Me animé a ver la película ante las críticas expuestas: "Un thriller estilizado y poderoso" (The Hollywood Reporter); "Compleja y atractiva, oscuramente bella" (Time Out); "Un impresionante tour de force. ¡No te la pierdas! (The Guardian)... Yo no vi nada de eso por ningua parte ni en momento alguno; de facto, su visionado me defraudó y me irritó profundamente y tuve que esforzarme por verla hasta el final, resultándome un engaño de película. A una película le exijo, como mínimo, que me distraiga, que me divierta y me forme. Pero ésta nii me distrajo, ni me divirtió ni me formó. En suma, una película "bodriosa" que espero no tener que volver a ver..., habiendo tantas pelis hermosas como hay.

Película llena de valores humanos, donde se destacan las relaciones familiares y de amistad entre los personajes. Quizá le sobren algunos minutos, pero en su conjunto resultan perfectamente soportables. Buena dirección de actores y puesta en escena, magníficas interpretaciones, en especial las de los niños, que son los verdaderos protagonismas. Los diálogos entre los niños son muy buenos y creíbles, así como entre los niños y los adultos. Destaca el discurso de la niña negra -los negros son negros, no de color- en la escuela, dirigiéndose a la repelente maestra, y cuando la hija aconseja al padre que baile y abraze a esposa, su madre.
Hay estupendos simbolismos, el árbol, el castillo que construyen con chatarra en el árbol, la pelea por el mismo entre las dos bandas de niños..., la escena final en la vieja casa. Película altamente recomendable, para todos los públicos, llena de valores humanos, donde la familia ocupa un lugar especial. Una película llena de esperanza, que muestra a unos personajes absolutamente creibles en su lucha frente al infortunio, en busca de una efímera felicidad. RECOMENDABLE.

La película sería Buena si no estuviera lastrada por la ideología, así que la dejo en Interesante. La lección de historia en la playa y los monólogos del genial F-F. Gómez resultan lamentables, parece menteria a la altura del siglo todavía se siga vendiendo la Guerra Civil (1936-39) como una histoira maniquea de buenos contra malos. Aquella guerra no fue más que una lucha entre una o varias revoluciones y una contrarevolución, y ganó la contra. Por lo demás, el origen de la guerra hay que buscarlo en la II República. Indalecio Prieto, conocido dirigente socialista, al día siguiente del magnificio de diputado monárquico Calvo Sotelo dijo en un diario madrileño: "Será una batalla a muerte porque cada uno de los bandos sabe que el adversario, si triunfa, no le dará cuartel" [El LIberal, 1936, 14). ¿Se imaginen ustedes lo que hubiera pasado si llegan a vencer los revolucionarios? En mi opiniòn, la escabechina hubiera sido centuplicada. No hay más que ver el resultado de los sucedido en otros paises europeos donde triunfó la revolución.
Por lo demás, la película expone un drama familiar y afectivo tras la muerte de uno de sus miembros, y la forma que tienen de afrontarlo los distintos protagonistas, el abuelo, la madre, la novia, amigos y compañeros. En todo caso resulta recomendable, pero le sobra, como digo, la carga ideológica, que en nada mejora su argumento y la calidad de la cinta; más bien todo lo contrario...

Lo MEJOR, la dirección e interpretación.
Lo PEOR, la carga ideológica.

Buena película la de Xavier Beauvois –De dioses y hombres (2010)-, que narra la vida y muerte (martirio) de un grupo de monjes trapenses en el monasterio de Nuestra Señora del Atlas en Tibhirine (Argelia). No se trata de una obra para todos los paladares, como tampoco lo era la de Philip Gröning –El gran silencio (2005)-, que narra la vida de los monjes cartujos en un convento de los Alpes franceses. Entre una y otra película hay grandes diferencias, pero también similitudes, porque ambas muestran aspectos distintos del mismo fenómeno religioso, de la vida contemplativa, comunitaria y de servicio.
La de Beauvois es una obra aparentemente sencilla, pero de gran complejidad interior; está inspirada en hechos reales, aunque éstos no se cuenten como realmente sucedieron. Su aparente lentitud y monotonía podría estar en correspondencia con la vida sencilla y rutinaria que tienen los conventos de estas características; y más las de éste, tan particular. Sin embargo, la obra avanza progresivamente, mostrándonos la quietud de la vida cotidiana en un recinto de paz, la oración en comunidad, la relación entre las gentes humildes, los trabajos del campo, la asistencia de los monjes a celebraciones religiosas musulmanas, etc., hasta el momento del asesinato por degollamiento de los trabajadores extranjeros a manos de los terroristas. Desde este momento la acción dramática se intensifica, aparecen los militares con sus trajes de campaña, los vehículos de guerra y las armas. Hay un momento de gran tensión, cuando el helicóptero militar se muestra sobrevolando el monasterio y los monjes que están orando se abrazan con temor y ternura a la vez. El sonido del aparato simboliza a mi entender el augurio del mal que se cierne sobre la abadía, preconizando el martirio que les espera. Pero los monjes no ceden en las pretensiones de los militares y deciden quedarse. Porque aunque todos tienen miedo, la decisión de quedarse es tomada en comunidad y tras una reflexión personal profunda, anteponiendo la misión que les ha llevado allí (vivir entre sus convecinos musulmanes para servirles) al dolor del sufrimiento y al temor de perder la vida.
Me gustó especialmente el desarrollo de esa singular “última cena”, en que la cámara recorre los rostros serenos de los frailes, mostrándonos su satisfacción una vez tomada la decisión de quedarse en el monasterio, en tanto suena la música de Tchaikovski envolviendo la escena... Aunque el director se confiesa no-creyente, ha sabido mostrar la intensidad del instante y su profundidad místico-religiosa.

Muy buena película la de Chris Gerolmo (1994), que nos adentra en las podridas entrañas del sistema comunista soviético, mediante el relato cronológico de una serie de asesintos, que tardaron décadas en resolverse por la propia ineptitud y fanatismo de sus dirigentes. La clave de la película -que tiene diversos niveles de lectura- está en la frase del responsable político de la investigación, cuando dice que en el sistema comunista no puede darse ese típo de asesinatos, refiriéndose a que eso es propio de los sistemas capitalistas...
El comunismo soviético fue el mayor experimento social y político por el que ha pasado la humanidad, y estuvo basado en el terror y la opresión más inícua que pueda imaginarse, hasta el punto de acabar con millones de personas. Pese a la magnitud de aquella catástrofe todavía sabemos muy poco de lo que pasó en la URSS durante las siete décadas de existencia; sin embargo, estamos ahítos de films fascistas y campos de concentración nazis -que también son necesarios, por supuesto-, hasta el punto que "fascista" en un insulto y "comunista" un signo de distinción y pedigrí ideológico. Es por ello que hacen falta más películas de este tipo y otras del estilo, entre las que destaca "La vida de los otros" de Florian Henckel-Donnersmarck (2006), para que los sufridos ciudadanos aprendamos algo sobre la historia del pensamiento y de las ideologías llevadas a la práctica. Sin duda, la salvación no está por la derecha ni por la izquierda, sino en un sistema basado en la democracia y el respeto a los principios esenciales impresos por Dios en la naturaleza humana: derecho a la vida, derecho a la libertad y derecho a la propiedad, según los definió Clemente VI (1342-1352) hace siete siglos. En todo caso, experimentos sociales los justos y preferiblemente con gaseosa.