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6,9
13.146
8
21 de diciembre de 2023
21 de diciembre de 2023
38 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Genial película dirigida y escrita por el celebérrimo Aki Kaurismäki, una película que habría podido ser muda, de no ser que tal vez nos habría privado de sus canciones (tangos, mambo, pop finlandés), y de su otra banda sonora que nos llega a través de la radio.
Hace hincapié en una representación normalizada y sin drama del sufrimiento, casos de alcoholismo, de escasez, de tragedia y de pobreza. Todos, clase trabajadora muy mal tratada y en condiciones que bordean lo intolerable.
Los personajes de Kaurismaki pasean por la pantalla casi a rastras, como un perro dócil y cariñoso, también desvalido. No hay queja, no se dejan atribular por las circunstancias, tampoco hay arrogancia ni afectación. Personajes tan conscientes de su dolor, que llegan a emocionar.
Ansa (Pöysti) (Ansa significa “trampa” en finlandés), encarnada por Alma Pöysti, es una mujer soltera y vive en Helsinki trabajando, con un contrato abusivo, en un supermercado, reponiendo mercancía de los estantes, con un trabajo precario que roza lo vergonzoso. Una noche, se encuentra con el también solitario trabajador Holappa (Vetanen), un hombre adicto al alcohol, que vive también en el límite de lo decoroso y en la mera supervivencia..
Dos personajes que llevan a cuestas toda su verdad, su aislamiento y su soledad, con sus conflictos laborales, con empleos duros y mal pagados, en empresas abusivas con patronos rigurosos y tiranos. Cuando los vemos en la pantalla con su rutinario y alienante día a día, parecen seres de ficción, aunque una ficción muy real que sobrellevan con paciencia cenobítica.
A modo de lenitivo para estos trabajadores, aparece el amor, cupido que ayuda a que no caigan los brazos, incluso cuando el destino juega muy en desfavor. El filme es en cierto modo una parábola sobre el amor como salvación, como colchón que amortigua la brutalidad de jefes sin escrúpulos. El amor que da fuerza y sana, caminos hacia el consuelo, la esperanza y la luz de la mano de Kaurismäki.
El día que se conocen, ambos, el uno al lado del otro pero sin mínimo roce ni insinuación, van a ver una película de zombis (que por cierto la hizo Jarmusch) y entonces imaginan la idea de seguir igual, o sea, mal, pero con un perro y juntos. Contra todo pronóstico y tras muchos malentendidos, consiguen construir una relación y como resultado, Holappa logrará controlar su alcoholismo.
Esta obra es el vigésimo largometraje de Kaurismäki. Constituye el cierre de su llamada «serie proletaria» (enfocada en la cotidianidad de la clase obrera), que comenzó con “Sombras del paraíso” (1986); “Ariel” (1988) y “La chica de la fábrica de cerillas” (1990). Esta serie fue diseñada originalmente como una trilogía y el título de esta entrega (nueva y deliciosa comedia bañada en vodka), es la cuarta pata del banco.
Fallen leaves («Hojas caídas»), hace referencia a la canción francesa Les feuilles mortes, homenaje a la Nouvelle Vague: https://www.youtube.com/watch?v=zGoWW2GkW78
La película es casi silente, de puro gesto, mínima en su conjunto, poética al máximo y social, muy social. Según el director finés, el amor verdadero asoma tras las acciones y los gestos minimalistas. Miradas como notas de música, el andar pausado y casi etéreo de la pareja protagonista, sus anhelos apuntados en algún mohín imperceptible, una historia de amor que asoma apenas cuando van al cine, cuando visionan una película de zombis (ojo al detalle).
Además, sorprende ver a unos personajes y a unos paisajes urbanos pauperizados, justo en uno de los países con más calidad de vida del mundo. Parece que Kaurismäki prefiere fijarse y detenerse de nuevo en los desclasados, en las «hojas caídas» del título, en las almas solitarias, hombres y mujeres que viven en los márgenes.
Un alcohólico en paro casi permanentemente, una empleada de supermercado acusada cruelmente de haberse llevado un alimento caducado que iba a descartar la tienda, mujer que acaba trabajando en una fábrica. De cómo ambos personajes se enamoran en un modesto karaoke con algunas bellas canciones que sintonizan plenamente con el hilo de la trama.
La poética de Kaurismäki continúa fiel al laconismo, a la concisión verbal, a la expresividad cromática, a los encuadres fijos, a veces primeros planos sugerentes, a un sobrio sentido del humor, y a una construcción de personajes sintética a la vez que plena de emotividad.
