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Críticas ordenadas por utilidad
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5,6
4.603
5
7 de diciembre de 2024
7 de diciembre de 2024
14 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Puede una película ser disfrutable y, al mismo tiempo, frustrante porque sabes que podría ser mucho mejor?
Moana (o Vaiana) 2 es el ejemplo perfecto de este raro fenómeno cinematográfico. Por un lado, la animación es espectacular, suave, orgánica, y tan bien trabajada que casi no debería ser motivo de elogio: en este tipo de producciones, ya es (o debería ser) la norma. La historia es sencilla como ella sola, el clásico viaje del héroe de toda la vida, pero en esa simplicidad radica también parte de su encanto.
Los personajes son memorables, aunque caminan peligrosamente cerca de la línea del estereotipo, desviándose lo justo para resultar "únicos". Eso sí, otra cosa es la utilidad que se le da a cada uno (algo que discutiré más adelante, en la parte con spoilers). En cuanto a las canciones, tengo que admitir que, al menos para mí, lograron lo que muchas otras películas musicales no consiguen (cof, Wicked, cof): darme algún escalofrío y dejarme con una sonrisa de oreja a oreja.
Está claro que esta película ha sido diseñada y manufacturada con la precisión de un reloj suizo para conquistar a su público objetivo: los niños. Tanto es así que incluso consiguió, durante gran parte del metraje, ilusionar a mi niño interior. Disney, como siempre, sabe lo que hace: es una máquina bien engrasada para generar dinero. Porque no nos engañemos, la entrada de un niño al cine no llega sola; arrastra también la entrada de sus padres, hermanos, y posiblemente algún amigo o primo.
Sin embargo, y a pesar de que los millones en taquilla dejan claro que Disney tiene la fórmula para el éxito, esta película tiene fallos. Y, a mi juicio, todos recaen en un guion que decide no arriesgarse ni un ápice. Por una vez, la famosa pregunta que los Simpsons convirtieron en meme, "¿Es que nadie piensa en los niños?", se da la vuelta y se transforma en su opuesto: "¿Es que nadie piensa en los padres?"
Moana (o Vaiana) 2 es el ejemplo perfecto de este raro fenómeno cinematográfico. Por un lado, la animación es espectacular, suave, orgánica, y tan bien trabajada que casi no debería ser motivo de elogio: en este tipo de producciones, ya es (o debería ser) la norma. La historia es sencilla como ella sola, el clásico viaje del héroe de toda la vida, pero en esa simplicidad radica también parte de su encanto.
Los personajes son memorables, aunque caminan peligrosamente cerca de la línea del estereotipo, desviándose lo justo para resultar "únicos". Eso sí, otra cosa es la utilidad que se le da a cada uno (algo que discutiré más adelante, en la parte con spoilers). En cuanto a las canciones, tengo que admitir que, al menos para mí, lograron lo que muchas otras películas musicales no consiguen (cof, Wicked, cof): darme algún escalofrío y dejarme con una sonrisa de oreja a oreja.
Está claro que esta película ha sido diseñada y manufacturada con la precisión de un reloj suizo para conquistar a su público objetivo: los niños. Tanto es así que incluso consiguió, durante gran parte del metraje, ilusionar a mi niño interior. Disney, como siempre, sabe lo que hace: es una máquina bien engrasada para generar dinero. Porque no nos engañemos, la entrada de un niño al cine no llega sola; arrastra también la entrada de sus padres, hermanos, y posiblemente algún amigo o primo.
Sin embargo, y a pesar de que los millones en taquilla dejan claro que Disney tiene la fórmula para el éxito, esta película tiene fallos. Y, a mi juicio, todos recaen en un guion que decide no arriesgarse ni un ápice. Por una vez, la famosa pregunta que los Simpsons convirtieron en meme, "¿Es que nadie piensa en los niños?", se da la vuelta y se transforma en su opuesto: "¿Es que nadie piensa en los padres?"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Primero, vamos a hablar de la tripulación del barco: Moana, una Mary Sue de manual (aunque los guionistas intenten disimularlo haciéndola repetir que, desde que dejó la isla, no ha hecho ni una sola cosa bien... ¿perdona?), ejerce como capitana de una banda de auténticos incompetentes. Bueno, salvo Loto, claro, que no para de salvar la situación una y otra vez: tunea el barco cuando esta destruido o cuando la trama lo necesita y se saca soluciones milagrosas de la chistera continuamente.
