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Críticas ordenadas por utilidad
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7,1
56.830
8
9 de enero de 2011
9 de enero de 2011
169 de 212 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los hermanos Coen traen en esta ocasión toda una sorpresa para el que escribe. "True grit" no solo es una película notable, sino un ejercicio de estilo que se desvía de su estilo acostumbrado, aun conservando ciertos trazos de su esperpento característico.
En esta ocasión, los Coen se han lanzado a la relectura de un western clásico de Hathaway. La primera pregunta sería cuál de estas dos películas sale triunfante. No era fácil superar a Wayne en pantalla grande y, he aqui, la sorpresa, los Coen lo han conseguido. Jeff Bridges consigue la mejor interpretación que he visto de él. Se hace obligado en este sentido recomendar la versión original, aun a costa de no entender este inglés americano de medio-oeste. La grandeza de Bridges está a la altura del Eastwood de "Sin perdón" cuya referencia mencionan otros compañeros de FA con acierto. No osbtante, sería erróneo atribuir el éxito del film solo a Bridges. La clave del film es Hailee Steinfeld, la niña que motiva la aventura. Creíble, irónica, conmovedora, Heinfeld, es junto con Bridges, LA PELÍCULA.
Todo lo demás pasa a un segundo plano: el argumento es previsible, Damon no está a la altura, el trmao final cae un poco en ciertos estereotipos, etc.
El otro gran mérito del film consiste en su espléndido clasicismo estético. He aquí la ironía de los Coen en su grado más sutil. Haciendo un remake, los directores han apostado a ser más clásicos que el original, venciéndolo en su terreno, con una banda sonora espléndida y una fotografía por momentos de enorme lirismo. Los Coen podrían haber realizado una lectura posmoderna evidente y, sin embargo, han decidido hacerla elusiva.
Los únicos detalles coenianos explícitos se limitan a ciertas escenas violentas y el humor con que parodio tanto a Texas Ranger como al "True grit" (el duro de verdad).
Esta vez, los Coen han sido más Coen gracias a la sutileza de su ironía. Para quien esto escribe, este ha sido su gran acierto.
En esta ocasión, los Coen se han lanzado a la relectura de un western clásico de Hathaway. La primera pregunta sería cuál de estas dos películas sale triunfante. No era fácil superar a Wayne en pantalla grande y, he aqui, la sorpresa, los Coen lo han conseguido. Jeff Bridges consigue la mejor interpretación que he visto de él. Se hace obligado en este sentido recomendar la versión original, aun a costa de no entender este inglés americano de medio-oeste. La grandeza de Bridges está a la altura del Eastwood de "Sin perdón" cuya referencia mencionan otros compañeros de FA con acierto. No osbtante, sería erróneo atribuir el éxito del film solo a Bridges. La clave del film es Hailee Steinfeld, la niña que motiva la aventura. Creíble, irónica, conmovedora, Heinfeld, es junto con Bridges, LA PELÍCULA.
Todo lo demás pasa a un segundo plano: el argumento es previsible, Damon no está a la altura, el trmao final cae un poco en ciertos estereotipos, etc.
El otro gran mérito del film consiste en su espléndido clasicismo estético. He aquí la ironía de los Coen en su grado más sutil. Haciendo un remake, los directores han apostado a ser más clásicos que el original, venciéndolo en su terreno, con una banda sonora espléndida y una fotografía por momentos de enorme lirismo. Los Coen podrían haber realizado una lectura posmoderna evidente y, sin embargo, han decidido hacerla elusiva.
Los únicos detalles coenianos explícitos se limitan a ciertas escenas violentas y el humor con que parodio tanto a Texas Ranger como al "True grit" (el duro de verdad).
Esta vez, los Coen han sido más Coen gracias a la sutileza de su ironía. Para quien esto escribe, este ha sido su gran acierto.

6,1
38.451
6
17 de octubre de 2010
17 de octubre de 2010
187 de 251 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Con Eastwood uno sabe que juega sobre seguro". Esas fueran mis razones para convencer a mi novia para ir al cine. Sin embargo, he de reconocer que una vez analizada la película no termina de cuajar.
Como siempre, el maestro Clint logra sacar unas interpretaciones de carne y hueso. El personaje de Cecile o la maravillosa actuación de los gemelos (brillante Bryce Dallas Howard), bajo el motivo musical de Rachmaninov, son de gran cine y rompen el corazón de cualquiera. También resulta estimable el interés de Eastwood de darle contexto real a la historia con las referencias al tsunami de Bali y la bomba en la estación de Charing Cross (aunque las fechas no terminan del todo de encajar, pero en fin).