Historia de amor constantemente atravesada por noticias de la guerra de Ucrania, emitidos lo noticiarios por aparatos de radio muy antiguos y mobiliario vetusto (parece que Kaurismäki quiere dejar testimonio de que las tropas de Putin están muy cerca de su país). Y a pesar de este panorama de objetos viejos, noticias horribles y parquedad, está la impresión de que esa repetición que vemos en la pantalla es hermosa.
El reparto es muy al estilo kaurismaquiano. Alma Pöysti encarna más que mejor a Alma, muchacha contenida que busca el amor, manteniendo abierto el corazón, pero no a cualquier precio; Jussi Vetanen es Holappa, y parece que lo fuera de verdad, en forma auténtica, de tan creíble como nuestro actor sabe encarnar a un personaje beodo y simple, que camina con un aire de desgastado desapego.
Sensacional el habitual director de fotografía, Timo Salminen y el diseñador de producción Ville Grönroos, con quienes Kaurismäki nos brinda una puesta en escena deslumbrante. Como el cuarto donde se cambian de ropa las chicas del supermercado, en el cual vemos el contraste entre el verde y el rojo de las taquillas y los abrigos de las trabajadoras.
Hermosa película, entretenida a pesar de su tempo tranquilo, divertida más allá de penalidades y con una duración óptima en estos tiempos de excesos: 80 minutos, duración que acierta a concentrar emoción, risa, miradas tiernas, sutiles, tragos de vodka y una singular fiesta del karaoke.
Publicada en revista de cine ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/fallen-leaves-3/
Hace hincapié en una representación normalizada y sin drama del sufrimiento, casos de alcoholismo, de escasez, de tragedia y de pobreza. Todos, clase trabajadora muy mal tratada y en condiciones que bordean lo intolerable.
Los personajes de Kaurismaki pasean por la pantalla casi a rastras, como un perro dócil y cariñoso, también desvalido. No hay queja, no se dejan atribular por las circunstancias, tampoco hay arrogancia ni afectación. Personajes tan conscientes de su dolor, que llegan a emocionar.
Ansa (Pöysti) (Ansa significa “trampa” en finlandés), encarnada por Alma Pöysti, es una mujer soltera y vive en Helsinki trabajando, con un contrato abusivo, en un supermercado, reponiendo mercancía de los estantes, con un trabajo precario que roza lo vergonzoso. Una noche, se encuentra con el también solitario trabajador Holappa (Vetanen), un hombre adicto al alcohol, que vive también en el límite de lo decoroso y en la mera supervivencia..
Dos personajes que llevan a cuestas toda su verdad, su aislamiento y su soledad, con sus conflictos laborales, con empleos duros y mal pagados, en empresas abusivas con patronos rigurosos y tiranos. Cuando los vemos en la pantalla con su rutinario y alienante día a día, parecen seres de ficción, aunque una ficción muy real que sobrellevan con paciencia cenobítica.
A modo de lenitivo para estos trabajadores, aparece el amor, cupido que ayuda a que no caigan los brazos, incluso cuando el destino juega muy en desfavor. El filme es en cierto modo una parábola sobre el amor como salvación, como colchón que amortigua la brutalidad de jefes sin escrúpulos. El amor que da fuerza y sana, caminos hacia el consuelo, la esperanza y la luz de la mano de Kaurismäki.
El día que se conocen, ambos, el uno al lado del otro pero sin mínimo roce ni insinuación, van a ver una película de zombis (que por cierto la hizo Jarmusch) y entonces imaginan la idea de seguir igual, o sea, mal, pero con un perro y juntos. Contra todo pronóstico y tras muchos malentendidos, consiguen construir una relación y como resultado, Holappa logrará controlar su alcoholismo.
Esta obra es el vigésimo largometraje de Kaurismäki. Constituye el cierre de su llamada «serie proletaria» (enfocada en la cotidianidad de la clase obrera), que comenzó con “Sombras del paraíso” (1986); “Ariel” (1988) y “La chica de la fábrica de cerillas” (1990). Esta serie fue diseñada originalmente como una trilogía y el título de esta entrega (nueva y deliciosa comedia bañada en vodka), es la cuarta pata del banco.
Fallen leaves («Hojas caídas»), hace referencia a la canción francesa Les feuilles mortes, homenaje a la Nouvelle Vague: https://www.youtube.com/watch?v=zGoWW2GkW78
La película es casi silente, de puro gesto, mínima en su conjunto, poética al máximo y social, muy social. Según el director finés, el amor verdadero asoma tras las acciones y los gestos minimalistas. Miradas como notas de música, el andar pausado y casi etéreo de la pareja protagonista, sus anhelos apuntados en algún mohín imperceptible, una historia de amor que asoma apenas cuando van al cine, cuando visionan una película de zombis (ojo al detalle).
