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Críticas ordenadas por utilidad
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6,5
4.501
8
30 de junio de 2013
30 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hannah Arendt luchó toda su vida por comprender. Muchas veces comprender implica intentar dejar de lado los sentimientos que nublan la vista para poder centrarse en el objeto de estudio. Cuando el objeto de estudio es doloroso resulta muy complicado dejar de lado los sentimientos. Si el mismo objeto es el foco de dolor de una comunidad todavía resulta más difícil, ya no pensar, sino exponer lo pensado siempre y cuando tal actividad no sea condescendiente con los dañados.
El film de von Trotta se centra de un modo sencillo y magistral en un tramo de la vida de la filósofa de origen alemán en que tal dificultad emerge a la luz con toda su crudeza. El hecho de tener que reflexionar sobre el juicio a un alto cargo SS y dilucidar ciertas cuestiones no agradables para los judíos hizo que filósofos de la talla de Hans Jonas la dejaran de lado. Amigos de toda la vida la abandonaron y judíos de toda la vida la consideraron enemiga de la causa.
Tras visionar el film escuché una reflexión de un espectador: "Hoy en día no sucedería esto, a Hannah Arendt se la hubiera respetado y valorado." Pues yo creo que lo bueno del film es que nos hace ver que al contrario, cuando alguien habla de un conflicto demasiado actual y lo hace de un modo poco ortodoxo tiende a generar hostilidad. Solo el tiempo permite descubrir el pensamiento de su velo de emotividad. Ver a Hannah Arendt desde la distancia invita a intentar permanecer sereno en la tempestad, a ser humilde y a permanecer respetuoso y abierto a las reflexiones.
Barbara Sukowa me encandila por su forma de actuar y sin embargo su físico es tan alejado al de Arendt que en algunos momentos no puedo dejar de pensar que es una actriz. Demasiado elegante a mi gusto.
Un gran acierto poner imágenes de archivo del juicio de Eichmann, el realismo augmenta por unos instantes y uno tiene la sensación de estar presenciando in situ el proceso. Un gran acierto hacerla comedida.
Una buena película para los desconocedores de la historia de la filosofia contemporánea. Porque invita a pensar sin caer en el snobismo ni en el conceptualismo abstracto barroco. Una muy buena película para conocedores de la vida de la pensadora nacionalizada norteamericana que hará cuestionar si era necesario que la presencia de Martin Heidegger fuera para algunos tan accesoria y para otros tan insistente.
El film de von Trotta se centra de un modo sencillo y magistral en un tramo de la vida de la filósofa de origen alemán en que tal dificultad emerge a la luz con toda su crudeza. El hecho de tener que reflexionar sobre el juicio a un alto cargo SS y dilucidar ciertas cuestiones no agradables para los judíos hizo que filósofos de la talla de Hans Jonas la dejaran de lado. Amigos de toda la vida la abandonaron y judíos de toda la vida la consideraron enemiga de la causa.
Tras visionar el film escuché una reflexión de un espectador: "Hoy en día no sucedería esto, a Hannah Arendt se la hubiera respetado y valorado." Pues yo creo que lo bueno del film es que nos hace ver que al contrario, cuando alguien habla de un conflicto demasiado actual y lo hace de un modo poco ortodoxo tiende a generar hostilidad. Solo el tiempo permite descubrir el pensamiento de su velo de emotividad. Ver a Hannah Arendt desde la distancia invita a intentar permanecer sereno en la tempestad, a ser humilde y a permanecer respetuoso y abierto a las reflexiones.
Barbara Sukowa me encandila por su forma de actuar y sin embargo su físico es tan alejado al de Arendt que en algunos momentos no puedo dejar de pensar que es una actriz. Demasiado elegante a mi gusto.
Un gran acierto poner imágenes de archivo del juicio de Eichmann, el realismo augmenta por unos instantes y uno tiene la sensación de estar presenciando in situ el proceso. Un gran acierto hacerla comedida.
Una buena película para los desconocedores de la historia de la filosofia contemporánea. Porque invita a pensar sin caer en el snobismo ni en el conceptualismo abstracto barroco. Una muy buena película para conocedores de la vida de la pensadora nacionalizada norteamericana que hará cuestionar si era necesario que la presencia de Martin Heidegger fuera para algunos tan accesoria y para otros tan insistente.

