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7,1
69.931
5
11 de diciembre de 2012
11 de diciembre de 2012
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acudí a ver "La vida de Pi" con la retina cansada ante tanto posmocinismo y muchas ganas de que me contaran una historia que me asombrara y me reconciliara con ese niño que todos hemos sido y por cuya supervivencia algunos aún batallamos. En mi caso, no es difícil: Pixar, pese a sus últimos resbalones, lo suele conseguir. O aquel memorable "Big Fish" tan denostado por algunos. O, a su manera, "El árbol de la vida". O tantas otras.
Y así predispuesto me enfrento con "La vida de Pi". Entre otras cosas, porque así la habían vendido: no hay más que echar una ojeada a los extractos de las críticas que aparecen en su sección correspondiente en esta web. Y tras una introducción de un sincretismo trasnochado en plan "to er mundo é güeno", lo que me encuentro es con un relato de un ritmo narrativo innecesariamente lento en el que la tridimensionalidad de la película se agota en el aspecto formal, pues el tratamiento de los personajes (de todos, secundarios y primarios, animales y vegetales) apenas llega a la segunda dimensión. Y esto resulta particularmente doloroso, por insuficiente, en la pretendida labor de introspección psicológica del protagonista. No es el personaje más desaprovechado, y presenta algunos aciertos en su tratamiento -sobre todo en la última parte del metraje-, pero no llega hasta donde debería.
Me da la impresión de que Ang Lee, al que achaco una irregularidad en la calidad de sus propuestas creo que sobradamente justificada, ha intentado con la adaptación de la novela de Yann Martel realizar una película que no dañe a nadie, contar un cuento inocuo, quizá con la vista puesta en las próximas candidaturas a los Oscar. En mi opinión, ha quedado en tierra de nadie (constato que mi opinión está bastante aislada), y sin negar algunos aciertos a la película, que los tiene, me parece que pasará a mi lista de producciones sobrevaloradas. Lástima.
Y así predispuesto me enfrento con "La vida de Pi". Entre otras cosas, porque así la habían vendido: no hay más que echar una ojeada a los extractos de las críticas que aparecen en su sección correspondiente en esta web. Y tras una introducción de un sincretismo trasnochado en plan "to er mundo é güeno", lo que me encuentro es con un relato de un ritmo narrativo innecesariamente lento en el que la tridimensionalidad de la película se agota en el aspecto formal, pues el tratamiento de los personajes (de todos, secundarios y primarios, animales y vegetales) apenas llega a la segunda dimensión. Y esto resulta particularmente doloroso, por insuficiente, en la pretendida labor de introspección psicológica del protagonista. No es el personaje más desaprovechado, y presenta algunos aciertos en su tratamiento -sobre todo en la última parte del metraje-, pero no llega hasta donde debería.
Me da la impresión de que Ang Lee, al que achaco una irregularidad en la calidad de sus propuestas creo que sobradamente justificada, ha intentado con la adaptación de la novela de Yann Martel realizar una película que no dañe a nadie, contar un cuento inocuo, quizá con la vista puesta en las próximas candidaturas a los Oscar. En mi opinión, ha quedado en tierra de nadie (constato que mi opinión está bastante aislada), y sin negar algunos aciertos a la película, que los tiene, me parece que pasará a mi lista de producciones sobrevaloradas. Lástima.

6,8
74.620
4
17 de marzo de 2013
17 de marzo de 2013
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría comenzar esta reseña mostrando mi acuerdo prácticamente absoluto con los argumentos de las críticas colindantes que otorgan a la peli una calificación de uno a cuatro, y así me ahorraría espacio y tiempo, pero prefiero también aportar mi granito de arena en el ojo ajeno, que es donde mejor está.
"Lo imposible" es una película tramposa. Esto ya se ha leído mucho, pero merece que insistamos, porque además ni siquiera se toma la molestia de mostrar delicadeza en sus trucos. Y así, abusa de una banda sonora de inspiración morricónica, omnipresente y marcadamente intencional: pretende provocar el llanto por sobresaturación de acordes que acompañan a imágenes de intensidad artificial. Abrazos, dolor, heridas, muestras constantes de afecto que, lógicamente, pudieron tener lugar, pero que a veces nos dan la impresión de que, más que en el seno de un tsunami, estamos asistiendo a la gala de clausura de Gran Hermano. Y eso es trampa.