¿Y el resto? Completamente inútiles.
Kele, el viejo gruñón granjero que no sabe nadar, está ahí para pausas cómicas y nada más. Moni, el historiador fortachón y fan número uno, dos y tres de Maui, solo destaca en un breve momento al traducir las motivaciones de los cocos (y ya). El resto del tiempo: más pausas cómicas. El pollo y el cerdo... creo que ni hace falta explicar sus funciones, ¿verdad?
Incluso los guionistas se burlan de esto a través de Maui, cuando suelta a Moana: "Tienes mucho que mejorar en el proceso de reclutamiento". Y no podría estar más de acuerdo.
Ahora, el problema principal de la película no es este. El verdadero despropósito llega al final.
Entonces ¿Qué ocurre al final? Nuestros héroes logran salvar el día, levantan la maldición del ultra poderoso y mega malvado dios Nalo, y de paso, unen a todas las islas del Océano. Todo muy épico. Pero claro, en un viaje de esta magnitud, algo habrán tenido que perder, algún sacrificio habrá habido, ¿no? ¿No...?
Pues no. Ni uno.
No solo nadie pierde nada, sino que en la batalla final, una lucha contra un dios que supuestamente es el azote de los mares y destructor de islas, tampoco hay consecuencias significativas. Y para colmo: Moana se convierte en una semidiosa como Maui.
¡Por las barbas de Poseidón! El momento que prometía tensión y sacrificio se convierte en una payasada. Maui parece perder su condición de deidad y Moana, fulminada por un rayo destructor mientras levanta la maldición, parece morir... ¡pero no! Aparece una ballena luminosa que se transforma en los espíritus sagrados, resucita a Moana con cánticos aleatorios y, de paso, le regala a Maui una sesión de tatuajes gratis que le devuelve la condición de semidios que parecía haber perdido durante la lucha. Por supuesto, el tatuaje animado sigue en el pecho, tan fresco como siempre, como si nunca hubiera perdido sus poderes.
La historia necesitaba un sacrificio. El de Maui, concretamente.
Imagina que, al ser alcanzado por el rayo mientras levantaba la isla, Maui usara sus últimas fuerzas para acercarla a Moana antes de ser destruido. Ni siquiera tendría que morir: podría desaparecer durante el resto del metraje, quedando pendiente su rescate en una hipotética Moana 3.
Después, Moana podría ser alcanzada por el rayo mientras levanta la maldición, el océano recoge su cuerpo, y Moni —sí, Moni, el historiador fortachón que hasta ahora solo servía para traducir cocos— tendría su momento de gloria liderando los cánticos de resurrección, que al ser historiador puede conocer perfectamente. Esto no solo lo haría útil, sino que daría un toque profético a algo que dice momentos antes del enfrentamiento final: "Llevo años contando las historias de nuestro pueblo. Por fin formaré parte de una de ellas".
El resto podría quedarse igual. Moana resucita, el dios es derrotado, y todo termina con un mensaje claro: para cambiar el mundo, hay que estar dispuesto a perder algo importante.
No pido tanto, de verdad. Solo un poquito de riesgo, un cambio que evite esa sensación de que saliste del cine igual que entraste. Ahora mismo parece que todo lo que ocurre entre el Punto A y el Punto B es irrelevante porque nadie pierde absolutamente nada. Derrotan a un dios todopoderoso como quien se toma un café y, de paso, se encuentran diez euros en el suelo.
Arriesgaros un poco, por favor. Porque, sinceramente, ¿es un buen mensaje para las generaciones venideras enseñarles que no hay que sacrificar nada para hacer lo correcto?
¿Y el resto? Completamente inútiles.
Kele, el viejo gruñón granjero que no sabe nadar, está ahí para pausas cómicas y nada más. Moni, el historiador fortachón y fan número uno, dos y tres de Maui, solo destaca en un breve momento al traducir las motivaciones de los cocos (y ya). El resto del tiempo: más pausas cómicas. El pollo y el cerdo... creo que ni hace falta explicar sus funciones, ¿verdad?
Incluso los guionistas se burlan de esto a través de Maui, cuando suelta a Moana: "Tienes mucho que mejorar en el proceso de reclutamiento". Y no podría estar más de acuerdo.
Ahora, el problema principal de la película no es este. El verdadero despropósito llega al final.
