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Críticas ordenadas por utilidad
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5
2 de enero de 2014
2 de enero de 2014
70 de 122 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se completa una temporada de una serie que quiero ver, me hago con ella y la veo del tirón, no sin antes volver a ver la temporada anterior. Excepto la última tanda de ocho episodios, que sólo la he visto una vez, el resto de episodios de "Breaking Bad" los he visto, al menos, dos veces. Muchos direis que es una gran inversión de tiempo en una serie para acabar poniéndola un cinco, de pasable. Es mi tibia contribución a enfriar la sobredimensionada puntuación general de esta serie, que es más que pasable, pero que está muy lejos de la obra maestra.
"Breaking Bad" ha sido una serie que ha muerto de éxito. Y mejor en cinco temporadas que en seis. Porque ya era demasiado reiterativa, porque ya eran demasiados deus ex machina. Porque el final sólo ha sido una variante hipertrofiada de la primera visita de Walter White a la oficina de Tuco Salamanca en aquella ya lejana primera temporada y me ha traído el rancio tufo de las invenciones de McGyver.
Reiterativa porque las relaciones de Walter con Jesse o con Skyler ya habían penduleado demasiado entre el odio y la colaboración. Reiterativa porque el problema siempre ha sido el de la comercialización del producto, que obligaba a Walter y a Jesse a trabajar para el cartel mexicano primero, a aliarse a ese genio del mal que era Gus Fring y a terminar sometidos a una banda de amorales neonazis.
Porque en la premisa inicial de la historia había un elemento dramático, el cáncer de Walter, que la dotaba de sentido y que se volatilizó con el éxito, volviéndo a aparecer cuando los guionistas supieron por los productores que podían quemar toda la pólvora sobrante en ocho capítulos. Y nos han dado un espectáculo pirotécnico que ha dejado chiquito al de la eliminación del cártel mexicano o a la salida de escena del demoniaco Gus.
La historia, las situaciones, los personajes, no daban más de sí. Estaban metidos en el callejón sin salida del "más difícil todavía" y ya habíamos atravesado demasiadas cortinas de humo para que nuestra suspensión de la credibilidad no estuvise seriamente resentida. Los dilemas morales que tuvieron un sentido en su principio se habían convertido en clichés. Había pasado de ser una serie muy interesante a ser una serie muy entretenida, que tampoco es poco.
Es el gran problema de estas series: si tienen éxito están condenadas a seguir enganchando al espectador utilizando todo tipo de trampas y malas artes. Una sensación similar a la que me dejo "The Shield". La primera temporada de "Homeland" me dejó ávido de más. Tras ver la segunda, me dije:"Suficiente". Son lo que yo llamo "series sin propósito". El más perfecto ejemplo de "serie con propósito" es "The Wire". Para mí, la distancia entre el "sin" y el "con" es la que media entre una serie pasable, aceptable, incluso buena, y una obra maestra.
"Breaking Bad" ha sido una serie que ha muerto de éxito. Y mejor en cinco temporadas que en seis. Porque ya era demasiado reiterativa, porque ya eran demasiados deus ex machina. Porque el final sólo ha sido una variante hipertrofiada de la primera visita de Walter White a la oficina de Tuco Salamanca en aquella ya lejana primera temporada y me ha traído el rancio tufo de las invenciones de McGyver.
Reiterativa porque las relaciones de Walter con Jesse o con Skyler ya habían penduleado demasiado entre el odio y la colaboración. Reiterativa porque el problema siempre ha sido el de la comercialización del producto, que obligaba a Walter y a Jesse a trabajar para el cartel mexicano primero, a aliarse a ese genio del mal que era Gus Fring y a terminar sometidos a una banda de amorales neonazis.
Porque en la premisa inicial de la historia había un elemento dramático, el cáncer de Walter, que la dotaba de sentido y que se volatilizó con el éxito, volviéndo a aparecer cuando los guionistas supieron por los productores que podían quemar toda la pólvora sobrante en ocho capítulos. Y nos han dado un espectáculo pirotécnico que ha dejado chiquito al de la eliminación del cártel mexicano o a la salida de escena del demoniaco Gus.
La historia, las situaciones, los personajes, no daban más de sí. Estaban metidos en el callejón sin salida del "más difícil todavía" y ya habíamos atravesado demasiadas cortinas de humo para que nuestra suspensión de la credibilidad no estuvise seriamente resentida. Los dilemas morales que tuvieron un sentido en su principio se habían convertido en clichés. Había pasado de ser una serie muy interesante a ser una serie muy entretenida, que tampoco es poco.
Es el gran problema de estas series: si tienen éxito están condenadas a seguir enganchando al espectador utilizando todo tipo de trampas y malas artes. Una sensación similar a la que me dejo "The Shield". La primera temporada de "Homeland" me dejó ávido de más. Tras ver la segunda, me dije:"Suficiente". Son lo que yo llamo "series sin propósito". El más perfecto ejemplo de "serie con propósito" es "The Wire". Para mí, la distancia entre el "sin" y el "con" es la que media entre una serie pasable, aceptable, incluso buena, y una obra maestra.

