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Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
9 de junio de 2018 Sé el primero en valorar esta crítica
Dentro del cine de superhéroes, la propuesta de "Deadpool" (2016) consistía en unir en una sola película a parodia al género mientras se contaba una histórica que podríamos considerar clásica en el mismo, la del origen del héroe. Todo aderezado con constantes rupturas de la cuarta pared y muchas risas. El resultado no pudo ser más satisfactorio, y dos años después, la fórmula se repite buscando el éxito inesperado de su predecesora, pero esta vez, a sabiendas.

"Deadpool 2" no se toma nada en serio, y esta idea, pese a ser la principal baza con la que podríamos pensar que juega, se convierte a la vez en un arma de doble filo, pues corre el riesgo de no tomarse en serio ni siquiera a sí misma, aún dentro de la chanza y la comedia. Esto se entiende mejor si atendemos a algunas partes del argumento, idea en la que se profundizará en la zona spoiler.

La película pretende ocultar algunas carencias en su propio humor, y aunque lo consigue, termina por resultar contradictorio con la trama mucho más dramática que subyace en las motivaciones y evolución de los personajes. Al final, resulta en cierto modo artificial, forzado e inverosímil, y este mal se acrecenta a medida que, proporcionalmente a que se presenta una comedia más directa, también se profundiza en un drama que no deja de ridiculizarse a sí mismo sin pretenderlo. Esto último, siendo sinceros, es capaz de sacarte de la pantalla en más de una ocasión.

Las actuaciones resultan correctas, destacando por supuesto a Ryan Renolds, que hace un excelente papel como héroe tragicómico, consolidando a Wade Wilson como uno de sus personajes estrella. Las incorporaciones de Josh Brolin y Zazie Beetz, además, añaden frescura y buena interpretación a una saga que necesitaba de secundarios potentes. Alguno de los personajes antiguos, como Coloso, mejora, mientras que otros, como Negasonic, se pierden entre los recursos cómicos, que se demuestran definitivamente como mayor virtud y a la vez mayor lastre de la solidez de la cinta.

El ritmo, pese a arrancar de forma algo lenta, termina por ser un punto a su favor una vez que la trama avanza.
La alta nota, a pesar de todo, se justifica porque "Deadpool 2" triunfa en todo lo que se propone en un principio, pues no busca nada más de aquello que ofrece. El espectador sale del cine entretenido y habiendo soltado unas cuantas carcajadas, y aunque no aporte nada que no diera en su momento su predecesora, los momentos de brillantez que muestra merecen ser tenidos en consideración.

Con todo, y con permiso de su predecesora y quizá de "Logan" (2017), "Deadpool 2" puede considerarse como la mejor película de la decena que compone el universo mutante de Fox, si es que realmente, teniendo en cuenta el cariz de esta serie, no podemos considerar el "Universo Deadpool" como una realidad en sí misma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hablar de los chistes de "Deadpool 2" es, sin ser ironicos, parte del destripe que puede hacerse de la película. Los diálogos cómicos de los personajes, indudablemente divertidos, pueden para algunos espectadores perder fuelle y gancho una vez que se cae en la cuenta de que en muchas ocasiones sólo se utilizan para tapar huecos, residiendo su comicidad en limitarse a hacer una referencia inesperada a un personaje de la franquicia mutante, un elemento de la cultura pop (aunque a veces incluso desfasada, como ocurre con las relacionadas con el dubstep), un mal recuerdo de la carrera profesional de Ryan Reynolds o un guiño a Marvel Studios o DC Comics.

Y sin embargo, uno se ríe muchísimo, ya sea con la breve pero intensa aparición de la X-Force o los poderes regenerativos de Wilson cuando pierde las piernas, y explota a carcajadas cuando esas bases culminan en la memorable escena post-créditos.

Porque quizá la mayor carencia argumental de "Deadpool 2" esté en su trama más dramática, que termina por ser deshecha con rapidez en esa misma escena con un "Deus ex machina" de impacto insignificante, haciendo carecer de valor y sentido tanto la pérdida de Vanessa como toda la subtrama sobre los efectos de su muerte en Wade, eje central de su desarrollo como personaje en el film.

