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Críticas ordenadas por utilidad
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6,6
9.845
7
6 de noviembre de 2014
6 de noviembre de 2014
119 de 135 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una exquisitez y una preciosidad.
Esto es cine; transformar una nadería, una anécdota banal, en una pieza perfecta, de buena orfebrería, en la que encajan todos los elementos con precisión absoluta; dar sentido al caos; crear personajes de la nada, con aristas y sustancia; llevar una trama con tiento y delicadeza; narrar con calma y fuste.
Bien interpretada y dirigida. Con buena fotografía y apropiada banda sonora; un todo armónico en el que nada chirría ni sobra. Una pieza de cámara cuidada y sensible.
Matrimonios infelices y soledades compartidas. Un hombre y tres amores. Una serie de encuentros y desgracias que une y desune las vidas mínimas de estos personajes cotidianos y ordinarios. Dolores soterrados, amores anhelados, rabias, pasiones, adaptaciones...; de todo un poco.
Película muy pequeña y humilde, pero muy bien hecha.
Esto es cine; transformar una nadería, una anécdota banal, en una pieza perfecta, de buena orfebrería, en la que encajan todos los elementos con precisión absoluta; dar sentido al caos; crear personajes de la nada, con aristas y sustancia; llevar una trama con tiento y delicadeza; narrar con calma y fuste.
Bien interpretada y dirigida. Con buena fotografía y apropiada banda sonora; un todo armónico en el que nada chirría ni sobra. Una pieza de cámara cuidada y sensible.
Matrimonios infelices y soledades compartidas. Un hombre y tres amores. Una serie de encuentros y desgracias que une y desune las vidas mínimas de estos personajes cotidianos y ordinarios. Dolores soterrados, amores anhelados, rabias, pasiones, adaptaciones...; de todo un poco.
Película muy pequeña y humilde, pero muy bien hecha.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El centro es un hombre gris que pasa desapercibido; un símbolo de generosidad y sencillez, de buena gente. Alrededor de él, se mueven como satélites tres mujeres en lucha, en duda, en disputa, tristes y valientes, que sufren. Él las junta. Ellas tiraron de él hasta que lo rompieron.
La vida seguirá, sin respuestas definitivas, con pequeños apaños. Lo normal; esas cosas que no se cuentan porque se tienen por aburridas o carentes de interés. Y no hay nada despreciable, todo puede ser interesante; lo que cuenta es la mirada, fijarse, prestar atención, adentrarse. Y esta sencilla historia es un perfecto ejemplo de todo eso.
La vida seguirá, sin respuestas definitivas, con pequeños apaños. Lo normal; esas cosas que no se cuentan porque se tienen por aburridas o carentes de interés. Y no hay nada despreciable, todo puede ser interesante; lo que cuenta es la mirada, fijarse, prestar atención, adentrarse. Y esta sencilla historia es un perfecto ejemplo de todo eso.

6,4
46.622
1
2 de marzo de 2018
2 de marzo de 2018
184 de 274 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué te han hecho, Guillermo, mexicano, que tú eras un gordo simpático? ¿Qué te ha pasado?
¿Por qué te has vuelto anoréxico, escurrido, encogido, tan acobardado y reprimido, dónde se fueron tus ganas, tu ingenio, tus huevos duros?
¿Tanta censura hay por ahí? ¿Qué pasa, te pusieron un comisario/a de la moral de la liga puritana de las buenas costumbres o fuiste tú por propia iniciativa que decidiste tomar la medicina, vender el alma por un plato de lentejas, rendirte, abrazar con furor el buen comportamiento y tratar de recibir con la mejor cara la merecida lluvia de premios fabulosos de todas las academias y grandes reconocimientos oficiales?
¿Tú también, del Toro? ¿Por qué me has abandonado?
"Un, dos tres... Splash", "E.T, el extraterrestre" y "Amelie" se van de picnic al País de Nunca Jamás o a la "Delicatessen" donde poder por fin dormir/morir.
En fin.
¿Cómo se puede hacer una película tan plana, aburrida, triste, pobre, obvia, previsible, cursi, cutre, tonta, infame y mala?
¿Quién dio el consentimiento? ¿Cómo es posible?
Espantosamente plúmbea si eres un niño con algo de alegría, imaginación o vida; por tediosa, sobreexplicada, tétrica, pretenciosa, idiota, chata, roma y horriblemente ideologizada; increíblemente pueril si ya no tienes seis años; por simple, maniquea, transparente, larga, inane, gruesa, evidente, sermoneadora y lamentable.
Su público potencial serían los peces o las marmotas. Tal vez las plantas o las bellotas. Quizás los abedules y las gaviotas. O mejor para todos los sacerdotes (con su cine misionero que nos quiere evangelizar a martillazos) e ideólogos morales que han robado el cine y nos han dejado con las ganas, con un solar arrasado por la idiocia y la monserga.
Situada en una especie de retro-futuro-distópico-nostálgico-pesadillesco que hace alusión a los años cincuenta (como "Suburbicón", por ahí le anda de alguna manera); su halo de cuento y su pinta de serie b, cine de género o novela de aeropuerto no son de ningún modo atenuantes suficientes ni sirven para justificar este soporífero engendro.
Ni su aire de novela de espías en la guerra fría, con experimentos en sótanos oscuros (ay, si se pareciera en algo a una sombra lejana de "Stranger Things") y militares malvados dirigiendo el cotarro puede salvarla de la necesaria quema.
Es cine en mal estado, supura pereza, desidia, oportunismo, soflama, restos de retales, popurrí, copia y pega, un ejercicio hecho de prisa y corriendo, mal planteado, pensado, terminado y presentado, dirigido a un público al que parece que desprecian.
Vamos, que no hay por dónde cogerlo.
Spoiler:
Vayamos al meollo. Pareciera que les leyeran la cartilla antes de empezar el rodaje o que hubiera un cura en el mismo lugar del trabajo.
Si no, no se entiende esta uniformidad machacona en tantas de las últimas películas USA (y del resto del orbe). De tan exagerado y alienado cuesta creerlo, da hasta risa, causa asombro.
Veamos:
Buenos (pero mucho, la hostia bendita, ya es como una letanía, como recitar los diez mandamientos de carrerilla):
- Protagonista: Mujer (Bravo).
- Amiga de protagonista: Mujer (Bravo). Negra además (Bravísimo).
