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Críticas ordenadas por utilidad
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2
9 de mayo de 2019
9 de mayo de 2019
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie ignora que hay películas que una vez finalizado su montaje resultan imposibles de exhibir porque, sencillamente, son malas de cojones. Auténticos bodrios que pesarán negativamente para todo el que aparezca en la ficha del film.
Da la impresión de que a "Muertos comunes" le ocurrió eso. Fue producida en 2004 y carecía de cualquier noticia sobre este despropósito de película hasta que la vi programada en un canal de televisión, a altas horas de la madrugada, y preparé el vídeo para grabarla.
Ya en las primeras escenas se detecta que estamos ante un bodrio. El sonido es de auténtico desastre y la imagen tiene tan mínima calidad -tan oscura y carente de la menor definición-, que técnicamente podrían ser superados por cualquier grupo de amiguetes aficionados a "rodar" con el teléfono móvil. Y todo ello con un guión de pena, absolutamente grotesco, sobre todo en el papel que interpreta Javier Albalá. Es, en verdad, un alter ego de Torrente pero sin atisbo de gracia alguna. Qué desastre e inverosimilidad la de este policía chulesco, asaz desagradable con todos y que grita y trata al comisario como si fuera un pelele. Y todo eso, nada menos, en la España de 1973, donde la jerarquía y la disciplina eran divisas imprescindibles en cualquier cuerpo de seguridad del Estado.
Por todo ello y más, con ese absurdo guión y pésima dirección, estaría justificado que ningún distribuidor quisiera hacerse cargo de "Muertos comunes" para ser exhibidas en los cines. Todo lo más, pasarla a las tres y pico de la madrugada en un canal de televisión de audiencia minoritaria.
Da la impresión de que a "Muertos comunes" le ocurrió eso. Fue producida en 2004 y carecía de cualquier noticia sobre este despropósito de película hasta que la vi programada en un canal de televisión, a altas horas de la madrugada, y preparé el vídeo para grabarla.
Ya en las primeras escenas se detecta que estamos ante un bodrio. El sonido es de auténtico desastre y la imagen tiene tan mínima calidad -tan oscura y carente de la menor definición-, que técnicamente podrían ser superados por cualquier grupo de amiguetes aficionados a "rodar" con el teléfono móvil. Y todo ello con un guión de pena, absolutamente grotesco, sobre todo en el papel que interpreta Javier Albalá. Es, en verdad, un alter ego de Torrente pero sin atisbo de gracia alguna. Qué desastre e inverosimilidad la de este policía chulesco, asaz desagradable con todos y que grita y trata al comisario como si fuera un pelele. Y todo eso, nada menos, en la España de 1973, donde la jerarquía y la disciplina eran divisas imprescindibles en cualquier cuerpo de seguridad del Estado.
Por todo ello y más, con ese absurdo guión y pésima dirección, estaría justificado que ningún distribuidor quisiera hacerse cargo de "Muertos comunes" para ser exhibidas en los cines. Todo lo más, pasarla a las tres y pico de la madrugada en un canal de televisión de audiencia minoritaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
ue

6,1
4.951
7
4 de noviembre de 2013
4 de noviembre de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos se han resistido a citar la analogía de este "Harry Brown" con "El justiciero de la ciudad" y la penosa saga -cada película peor que la anterior- que le tocó a Charles Bronson protagonizar por culpa de su contrato con los hermanos Golan, esos productores judíos incapaces de elaborar algo superior a la basura. Tampoco han faltado los aficionados a comparar actores involucrados en argumentos con alguna similitud, por ejemplo Caine y Eastwood, éste último empeñado en la ingenua y gastada historia del luchador de "Gran Torino" contra pandillas de macarras asiáticos, a los que ninguna Policía se encarga de detener ni ningún juez de castigar con unos añitos en la trena para después ser deportados a la tierra de la que nunca debieron salir. (¡Demonios, si también esto ocurre aquí todos los días con la gentuza que no es la nuestra!: que siguen aquí a pesar de los delitos cometidos, sin que nadie los ponga en un avión con un billete sólo de ida).
