que un acercamiento documental a ella empobrece resultados. Se echa en falta una cierta estilización que no tiene por qué confundirse con un burdo maquillaje. Hablan de no hacer ningún tipo de concesión . Entendido pero yo me pregunto si acaso Hoy empieza todo- un magnífico ejemplo- escamotea sobresaltos a una realidad siempre sórdida. Y aquí las comparaciones no son odiosas. O sea, que la peli es majeta pero ya está.
El cine social, urgente y comprometido rompe los espejos de la autocomplacencia y cada vez son más los directores que se afanan en recoger los añicos. Es una ola, bienvenida, de sentimientos y denuncias, de puñetazos y problemas, es decir, de la vida consagrada al despertador. Ahora bien, sucede que las mareas arrastran con la resaca alguna impureza indeseable. Aquí se materializan en loas exageradas a cualquier cinta que se inscriba dentro de este cine-buzón. Se magnifican las virtudes y se minimizan los errores. Hablan continuamente de obras maestras y tampoco es eso. Como en cualquier otro género, existen películas socialmente irreprochables pero con una nula dignidad cinematográfica.
Perdonad la digresión : el caso que nos ocupa no llega a esos extremos de inadecuación. Rosetta es una obra dinámica, certera y correcta pero no traspasa los umbrales de la sabiduría. Logra esquivar la mediocridad aunque la tantea en su recorrido. A la hora de repartir responsabilidades, el tema de la supervivencia en un entorno hostil es muy agradecido. Los hermanos belgas intentan zafarse de lo facilón con una radicalización de las formas y los fondos. Así como nosotros no nos levantamos con una claqueta delante, la premiada y omnipresente actriz Emilie Dequenne incorpora a una persona, no a un personaje. Mediante largos planos evoluciona por su mundo de exclusión social, de combate y miseria: una adolescente asediada que intenta respirar. Nada que objetar puesto que su poderosa creación busca y encuentra nuestra reacción, la de desprendernos de la absurda venda que tapa nuestros ojos.
El conflicto, pequeño y justificable pero conflicto, radica en las intenciones, que no ambiciones, que persigue Rosetta. Los Dardenne afirman que no les interesa hacer cine sino filmar la realidad. Pues bien, la realidad es un arma de doble filo que, dentro de su complejidad, esconde aristas como cuchillos. Es por eso que un acercamiento documental a ella empobrece resultados. Se echa en falta una cierta estilización que no tiene por qué confundirse con un burdo maquillaje. Hablan de no hacer ningún tipo de concesión . Entendido pero yo me pregunto si acaso Hoy empieza todo- un magnífico ejemplo- escamotea sobresaltos a una realidad siempre sórdida. Y aquí las comparaciones no son odiosas. O sea, que la peli es majeta pero ya está.
6 de junio de 2005
6 de junio de 2005
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Triste ocasión perdida de hallar alguna respuesta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hasta miedo me da juntar las letras debajo de la gran pregunta retórica. Tal pretensión, la de encontrar un sentido a la existencia, es tan arrogante, tan manida y tan fuera de lugar que la película se asoma, inevitablemente, al abismo de la mediocridad. Y esto es una consecuencia de la filosófica carga que parecen llevar a cuestas los personajes aun refugiándose en una estudiada naturalidad y sencillez. Es una lástima porque “C’est quoi la vie?” (en francés, todavía más pedante) ni siquiera molesta e incluso se ve con simpatía. Posee una acertada primera parte capaz de esquivar una sucesión de desgracias con una conmovedora modestia pero después, icompresiblemente, se desliza hacia las oquedades de una cámara de recorrido lento y una fotografía dulzona. Nicolás es un joven campesino de una granja de vacas locas que halla inspiración en la sabiduría de su abuelo (gran presencia, la del octogenario Dufilho) . Conoce a María, ex-cantante de ópera y madre ecologista (¡qué habitual!) y, claro, ya se plantea las cosas de otra manera. Todas las tribulaciones por las que pasa este muchacho se resuelven, al final, gracias al amor y a una visión idílica del medio rural pese a esa divertida escena que ridiculiza a los urbanitas y su obsesión por encontrarse a sí mismos en un fin de semana. Creo, por ello, que la cuarta película de Dupeyron es fruto de un malentendido entre la simplicidad que persigue y la edulcoración que alcanza. Como un anuncio de agua mineral. Como dar respuestas sin haber preguntado.

6,0
21
5
31 de mayo de 2005
31 de mayo de 2005
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Denuncia de la explotación infantil.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
“Don” (Premio del Jurado en el festival de San Sebastián 1998) es ante todo una denuncia de la explotación infantil. Conocida es la querencia de este cine por la mirada no adulterada de niños abandonados y dolientes. En esta ocasión, la cámara persigue a un niño vagabundo, hijo de drogadicto, quien no es nada ni nadie por la falta de un documento de identidad. Este hecho le causará una pesadilla burocrático-kafkiana. Rodada con actores no profesionales, localizaciones naturales centradas en suburbios chabolistas y en un estilo sobrio, “Don” se acerca más a un documental que a una película. Ciertamente, transmite toda la verosimilitud y lección de dignidad pretendidas. Te encariñas con el chaval y tal pero no hay nada nuevo que no se hubiera dicho ya. Jalili (confiesa que es “incapaz de hacer una película comercial”...¿y? ) no desliza ningún elemento melodramático con lo que el interés decrece conforme va pasando el minutaje. La falta de sorpresas en el enfoque es la causa de la desnudez de un filme que debería vestirse con imágenes algo más calientes. Y conste que alguno de los larguísimos planos de “Don” tiene más alma dentro que muchos de los insípidos estrenos.

6,2
1.318
2
30 de mayo de 2005
30 de mayo de 2005
4 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Histrionismo y estupidez a raudales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Quizá en los primeros 90 tendría su punto pero ahora no hay quien se la trague. “The Acid House” es un tríptico dirigido por un experto documentalista y adaptado por Irvine Welsh (flautista que trae de cabeza a lectores encantados de ser lo más incorrecto de su portal), a partir de su propia colección de historias cortas. Y, aunque compartan al autor, este filme no asimila ni la eficacia narrativa ni la provocación estética de “Trainspotting”. Los tres relatos están diseñados desde el histrionismo y la estupidez. Con colores chillones, ángulos imposibles y efectos surrealistas, el humor, que se pretende transgresor, se convierte en una chusca sucesión de momentos escatológicos. Quieren ser tan rompedores que acaban haciendo el ridículo. Y, no os creáis, el dossier ideológico se lo han currado. Hablan de la locura del personal, de cuernos, de cerveza, de los trucos de la mente, de religión, de fútbol, de amor, de traición, del matrimonio, de los bebés y de ácido, claro. Y gritan todo el tiempo y desfasan y dicen muchos tacos... Vamos, una certera radiografía de cualquier estilo de vida. Además suenan bonitas canciones de Belle & Sebastian, The Verve, Primal Scream... Entonces, ¿cual es el problema?. Comprobado el ardor juvenil del mozalbete con quien la vi, me inclino a pensar que es culpa de mi carrocería.
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