Además, sorprende ver a unos personajes y a unos paisajes urbanos pauperizados, justo en uno de los países con más calidad de vida del mundo. Parece que Kaurismäki prefiere fijarse y detenerse de nuevo en los desclasados, en las «hojas caídas» del título, en las almas solitarias, hombres y mujeres que viven en los márgenes.
Un alcohólico en paro casi permanentemente, una empleada de supermercado acusada cruelmente de haberse llevado un alimento caducado que iba a descartar la tienda, mujer que acaba trabajando en una fábrica. De cómo ambos personajes se enamoran en un modesto karaoke con algunas bellas canciones que sintonizan plenamente con el hilo de la trama.
La poética de Kaurismäki continúa fiel al laconismo, a la concisión verbal, a la expresividad cromática, a los encuadres fijos, a veces primeros planos sugerentes, a un sobrio sentido del humor, y a una construcción de personajes sintética a la vez que plena de emotividad.
Historia de amor constantemente atravesada por noticias de la guerra de Ucrania, emitidos lo noticiarios por aparatos de radio muy antiguos y mobiliario vetusto (parece que Kaurismäki quiere dejar testimonio de que las tropas de Putin están muy cerca de su país). Y a pesar de este panorama de objetos viejos, noticias horribles y parquedad, está la impresión de que esa repetición que vemos en la pantalla es hermosa.
El reparto es muy al estilo kaurismaquiano. Alma Pöysti encarna más que mejor a Alma, muchacha contenida que busca el amor, manteniendo abierto el corazón, pero no a cualquier precio; Jussi Vetanen es Holappa, y parece que lo fuera de verdad, en forma auténtica, de tan creíble como nuestro actor sabe encarnar a un personaje beodo y simple, que camina con un aire de desgastado desapego.
Sensacional el habitual director de fotografía, Timo Salminen y el diseñador de producción Ville Grönroos, con quienes Kaurismäki nos brinda una puesta en escena deslumbrante. Como el cuarto donde se cambian de ropa las chicas del supermercado, en el cual vemos el contraste entre el verde y el rojo de las taquillas y los abrigos de las trabajadoras.
Hermosa película, entretenida a pesar de su tempo tranquilo, divertida más allá de penalidades y con una duración óptima en estos tiempos de excesos: 80 minutos, duración que acierta a concentrar emoción, risa, miradas tiernas, sutiles, tragos de vodka y una singular fiesta del karaoke.
Publicada en revista de cine ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/fallen-leaves-3/

5,9
3.262
6
26 de mayo de 2019
26 de mayo de 2019
35 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sébastien Marnier consigue desde el primer momento, con un cine original, naturalista y perturbador, conducir un thriller de suspense, centrado en un colegio de élite y con adolescentes superdotados, engreídos y prepotentes.
En una de las primeras escenas, un profesor sin mediar palabra se tira por la ventana del aula dejando pasmado al espectador, no así algunos de los jovenzuelos, que miran con desdén y siniestra frialdad la escena.
Pierre, un nuevo profesor ‘interino’, hará de sustituto. Desde la secuencia inicial, despiadada y manifiestamente hostil de parte de los jóvenes, se hace la presentación del personaje de Pierre en travelling desde atrás, lo cual que el espectador buceará a partir de entonces en un viaje cargado de confabulaciones que no sabrá bien a dónde le llevará.
Estos adolescentes fríos e inexpresivos tienen mucha mala bilis y es obvio desde el principio que encierran un secreto. Pierre no tarda en darse cuenta del carácter hostil de sus alumnos, que son seis, chicos y chicas, que urden algo enigmático. En este clima denso de alumnos aviesos y un colegio magno que los mima a modo de triunfo, Marnier va incrementando la tensión de forma pausada, in crescendo, dando lugar a múltiples sospechas en impensadas direcciones. Esta sensación de angustia que prevé algo terrible, unido a la dificultad intrínseca del grupo de alumnos, hacen que el novato profesor se sienta abrumado llegando a la pesadilla y al delirio.