Bueno, pues a pesar de que a "Harry Brown" se le han adelantado no sé cuantos justicieros y vengadores y que llega con 35 años de retraso a este tema, a mí me ha gustado y por eso le he puesto un 7. Porque es austera, sin las indigeribles payasadas ni las poses ridículas que adoptaban los malos tras la primera entrega de Charles Bronson. Porque tiene el color apropiado para reflejar un rincón deprimente de Londres. Porque la escena en la que va a comprar las armas ya hace méritos para una buena puntuación.
No deja de llamarme la atención:
--El inevitable empedernido en estas críticas que llama fascista a todo buen hombre, como Harry Brown, que nos hace el inmenso favor de limpiar la escoria humana que se resguarda tras una barricada de garantismo legalistas y que convierte a la Policía en un instrumento de eficacia nula mientras que esos malos vuelven a actuar impunemente. Sin ir más lejos, en la barriada de Sevilla conocida como "Las 3000 viviendas", hay jubilados honrados como Harry y su amigo rodeados del peor grupo delincuencial asentado en España. Ése o ésos inevitables empedernidos que a la tarea del limpiador de escoria adjetiva de fascista, olvida sin embargo que en las comisarías de la extinta URSS no usaban más que una bala cuando les llegaba detenida una escoria similar. Entonces, ¿los limpiadores que son: fascistas o comunistas?
--El absurdo uso de la corrección política del film. Cualquiera que conozca lo suficiente el Reino Unido sabe que, en un un barrio así, los macarras chorizos de la película no serían de raza blanca. Serían los mismos que hace dos o tres años pusieron en jaque a la Policía británica lanzando cóteles molotov por la noche, quemando coches y asaltando hasta el más modesto establecimiento del barrio. Y no eran blancos, repito. Como en las 3000 de Sevilla tampoco son españoles auténticos.
-La sequía mental de los productores o los distribuidores anglosajones, a uno y otro lado del Atlántico, a la hora de poner título a una película. Da grima esa pereza tan lejana de la creatividad cuando a un film como éste se le pone Harry Brown , y santas pascuas. Es increíble este alarde obtuso de la falta de imaginación.
Pues nada, que no me arrepiento de haberme quedado hasta las tantas de la madrugada para ver que el bueno de Caine o Brown aún tiene el dedo ágil para apretar el disparador de una Glock, una Steyr o un Smith Wenson del 38 especial ("es como un ladrillo entrando por una ventana").
Bueno, pues a pesar de que a "Harry Brown" se le han adelantado no sé cuantos justicieros y vengadores y que llega con 35 años de retraso a este tema, a mí me ha gustado y por eso le he puesto un 7. Porque es austera, sin las indigeribles payasadas ni las poses ridículas que adoptaban los malos tras la primera entrega de Charles Bronson. Porque tiene el color apropiado para reflejar un rincón deprimente de Londres. Porque la escena en la que va a comprar las armas ya hace méritos para una buena puntuación.
No deja de llamarme la atención:
--El inevitable empedernido en estas críticas que llama fascista a todo buen hombre, como Harry Brown, que nos hace el inmenso favor de limpiar la escoria humana que se resguarda tras una barricada de garantismo legalistas y que convierte a la Policía en un instrumento de eficacia nula mientras que esos malos vuelven a actuar impunemente. Sin ir más lejos, en la barriada de Sevilla conocida como "Las 3000 viviendas", hay jubilados honrados como Harry y su amigo rodeados del peor grupo delincuencial asentado en España. Ése o ésos inevitables empedernidos que a la tarea del limpiador de escoria adjetiva de fascista, olvida sin embargo que en las comisarías de la extinta URSS no usaban más que una bala cuando les llegaba detenida una escoria similar. Entonces, ¿los limpiadores que son: fascistas o comunistas?
--El absurdo uso de la corrección política del film. Cualquiera que conozca lo suficiente el Reino Unido sabe que, en un un barrio así, los macarras chorizos de la película no serían de raza blanca. Serían los mismos que hace dos o tres años pusieron en jaque a la Policía británica lanzando cóteles molotov por la noche, quemando coches y asaltando hasta el más modesto establecimiento del barrio. Y no eran blancos, repito. Como en las 3000 de Sevilla tampoco son españoles auténticos.