4,9
585
6
3 de mayo de 2014
3 de mayo de 2014
16 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primero aclarar que la sinopsis adjunta la ha escrito alguien que no ha visto la película. La protagonista es una cotizada modelo que vive con su hermana menor. Son huérfanas. La menor insiste en presentarle a su profesor de música. Tras un encuentro fallido, la modelo invita al profesor a su apartamento para cumplir con el compromiso de escuchar su música. Mientras escuchan la música, suena el teléfono y ella va a atenderlo a su dormitorio. El profesor, sintiéndose menospreciado, irrumpe en la habitación, agrede violentamente a la modelo, la ata a la cama con pañuelos de seda y la viola. Este es el planteamiento de la película. Después viene un juicio y después se hace justicia.
Esta peli para mí es un vicio inconfesable, de esas que sabes que no son buenas pero que te encantan. Mucho de ello tiene que ver con mi educación sentimental. La vi cuando se estrenó. Era para mayores de 18. Yo no los tenía y el cine en el que se proyectaba era el menos permisivo de mi ciudad. Fuí el único chaval de primero de BUP que consiguió verla. Mientras en el recuento de tetas que hacíamos los lunes por la mañana de las películas que habíamos visto el domingo casi todos mis compañeros llevaban las cazadas en "Las adolescentes", taquillerísimo film de Pedro Masó, yo cobré una pieza de calidad con las tetas de Margaux.
Pobre Margaux. Hermoso juguete roto. Dino de Laurentis produjó este film para lanzar como actriz a la chica que ocupaba las portadas de las mejores revistas, la supermodelo más famosa del momento. La peli tuvo un éxito de público moderado y muy malas críticas. Es una película irregular. Evidentemente,la secuencia de la violación era el meollo del drama y está bien resuelta. Es decir, resulta lo suficientemente desagradable para que nos deje sedientos de justicia. Y si no, de venganza. El último tramo de la película, tras el juicio (ojo con la abogada, que es la Bancroft), es lo menos convincente, pero es lo que yo, como espectador, deseaba. Margaux está divina con su vestido de noche rojo y su fusil.
Esta peli para mí es un vicio inconfesable, de esas que sabes que no son buenas pero que te encantan. Mucho de ello tiene que ver con mi educación sentimental. La vi cuando se estrenó. Era para mayores de 18. Yo no los tenía y el cine en el que se proyectaba era el menos permisivo de mi ciudad. Fuí el único chaval de primero de BUP que consiguió verla. Mientras en el recuento de tetas que hacíamos los lunes por la mañana de las películas que habíamos visto el domingo casi todos mis compañeros llevaban las cazadas en "Las adolescentes", taquillerísimo film de Pedro Masó, yo cobré una pieza de calidad con las tetas de Margaux.
Pobre Margaux. Hermoso juguete roto. Dino de Laurentis produjó este film para lanzar como actriz a la chica que ocupaba las portadas de las mejores revistas, la supermodelo más famosa del momento. La peli tuvo un éxito de público moderado y muy malas críticas. Es una película irregular. Evidentemente,la secuencia de la violación era el meollo del drama y está bien resuelta. Es decir, resulta lo suficientemente desagradable para que nos deje sedientos de justicia. Y si no, de venganza. El último tramo de la película, tras el juicio (ojo con la abogada, que es la Bancroft), es lo menos convincente, pero es lo que yo, como espectador, deseaba. Margaux está divina con su vestido de noche rojo y su fusil.

7,6
3.474
6
6 de agosto de 2013
6 de agosto de 2013
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está, para mi gusto, entre lo mejor de Lang. Mientras la veía me estaba acordando de "Ser o no ser", obra maestra del vodevil con nazis. En la película de Lubistch quedaba claro desde el principio el tono de comedia, pero aquí la cosa no está tan clara. La única aparición de "El verdugo" acojona, pero su histrionismo mueve a la risa. Y eso ocurre con todos los nazis de la película: sabemos que son temibles, pero dan risa. El histrionismo de los actores que los interpretan da pie a pensar que se buscaba, efectivamente, la risa. Y no me parece mala opción, pues la risa es un buen antídoto contra el miedo.
Pero los hechos que cuenta son realmente dramáticos y estos dos tonos tan opuestos colisionan y se desactivan. O drama o comedia, pero alternar ambos registros resulta contraproducente. Tal vez esa risa distanciadora sea la colaboración brechtiana al drama, pero a mí no me convence.
Realizada en plena guerra es, evidentemente, una película de propaganda. Lang salió de Alemania cuando la cosa se estaba poniendo demasiado parda. Algo vería en sus paisanos que no le gustó y si los retrata tan odiosos y ridículos lo haría con conocimiento de causa. Con algo menos de metraje y sin histrionismos hubiera resultado mejor película y más efectiva en sus propósitos. Por lo demás, una infalible puesta en escena de Lang. Este hombre siempre colocaba la cámara y las luces no sé si en el único o en el mejor de los ángulos posibles.