El problema básico radica en que las tres historias no terminan de cuajar entre sí, que la tensión emocial se termina diluyendo en el estereotipo.
La cursilería final (nada desvelo) y , en suma, el personaje de Matt Damon no consiguen dar ni frío ni calor. Uno tiene la impresión al salir del cine de que ha habido fogonazos de algo en los otros caracteres y que todo se perdió en el ensamblaje. Tiene la impresión de que, al final, no se nos ha aportado nada trascendente sobre el más allá, sino una vuelta al tópico.
Le pongo un seis nada más por la interpretaciones de Cecile de France y de los niños. Lo demás es simplemente pasable.
Como siempre, el maestro Clint logra sacar unas interpretaciones de carne y hueso. El personaje de Cecile o la maravillosa actuación de los gemelos (brillante Bryce Dallas Howard), bajo el motivo musical de Rachmaninov, son de gran cine y rompen el corazón de cualquiera. También resulta estimable el interés de Eastwood de darle contexto real a la historia con las referencias al tsunami de Bali y la bomba en la estación de Charing Cross (aunque las fechas no terminan del todo de encajar, pero en fin).
El problema básico radica en que las tres historias no terminan de cuajar entre sí, que la tensión emocial se termina diluyendo en el estereotipo.
La cursilería final (nada desvelo) y , en suma, el personaje de Matt Damon no consiguen dar ni frío ni calor. Uno tiene la impresión al salir del cine de que ha habido fogonazos de algo en los otros caracteres y que todo se perdió en el ensamblaje. Tiene la impresión de que, al final, no se nos ha aportado nada trascendente sobre el más allá, sino una vuelta al tópico.
Le pongo un seis nada más por la interpretaciones de Cecile de France y de los niños. Lo demás es simplemente pasable.

6,6
36.624
6
7 de noviembre de 2012
7 de noviembre de 2012
152 de 181 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los críticos saludan "Flight" como la mejor película de Zemeckis después de 10 años. Y tal vez lo sea, aun cuando ello no garantice el visionado de una película rotunda. A pesar de un elenco magnífico, donde sobresale un Denzel incomensurable y de la filmación brillante del accidente aéreo (una de las mejores jamás rodadas), la película no es consistente. Una extensión desmedida (dos horas y media), un guión con numeros altibajos y escenas donde la blandura del cine comercial salta en escena, dan la de arena en demasiados compases.
El argumento es el siguiente. Con un matrimonio hundido, inmerso en un romance con una azafata y con un régimen donde conviven el exceso de drogas y el alcohol, Whip Whitacre (protagonizado por Denzel Washington) está lejos de ser el piloto modelo. Sin embargo, cuando el destino deja en su manos la responsabilidad de salvar la vida de más de 200 pasajeros ante un avión, Whip pasa a convertirse de la noche a la mañana en una suerte de héroe nacional al ejecutar una maniobra casi milagrosa. Lo que la mayoría ignora es que el futuro de su héroe de barro depende de su capacidad para ocultar y mentir sobre su condición como alcohólico para sobreponerse a las turbulencias que se aproximan a su vida.
Como decía anteriormente, "Flight" tiene en su escena del accidente en caída libre y en Denzel Washington a sus mayores bazas. A estos elementos positivos cabe añadir el resto del elenco. Kelly Reilly y la siempre consistente Melissa Leo configuran un contrapunto sólido. Lo mismo cabe decir de Don Cheadle que, aunque siempre parezca repetir papel, sabe resolver su papel con la eficiencia acostumbrada. Hablamos, pues, de un elenco de calidad, liderado por un Denzel que, gracias a ese tipo de alma torturada, convence y conmueve.
El problema llega cuando uno empieza a prestar atención a la extensión del metraje, a las irregularidades del guión y al saldo algo acursilado de muchos compases. En primer lugar a Zemeckis se le va la mano en el primer acto del guión. Con mayor economía de medios podía haber ahondado más y mejor en el personaje principal. Algo parecido cabe decir del retrato del personaje de Nicole, la novia drogadicta de Whip. Al espectador se le muestra la figura de quién es el único apoyo del protagonista, de la que se nos dice que es fotógrafa y le gusta la lectura, y sobre la que apenas si se profundiza. ¿Para qué esa larga introducción de un personaje al que después casi se abandona sin miramientos? Al guión extenso, se añade pues una cierta forma de circunloquio estético que gira alrededor de sus personajes sin dar en la diana.