-La sequía mental de los productores o los distribuidores anglosajones, a uno y otro lado del Atlántico, a la hora de poner título a una película. Da grima esa pereza tan lejana de la creatividad cuando a un film como éste se le pone Harry Brown , y santas pascuas. Es increíble este alarde obtuso de la falta de imaginación.
Pues nada, que no me arrepiento de haberme quedado hasta las tantas de la madrugada para ver que el bueno de Caine o Brown aún tiene el dedo ágil para apretar el disparador de una Glock, una Steyr o un Smith Wenson del 38 especial ("es como un ladrillo entrando por una ventana").
6 de septiembre de 2019
6 de septiembre de 2019
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si dijese directamente que la película es muy mala y que nadie con dos dedos de luces debería perder un céntimo ni un solo minuto en verla, quizás eso podría estimular la curiosidad y algún espectador nuevo se añadiría a la lista de los que han visionado este bodrio.
A grandes pero esenciales rasgos, el argumento va de lo siguiente: en la Norteamérica multirracial, los blancos son tan malos que organizan una purga anual para que los negros, los mestizos y de cualquier otra raza de origen no europeo se maten entre sí para aliviar al Estado de cargas sociales.
Lo más evidente de toda esta basura filmica es la intención de describir a los blancos como unos auténticos hijos de puta criminales. Y sí, también aparecen un par de blancos (la senadora y su guardaespaldas) que son presentados como héroes buenistas y que sirven como reafirmantes de que los malos malísimos pertenecen a la estirpe aria o blanca.
Toda esta patraña argumental es tan ridícula y demonizadora de los blancos que me hace pensar en quién realmente ha podido producir esta imbécil película ideológica. Huele a George Soros, el ultracapitalista magnate, como inspirador y promotor de esta especie de tebeo para subnormales, igual que ha promovido tantas otras iniciativas de todo tipo en las que los malos somos siempre los blancos. Por supuesto, en la película de marras los verdaderos héroes no son la senadora y el guardaespaldas, sino el tendero, su ayudante y la de la ambulancia; es decir, todos negros o mestizos de indígenas suramericanos.
Esta tercera entrega de la purga es pésima como producto ideológico y no menos basura como producto cinematográfico, con una dirección y un guión de auténtica carcajada. Al vertedero con ella.
A grandes pero esenciales rasgos, el argumento va de lo siguiente: en la Norteamérica multirracial, los blancos son tan malos que organizan una purga anual para que los negros, los mestizos y de cualquier otra raza de origen no europeo se maten entre sí para aliviar al Estado de cargas sociales.
Lo más evidente de toda esta basura filmica es la intención de describir a los blancos como unos auténticos hijos de puta criminales. Y sí, también aparecen un par de blancos (la senadora y su guardaespaldas) que son presentados como héroes buenistas y que sirven como reafirmantes de que los malos malísimos pertenecen a la estirpe aria o blanca.
Toda esta patraña argumental es tan ridícula y demonizadora de los blancos que me hace pensar en quién realmente ha podido producir esta imbécil película ideológica. Huele a George Soros, el ultracapitalista magnate, como inspirador y promotor de esta especie de tebeo para subnormales, igual que ha promovido tantas otras iniciativas de todo tipo en las que los malos somos siempre los blancos. Por supuesto, en la película de marras los verdaderos héroes no son la senadora y el guardaespaldas, sino el tendero, su ayudante y la de la ambulancia; es decir, todos negros o mestizos de indígenas suramericanos.
Esta tercera entrega de la purga es pésima como producto ideológico y no menos basura como producto cinematográfico, con una dirección y un guión de auténtica carcajada. Al vertedero con ella.
3
9 de febrero de 2024
9 de febrero de 2024
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es bastante probable que las críticas con una puntuación alta que se han publicado aquí se deban a la influencia y a la desmesura de los críticos profesionales. Da la impresión de que hay espectadores a los que les subyuga y seduce demasiado el surrealismo y la rareza que transpira "Pig".