Pero los hechos que cuenta son realmente dramáticos y estos dos tonos tan opuestos colisionan y se desactivan. O drama o comedia, pero alternar ambos registros resulta contraproducente. Tal vez esa risa distanciadora sea la colaboración brechtiana al drama, pero a mí no me convence.
Realizada en plena guerra es, evidentemente, una película de propaganda. Lang salió de Alemania cuando la cosa se estaba poniendo demasiado parda. Algo vería en sus paisanos que no le gustó y si los retrata tan odiosos y ridículos lo haría con conocimiento de causa. Con algo menos de metraje y sin histrionismos hubiera resultado mejor película y más efectiva en sus propósitos. Por lo demás, una infalible puesta en escena de Lang. Este hombre siempre colocaba la cámara y las luces no sé si en el único o en el mejor de los ángulos posibles.

6,6
1.529
5
15 de septiembre de 2011
15 de septiembre de 2011
25 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al final, es todo lo que queda de este western, el primero, al parecer, rodado en cinemascope. Esto es debido a la endeblez de la historia y a lo poco caracterizado, tópicos aparte, de los personajes. Esta correctamente dirigida y los personajes responden a registros característicos de los actores que los encarnan: Susan Hayward como señora temperamental, Gary Cooper como héroe experimentado y caballeroso y Richard Widmark en el papel de cínico descreído pero con buen fondo.
Los aspectos técnicos rayan a la gran altura de las superproducciones de la época y, si se obvia lo incoherente de la historia, hace pasar un rato entretenido. Pero no está, ni de lejos, entre los mejores westerns de la historia.
Los aspectos técnicos rayan a la gran altura de las superproducciones de la época y, si se obvia lo incoherente de la historia, hace pasar un rato entretenido. Pero no está, ni de lejos, entre los mejores westerns de la historia.
7
9 de septiembre de 2011
9 de septiembre de 2011
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine americano de los grandes estudios siempre tuvo un punto de estilización estética. La pretensión de realismo es algo que se impuso a partir de los sesenta, con la decadencia de esos grandes estudios. Hasta entonces, las películas parecían eso, películas.
También, como ahora, los estudios daban al público lo que este demandaba. En este caso, un escenario exótico (la selva brasileña), un romance apasionado, una situación de peligro y un par de estrellas: el pétreo Heston, esforzado colono y rico hacendado, y la flamígera Parker, mujer hermosa y experimentada. Casados por poderes, sin conocerse, su relación ha de enfrentarse a la arrogancia de él, que exige que todo aquello que posee llegue hasta sus manos sin desprecintar. Y ella está desprecintada.
Seguro que el público de los cincuenta, incluidas las mujeres, no se sintió molesto por el hoy ofensivo machismo del personaje de Heston. Y aunque en estos sesenta años ha pasado mucha agua bajo los puentes, todos seguimos siendo hijos de los prejuicios de nuestra época y la humanidad de dentro de sesenta años nos mirará con la misma condescendencia y pensarán: “Que antiguos, los pobres”.
Por lo demás, me encantan estas películas en las que los estilizados decorados “cantan”. Entre los paisajes captados por la segunda unidad y proyectados en transparencia cuando aparecen los protagonistas, sets de rodaje al aire libre diseñados por el competente equipo artístico, e interiores rodados en decorados de estudio con una iluminación artificial, es muy probable que las estrellas no llegasen a pisar la selva. Y yo asumo, encantado, todas estas inocentes convenciones porque sólo quiero pasar un rato entretenido. Y lo consigo.
Resaltar que un hombro de la Parker resulta más perturbador que Sharon Stone cruzando las piernas. Es lo que tenía tanta represión.
También, como ahora, los estudios daban al público lo que este demandaba. En este caso, un escenario exótico (la selva brasileña), un romance apasionado, una situación de peligro y un par de estrellas: el pétreo Heston, esforzado colono y rico hacendado, y la flamígera Parker, mujer hermosa y experimentada. Casados por poderes, sin conocerse, su relación ha de enfrentarse a la arrogancia de él, que exige que todo aquello que posee llegue hasta sus manos sin desprecintar. Y ella está desprecintada.
Seguro que el público de los cincuenta, incluidas las mujeres, no se sintió molesto por el hoy ofensivo machismo del personaje de Heston. Y aunque en estos sesenta años ha pasado mucha agua bajo los puentes, todos seguimos siendo hijos de los prejuicios de nuestra época y la humanidad de dentro de sesenta años nos mirará con la misma condescendencia y pensarán: “Que antiguos, los pobres”.
Por lo demás, me encantan estas películas en las que los estilizados decorados “cantan”. Entre los paisajes captados por la segunda unidad y proyectados en transparencia cuando aparecen los protagonistas, sets de rodaje al aire libre diseñados por el competente equipo artístico, e interiores rodados en decorados de estudio con una iluminación artificial, es muy probable que las estrellas no llegasen a pisar la selva. Y yo asumo, encantado, todas estas inocentes convenciones porque sólo quiero pasar un rato entretenido. Y lo consigo.
Resaltar que un hombro de la Parker resulta más perturbador que Sharon Stone cruzando las piernas. Es lo que tenía tanta represión.
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