Entonces ¿Qué ocurre al final? Nuestros héroes logran salvar el día, levantan la maldición del ultra poderoso y mega malvado dios Nalo, y de paso, unen a todas las islas del Océano. Todo muy épico. Pero claro, en un viaje de esta magnitud, algo habrán tenido que perder, algún sacrificio habrá habido, ¿no? ¿No...?
Pues no. Ni uno.
No solo nadie pierde nada, sino que en la batalla final, una lucha contra un dios que supuestamente es el azote de los mares y destructor de islas, tampoco hay consecuencias significativas. Y para colmo: Moana se convierte en una semidiosa como Maui.
¡Por las barbas de Poseidón! El momento que prometía tensión y sacrificio se convierte en una payasada. Maui parece perder su condición de deidad y Moana, fulminada por un rayo destructor mientras levanta la maldición, parece morir... ¡pero no! Aparece una ballena luminosa que se transforma en los espíritus sagrados, resucita a Moana con cánticos aleatorios y, de paso, le regala a Maui una sesión de tatuajes gratis que le devuelve la condición de semidios que parecía haber perdido durante la lucha. Por supuesto, el tatuaje animado sigue en el pecho, tan fresco como siempre, como si nunca hubiera perdido sus poderes.
La historia necesitaba un sacrificio. El de Maui, concretamente.
Imagina que, al ser alcanzado por el rayo mientras levantaba la isla, Maui usara sus últimas fuerzas para acercarla a Moana antes de ser destruido. Ni siquiera tendría que morir: podría desaparecer durante el resto del metraje, quedando pendiente su rescate en una hipotética Moana 3.
Después, Moana podría ser alcanzada por el rayo mientras levanta la maldición, el océano recoge su cuerpo, y Moni —sí, Moni, el historiador fortachón que hasta ahora solo servía para traducir cocos— tendría su momento de gloria liderando los cánticos de resurrección, que al ser historiador puede conocer perfectamente. Esto no solo lo haría útil, sino que daría un toque profético a algo que dice momentos antes del enfrentamiento final: "Llevo años contando las historias de nuestro pueblo. Por fin formaré parte de una de ellas".
El resto podría quedarse igual. Moana resucita, el dios es derrotado, y todo termina con un mensaje claro: para cambiar el mundo, hay que estar dispuesto a perder algo importante.
No pido tanto, de verdad. Solo un poquito de riesgo, un cambio que evite esa sensación de que saliste del cine igual que entraste. Ahora mismo parece que todo lo que ocurre entre el Punto A y el Punto B es irrelevante porque nadie pierde absolutamente nada. Derrotan a un dios todopoderoso como quien se toma un café y, de paso, se encuentran diez euros en el suelo.
Arriesgaros un poco, por favor. Porque, sinceramente, ¿es un buen mensaje para las generaciones venideras enseñarles que no hay que sacrificar nada para hacer lo correcto?

6,2
5.914
7
20 de diciembre de 2024
20 de diciembre de 2024
20 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
He ido a ver está película sin ningún tipo de expectativas. Es más, en un principio no iba a ir porque la verdad que la historia sobre Mufasa no me podía dar más igual. Al final me he decidido a ir por unos pocos nombres que he leído en los créditos (Hans Zimmer que sigue inspirando la mayor parte de la banda sonora, Nicholas Britell que me conquistó en Succession y Lin Manuel Miranda que sabe hacer canciones como nadie). Sí efectivamente, no me escondo, he ido por la música, yo, que odio los musicales...
Y me ha sorprendido para bien. La historia se centra en el origen de los personajes ya establecidos en el Rey León y como llegaron al inicio de la historia que todos conocemos. Es un viaje con personajes familiares, pero que empiezan en un punto tan lejano temporal y espacialmente hablando, que es como si no los conociésemos nada, pues aun tienen que evolucionar.
El guion en mi opinión es en ciertos momentos perezoso. Algunos diálogos parecen forzados y vacíos, sin alma, con frases que intentan ser profundas pero que no llegan a rascar la superficie y que no dicen nada. Mufasa es un Gary Stu de manual, otro más de Disney (al menos este tiene miedo al agua y le cuesta nadar... ¿verdad...? ¿verdad?), pero aun así funciona. Kiros es una gozada como villano, Mads Mikkelsen está en su salsa y Bye Bye es una canción brutal que le va como anillo al dedo.
Me hubiese encantado que se hubiesen "arriesgado" y hubiesen vuelto a una animación de dibujos animados, a está historia le hubiese venido muy bien. Pero, por mucho que nos pese, vamos a tener estas animaciones "Live Action" realista para rato... al menos las expresiones faciales están muy bien conseguidas y los animales se ven muy bien... mucho mejor que en Kraven, eso desde luego.