La dirección Sébastien Marnier me ha parecido interesante hasta casi el final. El director francés nos introduce de forma convincente y atribulada, en una fábula naturalista y paranoica, dentro de una componenda que parece anticipar algo desasosegante. Con la creación de este clima, Marnier se mueve en el formato de cine de suspense y por su originalidad, de cine de autor. Prevalece el principio de que un buen misterio ataviado con la ambientación adecuada, puede servir de base incluso al más flojo de los relatos. Así, un tenebroso punto de partida nos va llevando con intriga y realismo, seduciendo malévolamente, en un marco escolar de cuidado que sirve como asidero de atención.
El guión del propio Marnier junto a Elise Griffon, resulta de adaptar la novela del francés Christophe Dufossé de 2002 titulada: “L'Heure de la sortie” (‘La hora de la salida’). Un libreto para thriller de misterio del cual el espectador espera una solución airosa.
La espléndida y a ratos inquietante música de Zombie Zombie, así como la fotografía mate de Romain Carcanade, hacen que la cinta tenga un perfil de producto arriesgado, distinto y bordeando lo fantástico.
En el reparto, Laurent Lafite hace una meritoria interpretación contenida y a la vez expresiva, sin muchos alardes gestuales ni verbales; es quizá uno de sus mejores papeles. Junto a él un reparto de actores y actrices y un casting de jóvenes actores que hacen un loable trabajo coral.
Pero, ¿qué queda de la pretensión de azoramiento de la obra? ¿A dónde nos lleva el relato?
La cosa es que Marnier se va disgregando y tomando caminos desde mi modo de ver erráticos, lo cual corrobora que el encadenamiento de sucesos perturbadores a los que asistimos no termina de cerrar en un discurso equilibrado o palmario. El resultado carece de una clausura eficiente y da sensación de incompletitud, pues su apocalíptica parte final no casa con la cadena de maquinaciones humanas precedentes. El extremo de unos chicos que parecen prepararse para salvar al planeta de la degradación a la que está sometido, no es suficiente para un final insólito. La conflictiva relación entre los muchachos y el profesor carece de recorrido y de recursos para que el enigma que atraviesa la trama se concrete en algún punto de terror y zozobra. Eso, como digo, no ocurre y todo se precipita en una destrucción apocalíptica que produce perplejidad. Recordando a San Juan de la Cruz se me ocurre decir: “Entréme do no supe/ y quedéme no sabiendo/ toda sciencia trascendiendo”.
De modo que tras haber esperado en vano que algo suceda, todo se apresura repentinamente, como si fuera necesario a toda costa completar esta narrativa dándole una dimensión racional y de masiva catástrofe, un desastre ecológico de dimensiones oceánicas, algo que pone en solfa todo: al género humano, la educación en general, etc. Pero, según mi opinión, la cosa deviene fiasco monumental. El gran mensaje ecologista no es para mí suficiente.
Al libreto le falta historia y el film da un cerrojazo tan inesperado como impreciso para los mimbres con que se fue tejiendo la trama, que era ante todo una trama de gran desasosiego afectivo y de relación dentro de un encuadre educativo.
En una de las primeras escenas, un profesor sin mediar palabra se tira por la ventana del aula dejando pasmado al espectador, no así algunos de los jovenzuelos, que miran con desdén y siniestra frialdad la escena.
Pierre, un nuevo profesor ‘interino’, hará de sustituto. Desde la secuencia inicial, despiadada y manifiestamente hostil de parte de los jóvenes, se hace la presentación del personaje de Pierre en travelling desde atrás, lo cual que el espectador buceará a partir de entonces en un viaje cargado de confabulaciones que no sabrá bien a dónde le llevará.
Estos adolescentes fríos e inexpresivos tienen mucha mala bilis y es obvio desde el principio que encierran un secreto. Pierre no tarda en darse cuenta del carácter hostil de sus alumnos, que son seis, chicos y chicas, que urden algo enigmático. En este clima denso de alumnos aviesos y un colegio magno que los mima a modo de triunfo, Marnier va incrementando la tensión de forma pausada, in crescendo, dando lugar a múltiples sospechas en impensadas direcciones. Esta sensación de angustia que prevé algo terrible, unido a la dificultad intrínseca del grupo de alumnos, hacen que el novato profesor se sienta abrumado llegando a la pesadilla y al delirio.
La dirección Sébastien Marnier me ha parecido interesante hasta casi el final. El director francés nos introduce de forma convincente y atribulada, en una fábula naturalista y paranoica, dentro de una componenda que parece anticipar algo desasosegante. Con la creación de este clima, Marnier se mueve en el formato de cine de suspense y por su originalidad, de cine de autor. Prevalece el principio de que un buen misterio ataviado con la ambientación adecuada, puede servir de base incluso al más flojo de los relatos. Así, un tenebroso punto de partida nos va llevando con intriga y realismo, seduciendo malévolamente, en un marco escolar de cuidado que sirve como asidero de atención.
