Armageddon no aporta nada nuevo en el género apocalíptico, al final el argumento se puede resumir en que, cuando un meteorito amenaza la vida en la tierra, basta con mandar un par de cohetes, una bomba nuclear, banderas norteamericanas y tanta testosterona como para reventar los remaches del transbordador.

Bruce Willis dirige a un equipo de perforadores, que de ser un poco mas bestias, se cargan el meteorito a pico y pala.

Una película con muchas caras conocidas de las que alegra ver en la pantalla, y un Michael Bay desatado. Quizás de haber sido un poco menos histriónico, nos habría recompensado con una película más disfrutable, en la línea de Con Air o La Roca.

La premisa parece en un principio original y fresca. Sin embargo en un momento en donde la trama debería alcanzar su clímax, el desarrollo pierde su rumbo y parece no tener muy claro hacia donde querernos llevar.

Es en este punto donde Mickey 17 se hace un poco incómoda, haciéndonos preguntarnos si el director tiene claro lo que nos quiere contar. Sin embargo, la interpretación de Robert Pattinson logra ser un pilar sólido que sostiene en todo momento la película y a mi en parte me hizo perdonar todo el resto de errores.

Una verdadera pena pues Mickey 17 tiene elementos para ser una obra más sobresaliente.

Fui a ver esta película sin ninguna expectativa, pues esta era una de esas veces que uno se sienta en la butaca con resignación, pues le toca elegir a tu novia.

Sin embargo tengo que reconocer que me sorprendió gratamente. Una historia en principio sencilla pero cuyos múltiplos matices perfilan una interesante reflexión sobre aspectos de la vida adulta, tales como la ausencia de un ser querido, las relaciones de pareja después de los 50 años o la maternidad en solitario.

Una película para pasar un buen rato, con un humor espontáneo incapaz de despertar una carcajada pero sí más de un sonrisa, y con algún que otro momento cautivador de esos que logran acariciar el alma.

Película muy recomendable en donde destaca la forma tan efectiva en la que se mantiene el suspense a lo largo de todo el metraje. Ralph Fiennes como siempre, destaca por una sobria actuación, que encaja con la serenidad y la mesura con la que se desarrolla toda la trama.

También destacar una fotografía que nos recompensa con escenas atractivas y sugerentes, hasta tal punto que por momentos me pareció percibir el olor a cirio e incienso característico de las iglesias.

Un película de intriga para degustar con tranquilidad, en donde de resaltar algún punto negativo, sería un desenlace un poco abrupto y que rompe con la credibilidad y el realismo que impregna el resto de la trama.

Con una duración comedida y un desarrollo inteligente, cuando se encienden las luces de la sala y empiezan a aparecer los créditos, uno no puede evitar quedarse sentado tratando de digerir lo que acabas de ver.

En todo momento no pude evitar recordar la magistral 12 hombres sin piedad, aunque el Jurado Nº2 tiene una personalidad única y va más allá, haciendo que nosotros como espectadores seamos otro jurado y nos motive a decidir un veredicto.

Sin duda hay que aplaudir la genialidad y la maestría de la premisa de la película.