De poco sirve el inconexo apunte de "comic relief" de John Goodman. Si se pretendía algo así como el gracioso del teatro de los siglos de oro se podía hacer hecho mejor. La figura del camello divertido no termina de encajar y produce más enfado que simpatía.
Tampoco convencen esos giros de falso suspense: Whip frente a la botella, que sí que no que caiga un chaparrón. Ese efectismo no es solo innecesario sino que le quita verdadero dramatismo y seriedad a un personaje bien trabajado por Denzel.
Lo peor con todo es el jarro de agua fría que el director arroja como coda. Aunque por lógicas razones no puedo destriparles el final, es lamentable que después de un crescendo bien llevado Zemeckis nos conduzca al final a la americanada más facilona. ¡Qué obsesión en este país con gente lanzando discursitos y reconciliaciones que no vienen ni con cola!
¡"Flight", tanto esfuerzo a menudo bien llevado y después errar el tiro!
El argumento es el siguiente. Con un matrimonio hundido, inmerso en un romance con una azafata y con un régimen donde conviven el exceso de drogas y el alcohol, Whip Whitacre (protagonizado por Denzel Washington) está lejos de ser el piloto modelo. Sin embargo, cuando el destino deja en su manos la responsabilidad de salvar la vida de más de 200 pasajeros ante un avión, Whip pasa a convertirse de la noche a la mañana en una suerte de héroe nacional al ejecutar una maniobra casi milagrosa. Lo que la mayoría ignora es que el futuro de su héroe de barro depende de su capacidad para ocultar y mentir sobre su condición como alcohólico para sobreponerse a las turbulencias que se aproximan a su vida.
Como decía anteriormente, "Flight" tiene en su escena del accidente en caída libre y en Denzel Washington a sus mayores bazas. A estos elementos positivos cabe añadir el resto del elenco. Kelly Reilly y la siempre consistente Melissa Leo configuran un contrapunto sólido. Lo mismo cabe decir de Don Cheadle que, aunque siempre parezca repetir papel, sabe resolver su papel con la eficiencia acostumbrada. Hablamos, pues, de un elenco de calidad, liderado por un Denzel que, gracias a ese tipo de alma torturada, convence y conmueve.
El problema llega cuando uno empieza a prestar atención a la extensión del metraje, a las irregularidades del guión y al saldo algo acursilado de muchos compases. En primer lugar a Zemeckis se le va la mano en el primer acto del guión. Con mayor economía de medios podía haber ahondado más y mejor en el personaje principal. Algo parecido cabe decir del retrato del personaje de Nicole, la novia drogadicta de Whip. Al espectador se le muestra la figura de quién es el único apoyo del protagonista, de la que se nos dice que es fotógrafa y le gusta la lectura, y sobre la que apenas si se profundiza. ¿Para qué esa larga introducción de un personaje al que después casi se abandona sin miramientos? Al guión extenso, se añade pues una cierta forma de circunloquio estético que gira alrededor de sus personajes sin dar en la diana.
De poco sirve el inconexo apunte de "comic relief" de John Goodman. Si se pretendía algo así como el gracioso del teatro de los siglos de oro se podía hacer hecho mejor. La figura del camello divertido no termina de encajar y produce más enfado que simpatía.
Tampoco convencen esos giros de falso suspense: Whip frente a la botella, que sí que no que caiga un chaparrón. Ese efectismo no es solo innecesario sino que le quita verdadero dramatismo y seriedad a un personaje bien trabajado por Denzel.
Lo peor con todo es el jarro de agua fría que el director arroja como coda. Aunque por lógicas razones no puedo destriparles el final, es lamentable que después de un crescendo bien llevado Zemeckis nos conduzca al final a la americanada más facilona. ¡Qué obsesión en este país con gente lanzando discursitos y reconciliaciones que no vienen ni con cola!
¡"Flight", tanto esfuerzo a menudo bien llevado y después errar el tiro!