El guión del propio Marnier junto a Elise Griffon, resulta de adaptar la novela del francés Christophe Dufossé de 2002 titulada: “L'Heure de la sortie” (‘La hora de la salida’). Un libreto para thriller de misterio del cual el espectador espera una solución airosa.
La espléndida y a ratos inquietante música de Zombie Zombie, así como la fotografía mate de Romain Carcanade, hacen que la cinta tenga un perfil de producto arriesgado, distinto y bordeando lo fantástico.
En el reparto, Laurent Lafite hace una meritoria interpretación contenida y a la vez expresiva, sin muchos alardes gestuales ni verbales; es quizá uno de sus mejores papeles. Junto a él un reparto de actores y actrices y un casting de jóvenes actores que hacen un loable trabajo coral.
Pero, ¿qué queda de la pretensión de azoramiento de la obra? ¿A dónde nos lleva el relato?
La cosa es que Marnier se va disgregando y tomando caminos desde mi modo de ver erráticos, lo cual corrobora que el encadenamiento de sucesos perturbadores a los que asistimos no termina de cerrar en un discurso equilibrado o palmario. El resultado carece de una clausura eficiente y da sensación de incompletitud, pues su apocalíptica parte final no casa con la cadena de maquinaciones humanas precedentes. El extremo de unos chicos que parecen prepararse para salvar al planeta de la degradación a la que está sometido, no es suficiente para un final insólito. La conflictiva relación entre los muchachos y el profesor carece de recorrido y de recursos para que el enigma que atraviesa la trama se concrete en algún punto de terror y zozobra. Eso, como digo, no ocurre y todo se precipita en una destrucción apocalíptica que produce perplejidad. Recordando a San Juan de la Cruz se me ocurre decir: “Entréme do no supe/ y quedéme no sabiendo/ toda sciencia trascendiendo”.
De modo que tras haber esperado en vano que algo suceda, todo se apresura repentinamente, como si fuera necesario a toda costa completar esta narrativa dándole una dimensión racional y de masiva catástrofe, un desastre ecológico de dimensiones oceánicas, algo que pone en solfa todo: al género humano, la educación en general, etc. Pero, según mi opinión, la cosa deviene fiasco monumental. El gran mensaje ecologista no es para mí suficiente.
Al libreto le falta historia y el film da un cerrojazo tan inesperado como impreciso para los mimbres con que se fue tejiendo la trama, que era ante todo una trama de gran desasosiego afectivo y de relación dentro de un encuadre educativo.
Documental

7,3
1.928
9
27 de octubre de 2021
27 de octubre de 2021
52 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde mucho tiempo atrás, se propaga a los cuatro vientos la “leyenda negra” sobre la España Imperial, sus logros y descubrimientos. Es vergonzante que, durante siglos, se haya extendido una versión tan negativa y catastrófica sobre lo que fue el imperio español a partir de final del siglo XXV, y sobre todo los siglos XXVI al XIX.
Este documental de José Luis López-Linares (1955) que ahora comento, habla del momento histórico que comienza cuando fue expulsado Boabdil, sultán del reino nazarí de Granada, el último reducto musulmán en la península, de manos de las tropas de los Reyes Católicos, que cortó la posibilidad de extensión del mundo musulmán por Europa (apuntillado luego en 1571 con la batalla naval de Lepanto).
Fue el tiempo en que Colón, auspiciado Isabel y Fernando, descubre las vírgenes tierras de América y por primera vez en la historia de la humanidad, se tuvo una concepción global y cartográfica del mundo tal cual lo conocemos hoy. De ahí el Imperio Español contacta con Filipinas, luego con China, que inicia el comercio global de la dinastía Ming.
Documento que es un homenaje y un realce de todos aquellos, nuestros antepasados, que, a la vez que construyeron una gran empresa y fueron ejemplo de generosidad y mestizaje entre los pueblos que España fue descubriendo y emancipando.
Además, este es un documental contra las leyendas que a todo nivel el norte de Europa creó a base de farsas, escritos, ilustraciones y otras maneras de divulgar la concepción oscura de una España cruel y sanguinaria. Pretendían desvalorizar y arruinar el orgullo del imperio hispano e intentar conseguir lo que por las armas y el poderío les resultaba imposible.
Lo peor es que esta leyenda cuajó y sigue extendiéndose. Este documental aclara y pone en valor el enorme legado que España dejó al mundo. Como dice Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia: «La historia del mundo no se puede explicar sin la historia de España».