Los diálogos llegan a estar a la par de Kun Fú, aquella serie de televisión pseudo orientalista emitida en la década de los 70. Es decir, demasiada verborrea sin sentido y sin un significado concreto. Lo único coherente que sale de los labios de Robin (Nicolas Cage) es "quiero mi cerda". Y todo envuelto en un celofán de misterio acerca de lo que llevó al protagonista a una vida de misántropo en los bosques de Oregón, pero que finalmente no se aclara a lo largo de la película. Se supone que la voz grabada en la casete era la de su mujer, Lori, pero no se desvela qué le ocurrió y por qué.
El ritmo de la película llega a ser desesperante, tan lento que no es aconsejable verla sin antes dormir una buena siesta.
Lo irreal, lo absurdo o como quiera llamarse, tiene picos de auténtico delirio. Véase por ejemplo lo que sucede en ese extraño subterráneo donde gente ataviada de camareros y otros desempeños de la hostelería pagan por darle una dura sesión de hostias a los pobres diablos que voluntariamente se ofrezcan a recibir la paliza. Una burda añagaza del director y guionista de "Pig" para sustraer del tedio y la somnolencia a los espectadores de la película.
Tentado estuve de darle la mínima puntuación, sin embargo me decanté por el 3, aunque sea nada más porque hay alguien que sufre, llora y se esfuerza por recuperar a una cerdita; a pesar de que Robin no es animalista ni vegano, ya que prepara platos con cadáveres de otros animales.
Más en el destripe.
Los diálogos llegan a estar a la par de Kun Fú, aquella serie de televisión pseudo orientalista emitida en la década de los 70. Es decir, demasiada verborrea sin sentido y sin un significado concreto. Lo único coherente que sale de los labios de Robin (Nicolas Cage) es "quiero mi cerda". Y todo envuelto en un celofán de misterio acerca de lo que llevó al protagonista a una vida de misántropo en los bosques de Oregón, pero que finalmente no se aclara a lo largo de la película. Se supone que la voz grabada en la casete era la de su mujer, Lori, pero no se desvela qué le ocurrió y por qué.
El ritmo de la película llega a ser desesperante, tan lento que no es aconsejable verla sin antes dormir una buena siesta.
Lo irreal, lo absurdo o como quiera llamarse, tiene picos de auténtico delirio. Véase por ejemplo lo que sucede en ese extraño subterráneo donde gente ataviada de camareros y otros desempeños de la hostelería pagan por darle una dura sesión de hostias a los pobres diablos que voluntariamente se ofrezcan a recibir la paliza. Una burda añagaza del director y guionista de "Pig" para sustraer del tedio y la somnolencia a los espectadores de la película.
Tentado estuve de darle la mínima puntuación, sin embargo me decanté por el 3, aunque sea nada más porque hay alguien que sufre, llora y se esfuerza por recuperar a una cerdita; a pesar de que Robin no es animalista ni vegano, ya que prepara platos con cadáveres de otros animales.
Más en el destripe.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
--Volviendo a lo de Lori. Parece que ella falleció y que sus restos se encuentran en una especie de columbario, y que su muerte está relacionada con la decisión de Robin de convertirse en ermitaño. No se aclara más. Y los que le han dado puntuaciones altas a la película, tan contentos.
--El único enigma que llega a resolverse es el triste destino que ha corrido la pobre cerdita. Yo también me conmoví cuando el padre de Amir se lo dice a Robin. Y aún más, que él (el padre), había encargado el secuestro del querido animal a la pareja de drogadictos que aparecen en la primera parte del filme. ¿Y para qué quería este tipo tan rico a la cerdita? ¿Un acto tan cruel sólo por la presunta habilidad de ella para descubrir trufas? Si había alguna otra intención en ese encargo para hundir aún más en la miseria emocional a Robin, éso se queda sin aclarar.
--Robin siente un dolor muy cercano al de perder a un hijo, pero retorna a su cabaña más solo todavía sin expresar ni la menor intención de ajustar cuentas con la pareja de yonquis que, además de herirle físicamente, acabaron con la vida de la cerdita. Vamos, algo del todo intragable. Tan dolorosa pérdida le sucede a más de uno de los que hemos visto la película y los cadáveres de los drogadictos aparecen clavados en sendos árboles del bosque.