- Amigo de protagonista: Hombre (Malo). Blanco además (Malísimo). Homosexual (Salvado por la campana, in extremis, pero todo perdonado y comprendido, buenísimo, por lo tanto, sin duda).
- Novio de protagonista con esperanzas de llegar a más, no se sabe si boda o mar: Animal marino (Bravo, bravísimo). Sexo raro, pareciera masculino, pero eso sería demasiado especular, un prejuicio patriarcal, y no está nada claro, por lo tanto lo catalogamos como intergénero que eso no tiene precio, ahí le has dado, lo hacemos de los nuestros, cumple el catecismo sin mácula, el prelado acaba de dar su aprobación, ha puesto el sello clerical.(Bravísimo).
¿Por qué te has vuelto anoréxico, escurrido, encogido, tan acobardado y reprimido, dónde se fueron tus ganas, tu ingenio, tus huevos duros?
¿Tanta censura hay por ahí? ¿Qué pasa, te pusieron un comisario/a de la moral de la liga puritana de las buenas costumbres o fuiste tú por propia iniciativa que decidiste tomar la medicina, vender el alma por un plato de lentejas, rendirte, abrazar con furor el buen comportamiento y tratar de recibir con la mejor cara la merecida lluvia de premios fabulosos de todas las academias y grandes reconocimientos oficiales?
¿Tú también, del Toro? ¿Por qué me has abandonado?
"Un, dos tres... Splash", "E.T, el extraterrestre" y "Amelie" se van de picnic al País de Nunca Jamás o a la "Delicatessen" donde poder por fin dormir/morir.
En fin.
¿Cómo se puede hacer una película tan plana, aburrida, triste, pobre, obvia, previsible, cursi, cutre, tonta, infame y mala?
¿Quién dio el consentimiento? ¿Cómo es posible?
Espantosamente plúmbea si eres un niño con algo de alegría, imaginación o vida; por tediosa, sobreexplicada, tétrica, pretenciosa, idiota, chata, roma y horriblemente ideologizada; increíblemente pueril si ya no tienes seis años; por simple, maniquea, transparente, larga, inane, gruesa, evidente, sermoneadora y lamentable.
Su público potencial serían los peces o las marmotas. Tal vez las plantas o las bellotas. Quizás los abedules y las gaviotas. O mejor para todos los sacerdotes (con su cine misionero que nos quiere evangelizar a martillazos) e ideólogos morales que han robado el cine y nos han dejado con las ganas, con un solar arrasado por la idiocia y la monserga.
Situada en una especie de retro-futuro-distópico-nostálgico-pesadillesco que hace alusión a los años cincuenta (como "Suburbicón", por ahí le anda de alguna manera); su halo de cuento y su pinta de serie b, cine de género o novela de aeropuerto no son de ningún modo atenuantes suficientes ni sirven para justificar este soporífero engendro.
Ni su aire de novela de espías en la guerra fría, con experimentos en sótanos oscuros (ay, si se pareciera en algo a una sombra lejana de "Stranger Things") y militares malvados dirigiendo el cotarro puede salvarla de la necesaria quema.
Es cine en mal estado, supura pereza, desidia, oportunismo, soflama, restos de retales, popurrí, copia y pega, un ejercicio hecho de prisa y corriendo, mal planteado, pensado, terminado y presentado, dirigido a un público al que parece que desprecian.
Vamos, que no hay por dónde cogerlo.
Spoiler:
Vayamos al meollo. Pareciera que les leyeran la cartilla antes de empezar el rodaje o que hubiera un cura en el mismo lugar del trabajo.
Si no, no se entiende esta uniformidad machacona en tantas de las últimas películas USA (y del resto del orbe). De tan exagerado y alienado cuesta creerlo, da hasta risa, causa asombro.
Veamos:
Buenos (pero mucho, la hostia bendita, ya es como una letanía, como recitar los diez mandamientos de carrerilla):
- Protagonista: Mujer (Bravo).
- Amiga de protagonista: Mujer (Bravo). Negra además (Bravísimo).
- Amigo de protagonista: Hombre (Malo). Blanco además (Malísimo). Homosexual (Salvado por la campana, in extremis, pero todo perdonado y comprendido, buenísimo, por lo tanto, sin duda).
- Novio de protagonista con esperanzas de llegar a más, no se sabe si boda o mar: Animal marino (Bravo, bravísimo). Sexo raro, pareciera masculino, pero eso sería demasiado especular, un prejuicio patriarcal, y no está nada claro, por lo tanto lo catalogamos como intergénero que eso no tiene precio, ahí le has dado, lo hacemos de los nuestros, cumple el catecismo sin mácula, el prelado acaba de dar su aprobación, ha puesto el sello clerical.(Bravísimo).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Malos (a morir, en uno solo están concentrados todos los pecados, el resto de varones atroces son tristes réplicas de este Mefistófeles, que, por supuesto, es machsita, racista, homófobo, misógino, clasista y odia a los animales, además de violento, cruel, necio, bruto y egoísta):
- Antagonista: Hombre (Malo). Blanco (Malísimo). Heterosexual (El infierno, seguro que es sádico, por lo menos). Con mujer, probablemente casado por la otra iglesia, la anterior a la nuestra (Horror). Con hijos, es decir, ha tenido la poquísima vergüenza, los santos cojones de reproducirse (Nooooooooo..... )
Otro punto jocoso-pericoloso: el sexo ejercitado, no teórico (no viene mucho a cuento, pero dale que en la película sale):
- Bueno: Onán (Masturbarse a todo dar y no parar. Nos hacemos unas pajillas y eso).
- Malo. Misionero (A tu santa mujer en la cama matrimonial, lecho conyugal, penetrar, ni hablar, que es cosa mala y deberías cambiar, lo tienes que eliminar, es maldad, también malsano y patriarcal, abusivo, tú verás. Muchas pruebas, como sigas por ese mal camino de perdición, te harán, la cartilla te leerán, te tendrás que confesar y a esperar)
¿Por qué nos sacan esas escenas sexuales tan interesantes?, se preguntan algunos. Hombre, amigos, hablamos de la nueva religión, es decir, de feroz represión.