Pero hay algo más que chirría, y es precisamente el paradójico motivo de que tenga que escribir estas líneas en la casilla de "crítica con spoiler". En efecto: al estar la película basada en hechos reales, la realidad deviene spoiler. A estas alturas todos conocemos el final de la historia, y sabemos que la familia se reencuentra y al final todos viven y colean. Entonces, ¿a qué esa prolongación, de nuevo tramposa y artificial, del final? ¿A qué esa intensa espera en la puerta del quirófano, si sabemos que la mamá, no sólo sobrevivió, sino que escribió el guión de la película? ¿A qué mantener viva una tensión que no existe? Ya no es que Bayona juegue con las cartas marcadas; es que, además, nos está enseñando su mano.
Ahora vienen los elogios, que la cinta los merece. Se ha hablado mucho de Tom Holland, y es justo que así haya sido, porque lo hace muy bien. Hay secuencias, generalmente protagonizadas por él, que sí dotan de autenticidad a esta cinta que parece prefabricada con la única intención de obtener premios y galardones al peso. Pienso por ejemplo en la búsqueda de familiares que Lucas lleva a cabo en el hospital. Ese momento es creíble, es verdad. De la parte técnica no hablo, porque a estas alturas no me supone gran mérito. Desde luego, sobrecoge el primer impacto de la ola, pero con gusto hubiera yo sacrificado parte del presupuesto destinado a efectos especiales, para perfilar mejor a muchos de los secundarios que acompañan los ires y venires de la familia protagonista, y que siempre quedan relegados a la bruma del tercer o cuarto plano (¿el cameo de Geraldine Chaplin tiene algún propósito aparte de provocar vergüenza ajena?).
Bueno. Como se dice en mi tierra: mata que no echó. Una lástima, porque el material era bueno, y pudo haber sido una historia interesante. La embestida del sentimentalismo arrasa una vez más un guión que pudo ser -y ojalá hubiera sido- mucho más de lo que fue.
"Lo imposible" es una película tramposa. Esto ya se ha leído mucho, pero merece que insistamos, porque además ni siquiera se toma la molestia de mostrar delicadeza en sus trucos. Y así, abusa de una banda sonora de inspiración morricónica, omnipresente y marcadamente intencional: pretende provocar el llanto por sobresaturación de acordes que acompañan a imágenes de intensidad artificial. Abrazos, dolor, heridas, muestras constantes de afecto que, lógicamente, pudieron tener lugar, pero que a veces nos dan la impresión de que, más que en el seno de un tsunami, estamos asistiendo a la gala de clausura de Gran Hermano. Y eso es trampa.
Pero hay algo más que chirría, y es precisamente el paradójico motivo de que tenga que escribir estas líneas en la casilla de "crítica con spoiler". En efecto: al estar la película basada en hechos reales, la realidad deviene spoiler. A estas alturas todos conocemos el final de la historia, y sabemos que la familia se reencuentra y al final todos viven y colean. Entonces, ¿a qué esa prolongación, de nuevo tramposa y artificial, del final? ¿A qué esa intensa espera en la puerta del quirófano, si sabemos que la mamá, no sólo sobrevivió, sino que escribió el guión de la película? ¿A qué mantener viva una tensión que no existe? Ya no es que Bayona juegue con las cartas marcadas; es que, además, nos está enseñando su mano.
Ahora vienen los elogios, que la cinta los merece. Se ha hablado mucho de Tom Holland, y es justo que así haya sido, porque lo hace muy bien. Hay secuencias, generalmente protagonizadas por él, que sí dotan de autenticidad a esta cinta que parece prefabricada con la única intención de obtener premios y galardones al peso. Pienso por ejemplo en la búsqueda de familiares que Lucas lleva a cabo en el hospital. Ese momento es creíble, es verdad. De la parte técnica no hablo, porque a estas alturas no me supone gran mérito. Desde luego, sobrecoge el primer impacto de la ola, pero con gusto hubiera yo sacrificado parte del presupuesto destinado a efectos especiales, para perfilar mejor a muchos de los secundarios que acompañan los ires y venires de la familia protagonista, y que siempre quedan relegados a la bruma del tercer o cuarto plano (¿el cameo de Geraldine Chaplin tiene algún propósito aparte de provocar vergüenza ajena?).
Bueno. Como se dice en mi tierra: mata que no echó. Una lástima, porque el material era bueno, y pudo haber sido una historia interesante. La embestida del sentimentalismo arrasa una vez más un guión que pudo ser -y ojalá hubiera sido- mucho más de lo que fue.