López-Linares (1955) es un director emblemático y obligado para el cinéfilo, dentro del género documental-narrativo en nuestro país, desde los comienzos de los años 90, con dos Goyas en su haber.
Aquí se desmantela la falsa y multisecular leyenda negra tan injusta y penosa para nuestra historia. Arremete de manera directa y con sólidos argumentos de solventes especialistas, para ir destejiendo el rosario de dobleces sobre la realidad del imperio hispano, que habría de durar más de tres siglos en el candelero de la civilización.
Por supuesto que no todo fue color de rosa. Pero como se dice en el documental, esa hazaña, era cosa de hombres que no lo tenían nada fácil en todo sentido.
“España, la primera globalización”, es un auténtico antídoto de verdad, conocimiento y afirmación de mestizaje (racial, social y cultural), versus la farsa orquestada por otros países, gérmenes dañinos contra nuestro modo de civilización.
Como escribe Cano: «El propósito de este documental es enfrentarse a un supuesto sentido común impuesto sobre la Historia de España que se dedica a enfangarla». Efectivamente, son valoraciones estas que nos quiere imponer un enemigo sin nombre o que nunca se nombra. Ingleses/franceses/holandeses u otros, por pura envidia o inquina secular, intereses ocultos e impotencia ante un Imperio donde no se ponía el sol.
Este documental evidencia que España tuvo un papel capital en la puesta en marcha del proceso de globalización a través de su exitoso modelo de imperio global.
Es importante que empecemos a valorar la tal globalización de nuestro pasado como lo que fue: una nueva manera de economía, una nueva relación entre los países en mundo diverso y un profundo cambio cultural. Entender estos tres elementos, como hace este documental, nos ayudará a comprender el papel jugado por España en la historia.
Este documental de José Luis López-Linares (1955) que ahora comento, habla del momento histórico que comienza cuando fue expulsado Boabdil, sultán del reino nazarí de Granada, el último reducto musulmán en la península, de manos de las tropas de los Reyes Católicos, que cortó la posibilidad de extensión del mundo musulmán por Europa (apuntillado luego en 1571 con la batalla naval de Lepanto).
Fue el tiempo en que Colón, auspiciado Isabel y Fernando, descubre las vírgenes tierras de América y por primera vez en la historia de la humanidad, se tuvo una concepción global y cartográfica del mundo tal cual lo conocemos hoy. De ahí el Imperio Español contacta con Filipinas, luego con China, que inicia el comercio global de la dinastía Ming.
Documento que es un homenaje y un realce de todos aquellos, nuestros antepasados, que, a la vez que construyeron una gran empresa y fueron ejemplo de generosidad y mestizaje entre los pueblos que España fue descubriendo y emancipando.
Además, este es un documental contra las leyendas que a todo nivel el norte de Europa creó a base de farsas, escritos, ilustraciones y otras maneras de divulgar la concepción oscura de una España cruel y sanguinaria. Pretendían desvalorizar y arruinar el orgullo del imperio hispano e intentar conseguir lo que por las armas y el poderío les resultaba imposible.
Lo peor es que esta leyenda cuajó y sigue extendiéndose. Este documental aclara y pone en valor el enorme legado que España dejó al mundo. Como dice Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia: «La historia del mundo no se puede explicar sin la historia de España».
López-Linares (1955) es un director emblemático y obligado para el cinéfilo, dentro del género documental-narrativo en nuestro país, desde los comienzos de los años 90, con dos Goyas en su haber.
Aquí se desmantela la falsa y multisecular leyenda negra tan injusta y penosa para nuestra historia. Arremete de manera directa y con sólidos argumentos de solventes especialistas, para ir destejiendo el rosario de dobleces sobre la realidad del imperio hispano, que habría de durar más de tres siglos en el candelero de la civilización.
Por supuesto que no todo fue color de rosa. Pero como se dice en el documental, esa hazaña, era cosa de hombres que no lo tenían nada fácil en todo sentido.
“España, la primera globalización”, es un auténtico antídoto de verdad, conocimiento y afirmación de mestizaje (racial, social y cultural), versus la farsa orquestada por otros países, gérmenes dañinos contra nuestro modo de civilización.
Como escribe Cano: «El propósito de este documental es enfrentarse a un supuesto sentido común impuesto sobre la Historia de España que se dedica a enfangarla». Efectivamente, son valoraciones estas que nos quiere imponer un enemigo sin nombre o que nunca se nombra. Ingleses/franceses/holandeses u otros, por pura envidia o inquina secular, intereses ocultos e impotencia ante un Imperio donde no se ponía el sol.