Otras sabrosas consideraciones:
- El Dios acuoso era el jefe de los indios amazónicos. Estupendísimo asunto. Nos preocupamos, que quede claro, tenemos mucha conciencia soliviantada, por las minorías oprimidas por el hombre blanco heterosexual, y de paso, aunque no se diga explícitamente, pero debo dejarlo claro, también defendemos los derechos de los árboles de la zona, porque además somos ecologistas de rancio abolengo.
- El marido de la negra. Ahí tenemos un problemón, del carajo y el demonio. Es hombre, es decir, muy malo. Pero es negro, es decir, muy bueno. ¿Qué hacemos, jefe? Nada. Ya sé. Ya verás como lo resolvemos (acabo de hablar con el prior que ha llamado al obispo). Es el patriarca heterosexual de la casa, es decir, vago, jeta, tonto, inútil, gañan, cobarde... (¿me sigues?), queda todo arreglado. Es decir, también malo. Aunque no tanto como si fuera blanco, solo un idiota que hace bulto y molesta un rato.
- El cine es maravilloso. Calma a las fieras. Sí, el antiguo. De acuerdo. Seguro.
- Y las canciones los pies nos llevan. No lo dudes.
- Y el bailoteo es un feliz jaleo.
- Y el imperialismo americano (seguramente republicano, no nos confundamos) y el comunismo son lo peor (salvo un bala perdida que nos ayuda)... Los dos, terribles enemigos. La solución no es humana, quede claro, está en el agua.
Algunas otras extrañezas o preguntas sin respuesta:
- Un espacio de máxima seguridad en el que una pobre muda hace lo que le da la gana, como Pedro por su casa (es un cuento, vale todo... ).
- El bicho se enamora de ella porque es muy buena y le da huevos duros. Qué más quieres, Baldomero.
- Ellos follan en la primera cita verdadera. Son muy liberales y juguetones. Estos animales.
- Ella canta las cuarenta al malvado. Le mira desafiante en un momento dado, cuando ya se ha enamorado. Eso me ha emocionado.
Racismo, machismo, ideología de género, animalismo, feminismo, bestialismo, imperalismo, indigenismo, ecologismo, comunismo..
Para bingo.
En un mudo cada vez más laico, escéptico, cínico, devastado y cansado, el cine se ha convertido en un púlpito a través del cual la nueva Iglesia no para de mandar panfletos con la buena nueva de su Dios: en el fondo del fondo, lo de siempre: el control de la población para una mayor recaudación y un menor grado de rebelión.
Y al final bailan el vals.
(¿Le hace un homenaje, un guiño, del Toro a Torrente, a su amiguete Segura, con el comentario filosófico-pánico-crítico-lírico sobre el lavado de las manos premeada versus postmeada o solo repite una cuestión que ya volvía locos a los famosos y olvidados presocráticos? ¿Nos estamos volviendo locos?)
- Antagonista: Hombre (Malo). Blanco (Malísimo). Heterosexual (El infierno, seguro que es sádico, por lo menos). Con mujer, probablemente casado por la otra iglesia, la anterior a la nuestra (Horror). Con hijos, es decir, ha tenido la poquísima vergüenza, los santos cojones de reproducirse (Nooooooooo..... )
Otro punto jocoso-pericoloso: el sexo ejercitado, no teórico (no viene mucho a cuento, pero dale que en la película sale):
- Bueno: Onán (Masturbarse a todo dar y no parar. Nos hacemos unas pajillas y eso).
- Malo. Misionero (A tu santa mujer en la cama matrimonial, lecho conyugal, penetrar, ni hablar, que es cosa mala y deberías cambiar, lo tienes que eliminar, es maldad, también malsano y patriarcal, abusivo, tú verás. Muchas pruebas, como sigas por ese mal camino de perdición, te harán, la cartilla te leerán, te tendrás que confesar y a esperar)
¿Por qué nos sacan esas escenas sexuales tan interesantes?, se preguntan algunos. Hombre, amigos, hablamos de la nueva religión, es decir, de feroz represión.
Otras sabrosas consideraciones:
- El Dios acuoso era el jefe de los indios amazónicos. Estupendísimo asunto. Nos preocupamos, que quede claro, tenemos mucha conciencia soliviantada, por las minorías oprimidas por el hombre blanco heterosexual, y de paso, aunque no se diga explícitamente, pero debo dejarlo claro, también defendemos los derechos de los árboles de la zona, porque además somos ecologistas de rancio abolengo.
- El marido de la negra. Ahí tenemos un problemón, del carajo y el demonio. Es hombre, es decir, muy malo. Pero es negro, es decir, muy bueno. ¿Qué hacemos, jefe? Nada. Ya sé. Ya verás como lo resolvemos (acabo de hablar con el prior que ha llamado al obispo). Es el patriarca heterosexual de la casa, es decir, vago, jeta, tonto, inútil, gañan, cobarde... (¿me sigues?), queda todo arreglado. Es decir, también malo. Aunque no tanto como si fuera blanco, solo un idiota que hace bulto y molesta un rato.
- El cine es maravilloso. Calma a las fieras. Sí, el antiguo. De acuerdo. Seguro.
- Y las canciones los pies nos llevan. No lo dudes.
- Y el bailoteo es un feliz jaleo.
- Y el imperialismo americano (seguramente republicano, no nos confundamos) y el comunismo son lo peor (salvo un bala perdida que nos ayuda)... Los dos, terribles enemigos. La solución no es humana, quede claro, está en el agua.
Algunas otras extrañezas o preguntas sin respuesta:
- Un espacio de máxima seguridad en el que una pobre muda hace lo que le da la gana, como Pedro por su casa (es un cuento, vale todo... ).
- El bicho se enamora de ella porque es muy buena y le da huevos duros. Qué más quieres, Baldomero.
- Ellos follan en la primera cita verdadera. Son muy liberales y juguetones. Estos animales.
- Ella canta las cuarenta al malvado. Le mira desafiante en un momento dado, cuando ya se ha enamorado. Eso me ha emocionado.
Racismo, machismo, ideología de género, animalismo, feminismo, bestialismo, imperalismo, indigenismo, ecologismo, comunismo..
Para bingo.
En un mudo cada vez más laico, escéptico, cínico, devastado y cansado, el cine se ha convertido en un púlpito a través del cual la nueva Iglesia no para de mandar panfletos con la buena nueva de su Dios: en el fondo del fondo, lo de siempre: el control de la población para una mayor recaudación y un menor grado de rebelión.
Y al final bailan el vals.