7,9
120.117
7
1 de febrero de 2013
1 de febrero de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tarantino es el rey de los homenajes, todas sus películas están llenas de argumentos, escenas o planos de otros films. A parte, Tarantino, también es el rey de crear situaciones desagradables y tensas, tal y como sucede al inicio de Django. El director norte americano es un artista en crear confrontación aunque la confrontación sea un mecanismo generado para que el espectador desee que redunde en explosión de violencia. Digamos que Quentin engrasa al actor para que este se deje llevar por escenas de delirante violencia sin sentirse del todo mal por ello.
Su suspense no es silencioso sino barroco, lleno de frases a cada cual más profunda y con altas dosis de competitividad, de absurdo, de pseudociencia y de existencialismo pop. Django es pop y como todo Tarantino también es quitsch. No me importa lo que pretenda Tarantino con sus obras, lo que me interesa es lo que transmiten éstas. Django es, como todas las demás creaciones de susodicho autor, un despliegue de violencia justificada por la tensión que llama a estallarpuesto que allí donde se genera tensión es necesario que haya vías de escape.
En este sentido cabría decir que Tarantino provoca en el espectador un síndrome de Estocolmo con sus proyectos. Primero le violenta y después le desata, provocando en el visionador un anhelo de crueldad, ya sea ésta gratuita o no. Su perversidad es la de convertirnos en cómplices de miles de matanzas a sangre fría o caliente. Hitchcock también era un maestro de este arte, si es que cabe llamarlo arte. Demostrando ambos realizadores ser grandes conocedores de los mecanismos de conducta y de generación de deseo de los humanos.
También se aprovecha Quentin de algo que considero fundamental para el funcionamiento de sus películas y esto es el hecho de que los norteamericanos amen las armas y amen utilizarlas. Porque lo que está claro es que en un país donde la tenencia de armas es un derecho fundamental también ha de serlo poder hacer uso de ellas. Peor aún, la tenencia de un objeto obliga a su uso. Sino se está de acuerdo con ello, háganse una pregunta. Cuando compro un objeto ¿lo compro para usarlo o para evitar usarlo? La respuesta es clara, la tenencia invita al uso de una manera casi obligatoria. Tarantino aprovecha esta situación para que nos parezca a todos los espectadores del mundo un hecho normal y común que el hecho de que toda una sociedad lleve armas haga uso de ellas, las despliegue y las amortice. Al fin y al cabo hoy en día la mayoría de productos comprados no se amortizan, Tarantino invita a ello, aunque sea de un modo artístico y con una propuesta armamentística (no quiero entrar en su intención ética si es que la hubiese).
En Django se despliega todo lo dicho y de un modo casi perfecto. Sin embargo el tercer acto se resuelve de un modo rápido, un tanto ilógico y por los pelos. Es como si a Tarantino le faltase un mecanismo de acción y hubiese forzado la maquinaria. La tercera parte hace que baje muchos puntos y si no fuera porque las dos primeras partes, sobre todo la primera, son geniales el film no pasaría de aprobado.
Los actores como siempre son dignos de admirar. Waltz es un actor que le imprime a sus personajes un halo no solo de veracidad sino de profundidad inusitada. Sus gestos, su lenguaje no verbal está altamente sincronizado en intención con el verbal. Waltz consigue que le admiremos y le odiemos a la vez. Del mismo modo sucede con Di Caprio. Waltz tiene la suerte de no ser el guaperas y no verse así limitado por ello. De Washignton no sabría qué decir, no me parece un personaje convincente del todo, sobre todo a partir de la última parte. No es culpa del actor y por este mismo hecho cuesta valorarlo objetivamente. Jackson sí que hace un gran papel, Jackson es grande.
Pero hay una cosa que no me acaba de convencer de Tarantino y esto es su afán por hacer justicia, contra los nazis en Malditos Bastardos y con los esclavistas en Django. Tarantino ridiculiza a nazis y esclavistas para hacer justicia con ellos. Tal y como hace con los cazurros del ku klux klan que aparecen en este film. Los banaliza de la misma manera que banaliza a los nazis. No es que me parezca mal es que fuerza algunos aspectos del film. Lo hace de un modo tan exagerado que queda anacrónico y inverosímil. Quizás es lo que pretende, que veamos el cine como una exageración tan grande de la realidad que no la confundamos con ella. Sin embargo es de estos aspectos de los que dudo, que tenga pretensiones y como dudo de ellos he de decir lo que me inspira i Django es técnicamente un muy buen film. A nivel de guión un film bueno hasta el tercer acto y en cuanto a ideología, no deja de ser norteamericano. Primero me atacan y después hago una matanza justificada. Eso es USA y esto es el cine de Tarantino salvo que éste último no es maniqueista como el ejército de su país porque Tarantino se redime de la simplicidad moral haciendo que sus personajes no sean héroes sino todos villanos y en este punto el director consigue captarme.