--A lo largo de su corto periplo por la ciudad, ¿realmente no tiene tiempo para lavarse la cara de la sangre que la recorre y, de paso, no darse una ducha en casa de Amir? ¿Tiene que ser, incluso ésto, tan irreal y absurdo para que algunos le hayan dado hasta un 10 a semejante dislate fílmico?
--El único enigma que llega a resolverse es el triste destino que ha corrido la pobre cerdita. Yo también me conmoví cuando el padre de Amir se lo dice a Robin. Y aún más, que él (el padre), había encargado el secuestro del querido animal a la pareja de drogadictos que aparecen en la primera parte del filme. ¿Y para qué quería este tipo tan rico a la cerdita? ¿Un acto tan cruel sólo por la presunta habilidad de ella para descubrir trufas? Si había alguna otra intención en ese encargo para hundir aún más en la miseria emocional a Robin, éso se queda sin aclarar.
--Robin siente un dolor muy cercano al de perder a un hijo, pero retorna a su cabaña más solo todavía sin expresar ni la menor intención de ajustar cuentas con la pareja de yonquis que, además de herirle físicamente, acabaron con la vida de la cerdita. Vamos, algo del todo intragable. Tan dolorosa pérdida le sucede a más de uno de los que hemos visto la película y los cadáveres de los drogadictos aparecen clavados en sendos árboles del bosque.
--A lo largo de su corto periplo por la ciudad, ¿realmente no tiene tiempo para lavarse la cara de la sangre que la recorre y, de paso, no darse una ducha en casa de Amir? ¿Tiene que ser, incluso ésto, tan irreal y absurdo para que algunos le hayan dado hasta un 10 a semejante dislate fílmico?

5,4
400
7
25 de enero de 2018
25 de enero de 2018
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de la película no miente sobre el contenido de ésta; es decir, se muestra la vida en una trinchera británica y hace coincidir la acción con las vísperas inmediatas a la carnicería de la batalla del Somme, que se inició el 1 de julio de 1916 y finalizaría en noviembre del mismo año.
¿Qué se le puede reprochar a "La trinchera"? En todo caso, que es una producción de serie B en cuanto a la parquedad del escenario por donde la cámara viene y va. O sea, que lo único que vemos es una trinchera algo pequeña, justo el espacio en el que está ubicada la sección de una compañía. Para cualquiera que medianamente conozca cómo se desarrollaba la existencia de quienes habitaban esos fosos donde vivían y luchaban los soldados, llama la atención que no se recrearan los refugios donde dormían (sólo se muestra al respecto el chabolo que ocupaban el sargento Winters -Daniel Craig- y el teniente al mando de la sección). Se supone que el presupuesto de la producción se quedó corto y por eso se plasma a los soldados durmiendo al raso en cualquier hueco del talud. Pero al margen de esta inverosimilitud, se puede decir que la película está bien.
En cambio es rigurosa con la Historia en el hecho de que todos los soldados son jóvenes, muy jóvenes, entre 18 y 22 años. Ello se debe a que Gran Bretaña, cuando entró en la guerra, únicamente contaba con un ejército de tierra profesional pero muy escaso (unos 50.000 hombres). Esta fuerza estaba bien preparada para el combate, pero las batallas habidas en 1914 la dejaron prácticamente sin efectivos. Entonces se recurrió a organizar otro ejército a base de voluntarios, que fueron motivados por una intensa campaña de propaganda. Centenares de miles de jóvenes, sin tener idea de lo que les esparaba, se alistaron. Demasiados de ellos lo hicieron como si fuesen a una especie de turismo bélico, y además, a cada peña de amigos del barrio o del bar se les permitía integrarse en la misma compañía. Por eso en la película todos se conocían previamente antes de llegar a la trinchera.
Lo que ninguno de ellos imaginaba es que se verían envueltos en un fregado tan sangriento como el de la batalla del Somme. Estos datos dan una idea de lo que fue: en la primera jornada perdieron la vida 60.000 británicos, y a lo largo de los meses que duró, la cifra se elevó a casi medio millón. Sus aliados franceses tuvieron mejor suerte en la batalla y en ella dejaron la vida algo más 150.000. Por parte de los alemanes, las bajas fueron de 440.000 hombres.