(¿Le hace un homenaje, un guiño, del Toro a Torrente, a su amiguete Segura, con el comentario filosófico-pánico-crítico-lírico sobre el lavado de las manos premeada versus postmeada o solo repite una cuestión que ya volvía locos a los famosos y olvidados presocráticos? ¿Nos estamos volviendo locos?)

5,3
11.015
5
25 de diciembre de 2017
25 de diciembre de 2017
115 de 140 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parábola sobre el egoísmo y su metáfora perfecta y monstruosa, la destrucción del planeta.
Historia de un pobre hombre, de un buen tipo en busca de sentido, que justamente por eso, por su benevolencia innata, es invisible, no se le tiene en cuenta, todo le sale mal, es utilizado, manipulado, despreciado, orillado.
Hombre sin atributos que necesita ayuda, cariño, mano dura. Voluntad e inteligencia que dirijan su generosidad franciscana como natural tendencia. La película ese viaje cuenta.
Algunos, tras las líneas anteriores, temerán lo peor, de la montaña un sermón, un cuento bobo, con pretensiones un pestiño, una nadería inflada.
Y... más o menos... O no. No temáis. Tiene de todo, aventuras, humor, amor, reducción, perifollo por eneldo, Cantinflas, enanos, estupefacientes fiestas, disidencia, maravilla, sectas, visionarios, ciencia, fantasía, noruegos, los últimos días de la humanidad, caridad, reflexión... Un almanaque y un cajón de sastre.
Y para que todo no sea demasiado de color de rosa, empalagoso e insufriblemente honrado y hermoso, también nos regalan un diablillo de entretiempo la mar de saleroso, delicioso, serbio, pequeñuelo, como si fuera cojuelo. Para que haya un poco de contraste (maldad, negocio) y no nos durmamos mientras la sabia lección de pe a pa aprendemos/gozamos.
¿Qué decir? Es interesante, moderadamente entretenida y enjundiosa, en sugerencias y temas rica y variada, extraña, amable, curiosa, tiene de todo un poco y nada molesta.
Pero también hay bastante flojera; un tono entre liviano, frívolo y poco riguroso, como de ciencia ficción reflexiva que casi entronca con el new age y toda esa mala moda. Aunque se salve de caer al pozo, no del todo.
Narrativamente también padece, se podría decir que son varios cuentos o tramas pegadas entre sí de manera forzada, sin casi relación o sentido, lo mismo que las transiciones que enlazan los diferentes argumentos son abruptas, artificiales, toscas.
En definitiva, es tan rara como convencional, tan arriesgada como timorata, tan inane como divertida, tan valiente como chata, podría ser cine independiente y tiene toda la pinta de superproducción sobre el medio ambiente.
Lo toca todo de manera superficial y nunca se atreve a llegar al fondo.
Podría seguir, pero ya me borro.
Historia de un pobre hombre, de un buen tipo en busca de sentido, que justamente por eso, por su benevolencia innata, es invisible, no se le tiene en cuenta, todo le sale mal, es utilizado, manipulado, despreciado, orillado.
Hombre sin atributos que necesita ayuda, cariño, mano dura. Voluntad e inteligencia que dirijan su generosidad franciscana como natural tendencia. La película ese viaje cuenta.
Algunos, tras las líneas anteriores, temerán lo peor, de la montaña un sermón, un cuento bobo, con pretensiones un pestiño, una nadería inflada.
Y... más o menos... O no. No temáis. Tiene de todo, aventuras, humor, amor, reducción, perifollo por eneldo, Cantinflas, enanos, estupefacientes fiestas, disidencia, maravilla, sectas, visionarios, ciencia, fantasía, noruegos, los últimos días de la humanidad, caridad, reflexión... Un almanaque y un cajón de sastre.
Y para que todo no sea demasiado de color de rosa, empalagoso e insufriblemente honrado y hermoso, también nos regalan un diablillo de entretiempo la mar de saleroso, delicioso, serbio, pequeñuelo, como si fuera cojuelo. Para que haya un poco de contraste (maldad, negocio) y no nos durmamos mientras la sabia lección de pe a pa aprendemos/gozamos.
¿Qué decir? Es interesante, moderadamente entretenida y enjundiosa, en sugerencias y temas rica y variada, extraña, amable, curiosa, tiene de todo un poco y nada molesta.
Pero también hay bastante flojera; un tono entre liviano, frívolo y poco riguroso, como de ciencia ficción reflexiva que casi entronca con el new age y toda esa mala moda. Aunque se salve de caer al pozo, no del todo.
Narrativamente también padece, se podría decir que son varios cuentos o tramas pegadas entre sí de manera forzada, sin casi relación o sentido, lo mismo que las transiciones que enlazan los diferentes argumentos son abruptas, artificiales, toscas.
En definitiva, es tan rara como convencional, tan arriesgada como timorata, tan inane como divertida, tan valiente como chata, podría ser cine independiente y tiene toda la pinta de superproducción sobre el medio ambiente.
Lo toca todo de manera superficial y nunca se atreve a llegar al fondo.
Podría seguir, pero ya me borro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ella, la vietnamita coja, le enseña el camino, viene de una cultura y una vida diferentes, llenas de dificultades y carencias, sabe lo que vale un peine, trata a la vida y a la muerte con la misma indiferencia, es fuerte, valiente y verdadera. No finge, ni es hipócrita ni miente. Quiere. Sabe. No teme.
Es lo contrario de él. Perdido, nacido en ese Occidente sin referencias, sin asideros, sin sentido. Despreciado por su mujer (sería el modelo opuesto a la reducida sin pierna, la del primer mundo, la que traiciona y no le tiene en cuenta, la desleal y bellaca que se libra de él en cuanto puede porque en el fondo, aunque no lo diga o lo piense claramente, le considera un pringado de cuerpo entero y un compañero poco reluciente o señero) y abandonado (es el mejor chiste de toda la película, cuando despierta y recibe la llamada en la que la susodicha justifica su salvaje ignominia diciendo que todo lo había hecho por él, que tenía que haber pensado -más si cabe todavía- en sí misma: impagable momento, preñado de retranca, cachondeo malévolo y fina observación de la condición humana, en este caso femenina) en ese mundo liliputiense, es allí, con la oriental, donde descubrirá que el sentido de todo está en los otros, no en su apesadumbrado ombligo, que en todos los mundos inventados o por inventar habrá clases, desigualdades e injusticias, dominados y dominantes, mucha gente necesitada, él el primero, y que toda huida debe tener un fin, no puede ser eterna, y que hay personas que nacen no muy listas pero sí muy grandes, o pequeñas, eso es lo de menos, qué importa.