Por lo demás es buena película, entretenida y emocionante, que aunque técnicamente pertenece a una terrible sucesión de remakes, secuelas y precuelas que se están apoderando de las carteleras en los últimos años, se desmarca lo suficiente como para que sea un producto lo suficientemente fresco. Muy disfrutable más allá de la magnífica banda sonora.
Y me ha sorprendido para bien. La historia se centra en el origen de los personajes ya establecidos en el Rey León y como llegaron al inicio de la historia que todos conocemos. Es un viaje con personajes familiares, pero que empiezan en un punto tan lejano temporal y espacialmente hablando, que es como si no los conociésemos nada, pues aun tienen que evolucionar.
El guion en mi opinión es en ciertos momentos perezoso. Algunos diálogos parecen forzados y vacíos, sin alma, con frases que intentan ser profundas pero que no llegan a rascar la superficie y que no dicen nada. Mufasa es un Gary Stu de manual, otro más de Disney (al menos este tiene miedo al agua y le cuesta nadar... ¿verdad...? ¿verdad?), pero aun así funciona. Kiros es una gozada como villano, Mads Mikkelsen está en su salsa y Bye Bye es una canción brutal que le va como anillo al dedo.
Me hubiese encantado que se hubiesen "arriesgado" y hubiesen vuelto a una animación de dibujos animados, a está historia le hubiese venido muy bien. Pero, por mucho que nos pese, vamos a tener estas animaciones "Live Action" realista para rato... al menos las expresiones faciales están muy bien conseguidas y los animales se ven muy bien... mucho mejor que en Kraven, eso desde luego.
Por lo demás es buena película, entretenida y emocionante, que aunque técnicamente pertenece a una terrible sucesión de remakes, secuelas y precuelas que se están apoderando de las carteleras en los últimos años, se desmarca lo suficiente como para que sea un producto lo suficientemente fresco. Muy disfrutable más allá de la magnífica banda sonora.

6,8
21.168
7
10 de diciembre de 2024
10 de diciembre de 2024
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una gran peripecia y ejecutada con mucha solvencia, Clint Eastwood produce y dirige Jurado Nº 2, una película que toma el relevo de Cry Macho (y de la que se ha librado) con la difícil tarea de ser el posible último metraje de la leyenda de Hollywood.
Es algo sorprendente que haya decidido ceder este honor a un guionista novato con todavía mucho que demostrar (escribir la historia de un musical en Broadway no es lo que se dice un currículum muy amplio), mucho más cuando, leyendo por encima el guion, se puede apreciar una peligrosa semejanza a una de las obras más veneradas de la historia del cine. Pero viendo lo que le ofreció en Cry Macho la mano que le guío en Gran Torino, tampoco es de extrañar que Eastwood quisiese arriesgarse y adentrarse en terrenos más desconocidos y arriesgados.
Lo primero que se viene a la mente, sobre todo en los primeros compases de la cinta, es que estamos ante una reinterpretación de aquella obra maestra de los años 50 llamada 12 Hombres sin Piedad. Durante la primera mitad no puedes más que preocuparte: ¿De verdad Clint Eastwood está dejando que la obra final de su legado —y ojala le quede tiempo y fuerzas para alguna más— sea una mera versión con los suficientes cambios en la trama para que parezca diferente pero que no deja en ningún momento de resultar sospechosamente familiar?
Sin embargo conforme va avanzando el metraje, nos vamos dando cuenta de que, esta comparativa es a un nivel meramente superficial. A diferencia de 12 Hombres Sin Piedad, poco a poco va quedando claro que hay muchísimo más en juego que la libertad del acusado. En Jurado número 2 no será la fuerte responsabilidad moral de un hombre ni la duda razonable la que salvará a un inocente.
La tensión se desborda en los juzgados y en la sala de deliberación y se traslada a las salas de cine, en las que ha tenido un recorrido un poco demasiado breve y limitado, quizás por el miedo a que una mala recepción de la audiencia y la posibilidad de un fracaso en taquilla dañase el legado del director y la reputación del estudio que lo permitiese. Desafortunadamente, como si de un cagarro se tratase (que no lo es), antes de acabar el año, un mes y medio después de su estreno, estará en servicios de streamings donde la podremos poner de fondo mientras nos dedicamos a otros menesteres, que insulto a la leyenda, vaya desgraciados.