Este documental evidencia que España tuvo un papel capital en la puesta en marcha del proceso de globalización a través de su exitoso modelo de imperio global.
Es importante que empecemos a valorar la tal globalización de nuestro pasado como lo que fue: una nueva manera de economía, una nueva relación entre los países en mundo diverso y un profundo cambio cultural. Entender estos tres elementos, como hace este documental, nos ayudará a comprender el papel jugado por España en la historia.
7
31 de marzo de 2018
31 de marzo de 2018
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Larrimore "Bobby" Riggs (1918-1995) fue un tenista norteamericano de éxito durante los años ’40-’50, campeón de Winblendom y muy conocido igualmente por sus duelos ante tenistas mujeres cuando ya superaba los 55 años.
La película es, conociendo imágenes de la época, muy verosímil a lo que ocurrió. Incluso los protagonistas de antaño y los actores que los encarnan en el film tienen una notable caracterización y parecido físico.
Los directores Jonathan Dayton y Valerie Faris han llevado a cabo una conjunción cómico-dramática de un evento que tiene su complejidad, siendo fieles ambos realizadores a ese estilo propio tendente a divertir y a la vez contravenir las normas, lo cual que consiguen con una atinada elección de la historia y de los protagonistas, donde se explora también el amor ‘homosexual’ entre mujeres, tabú en aquellos entonces.
El guion de Simon Beaufoy, inspirado en los hechos reales y la singularidad de los protagonistas resulta ser un libreto escrito de manera inteligente, tanto para mostrar sin juzgar a los personajes, como para distraer, denuncia feminista contra los poderosos de por medio.
La música de Nicholas Britell está bien aunque en ocasiones queda un tanto corta. Excelente la fotografía de Linus Sandgren, tipo retro, a la manera de las texturas con cierto grano de los años 70.
El reparto corre a cargo de dos excelentes actores. De una parte Emma Stone transfigurada en la famosa tenista Billie King original, morena, con gafas, en un trabajo lleno de matices. Y Steve Carell tiene gran parecido con el jugador Riggs y su actuación de machista y cara dura está muy bien llevada.
En fin, felicitaciones a los productores y a los realizadores que han acertado al recrear la época empleando con rigor detalles del periodo y trabajo de cámara para examinar el punto crítico, el momento cuando el equilibrio de poder entre hombres y mujeres, comenzó a cambiar. Así fue en aquel 1973 y en un partido de tenis antológico.
La película es, conociendo imágenes de la época, muy verosímil a lo que ocurrió. Incluso los protagonistas de antaño y los actores que los encarnan en el film tienen una notable caracterización y parecido físico.
Los directores Jonathan Dayton y Valerie Faris han llevado a cabo una conjunción cómico-dramática de un evento que tiene su complejidad, siendo fieles ambos realizadores a ese estilo propio tendente a divertir y a la vez contravenir las normas, lo cual que consiguen con una atinada elección de la historia y de los protagonistas, donde se explora también el amor ‘homosexual’ entre mujeres, tabú en aquellos entonces.
El guion de Simon Beaufoy, inspirado en los hechos reales y la singularidad de los protagonistas resulta ser un libreto escrito de manera inteligente, tanto para mostrar sin juzgar a los personajes, como para distraer, denuncia feminista contra los poderosos de por medio.
La música de Nicholas Britell está bien aunque en ocasiones queda un tanto corta. Excelente la fotografía de Linus Sandgren, tipo retro, a la manera de las texturas con cierto grano de los años 70.
El reparto corre a cargo de dos excelentes actores. De una parte Emma Stone transfigurada en la famosa tenista Billie King original, morena, con gafas, en un trabajo lleno de matices. Y Steve Carell tiene gran parecido con el jugador Riggs y su actuación de machista y cara dura está muy bien llevada.
En fin, felicitaciones a los productores y a los realizadores que han acertado al recrear la época empleando con rigor detalles del periodo y trabajo de cámara para examinar el punto crítico, el momento cuando el equilibrio de poder entre hombres y mujeres, comenzó a cambiar. Así fue en aquel 1973 y en un partido de tenis antológico.
14 de junio de 2015
14 de junio de 2015
35 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película con una buena dirección de Thomas Vinterberg, dentro de los cánones de una cinta clásica. Tiene un guión trabado, salvando algún pequeño desliz, y escrito con solvencia por David Nicholls, adaptación dela novela de Thomas Hardy (1840-1928), Far from the Madding Crowd (1874), donde escribe sobre los detalles de la vida rural inglesa que el escritor tanto apreciaba. La música de Craig Armstrong es bastante buena como banda de la obra que goza además de una preciosista fotografía de Charlotte Bruus Christensen, que retrata tanto los primerísimos planos como pinta los hermosos paisajes ingleses.