5
1 de noviembre de 2024
1 de noviembre de 2024
56 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
La serie cuenta la historia de un matrimonio de los de toda la vida. Podían ser tus padres, tus abuelos, tu propio matrimonio. Él, Íñigo, es acusado por ella, Miren, de agresión sexual continuada durante los más de 30 años que llevan casados. Sus dos hijos en común, Aitor y Ion, se terminarán posicionando ante el conflicto y el posterior proceso judicial de sus padres.
Los personajes se mueven en un entorno frío y desabrido, de emociones muy contenidas que se permiten aflorar a bocanadas bruscas e inoportunas. El ambiente y las interpretaciones las encuentro, en ese sentido, excelentes. Respecto a la historia, fluye bien, al lógico ritmo pausado que requiere este tipo de narraciones.
Sin embargo, pienso que la serie falla en el trazo grueso con el que dibuja a unos personajes que están muy por debajo, en cuanto a calidad, que los actores que los interpretan. Cuando el afán pedagógico y moralizante prevalece, la complejidad y que todo personaje de ficción merece se resiente, y con ella su credibilidad.
Piensen en la estupenda serie que se nos habría quedado si la directora se hubiera atrevido a situar el mismo conflicto en un matrimonio menos patriarcal, menos tradicional, menos carca, menos viejo, menos burgués o menos normativo. Eso sí habría sido rompedor. Pero nos quedamos con el mensaje de siempre, con los señoros de siempre haciendo cosas de señoro de siempre. En definitiva, una historia mejor contada que otras parecidas, pero igual de simple (o más) que todas las demás. Una (otra) oportunidad perdida.
Los personajes se mueven en un entorno frío y desabrido, de emociones muy contenidas que se permiten aflorar a bocanadas bruscas e inoportunas. El ambiente y las interpretaciones las encuentro, en ese sentido, excelentes. Respecto a la historia, fluye bien, al lógico ritmo pausado que requiere este tipo de narraciones.
Sin embargo, pienso que la serie falla en el trazo grueso con el que dibuja a unos personajes que están muy por debajo, en cuanto a calidad, que los actores que los interpretan. Cuando el afán pedagógico y moralizante prevalece, la complejidad y que todo personaje de ficción merece se resiente, y con ella su credibilidad.
Piensen en la estupenda serie que se nos habría quedado si la directora se hubiera atrevido a situar el mismo conflicto en un matrimonio menos patriarcal, menos tradicional, menos carca, menos viejo, menos burgués o menos normativo. Eso sí habría sido rompedor. Pero nos quedamos con el mensaje de siempre, con los señoros de siempre haciendo cosas de señoro de siempre. En definitiva, una historia mejor contada que otras parecidas, pero igual de simple (o más) que todas las demás. Una (otra) oportunidad perdida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los personajes y su imagen: él, un empresario facha y manipulador, un psicópata sin nada que se pueda salvar, ni una mínima conducta honesta; el hijo bueno, bisexual; el malo, un aprendiz de señoro, que maltrata a su mujer; los amigos del padre, unos burgueses hipócritas.
El tercer capítulo es obscenamente tramposo: en la vista oral, los guionistas mezclan delitos con conductas que, efectivamente y como el propio Íñigo sostiene, se pueden dar en cualquier matrimonio, pero lo mira y trata todo desde el un solo prisma, el del abuso. En ese sentido, es la misma filosofía de la fallida ley del sólo sí es sí: equiparar un piropo a una violación con penetración. Un auténtico disparate que, en el fondo, no oculta su intención dinamitadora de un modelo muy concreto de familia. Y claro, los que pensamos que ese modelo de familia es, con diferencia, el mejor, estamos ya empezando a hartarnos de tanta propaganda y de tanta idiotez.
El tercer capítulo es obscenamente tramposo: en la vista oral, los guionistas mezclan delitos con conductas que, efectivamente y como el propio Íñigo sostiene, se pueden dar en cualquier matrimonio, pero lo mira y trata todo desde el un solo prisma, el del abuso. En ese sentido, es la misma filosofía de la fallida ley del sólo sí es sí: equiparar un piropo a una violación con penetración. Un auténtico disparate que, en el fondo, no oculta su intención dinamitadora de un modelo muy concreto de familia. Y claro, los que pensamos que ese modelo de familia es, con diferencia, el mejor, estamos ya empezando a hartarnos de tanta propaganda y de tanta idiotez.
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