Es algo sorprendente que haya decidido ceder este honor a un guionista novato con todavía mucho que demostrar (escribir la historia de un musical en Broadway no es lo que se dice un currículum muy amplio), mucho más cuando, leyendo por encima el guion, se puede apreciar una peligrosa semejanza a una de las obras más veneradas de la historia del cine. Pero viendo lo que le ofreció en Cry Macho la mano que le guío en Gran Torino, tampoco es de extrañar que Eastwood quisiese arriesgarse y adentrarse en terrenos más desconocidos y arriesgados.
Lo primero que se viene a la mente, sobre todo en los primeros compases de la cinta, es que estamos ante una reinterpretación de aquella obra maestra de los años 50 llamada 12 Hombres sin Piedad. Durante la primera mitad no puedes más que preocuparte: ¿De verdad Clint Eastwood está dejando que la obra final de su legado —y ojala le quede tiempo y fuerzas para alguna más— sea una mera versión con los suficientes cambios en la trama para que parezca diferente pero que no deja en ningún momento de resultar sospechosamente familiar?
Sin embargo conforme va avanzando el metraje, nos vamos dando cuenta de que, esta comparativa es a un nivel meramente superficial. A diferencia de 12 Hombres Sin Piedad, poco a poco va quedando claro que hay muchísimo más en juego que la libertad del acusado. En Jurado número 2 no será la fuerte responsabilidad moral de un hombre ni la duda razonable la que salvará a un inocente.
La tensión se desborda en los juzgados y en la sala de deliberación y se traslada a las salas de cine, en las que ha tenido un recorrido un poco demasiado breve y limitado, quizás por el miedo a que una mala recepción de la audiencia y la posibilidad de un fracaso en taquilla dañase el legado del director y la reputación del estudio que lo permitiese. Desafortunadamente, como si de un cagarro se tratase (que no lo es), antes de acabar el año, un mes y medio después de su estreno, estará en servicios de streamings donde la podremos poner de fondo mientras nos dedicamos a otros menesteres, que insulto a la leyenda, vaya desgraciados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Como ya hacía 12 hombres sin piedad, esta obra critica un sistema judicial fallido, en el que se pondrá la libertad de un individuo en manos de un grupo de gente con sus propios problemas y prejuicios. Muchos de ellos votarán lo que vote la mayoría si así pueden volver antes a sus casas, con sus familias o simplemente marcharse de allí lo antes posible. Otros votarán cegados por una marca del pasado del acusado o simplemente porque parten de la base que la inocencia es lo que se debe probar en ciertos casos y no la culpabilidad.
Pero, para el acusado hay una buena noticia y otra mala: La buena, hay una persona en el jurado, Justin, que sabe a ciencia cierta que es inocente. La mala, esa persona es la que mató de forma completamente involuntaria a la novia del acusado. Además Justin tiene más problemas aparte de ese: Su mujer está embarazada y a punto de dar a luz.
Es por eso que Jurado Número Dos sube las apuestas con respecto a 12 Hombres Sin Piedad. En está historia existe un conflicto de intereses: Demostrar la inocencia del acusado puede llevar a destapar la culpabilidad de nuestro protagonista. Pero aun así, esa misma culpabilidad se manifiesta en Justin y, como una deuda que siente que debe pagar a ese hombre inocente, hará todo lo que esté en su mano para que el Jurado declaré inocente al acusado.
Por otro lado, tenemos a la fiscal, que tras atacar al acusado durante el juicio y mientras el jurado esta deliberando, se le presentará con una encrucijada: ¿Y si el caso por el que lleva tanto tiempo luchando que está usando como arma política para ser elegida Fiscal del Distrito, no es lo que parece? No le quedará otra que investigar e inequívocamente llegará un punto en el que tendrá que decidir si perseguir sus intereses políticos o realmente hacer justicia.
Ah, y por cierto; por más que busco "MARIDO DE..." o "ESPOSA DE..." y los nombres y apellidos de amigos y familiares míos en Google imágenes, no hay forma... no me salen fotos suyas. Así que ya me explicarán como consigue eso la fiscal, que igual el Departamento de Justicia de Georgia usa un Google imágenes distinto al mío.
Pero, para el acusado hay una buena noticia y otra mala: La buena, hay una persona en el jurado, Justin, que sabe a ciencia cierta que es inocente. La mala, esa persona es la que mató de forma completamente involuntaria a la novia del acusado. Además Justin tiene más problemas aparte de ese: Su mujer está embarazada y a punto de dar a luz.