Al final se encuentran (Oriente y Occidente: él, opulento y superfluo, vacuo y tonto, con la panza llena de grasa, y ella, lista y directa, clara y certera, como un junco enjuta) dos seres (¿ángeles?) caídos, maltratados por la vida, la chica, física y materialmente, el chico, humana y espiritualmente. Se complementan. Se quieren. Para llorar y echar el resto, el bofe.
Amén. Vayan con Dios y más no pequen. No merece la pena. Esto se va a acabar mañana.
Es lo contrario de él. Perdido, nacido en ese Occidente sin referencias, sin asideros, sin sentido. Despreciado por su mujer (sería el modelo opuesto a la reducida sin pierna, la del primer mundo, la que traiciona y no le tiene en cuenta, la desleal y bellaca que se libra de él en cuanto puede porque en el fondo, aunque no lo diga o lo piense claramente, le considera un pringado de cuerpo entero y un compañero poco reluciente o señero) y abandonado (es el mejor chiste de toda la película, cuando despierta y recibe la llamada en la que la susodicha justifica su salvaje ignominia diciendo que todo lo había hecho por él, que tenía que haber pensado -más si cabe todavía- en sí misma: impagable momento, preñado de retranca, cachondeo malévolo y fina observación de la condición humana, en este caso femenina) en ese mundo liliputiense, es allí, con la oriental, donde descubrirá que el sentido de todo está en los otros, no en su apesadumbrado ombligo, que en todos los mundos inventados o por inventar habrá clases, desigualdades e injusticias, dominados y dominantes, mucha gente necesitada, él el primero, y que toda huida debe tener un fin, no puede ser eterna, y que hay personas que nacen no muy listas pero sí muy grandes, o pequeñas, eso es lo de menos, qué importa.
Al final se encuentran (Oriente y Occidente: él, opulento y superfluo, vacuo y tonto, con la panza llena de grasa, y ella, lista y directa, clara y certera, como un junco enjuta) dos seres (¿ángeles?) caídos, maltratados por la vida, la chica, física y materialmente, el chico, humana y espiritualmente. Se complementan. Se quieren. Para llorar y echar el resto, el bofe.
Amén. Vayan con Dios y más no pequen. No merece la pena. Esto se va a acabar mañana.

5,8
2.027
7
17 de enero de 2016
17 de enero de 2016
66 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ella habla, mucho; él escucha (o eso aparenta por lo menos). Ella canta, baila, se ilusiona; él la acompaña. Ella expresa su alegría, sus dudas, sus esperanzas; él asiente comprensivo. Ella, a veces, quiere discutir; él le da la razón siempre.
Parecen felices. Eso parece.
Él cita a Kant y lee a Dostoievski; ella idolatra a Jennifer Aniston y devora los libros de Anna Gavalda.
No deberían entenderse. Pero se quieren. Posiblemente sea eso. O eso creen ellos.
Bueno, en realidad, pese a su envoltura blanda y dulzona y la apariencia engorrosa de comedia romántica superficial o, lo contrario, de drama amoroso con ínfulas intelectuales, en verdad es puro artificio, juego, lucha de conceptos a campo abierto, arte marcial; la filosofía de cada día traducida a arquetipos muy conocidos, son más ideas encarnadas que personajes con chicha. Un maniqueísmo poco disimulado.
Ella sería la honradez, la franqueza, el sentimiento, el pueblo, una heroína del amor quijotesca e idealista, como escapada de una novela de Corín Tellado, de esas en las que una humilde y buena chica se enamora de un arquitecto o abogado de postín, pasa mil penalidades y es final y debidamente recompensada con boda y niños. Suma a la intuición femenina, la bondad maternal y la generosidad pundonorosa.
Él mezcla muchas cosas más bien vidriosas. El intelectual encerrado en su castillo de marfil que desconoce el mundo, todo lo ordinario, el cemento o sustancia de las cosas del día a día, ni tiene tele ni sabe nada de la cultura popular; el prototípico, topiquísimo hombre con miedo al compromiso ("capullo o cobarde", tú eliges), egoísta y corto de miras y, como remate, por si no tenía poco, apático, abúlico, el del spleen, el extranjero siempre, el que las ve pasar y nunca se entera de nada. Además de, por supuesto, el elitista displicente, el sabelotodo parisino tan cargante y estirado.
Ella es la vida, la materia, el futuro. Él es el espíritu cansado, agónico, sepulcro blanqueado, máscara o sombra.
Está claro a favor de quien está la película.
Estructurada a través de varios estupendos momentos musicales, tres actuaciones de ella, un baile y alguna canción susurrada, la película sorprende, positivamente, por lo pausada, elegante e inteligente que es o se muestra, por el buen gusto siempre presente y la mirada calma, por cómo se maneja un material complicado con virtuosas manos de pianista exquisito.
Parecen felices. Eso parece.
Él cita a Kant y lee a Dostoievski; ella idolatra a Jennifer Aniston y devora los libros de Anna Gavalda.
No deberían entenderse. Pero se quieren. Posiblemente sea eso. O eso creen ellos.
Bueno, en realidad, pese a su envoltura blanda y dulzona y la apariencia engorrosa de comedia romántica superficial o, lo contrario, de drama amoroso con ínfulas intelectuales, en verdad es puro artificio, juego, lucha de conceptos a campo abierto, arte marcial; la filosofía de cada día traducida a arquetipos muy conocidos, son más ideas encarnadas que personajes con chicha. Un maniqueísmo poco disimulado.
Ella sería la honradez, la franqueza, el sentimiento, el pueblo, una heroína del amor quijotesca e idealista, como escapada de una novela de Corín Tellado, de esas en las que una humilde y buena chica se enamora de un arquitecto o abogado de postín, pasa mil penalidades y es final y debidamente recompensada con boda y niños. Suma a la intuición femenina, la bondad maternal y la generosidad pundonorosa.