Pese a la superioridad numérica de los británicos y franceses, y también pese al enorme costo de muertos y heridos, los aliados sólo llegaron avanzar sus líneas en 12 pírricos kilómetros.Todo ello se debió a la fanfarronería del mando inglés (hay una escena de la película que lo refleja muy bien cuando un coronel les dice a los soldados que cuando se inicie el asalto nada habrán de temer porque el fuego de la artillería propia no habrá dejado a ningún alemán vivo); a la pésima elección del sector donde atacarían y, por supuesto, a la nefasta y anticuada táctica de salir de la trinchera en formación cerrada, como si se tratara de una guerra del siglo XVIII y las ametralladoras aún estuviese por inventar. En los cinco minutos finales de la película, cuando avanzan a campo abierto y a plena luz del día, se recoge fielmente lo que fue aquel desastre.
¿Qué se le puede reprochar a "La trinchera"? En todo caso, que es una producción de serie B en cuanto a la parquedad del escenario por donde la cámara viene y va. O sea, que lo único que vemos es una trinchera algo pequeña, justo el espacio en el que está ubicada la sección de una compañía. Para cualquiera que medianamente conozca cómo se desarrollaba la existencia de quienes habitaban esos fosos donde vivían y luchaban los soldados, llama la atención que no se recrearan los refugios donde dormían (sólo se muestra al respecto el chabolo que ocupaban el sargento Winters -Daniel Craig- y el teniente al mando de la sección). Se supone que el presupuesto de la producción se quedó corto y por eso se plasma a los soldados durmiendo al raso en cualquier hueco del talud. Pero al margen de esta inverosimilitud, se puede decir que la película está bien.
En cambio es rigurosa con la Historia en el hecho de que todos los soldados son jóvenes, muy jóvenes, entre 18 y 22 años. Ello se debe a que Gran Bretaña, cuando entró en la guerra, únicamente contaba con un ejército de tierra profesional pero muy escaso (unos 50.000 hombres). Esta fuerza estaba bien preparada para el combate, pero las batallas habidas en 1914 la dejaron prácticamente sin efectivos. Entonces se recurrió a organizar otro ejército a base de voluntarios, que fueron motivados por una intensa campaña de propaganda. Centenares de miles de jóvenes, sin tener idea de lo que les esparaba, se alistaron. Demasiados de ellos lo hicieron como si fuesen a una especie de turismo bélico, y además, a cada peña de amigos del barrio o del bar se les permitía integrarse en la misma compañía. Por eso en la película todos se conocían previamente antes de llegar a la trinchera.
Lo que ninguno de ellos imaginaba es que se verían envueltos en un fregado tan sangriento como el de la batalla del Somme. Estos datos dan una idea de lo que fue: en la primera jornada perdieron la vida 60.000 británicos, y a lo largo de los meses que duró, la cifra se elevó a casi medio millón. Sus aliados franceses tuvieron mejor suerte en la batalla y en ella dejaron la vida algo más 150.000. Por parte de los alemanes, las bajas fueron de 440.000 hombres.
Pese a la superioridad numérica de los británicos y franceses, y también pese al enorme costo de muertos y heridos, los aliados sólo llegaron avanzar sus líneas en 12 pírricos kilómetros.Todo ello se debió a la fanfarronería del mando inglés (hay una escena de la película que lo refleja muy bien cuando un coronel les dice a los soldados que cuando se inicie el asalto nada habrán de temer porque el fuego de la artillería propia no habrá dejado a ningún alemán vivo); a la pésima elección del sector donde atacarían y, por supuesto, a la nefasta y anticuada táctica de salir de la trinchera en formación cerrada, como si se tratara de una guerra del siglo XVIII y las ametralladoras aún estuviese por inventar. En los cinco minutos finales de la película, cuando avanzan a campo abierto y a plena luz del día, se recoge fielmente lo que fue aquel desastre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Ni uno de la sección de la tropa quedó vivo para contarlo.
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