Es por eso que Jurado Número Dos sube las apuestas con respecto a 12 Hombres Sin Piedad. En está historia existe un conflicto de intereses: Demostrar la inocencia del acusado puede llevar a destapar la culpabilidad de nuestro protagonista. Pero aun así, esa misma culpabilidad se manifiesta en Justin y, como una deuda que siente que debe pagar a ese hombre inocente, hará todo lo que esté en su mano para que el Jurado declaré inocente al acusado.
Por otro lado, tenemos a la fiscal, que tras atacar al acusado durante el juicio y mientras el jurado esta deliberando, se le presentará con una encrucijada: ¿Y si el caso por el que lleva tanto tiempo luchando que está usando como arma política para ser elegida Fiscal del Distrito, no es lo que parece? No le quedará otra que investigar e inequívocamente llegará un punto en el que tendrá que decidir si perseguir sus intereses políticos o realmente hacer justicia.
Ah, y por cierto; por más que busco "MARIDO DE..." o "ESPOSA DE..." y los nombres y apellidos de amigos y familiares míos en Google imágenes, no hay forma... no me salen fotos suyas. Así que ya me explicarán como consigue eso la fiscal, que igual el Departamento de Justicia de Georgia usa un Google imágenes distinto al mío.

7,6
12.586
8
7 de diciembre de 2024
7 de diciembre de 2024
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el 80% de su metraje, la película es absolutamente increíble. Desde el primer momento consigue engancharte con su animación espectacular, una dirección de planos impecable y una banda sonora que lo eleva todo a otro nivel. En ese aspecto, no hay mucho debate: es un deleite visual y sonoro que te deja pegado a la pantalla.
Entonces, ¿Cuál es el problema? ¿Por qué no merece un 10?
La respuesta es sencilla: el final pierde completamente el rumbo. No llega a ser tan desastroso como el de Moana 2 (porque vaya tela con ese final...), pero aún así tiene mucho margen de mejora. Sé que se trata de una adaptación y que hay una obra original detrás que la inspira, pero como no la conozco, voy a hablar únicamente de lo que he visto en la gran pantalla. E incluso, ofreceré una pequeña versión alternativa del final:
Entonces, ¿Cuál es el problema? ¿Por qué no merece un 10?
La respuesta es sencilla: el final pierde completamente el rumbo. No llega a ser tan desastroso como el de Moana 2 (porque vaya tela con ese final...), pero aún así tiene mucho margen de mejora. Sé que se trata de una adaptación y que hay una obra original detrás que la inspira, pero como no la conozco, voy a hablar únicamente de lo que he visto en la gran pantalla. E incluso, ofreceré una pequeña versión alternativa del final:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No entiendo esta obsesión de los estudios por evitar riesgos en los finales. Una vez más, los sacrificios brillan por su ausencia. El único "sacrificio" que vemos es el del líder de la migración de los gansos, un personaje que aparece veinte minutos antes de morir. No vaya a ser que le cojas cariño.
La trama llega a su clímax con Roz, que tras cumplir sus tareas llama a una nave con el transpondedor para que la lleven de vuelta y la reparen. Pero el invierno llega antes que la nave. Durante ese invierno, Roz logra salvar a los animales de la isla y unirlos para sobrevivir, agotando toda su energía y entrando en hibernación. Cuando el invierno termina, regresan los gansos, pero también aparece la nave que Roz había llamado.
Aquí es donde las cosas empiezan a torcerse. Roz descubre, al hablar con la robot encargada de recogerla (que no podría ser más turbia y sospechosa), que ha desarrollado sentimientos y teme perder sus recuerdos y vínculos si la reprograman en fábrica. ¿Qué pasa entonces? Una batalla contra los robots que vienen a buscarla, en la que destruyen buena parte de la isla. Y... ¿quién muere en esta cruenta pelea? Nadie. Ni un triste sacrificio. La batalla termina con la nave destruida, los animales indemnes (la isla no tanto), y Roz casi intacta.