23 de julio de 2011
23 de julio de 2011
154 de 186 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena sorpresa la que nos da Johnston. Era mucho el escepticismo que cabía tener, después de evaluar el más que desigual currículum del director. Sin embargo, he de confesar que en mi opinión ha hecho una película competente del "Capitán América". Lo que constituye una segunda sorpresa: tenemos un superhéroe que por el hecho de vestir barras y estrellas, banderita americana, reconozcámoslo, ya predispone mal.
En mi opinión los aciertos son varios. Optar por la humanización de Steve Rogers era condición indispensable para el éxito de una película, cuyo héroe estaba bastante limitadillo de poderes. El mérito de Johnston consiste en no sólo seguir al cómic, sino en darle profundidad. Steve Rogers no es un tipo que anhela el poder, es un enclenque naïf, con unos ilusorios ideales, que ante la pregunta de por qué quiere ir a la guerra responde: "I just hate bullies". Un tipo que no sabe hablar a las mujeres y que en su camino va perdiendo cuanto le rodea.
La segunda clave está en la dosificación de drama y humor. El director ha sido habilísimo al mirar al patriotismo que rodea al Capitán América con una dulce condescendencia, que contrapone el heroísmo sobre un fondo de humanidad y realismo. El fichaje de Allan Menken ("Aladin", etc.) para presentar en una divertida sintonía al superhéroe como un fantoche de propaganda es sencillamente un acierto. En el campo actoral, Tommy Lee Jones confiere esa dignidad militar realista que el film requería y la exhuberante Hayley Atwell dota su medio romance de un agridulce tristeza. Humor y tragedia rodean las relaciones afectivas del protagonista, llevándonos a comprenderlo más que admirarlo. Un Chris Evans en perpetuo fotoshop hace un trabajo más que digno
Otro acierto es el guión. El film posee una estructura circular que parte desde el hallazgo de un escudo, para rememorar los comienzos de Rogers en un extenso flash back. A lo largo de su desarrollo el film va ensamblando los hilos de la factoría Marvel, mediante continuas referencias a "Iron Man" (con la presencia del padre de Tony) y a "Thor" (con abundantes referencias a los poderes cósmicos que, se espera, asuma Loki). Esto hace que, no sólo por sus méritos individuales, sino por su intertextualidad, podamos alabar el buen hacer de Johnston.
Por último, no dejo de agradecer algunos guiños visuales de películas de aventuras como "Indiana Jones" o incluso, gracias a la banda sonora de Silvestri, guiños sonoros a sintonías como "Superman".
Tenía razón Roger Ebert, cuando señalaba que éste es el camino de "The Avengers". Realmente, tras ver "Capitán América" no puedo estar más de acuerdo.
PD: No se pierdan el trailer tras el film. Tendrán la oportunidad de vislumbrar a Stark, Thor, Ojo de Halcón, Nick Fury y Rogers juntos. Apenas pude ver a Scarlett Johansson como Black Widow y, muy significativamente, al nuevo Hulk (Mark Ruffalo). ¡A ver qué hace Josh Whedon ahora!
En mi opinión los aciertos son varios. Optar por la humanización de Steve Rogers era condición indispensable para el éxito de una película, cuyo héroe estaba bastante limitadillo de poderes. El mérito de Johnston consiste en no sólo seguir al cómic, sino en darle profundidad. Steve Rogers no es un tipo que anhela el poder, es un enclenque naïf, con unos ilusorios ideales, que ante la pregunta de por qué quiere ir a la guerra responde: "I just hate bullies". Un tipo que no sabe hablar a las mujeres y que en su camino va perdiendo cuanto le rodea.
La segunda clave está en la dosificación de drama y humor. El director ha sido habilísimo al mirar al patriotismo que rodea al Capitán América con una dulce condescendencia, que contrapone el heroísmo sobre un fondo de humanidad y realismo. El fichaje de Allan Menken ("Aladin", etc.) para presentar en una divertida sintonía al superhéroe como un fantoche de propaganda es sencillamente un acierto. En el campo actoral, Tommy Lee Jones confiere esa dignidad militar realista que el film requería y la exhuberante Hayley Atwell dota su medio romance de un agridulce tristeza. Humor y tragedia rodean las relaciones afectivas del protagonista, llevándonos a comprenderlo más que admirarlo. Un Chris Evans en perpetuo fotoshop hace un trabajo más que digno
Otro acierto es el guión. El film posee una estructura circular que parte desde el hallazgo de un escudo, para rememorar los comienzos de Rogers en un extenso flash back. A lo largo de su desarrollo el film va ensamblando los hilos de la factoría Marvel, mediante continuas referencias a "Iron Man" (con la presencia del padre de Tony) y a "Thor" (con abundantes referencias a los poderes cósmicos que, se espera, asuma Loki). Esto hace que, no sólo por sus méritos individuales, sino por su intertextualidad, podamos alabar el buen hacer de Johnston.