Él mezcla muchas cosas más bien vidriosas. El intelectual encerrado en su castillo de marfil que desconoce el mundo, todo lo ordinario, el cemento o sustancia de las cosas del día a día, ni tiene tele ni sabe nada de la cultura popular; el prototípico, topiquísimo hombre con miedo al compromiso ("capullo o cobarde", tú eliges), egoísta y corto de miras y, como remate, por si no tenía poco, apático, abúlico, el del spleen, el extranjero siempre, el que las ve pasar y nunca se entera de nada. Además de, por supuesto, el elitista displicente, el sabelotodo parisino tan cargante y estirado.
Ella es la vida, la materia, el futuro. Él es el espíritu cansado, agónico, sepulcro blanqueado, máscara o sombra.
Está claro a favor de quien está la película.
Estructurada a través de varios estupendos momentos musicales, tres actuaciones de ella, un baile y alguna canción susurrada, la película sorprende, positivamente, por lo pausada, elegante e inteligente que es o se muestra, por el buen gusto siempre presente y la mirada calma, por cómo se maneja un material complicado con virtuosas manos de pianista exquisito.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay dos crisis: la del libro (no regalado) y la del encuentro (con esa profesora y esos niños que le ponen el espejo al elemento en cuestión); son los dos chapuzones de verdad a través de los que ella se enfrenta a la difícil situación por mucho que se quiera engañar la pobre, o no tanto.
Quizás deberíamos decirle que despertara de una vez y saliera de su mundo invadido por el amor azucarado en el que finalmente no cabe nadie; ya que ni le valen los muchos garrulos de su ciudad o, simplemente, hombres sencillos que la pretenden o desean, ni, por supuesto, este petimetre profesor que ella siente, con toda la razón del mundo, que ni la ve ni la quiere.
Y, quizás también, para rebajar su villanía, le deberíamos perdonar a él que sea tan memo ya que, a su manera, sí está y sí se implica; es amable, fiel y cumplidor. Otra cosa es que ni quiera, o no sepa, ni pueda dar más que una temporada pasajera de placer ligero y compañía entregada.
Ella, tal vez, debería rebajar sus elevadas pretensiones, tantas expectativas, y conformarse con algún simpático y decente compañero de su pueblo, alguien mas real y cercano, menos príncipe de cuento, menos guapo, pensador y fabuloso de lo que parecía el filósofo al principio. Él, también tal vez, tendría que quedarse encerrado en su onanismo ensimismado y autocomplaciente para así no crear falsas esperanzas a nadie.
Quién sabe nada.
De fondo, la lucha de clases (cultural y social) y el abismo que separa la capital de la periferia como decorado recurrente que acompaña esta historia tan rica y de apariencia tan ligera.
La pasamos bien (vivan el karaoke, las Supremes, el survive y la filosofía alemana, casi que me imagino un trío musical, esa banda, formado por Kant, Nietzsche y Schopenhauer cantando muy serios y reconcentrados el live is life de Opus y mucho me emociono, como una magdalena lloro). Y hasta pensamos algo, o un poco, no solo en las musarañas.
Quizás deberíamos decirle que despertara de una vez y saliera de su mundo invadido por el amor azucarado en el que finalmente no cabe nadie; ya que ni le valen los muchos garrulos de su ciudad o, simplemente, hombres sencillos que la pretenden o desean, ni, por supuesto, este petimetre profesor que ella siente, con toda la razón del mundo, que ni la ve ni la quiere.
Y, quizás también, para rebajar su villanía, le deberíamos perdonar a él que sea tan memo ya que, a su manera, sí está y sí se implica; es amable, fiel y cumplidor. Otra cosa es que ni quiera, o no sepa, ni pueda dar más que una temporada pasajera de placer ligero y compañía entregada.
Ella, tal vez, debería rebajar sus elevadas pretensiones, tantas expectativas, y conformarse con algún simpático y decente compañero de su pueblo, alguien mas real y cercano, menos príncipe de cuento, menos guapo, pensador y fabuloso de lo que parecía el filósofo al principio. Él, también tal vez, tendría que quedarse encerrado en su onanismo ensimismado y autocomplaciente para así no crear falsas esperanzas a nadie.
Quién sabe nada.
De fondo, la lucha de clases (cultural y social) y el abismo que separa la capital de la periferia como decorado recurrente que acompaña esta historia tan rica y de apariencia tan ligera.
La pasamos bien (vivan el karaoke, las Supremes, el survive y la filosofía alemana, casi que me imagino un trío musical, esa banda, formado por Kant, Nietzsche y Schopenhauer cantando muy serios y reconcentrados el live is life de Opus y mucho me emociono, como una magdalena lloro). Y hasta pensamos algo, o un poco, no solo en las musarañas.

6,3
2.858
7
4 de noviembre de 2017
4 de noviembre de 2017
69 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunas personas no deberían haber nacido. Por dos posibles razones:
- Por el mal extraordinario e irreparable que producen en su entorno.
- Por el mal extraordinario e irreparable que les produce su entorno.
Víctimas y victimarios condenados sin solución. Desde antes de aparecer (en escena), desde antes de nacer. Nuestra voluntad da igual. No cuenta. Todo está decidido. No sabemos ni cuándo ni por quién ni desde dónde, pero es un hecho evidente, e injusto.
Nietzsche, si mi memoria no me traiciona, lo decía de otra manera; él hablaba de que los actos que realizamos o cometemos, aunque sean crímenes nefandos, eso en esta caso no varía el sentido, son sola una pequeña, ínfima y prácticamente invisible parte de una cadena de hechos que se suceden en el tiempo y que no tienen ni principio ni fin. Causas y efectos que se enredan, dan la vuelta y pierden en un laberinto inextricable e imposible de desanudar. Por lo tanto, desde ese punto de vista, es una idiotez, una barbaridad, el enjuiciar, la legalidad, la penalidad, el meter a la cárcel o condenar a quien sea esta vez. Es imposible, ridículo además, determinar la criminalidad de nadie, su auténtica responsabilidad.
Esta película es especial, increíblemente intensa, ambiciosa y hermosa. Dudo un poco más sobre sus resultados. Logra crear un espacio tranquilo, profundo y denso, cuestionador, y eso es de un valor incalculable, por escaso y precioso, lo quizás más problemático sea averiguar cómo se llega a conseguir ese efecto, si es todo pleno o hay más de un rasguño, desperfecto, desvarío o mal defecto. Diría que está, como es normal, un tanto desequilibrada, que sigue diferentes surcos según se mueve y no siempre tienen estos salida ni son los más adecuados, ya que están preñados de pistas falsas, contradicciones y pequeños exabruptos.