¿Y qué decide hacer Roz después? Pues llamar a otra nave. Porque claro, tras todo el caos, se le ocurre que lo mejor es repetir el proceso. Según parece, concluye que si no se va, seguirán enviando naves y habrá más destrucción. Los animales, como si nada, la despiden. Y aquí es donde me pregunto: ¿todo este jaleo para qué? Literalmente podrían haber evitado la batalla si Roz simplemente se hubiera ido con la primera nave. O, ya puestos, podría haberse quedado tranquilamente y no llamar a la segunda nave, que igual a la compañía ni le compensa seguir perdiendo naves y robots para recuperar un modelo de serie, porque para ellos Roz es solo una más entre miles. Es frustrante. Parece que a veces los guionistas toman a los espectadores por tontos.
¿Tiene solución este desastre? Claro que sí, y de forma muy sencilla.
Primero, que alguien muera en la batalla. Esto no solo añade peso emocional, sino que sube las apuestas. Por ejemplo, sacrificaría al castor, que es un personaje entrañable y su pérdida dolería. ¿Cómo? En una escena donde termina de talar su proyecto para salvar el bosque. El castor, viendo que el árbol no caerá hacia el lado correcto, escala por el tronco para contrapesar y asegurarse de que provoque una inundación que apague el incendio. Cae con el árbol, salvando a todos, pero siendo aplastado en el proceso (aunque, siendo una película infantil, esto no se muestra explícito; solo vemos cómo se despide en cámara lenta).
Después, tras la batalla, Roz se da cuenta de que al deshacerse de su núcleo para proteger a Picobrillo en la caída de la nave, ha firmado su sentencia. Le quedan pocos minutos de vida. Lo ideal sería incluir una escena emotiva en la que Roz se despide de los animales mientras sus sistemas fallan. Entonces Bribón ve el transpondedor y entiende que la única manera de salvarla es dejándola ir. Con lágrimas, activa el transpondedor y le suplica que use sus últimas reservas de energía para dar la señal antes de apagarse.
Los animales llevan a Roz al punto de recogida y se esconden para que los robots no los encuentren. Desde aquí, el final original funciona perfectamente: Picobrillo se reencuentra con Roz y descubre, como ella había dicho meses atrás, que hay sitios especiales donde se guardan los recuerdos que importan. Los recuerdos de Roz sobreviven al reinicio de fábrica.
Es una pena que los guionistas de estas películas tengan tanto miedo de arriesgarse. En Robot Salvaje, es cierto que juegan bien con las emociones, pero el final parece escrito a toda prisa, como si estuvieran contra la deadline. Con un desenlace un poco más trabajado, esta película podría haber sido una auténtica obra maestra.
La trama llega a su clímax con Roz, que tras cumplir sus tareas llama a una nave con el transpondedor para que la lleven de vuelta y la reparen. Pero el invierno llega antes que la nave. Durante ese invierno, Roz logra salvar a los animales de la isla y unirlos para sobrevivir, agotando toda su energía y entrando en hibernación. Cuando el invierno termina, regresan los gansos, pero también aparece la nave que Roz había llamado.
Aquí es donde las cosas empiezan a torcerse. Roz descubre, al hablar con la robot encargada de recogerla (que no podría ser más turbia y sospechosa), que ha desarrollado sentimientos y teme perder sus recuerdos y vínculos si la reprograman en fábrica. ¿Qué pasa entonces? Una batalla contra los robots que vienen a buscarla, en la que destruyen buena parte de la isla. Y... ¿quién muere en esta cruenta pelea? Nadie. Ni un triste sacrificio. La batalla termina con la nave destruida, los animales indemnes (la isla no tanto), y Roz casi intacta.
¿Y qué decide hacer Roz después? Pues llamar a otra nave. Porque claro, tras todo el caos, se le ocurre que lo mejor es repetir el proceso. Según parece, concluye que si no se va, seguirán enviando naves y habrá más destrucción. Los animales, como si nada, la despiden. Y aquí es donde me pregunto: ¿todo este jaleo para qué? Literalmente podrían haber evitado la batalla si Roz simplemente se hubiera ido con la primera nave. O, ya puestos, podría haberse quedado tranquilamente y no llamar a la segunda nave, que igual a la compañía ni le compensa seguir perdiendo naves y robots para recuperar un modelo de serie, porque para ellos Roz es solo una más entre miles. Es frustrante. Parece que a veces los guionistas toman a los espectadores por tontos.
¿Tiene solución este desastre? Claro que sí, y de forma muy sencilla.