Su suspense no es silencioso sino barroco, lleno de frases a cada cual más profunda y con altas dosis de competitividad, de absurdo, de pseudociencia y de existencialismo pop. Django es pop y como todo Tarantino también es quitsch. No me importa lo que pretenda Tarantino con sus obras, lo que me interesa es lo que transmiten éstas. Django es, como todas las demás creaciones de susodicho autor, un despliegue de violencia justificada por la tensión que llama a estallarpuesto que allí donde se genera tensión es necesario que haya vías de escape.
En este sentido cabría decir que Tarantino provoca en el espectador un síndrome de Estocolmo con sus proyectos. Primero le violenta y después le desata, provocando en el visionador un anhelo de crueldad, ya sea ésta gratuita o no. Su perversidad es la de convertirnos en cómplices de miles de matanzas a sangre fría o caliente. Hitchcock también era un maestro de este arte, si es que cabe llamarlo arte. Demostrando ambos realizadores ser grandes conocedores de los mecanismos de conducta y de generación de deseo de los humanos.
También se aprovecha Quentin de algo que considero fundamental para el funcionamiento de sus películas y esto es el hecho de que los norteamericanos amen las armas y amen utilizarlas. Porque lo que está claro es que en un país donde la tenencia de armas es un derecho fundamental también ha de serlo poder hacer uso de ellas. Peor aún, la tenencia de un objeto obliga a su uso. Sino se está de acuerdo con ello, háganse una pregunta. Cuando compro un objeto ¿lo compro para usarlo o para evitar usarlo? La respuesta es clara, la tenencia invita al uso de una manera casi obligatoria. Tarantino aprovecha esta situación para que nos parezca a todos los espectadores del mundo un hecho normal y común que el hecho de que toda una sociedad lleve armas haga uso de ellas, las despliegue y las amortice. Al fin y al cabo hoy en día la mayoría de productos comprados no se amortizan, Tarantino invita a ello, aunque sea de un modo artístico y con una propuesta armamentística (no quiero entrar en su intención ética si es que la hubiese).
En Django se despliega todo lo dicho y de un modo casi perfecto. Sin embargo el tercer acto se resuelve de un modo rápido, un tanto ilógico y por los pelos. Es como si a Tarantino le faltase un mecanismo de acción y hubiese forzado la maquinaria. La tercera parte hace que baje muchos puntos y si no fuera porque las dos primeras partes, sobre todo la primera, son geniales el film no pasaría de aprobado.
Los actores como siempre son dignos de admirar. Waltz es un actor que le imprime a sus personajes un halo no solo de veracidad sino de profundidad inusitada. Sus gestos, su lenguaje no verbal está altamente sincronizado en intención con el verbal. Waltz consigue que le admiremos y le odiemos a la vez. Del mismo modo sucede con Di Caprio. Waltz tiene la suerte de no ser el guaperas y no verse así limitado por ello. De Washignton no sabría qué decir, no me parece un personaje convincente del todo, sobre todo a partir de la última parte. No es culpa del actor y por este mismo hecho cuesta valorarlo objetivamente. Jackson sí que hace un gran papel, Jackson es grande.
Pero hay una cosa que no me acaba de convencer de Tarantino y esto es su afán por hacer justicia, contra los nazis en Malditos Bastardos y con los esclavistas en Django. Tarantino ridiculiza a nazis y esclavistas para hacer justicia con ellos. Tal y como hace con los cazurros del ku klux klan que aparecen en este film. Los banaliza de la misma manera que banaliza a los nazis. No es que me parezca mal es que fuerza algunos aspectos del film. Lo hace de un modo tan exagerado que queda anacrónico y inverosímil. Quizás es lo que pretende, que veamos el cine como una exageración tan grande de la realidad que no la confundamos con ella. Sin embargo es de estos aspectos de los que dudo, que tenga pretensiones y como dudo de ellos he de decir lo que me inspira i Django es técnicamente un muy buen film. A nivel de guión un film bueno hasta el tercer acto y en cuanto a ideología, no deja de ser norteamericano. Primero me atacan y después hago una matanza justificada. Eso es USA y esto es el cine de Tarantino salvo que éste último no es maniqueista como el ejército de su país porque Tarantino se redime de la simplicidad moral haciendo que sus personajes no sean héroes sino todos villanos y en este punto el director consigue captarme.