Pero dejemos las pegas y vayamos a lo bueno o más complejo. A sus muchos planteamientos y vericuetos:
- La Justicia es una trama falsa, llena de mentiras y espantajos. Una representación torticera. Una pantomima. Una farsa en la que es imposible distinguir lo espurio de lo verdadero, en la que la estrategia legal (sea eso lo que Dios quiera; más bien trapicheo, trueque y negocio de mercaderes funestos) siempre se impone a la (de verdad, la que merece tan alto nombre) justicia, el rigor o la humanidad. Un trampantojo enrevesado, obtuso y malintencionado.
- Si Dios, debemos darle un nombre a ese vacío en el cielo, es el juez supremo, los jueces con toga de la tierra son sus delegados, y los hombres cuando actúan, sus emisarios. Tres planos diferentes para una misma conclusión. La justicia divina como designio inescrutable y absurdo. La judicial como ciego azar interpretado por necios y malvados. La más humilde y ciudadana a expensas de fuerzas superiores que nos controlan, desbaratan y gobiernan.
- Relaciones paterno filiales. Imposibles. O, siendo generosos, muy dificultosas. Una distancia radical separa las dos generaciones. Una necesidad (de afecto) truncada por diferentes anhelos y un mismo agujero (de feroz, fría desesperación). Separación, incomunicación, abuso, desconcierto, también algo de cariño y mucho miedo.
- La invención de relatos. Hay cuentos buenos y cuentos malos. Los buenos suelen ser los que más nos creemos, no los mejor contados. Es decir, nosotros ponemos, a través de nuestros deseos, lo que no está en los hechos. Nos mentimos, creamos los sucesos, los adoptamos y deformamos para quedarnos satisfechos. Actúan esos relatos como tranquilizantes, consoladores y, sobre todo, tremendos simplificadores de unos elementos indescifrables, terriblemente complejos.
La realidad o el criminal (¿chivo expiatorio?) en el hecho judicial son unas vasijas vacías que deben ser rellenadas por el resto de los actores en juego. Esa vasija no tiene criterio, peso ni verdad, es una construcción del cuerpo penal, lo mismo que el mundo real es una elaboración de toda la sociedad. El pacto es tácito y nada tiene que ver con los ideales o los hechos materiales. Es otra cosa: suma caótica de intereses, encontronazos, cegueras, perdiciones, redenciones, inmolaciones, chapuzas y casuales colisiones.
- La identificación entre el bien y el mal, entre el representante de la ley y el posible asesino. Son lo mismo. Coinciden en lo humano y lo indefenso ante el mismo destino, en el dolor compartido y el abismo.
- Pena de muerte. Sí o no. ¿Es necesario eliminar a seres que en el caso de que sigan vivos son potencialmente susceptibles de aumentar su número de crímenes? ¿O por el contrario, a pesar de todo lo anterior, hay que tener más fe en el hombre y pensar que es posible el libre albedrío, la reinserción o resurrección, el cambio, el arrepentimiento o la transformación sanadora?
La película plantea todo lo mentado, y más, para no acabar de pronunciarse claramente al respecto de ninguna cuestión. Lo cual, evidentemente, es un gran acierto (con la otra cara al acecho, el peligro ya citado de la confusión inane y relamida). Esa espectacular ambigüedad deja al espectador todo su lugar (zona difícil pero estimulante y enriquecedora); él puede ahora llenar a su gusto su vasija más querida, la del cine, el arte o lo que demonios sea eso que tanto nos engatusa.
- Por el mal extraordinario e irreparable que producen en su entorno.
- Por el mal extraordinario e irreparable que les produce su entorno.
Víctimas y victimarios condenados sin solución. Desde antes de aparecer (en escena), desde antes de nacer. Nuestra voluntad da igual. No cuenta. Todo está decidido. No sabemos ni cuándo ni por quién ni desde dónde, pero es un hecho evidente, e injusto.
Nietzsche, si mi memoria no me traiciona, lo decía de otra manera; él hablaba de que los actos que realizamos o cometemos, aunque sean crímenes nefandos, eso en esta caso no varía el sentido, son sola una pequeña, ínfima y prácticamente invisible parte de una cadena de hechos que se suceden en el tiempo y que no tienen ni principio ni fin. Causas y efectos que se enredan, dan la vuelta y pierden en un laberinto inextricable e imposible de desanudar. Por lo tanto, desde ese punto de vista, es una idiotez, una barbaridad, el enjuiciar, la legalidad, la penalidad, el meter a la cárcel o condenar a quien sea esta vez. Es imposible, ridículo además, determinar la criminalidad de nadie, su auténtica responsabilidad.
Esta película es especial, increíblemente intensa, ambiciosa y hermosa. Dudo un poco más sobre sus resultados. Logra crear un espacio tranquilo, profundo y denso, cuestionador, y eso es de un valor incalculable, por escaso y precioso, lo quizás más problemático sea averiguar cómo se llega a conseguir ese efecto, si es todo pleno o hay más de un rasguño, desperfecto, desvarío o mal defecto. Diría que está, como es normal, un tanto desequilibrada, que sigue diferentes surcos según se mueve y no siempre tienen estos salida ni son los más adecuados, ya que están preñados de pistas falsas, contradicciones y pequeños exabruptos.
Pero dejemos las pegas y vayamos a lo bueno o más complejo. A sus muchos planteamientos y vericuetos:
- La Justicia es una trama falsa, llena de mentiras y espantajos. Una representación torticera. Una pantomima. Una farsa en la que es imposible distinguir lo espurio de lo verdadero, en la que la estrategia legal (sea eso lo que Dios quiera; más bien trapicheo, trueque y negocio de mercaderes funestos) siempre se impone a la (de verdad, la que merece tan alto nombre) justicia, el rigor o la humanidad. Un trampantojo enrevesado, obtuso y malintencionado.
- Si Dios, debemos darle un nombre a ese vacío en el cielo, es el juez supremo, los jueces con toga de la tierra son sus delegados, y los hombres cuando actúan, sus emisarios. Tres planos diferentes para una misma conclusión. La justicia divina como designio inescrutable y absurdo. La judicial como ciego azar interpretado por necios y malvados. La más humilde y ciudadana a expensas de fuerzas superiores que nos controlan, desbaratan y gobiernan.