El reparto es sobre todo Carey Mulligan, que hace un trabajo antológico e incluso salvaje, sosteniendo ella misma a la tozuda y libre heroína adelanta a su tiempo Bathsheba Everdene, con grandes dotes expresivas y de sintonía con el público, que sabe como nadie aguantar los primeros planos; además, y además es una mujer muy bonita y de original físico, desde mi modo de ver. Le acompañan con actuaciones bastante buenas del actor belga Matthias Schoenaerts, tal vez un tanto inexpresivo, pero en realidad ese es su papel y lo hace bien; Tom Sturridge hace muy bien su rol de soldado seductor, jugador y buscavidas; Michael Sheen interpreta al tercer pretendiente en ciernes de la chica, un hombre metido en años pero que ansía con ilusión infantil ser aceptado por Bathsheba y eso lo hace muy bien. Acompañan actores y actrices muy buenos como Juno Temple, Jessica Barden, Hilton McRae o Richard Dixon por mencionar algunos.
El film es un auténtico y fascinante drama, y la película hace honor a los temas básicos de la misma obra que lo inspira, con una producción sólida y brillante. Esto es tanto más evidente como película de época que es, lo cual a Vinterberg le sale muy bien. Tiene además un ritmo ágil y el tono pesimista que caracteriza la obra de Hardy.
Pero no es oro todo lo que reluce. Yo, tras salir de ver esta película y transcurridos dos días, me doy cuenta de que el film tiene sus lagunas importantes. Sobre todo, no aporta nada nuevo, es pura ortodoxia técnica e incluso en esto comete algunos errores, pues en ocasiones te puedes perder y en otros momentos da una impresión de falta de emotividad, de grandeza pasional. Al l final, lo que debería ser una gran historia de amor, deviene en un retrato frío con bonitos atardeceres.
Por supuesto mi consejo es que la vean, es un film notable, lo que ocurre es que la historia es tan intensa y ya conocida en el cine (hay cuatro versiones al menos: 10145, 1967, 1998 y la de ahora, 2015), que yo habría querido que Vinterberg hubiera dado el salto hacia la calificación de sobresaliente.
El reparto es sobre todo Carey Mulligan, que hace un trabajo antológico e incluso salvaje, sosteniendo ella misma a la tozuda y libre heroína adelanta a su tiempo Bathsheba Everdene, con grandes dotes expresivas y de sintonía con el público, que sabe como nadie aguantar los primeros planos; además, y además es una mujer muy bonita y de original físico, desde mi modo de ver. Le acompañan con actuaciones bastante buenas del actor belga Matthias Schoenaerts, tal vez un tanto inexpresivo, pero en realidad ese es su papel y lo hace bien; Tom Sturridge hace muy bien su rol de soldado seductor, jugador y buscavidas; Michael Sheen interpreta al tercer pretendiente en ciernes de la chica, un hombre metido en años pero que ansía con ilusión infantil ser aceptado por Bathsheba y eso lo hace muy bien. Acompañan actores y actrices muy buenos como Juno Temple, Jessica Barden, Hilton McRae o Richard Dixon por mencionar algunos.
El film es un auténtico y fascinante drama, y la película hace honor a los temas básicos de la misma obra que lo inspira, con una producción sólida y brillante. Esto es tanto más evidente como película de época que es, lo cual a Vinterberg le sale muy bien. Tiene además un ritmo ágil y el tono pesimista que caracteriza la obra de Hardy.
Pero no es oro todo lo que reluce. Yo, tras salir de ver esta película y transcurridos dos días, me doy cuenta de que el film tiene sus lagunas importantes. Sobre todo, no aporta nada nuevo, es pura ortodoxia técnica e incluso en esto comete algunos errores, pues en ocasiones te puedes perder y en otros momentos da una impresión de falta de emotividad, de grandeza pasional. Al l final, lo que debería ser una gran historia de amor, deviene en un retrato frío con bonitos atardeceres.
Por supuesto mi consejo es que la vean, es un film notable, lo que ocurre es que la historia es tan intensa y ya conocida en el cine (hay cuatro versiones al menos: 10145, 1967, 1998 y la de ahora, 2015), que yo habría querido que Vinterberg hubiera dado el salto hacia la calificación de sobresaliente.
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