Por último, no dejo de agradecer algunos guiños visuales de películas de aventuras como "Indiana Jones" o incluso, gracias a la banda sonora de Silvestri, guiños sonoros a sintonías como "Superman".
Tenía razón Roger Ebert, cuando señalaba que éste es el camino de "The Avengers". Realmente, tras ver "Capitán América" no puedo estar más de acuerdo.
PD: No se pierdan el trailer tras el film. Tendrán la oportunidad de vislumbrar a Stark, Thor, Ojo de Halcón, Nick Fury y Rogers juntos. Apenas pude ver a Scarlett Johansson como Black Widow y, muy significativamente, al nuevo Hulk (Mark Ruffalo). ¡A ver qué hace Josh Whedon ahora!

8,4
13.852
9
11 de marzo de 2013
11 de marzo de 2013
105 de 107 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo agradecer suficientemente a mis compañeros "Filmaffininautas" la recomendación de esta película. Indudablemente, dentro del estilo hipernaturalista de Bresson y Becker hoy se cuenta como mi favorita.
He leído con atención las críticas de los compañeros y no quisiera perder la oportunidad de añadir un comentario más a los juicios sobre el film. La naturalidad de los actores no profesionales, el uso inteligente del sonido, la focalización en los objetos por encima de una simplista identificación con los personajes han sido ya sobradamente comentados. Lo que quizá haya pasado desapercibido es la importancia de una escena.
En el momento en que dos de los protagonistas (Manu y Roland) incursionan en las galerías, la historia se detiene a contemplar un extraño episodio. Dos policías miran una tela de araña, toman un pequeño insecto de una caja de fósforos y lo entregan a lo que intuimos como su victimario. En una película tan realista como "La evasión" no puede pasarse por alto el expresionismo con que Becker enfoca los ojos desencajados del general que se relame en el sacrificio de la víctima.
Traigo esto a colación porque la impresión general, creo, es que muchos han mirado el film de una manera literal y realista sin más: una película sobre presos que planean su huída. Y es cierto que en cierto sentido esa línea argumental vertebra el relato. Sin embargo, tiendo a pensar que Becker de alguna manera prefiguró la reflexión de filósofos como Foucault, sobre una idea del poder.
Quince años después del film, en 1975, el filósofo francés escribía el libro "Vigilar y castigar". De su lectura lo que más recuerdo es la impresión de que el poder no era algo necesariamente jerárquico: no es solo un tipo que manda, un jefe, sino que terminaba siendo una colectividad que reafirmaba la estructura. Es decir, el poder somos todos, en tanto en cuanto participamos de su estructura.
Para quien haya visto el film, ya sabe en qué punto la historia da un giro. Lo interesante de la relación entre las ideas de Foucault y la cinta de Becker es que el cineasta contrapone la solidaridad con la insolidaridad. Más que una película sobre la evasión, es una meditación sobre los motivos por los cuales la sociedad mantiene unas estructuras opresivas de poder.
Los personajes de Becker se miden por su oposición al régimen o por su consentimiento estúpido, como el insecto ofrecido a la araña, al orden opresor. La evasión es posible, una sociedad nueva lo es, siempre que un grupo humano forje agujeros a las diversas prisiones que la pueblan.
Incluso por encima de la gran factura técnica, Becker nos da una lección ética necesaria (ayer tanto como hoy): entre todos es posible hacerle un agujero al sistema.
(Sigue en spoiler)
He leído con atención las críticas de los compañeros y no quisiera perder la oportunidad de añadir un comentario más a los juicios sobre el film. La naturalidad de los actores no profesionales, el uso inteligente del sonido, la focalización en los objetos por encima de una simplista identificación con los personajes han sido ya sobradamente comentados. Lo que quizá haya pasado desapercibido es la importancia de una escena.
En el momento en que dos de los protagonistas (Manu y Roland) incursionan en las galerías, la historia se detiene a contemplar un extraño episodio. Dos policías miran una tela de araña, toman un pequeño insecto de una caja de fósforos y lo entregan a lo que intuimos como su victimario. En una película tan realista como "La evasión" no puede pasarse por alto el expresionismo con que Becker enfoca los ojos desencajados del general que se relame en el sacrificio de la víctima.