- Relaciones paterno filiales. Imposibles. O, siendo generosos, muy dificultosas. Una distancia radical separa las dos generaciones. Una necesidad (de afecto) truncada por diferentes anhelos y un mismo agujero (de feroz, fría desesperación). Separación, incomunicación, abuso, desconcierto, también algo de cariño y mucho miedo.
- La invención de relatos. Hay cuentos buenos y cuentos malos. Los buenos suelen ser los que más nos creemos, no los mejor contados. Es decir, nosotros ponemos, a través de nuestros deseos, lo que no está en los hechos. Nos mentimos, creamos los sucesos, los adoptamos y deformamos para quedarnos satisfechos. Actúan esos relatos como tranquilizantes, consoladores y, sobre todo, tremendos simplificadores de unos elementos indescifrables, terriblemente complejos.
La realidad o el criminal (¿chivo expiatorio?) en el hecho judicial son unas vasijas vacías que deben ser rellenadas por el resto de los actores en juego. Esa vasija no tiene criterio, peso ni verdad, es una construcción del cuerpo penal, lo mismo que el mundo real es una elaboración de toda la sociedad. El pacto es tácito y nada tiene que ver con los ideales o los hechos materiales. Es otra cosa: suma caótica de intereses, encontronazos, cegueras, perdiciones, redenciones, inmolaciones, chapuzas y casuales colisiones.
- La identificación entre el bien y el mal, entre el representante de la ley y el posible asesino. Son lo mismo. Coinciden en lo humano y lo indefenso ante el mismo destino, en el dolor compartido y el abismo.
- Pena de muerte. Sí o no. ¿Es necesario eliminar a seres que en el caso de que sigan vivos son potencialmente susceptibles de aumentar su número de crímenes? ¿O por el contrario, a pesar de todo lo anterior, hay que tener más fe en el hombre y pensar que es posible el libre albedrío, la reinserción o resurrección, el cambio, el arrepentimiento o la transformación sanadora?
La película plantea todo lo mentado, y más, para no acabar de pronunciarse claramente al respecto de ninguna cuestión. Lo cual, evidentemente, es un gran acierto (con la otra cara al acecho, el peligro ya citado de la confusión inane y relamida). Esa espectacular ambigüedad deja al espectador todo su lugar (zona difícil pero estimulante y enriquecedora); él puede ahora llenar a su gusto su vasija más querida, la del cine, el arte o lo que demonios sea eso que tanto nos engatusa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
- La metamorfosis del protagonista parece clara. Al comienzo de la historia, se ríe cuando le hablan de la verdad o le comentan que hay que comprender al acusado. Después, pone su vida entera en ello, en comprender, en saber, en entender. A partir de un momento, es a él mismo a quien quiere conocer a través del que tiene al otro lado del cristal (preciosistas, exactos planos). Su espejo, su reflejo.
- Quizás nos gustaría creer, y es posible que sea así, que el asesino lo hizo para salvar a la niña del padre cruel (esa versión truculenta). Sería épico, redentor, esperanzador. Muy hoolywoodense, certero y morboso. O tal vez que fueron las malditas etiquetas falsas (fallida y quizás hasta ridícula subtrama) las verdaderas culpables las traidoras. O la madre consentidora, la amante (sexo pecaminoso para que no falte de nada) y pagadora, la más pérfida y lamentable. O la niña coja inventora de mil cuentos, fantaseadora nada sincera. O el móvil del crimen fue un simple robo. O él, en otra opción casi al final, quién sabe pero no lo parece, no lo mató, ni siquiera estaba allí, y vete tú a saber quién fue.
¿Importa? Sí, mucho. Y no, nada. Ahí está el quid. Y el matiz.
De eso se trata en esta obra valiosa saturada de inspiradas, un tanto rebuscadas y hasta delirantes, enjundiosas mañas.
Finalizo con un par de consejos:
- Esta película requiere de un ritmo diferente en los ojos del espectador. Te cambia el paso y los segundos, los detiene y expande. Seguro que al principio te sientes molesto y extraño, perdido incluso. Es territorio desconocido, desierto, un lugar ignoto. Es solo un rato. Tras ese sufrido paso o mal trago, el director te guiña un ojo y te lleva de la mano al huerto de sus fértiles enredos.
- El mismo título de la película, descriptivo y aséptico, indica por donde van los tiros. Por el camino más ascético y riguroso, por el despojado ascesis, por la mirada llana, estoica y sabia. Hay que aguantar la apuesta y disfrutar de un anti-espectáculo, de un ejercicio poético de cine (¿nada?) claro.
- Quizás nos gustaría creer, y es posible que sea así, que el asesino lo hizo para salvar a la niña del padre cruel (esa versión truculenta). Sería épico, redentor, esperanzador. Muy hoolywoodense, certero y morboso. O tal vez que fueron las malditas etiquetas falsas (fallida y quizás hasta ridícula subtrama) las verdaderas culpables las traidoras. O la madre consentidora, la amante (sexo pecaminoso para que no falte de nada) y pagadora, la más pérfida y lamentable. O la niña coja inventora de mil cuentos, fantaseadora nada sincera. O el móvil del crimen fue un simple robo. O él, en otra opción casi al final, quién sabe pero no lo parece, no lo mató, ni siquiera estaba allí, y vete tú a saber quién fue.
¿Importa? Sí, mucho. Y no, nada. Ahí está el quid. Y el matiz.
De eso se trata en esta obra valiosa saturada de inspiradas, un tanto rebuscadas y hasta delirantes, enjundiosas mañas.
Finalizo con un par de consejos:
- Esta película requiere de un ritmo diferente en los ojos del espectador. Te cambia el paso y los segundos, los detiene y expande. Seguro que al principio te sientes molesto y extraño, perdido incluso. Es territorio desconocido, desierto, un lugar ignoto. Es solo un rato. Tras ese sufrido paso o mal trago, el director te guiña un ojo y te lleva de la mano al huerto de sus fértiles enredos.
- El mismo título de la película, descriptivo y aséptico, indica por donde van los tiros. Por el camino más ascético y riguroso, por el despojado ascesis, por la mirada llana, estoica y sabia. Hay que aguantar la apuesta y disfrutar de un anti-espectáculo, de un ejercicio poético de cine (¿nada?) claro.
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