Esta es una película que permite valorar, no sólo lo que la película es en sí, sino también lo que la película genera en los espectadores después de que éstos la hayan visto. En conjunto, no hay nada destacable: las actuaciones de los protagonistas rozan la mediocridad, Scarlett Johansson lo hace bastante mejor que Ewan McGregor (quien mantiene a lo largo de todo el metraje la misma expresión facial, le da igual estar a punto de morir que estar a punto de montárselo con la Johannsson, quizá para interpretar a un asesino sádico que siente indiferencia por todo lo que le rodea Ewan sería un buen actor, pero en esta película es bastante mediocre) pero aún así, deja mucho que desear. La banda sonora brilla por su ausencia, tan sólo podemos disfrutar de ella en los créditos finales. La dirección es lineal y predecible, quizá algún flashback que otro hubiese propiciado que la película resultase más interesante. Los efectos especiales simplemente están, pero con presupuesto con el contaba esta producción se podrían haber desarrollado escenas mucho más creíbles y visualmente más atractivas.
Lo que más me ha gustado de la película, como ya apunté en las líneas iniciales, son las reflexiones que me llevó a plantearme; en primer lugar, ¿tiene los mismos derechos un clon humano que un ser humano concebido mediante el “método común”? ¿Sería éticamente aceptable (desde una ética utilitarista) matar a nuestro clon para extraerle sus pulmones si nos han diagnosticado un cáncer de pulmón en fase de metástasis? ¿lo sería en la misma situación secuestrar a un vagabundo, dormirlo y llamar a nuestro medico de confianza para que le extirpara sus pulmones? Personalmente, ambas acciones me parecen inaceptables, pero en la película, parece que para los que tienen dinero y poder, lo primero es una atrocidad mientras que lo segundo es aceptable. Además, en la película el bueno es el clon, así que la postura está clara, se crítica a una sociedad que acoge en su seno a personas tan poderosas, que para vivir más tiempo, pueden llegar a matar a su propio clon y que encima dicha acción se considere aceptable. Sin todas estas reflexiones, la película me parece una clara película de serie B, eso sí, con un presupuesto de producción propio de películas de primera clase.

La película no desmerece, es el tipo de película al que Eastwood nos tiene acostumbrados últimamente. La dirección es magistral, y las más de dos horas de metraje no se hacen largas, porque los elementos de la película van apareciendo poco a poco, sin ser previsibles, incluso el final puede en cierto modo sorprendernos (a mí en particular me desilusionó). He echado de menos una mayor presencia de la banda sonora en momentos clave, aunque las pocas veces que ésta aparece hace que te metas de lleno en la piel del personaje. Las interpretaciones están a la altura, sobre todo por parte de Jolie, que sabe adoptar con maestría en su rostro las expresiones faciales que se esperan de la mujer a la que interpreta.

La película nos muestra un melodrama con toques románticos en el que el protagonista lleva un ritmo y un modo de vida que resultan extraños, pero que poco a poco vamos comprendiendo. La película no dejará a nadie indiferente, y cuando ésta termina, es difícil no cuestionarse si haríamos o no lo que el protagonista hace. Las interpretaciones están bastante logradas, sobre todo por parte de Smith, que ha adelgazado bastante desde su última película (Hancock) para adaptar su interpretación lo mejor posible. A pesar de no contar con un presupuesto muy elevado, la película nos hace experimentar multitud de sentimientos, sin perder el tiempo en mostrarnos deportivos caros, mansiones impresionantes o un elenco de extras inconmensurable.

Película inconsistente en la que su director nos va presentando una serie de situaciones absurdas cuya unión pretende ser un argumento, pero que se queda en eso, en pretensión. La definición de los personajes es pésima, limitándose a plantearnos tópicos habituales. El director pretende sorprendernos contando la historia en flashback y reservándonos una pequeña sorpresa para e final, pero dicho final resulta tan insostenible que el director tiene que recurrir a un final clásico. Me decidí a verla porque pensé que Malena Alterio estaría a la altura, y en ciertas ocasiones lo está, pero un guión tan penoso requiere de todo un elenco de actores famosísimos y un derroche en efectos especiales para al menos, poder entretener al espectador, elementos de los que está película carece.

Leonardo Dicaprio y Russell Crowe trabajan bien bajo las órdenes de Ridley Scott. La película es algo lenta, y se echa en falta algo más de acción o una trama más consistente que hicieran más amenas las dos horas de metraje. En general, la película es pasable en todos aspectos sin destacar en ninguno; sin grandes planos en paisajes exteriores y repitiendo constantemente los interiores, pretende que la historia sea creíble, de hecho, a mí casi me convence hasta que entra en acción la historia sentimental de Dicaprio.