Me ha costado horrores avanzar en la serie. Cada capítulo parece construido artificialmente procurando que contenga todos los elementos que convierten una serie en exitosa. A veces hasta parecía que, sin quererlo, se dejaban llevar por la trama principal en la primera mitad del capítulo y luego descaradamente, para equilibrar la receta, lo compensaban con litros de romance empalagoso, falso y encajado con calzador. Más allá de eso, el planteamiento no tiene ni pies ni cabeza aunque uno al principio haga por creer que sí pero pronto se ve que las acciones de los personajes son del todo erráticas, sin responder a ninguna lógica, y su personalidad es unidimensional: rascas y no hay nada detrás de ninguno. A medida que pasaban los episodios dejaba de interesarme lo que ocurría, iba contrastando lo que pasaba en Wikipedia a ver si es que era yo el idiota o es que la serie no hay por dónde cogerla. El final, que no podría ser más ridículo, me dio la razón.

Tengo un problema con Pawel Pawlikowski: que no juzgo la película sino al personaje, que no puedo estar más de cinco minutos metido en la historia sin que pase algo que me haga pensar: "Pero qué tío más esnob". Parece haber como una obsesión por mostrarse inteligente a cada momento: no es sólo el uso del blanco y negro y la proporción de aspecto de la imagen; no es sólo que los personajes no tengan sangre (el protagonista no cambia la cara en hora y media); no es sólo el encuadre aleatorio de los planos para mostrar Dios sabe qué…
…aun así le pongo un 5.
Porque no está tan mal, porque el resto del tiempo se nota que sabe lo que hace, porque la historia es buena (aunque abundan los tópicos que parecen forzados a partir de lo que sucedió originalmente)… Pero sin duda no me parece que sea la película que se dice que es.

Ninja Scroll cuenta en 90 minutos lo que un anime normal habría contado en 10-12 episodios. Eso tiene su parte buena, como que no se pierde el tiempo en transiciones innecesarias, pero también un problema: no hay momento para encariñarse con los personajes, para sentir los éxitos o las tragedias o para disfrutar de la resolución de algún combate. Las cosas suceden a toda velocidad y cuando quieres pensar en ellas ya ha habido otros dos o tres momentos decisivos más. Es una buen película, que ha envejecido bien con el tiempo, pero seguramente con algo más de margen para dejar reposar los acontecimientos habría sido incluso mejor.

Las dos horas de película han sido un pulso constante entre mis ganas de engancharme a la historia y los esfuerzos de Almodóvar por sacarme. Prácticamente no hay nada que me resulte cercano, es todo demasiado extravagante. Siento que sólo comparto el idioma con los personajes, pero es que ni eso: los diálogos están forzadísimos, igual que las interpretaciones, con excesiva sobreactuación (se salva nada más que Roberto Álamo, genio). La gracia de la película está al final en la trama, en saber qué es lo que va a venir después, y se crea bien la tensión y promete en todo momento… hasta que ya lo ves venir y te das cuenta de lo ridículo que es todo, que nada se sostiene por ningún lado. A la sensación de surrealismo contribuye, además, la banda sonora, que en lugar de acompañar la historia la pisotea, demasiadas estridencias hasta en eso. Si estás de humor te acabas riendo, pero yo sentí más bien que perdía el tiempo.

Vermut da varias de cal por cada una de arena (o al revés) en 'Quién te cantará'. La película tiene momentazos —esa escena rándom en la que suena 'Ni tú ni nadie' en el karaoke— y ratos soporíferos que pretenden parecer más inteligentes de lo que son. Diálogos unas veces geniales —ese periodista que se sienta a la mesa del hotel— y otras de lo más artificiales. Una trama bien trabajada con algunos giros manidos o ridículos. Grandes interpretaciones —brutal Eva Llorach, que se come a Najwa Nimri con todo lo que es— e interpretaciones para querer quitar la película —no puedo con Carme Elías, que en esta película además encarna todos los topicazos del cine malo de Hollywood, incluyendo el tono falso constante de actor de doblaje—. Por suerte pesa más lo bueno que lo malo, pero un tramo final pesado y que deja frío le baja la nota (la mía al menos).