Primero, que alguien muera en la batalla. Esto no solo añade peso emocional, sino que sube las apuestas. Por ejemplo, sacrificaría al castor, que es un personaje entrañable y su pérdida dolería. ¿Cómo? En una escena donde termina de talar su proyecto para salvar el bosque. El castor, viendo que el árbol no caerá hacia el lado correcto, escala por el tronco para contrapesar y asegurarse de que provoque una inundación que apague el incendio. Cae con el árbol, salvando a todos, pero siendo aplastado en el proceso (aunque, siendo una película infantil, esto no se muestra explícito; solo vemos cómo se despide en cámara lenta).
Después, tras la batalla, Roz se da cuenta de que al deshacerse de su núcleo para proteger a Picobrillo en la caída de la nave, ha firmado su sentencia. Le quedan pocos minutos de vida. Lo ideal sería incluir una escena emotiva en la que Roz se despide de los animales mientras sus sistemas fallan. Entonces Bribón ve el transpondedor y entiende que la única manera de salvarla es dejándola ir. Con lágrimas, activa el transpondedor y le suplica que use sus últimas reservas de energía para dar la señal antes de apagarse.
Los animales llevan a Roz al punto de recogida y se esconden para que los robots no los encuentren. Desde aquí, el final original funciona perfectamente: Picobrillo se reencuentra con Roz y descubre, como ella había dicho meses atrás, que hay sitios especiales donde se guardan los recuerdos que importan. Los recuerdos de Roz sobreviven al reinicio de fábrica.
Es una pena que los guionistas de estas películas tengan tanto miedo de arriesgarse. En Robot Salvaje, es cierto que juegan bien con las emociones, pero el final parece escrito a toda prisa, como si estuvieran contra la deadline. Con un desenlace un poco más trabajado, esta película podría haber sido una auténtica obra maestra.
17 de abril de 2025
17 de abril de 2025
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo admito, lo soy, pero igual de poco exigentes son la mayoría de críticos con ciertos directores, así que esto va para ellos.
A decir verdad, esta película me ha entretenido, me ha hecho reír y me ha mantenido atento mirando a la pantalla sin pestañear, intentando no perderme ni un detalle.
John Wick con 50 puntos más de coeficiente intelectual y un 99% menos de puntería. Rami hace una interpretación sobresaliente de Charlie Heller. Tiene una cantidad de diálogos sorprendentemente inteligentes y afilados y Laurence Fishburne está intratable como Henderson, el mentor de Charlie.
Es una película sin pretensiones, quiere mantenerte entretenido dos horas y lo consigue. Es, también, una película llena de coincidencias y casualidades, para mí uno de los temas principales de la misma junto a la más que evidente venganza... pero como le dice Jackson, el personaje de Jon Bernthal, a Charlie en un punto de la película: "¡Hombre, tu por aquí, que casualidad!" a lo que Charlie responde: "No lo creo".
Y no creo que sea una casualidad que esta película haya conseguido hacérmelo pasar tan bien en el cine.
A decir verdad, esta película me ha entretenido, me ha hecho reír y me ha mantenido atento mirando a la pantalla sin pestañear, intentando no perderme ni un detalle.
John Wick con 50 puntos más de coeficiente intelectual y un 99% menos de puntería. Rami hace una interpretación sobresaliente de Charlie Heller. Tiene una cantidad de diálogos sorprendentemente inteligentes y afilados y Laurence Fishburne está intratable como Henderson, el mentor de Charlie.
Es una película sin pretensiones, quiere mantenerte entretenido dos horas y lo consigue. Es, también, una película llena de coincidencias y casualidades, para mí uno de los temas principales de la misma junto a la más que evidente venganza... pero como le dice Jackson, el personaje de Jon Bernthal, a Charlie en un punto de la película: "¡Hombre, tu por aquí, que casualidad!" a lo que Charlie responde: "No lo creo".
Y no creo que sea una casualidad que esta película haya conseguido hacérmelo pasar tan bien en el cine.
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Y el Coronel Henderson no puede estar vivo ni de coña al final de la película. Ya hemos visto que Charlie es bastante propenso a tener alucinaciones y ver a gente que está muerta interactuando con él y con las cosas de su alrededor. Cuando Henderson entra al coche y le da la enhorabuena por lo que ha hecho, es una alucinación como una casa.
Una pena, a la peli le faltan vampiros introducidos con calzador a mitad de la película y comprar a la crítica profesional para tener un 7,5 en esta página... les queda mucho por aprender a algunas personas en Hollywood.
Una pena, a la peli le faltan vampiros introducidos con calzador a mitad de la película y comprar a la crítica profesional para tener un 7,5 en esta página... les queda mucho por aprender a algunas personas en Hollywood.
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