6,8
97.265
9
7 de septiembre de 2011
7 de septiembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Impecable en el montaje y con un guión soberbio "La red social" nos acerca a unas cuantas de las mentes más brillantes del panorama cibernético actual. Un film que atrapa por su coherencia y por su rabiosa actualidad y es que si hace unos años Milos Forman se atrevía a relatar las grandezas y miserias de un virtuoso "Amadeus" ahora es Fincher quien se arriesga con verter al udiovisual la vida de unos genios de la informática. Trepidante, contundente y sobre todo inteligente.

6,6
58.387
8
14 de septiembre de 2011
14 de septiembre de 2011
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una Banda Sonora exquisita a manos de Alberto Iglesias capaz de generar tensión en el espectador durante todo lo que dura el film, los instrumentos de cuerda llegan a producir sensación de asfixia. Actuaciones esperpénticas al más puro estilo Almodóvar y sobre todo locura y perversión en algunos momentos cargados de crítica hacia el género masculino aunque leyendo entre líneas una crítica al ser humano en general y sus delirios de grandeza, frustración.
El director manchego consigue en "La piel que habito" insertar giros narrativos algunas veces innecesarios y otras, en cambio, geniales y catárticos. La fotografía en general destaca por brillante y obsena aunque se pierde en algunos momentos en una grosería casi pornográfica amateur aunque a quien le guste el estilo Almodóvar este aspecto no será para nada un hándicap. Un film que gustará tanto a los que no nos gusta Almodóvar como a los que les gusta.
El director manchego consigue en "La piel que habito" insertar giros narrativos algunas veces innecesarios y otras, en cambio, geniales y catárticos. La fotografía en general destaca por brillante y obsena aunque se pierde en algunos momentos en una grosería casi pornográfica amateur aunque a quien le guste el estilo Almodóvar este aspecto no será para nada un hándicap. Un film que gustará tanto a los que no nos gusta Almodóvar como a los que les gusta.

7,6
64.675
8
22 de octubre de 2013
22 de octubre de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy al cine, espero pasar un buen momento y me encuentro con "Prisioneros". Sufro y de qué manera. Escucho al público pedir "basta" en muchos momentos, el film sigue y uno tiene la sensación de que no puede relajarse, que está implicado en la trama. Hacía tiempo que no sentía tanto en el cine. Cada una de las escenas es una mordedura en el cerebro. No puedo parar de pensar, ni de sufrir.
La actuación de los protagonistas, Hugh Jackman y Jake Gyllenhaall es para enmarcar. Además, el resto del reparto está impresionante. Es un film de actores, más que de acción, aunque también y la veracidad depende en gran mesura de la tesitura de los protagonistas, realista y visceral.
Denis Villeneuve también se sale, con un guión que no sonará a nuevo tras ver algunos films de intriga y drama pero que sí consigue que lo vivamos de otra manera. Sufriremos "Prisioneros" en nuestras propias carnes y con la sensación de que lo peor puede acontecer, aunque lo peor no tenga la cara de un gran espectáculo sino de algo oscuro y casi imperceptible.
Me gustan las películas que además te hacen pensar y ésta aunque te haga sufrir y mucho te invita a reflexionar. Yo me quedo con la siguiente pregunta ¿Deben el dolor y la ira juzgar? Después de ver "Prisioneros" estoy cada vez más seguro de que el dolor es un mal amigo de la reflexión y lo contamina todo de sed de venganza.
La actuación de los protagonistas, Hugh Jackman y Jake Gyllenhaall es para enmarcar. Además, el resto del reparto está impresionante. Es un film de actores, más que de acción, aunque también y la veracidad depende en gran mesura de la tesitura de los protagonistas, realista y visceral.
Denis Villeneuve también se sale, con un guión que no sonará a nuevo tras ver algunos films de intriga y drama pero que sí consigue que lo vivamos de otra manera. Sufriremos "Prisioneros" en nuestras propias carnes y con la sensación de que lo peor puede acontecer, aunque lo peor no tenga la cara de un gran espectáculo sino de algo oscuro y casi imperceptible.
Me gustan las películas que además te hacen pensar y ésta aunque te haga sufrir y mucho te invita a reflexionar. Yo me quedo con la siguiente pregunta ¿Deben el dolor y la ira juzgar? Después de ver "Prisioneros" estoy cada vez más seguro de que el dolor es un mal amigo de la reflexión y lo contamina todo de sed de venganza.
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