Traigo esto a colación porque la impresión general, creo, es que muchos han mirado el film de una manera literal y realista sin más: una película sobre presos que planean su huída. Y es cierto que en cierto sentido esa línea argumental vertebra el relato. Sin embargo, tiendo a pensar que Becker de alguna manera prefiguró la reflexión de filósofos como Foucault, sobre una idea del poder.
Quince años después del film, en 1975, el filósofo francés escribía el libro "Vigilar y castigar". De su lectura lo que más recuerdo es la impresión de que el poder no era algo necesariamente jerárquico: no es solo un tipo que manda, un jefe, sino que terminaba siendo una colectividad que reafirmaba la estructura. Es decir, el poder somos todos, en tanto en cuanto participamos de su estructura.
Para quien haya visto el film, ya sabe en qué punto la historia da un giro. Lo interesante de la relación entre las ideas de Foucault y la cinta de Becker es que el cineasta contrapone la solidaridad con la insolidaridad. Más que una película sobre la evasión, es una meditación sobre los motivos por los cuales la sociedad mantiene unas estructuras opresivas de poder.
Los personajes de Becker se miden por su oposición al régimen o por su consentimiento estúpido, como el insecto ofrecido a la araña, al orden opresor. La evasión es posible, una sociedad nueva lo es, siempre que un grupo humano forje agujeros a las diversas prisiones que la pueblan.
Incluso por encima de la gran factura técnica, Becker nos da una lección ética necesaria (ayer tanto como hoy): entre todos es posible hacerle un agujero al sistema.
(Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El insecto ofrecido a la araña es obviamente Gaspard. El director ha tenido la inteligencia de anticipar con detalles sutiles su traición final. Nos encontramos ante un sujeto seducido por el dinero. Malcriado por una educación de dinero, Gaspar malgasta su herencia y, aunque no lo confiese como tal, se vende a un matrimonio para mantener su estatus (con el añadido de que se casa para acostarse con la hermana, vaya tela).
Gaspar es, pues, la figura del oportunista, pero además un oportunista torpe. Cuando entra en la cárcel lleva junto a él un mechero de oro, emblema de sus ambiciones económicas. Cuando, a continuación le preguntan por qué lleva el mechero a la cárcel, dice que por razones afectivas. Esta confesión revela la incapacidad de Gaspard de desprenderse de su ambición ya innata. Poco importa que el mechero no tenga gas (que su sueño de riqueza esté simbólicamente vacío, sin llama). Gaspard no puede, ni sabe, ni quiere quizás desprenderse de sus apegos psicológicos.
Por un momento, siente en la llamada colectiva algo trascendente. Sin embargo, un leve impulso basta para devolverle a su naturaleza mediocre.
Alguien preguntaba por qué el director comenzaba la cinta con la imagen de Roland. Para mí está claro, es un guiño de esperanza a quienes se identifican con el mensaje de la solidaridad. No importa que el plan de Manu, Roland, Jo y Vosselin fracase. Al final estarán fuera, con nosotros, contando la historia.
Gaspard es el único condenado a no poder comunicarse. Su celda es y siempre fue su propio egoísmo.
Gaspar es, pues, la figura del oportunista, pero además un oportunista torpe. Cuando entra en la cárcel lleva junto a él un mechero de oro, emblema de sus ambiciones económicas. Cuando, a continuación le preguntan por qué lleva el mechero a la cárcel, dice que por razones afectivas. Esta confesión revela la incapacidad de Gaspard de desprenderse de su ambición ya innata. Poco importa que el mechero no tenga gas (que su sueño de riqueza esté simbólicamente vacío, sin llama). Gaspard no puede, ni sabe, ni quiere quizás desprenderse de sus apegos psicológicos.
Por un momento, siente en la llamada colectiva algo trascendente. Sin embargo, un leve impulso basta para devolverle a su naturaleza mediocre.
Alguien preguntaba por qué el director comenzaba la cinta con la imagen de Roland. Para mí está claro, es un guiño de esperanza a quienes se identifican con el mensaje de la solidaridad. No importa que el plan de Manu, Roland, Jo y Vosselin fracase. Al final estarán fuera, con nosotros, contando la historia.
Gaspard es el único condenado a no poder comunicarse. Su celda es y siempre fue su propio egoísmo.
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