Sacrificar el pilar argumental de un protagonista por un chiste el cual directamente estás enlazando con la cuarta pared es ta arriesgado que atraviesa la barrera de lo inverosímil. Por esto "Deadpool 2" se acerca más al genero de la parodia cómica, donde es sobresaliente, que al de una adaptación fidedigna del personaje del cómic, que si bien se encuentra excelentemente caracterizado en sus formas por Reynolds, pierde todo en su fondo.
21 de diciembre de 2019
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Edit: Mi nota original fue "6". Tras un revisionado, decido bajarla al "3".

J.J. Abrams lo tenía difícil. Tras introducir en “El Despertar de la Fuerza” (2015), con un formato entre la secuela, el remake y el homenaje, las bases de la que sería su trilogía de “Star Wars”, dos años después llegaría el que se convertiría en el mayor obstáculo a resolver de esta tercera entrega. Rian Johnson haría saltar por los aires cualquier tipo de planteamiento previo hecho en su “Los Últimos Jedi” (2017), que independientemente de su crítica, claramente alteraba de forma absoluta el devenir de los acontecimientos y las fórmulas que Abrams había querido comenzar a trabajar en su primera parte, dejando la trama en un punto muerto que irónicamente precipitaría a esta última película a resolver en poco más de dos horas un nudo gordiano que ni siquiera se había planteado o dejado intuir previamente.

“El ascenso de Skywalker” (2019) no es una mala película de entretenimiento, pero sí es una mala película de “Star Wars”, lo cual no es extraño ya en esta época Disney, cuando en la franquicia ya son más comúnes los malos sabores de boca que los buenos. El problema principal y que condiciona toda la experiencia ya lo hemos tratado en la introducción: Esta película parece la secuela de un Episodio que solo existe en la cabeza de J.J. Abrams, más que el desenlace final derivado de “The Last Jedi”.

Y este va a ser el debate que indudablemente protagonizará e incluso podemos atrevernos a decir que monopolizará todos los comentarios sobre la “nueva nueva” trilogía a partir de ahora, si realmente era tan complicado establecer una coordinación narrativa entre episodios desde el comienzo en lugar de entregarse a la improvisación de los directores, resultando en un daño más letal que la propia orden Sith.

Comienza bien. Y sí, cumple en muchas facetas: es un buen blockbuster de acción y entretenimiento para pasar la tarde con los amigos o la familia, es también un nostálgico y hasta emocionante homenaje al pasado de la franquicia en muchos momentos, que se convierten en los mejores de la película, y por supuesto es un gran anuncio de juguetes y funkos Disney de cara a la campaña navideña (aunque me atrevo a decir que no se alcanzará al impacto de “Baby Yoda”). Pero si dejamos eso a un lado, no se puede evitar pensar en un producto insuficiente que ha desaprovechado decenas de elementos que estaban ahí para ser usados y crear la historia más épica jamás contada en la gran pantalla, y que ha apostado por el recurso fácil en algunos momentos de forma pobre, apresurada e incluso incoherente. La última media hora es posiblemente de los desenlaces más descafeinados, presuntuosos y a la vez anticlimáticos posibles.

En lo que refiere a las actuaciones la línea general sigue la de anteriores episodios. Un soberbio Adam Driver que hace lo que puede con lo que le dan, una Daisy Ridley que demuestra ser una buena protagonista de acción, pero poco más, y un resto de elenco coral donde no se puede decir que destaque nadie por encima del resto pero que cumple.

La banda sonora, genérica y falta total de ideas, recicla con absoluto descaro los tres "leitmotiv" que ha venido usando desde “El despertar de la fuerza” y de propina convierte la marcha imperial en un recurso abusivo y manido, terminando por hacer desaparecer su aura de tema del mal de forma casi indignante. Doble el pecado cuando algunas de las escenas más intensas y esperadas de toda la franquicia se muestran con sonido ambiente y sin ningún tipo de efecto que refuerce su cariz épico. ¿Se atrevería alguien a eliminar “Duel of the Fates” de la gran batalla de sables láser al final de “La amenaza fantasma” (1999)? Aquí sí se atreven, y con muy poco acierto.

Como opereta galáctica de inspiración clásica, shakesperiana y ejemplar del “viaje del héroe” de J. Campbell, este film necesitaba de todos los elementos posibles para hacer de sí un espectáculo fastuoso, épico y grandioso. Más aún si hablamos de su episodio final, más aún si durante los tráilers se nos han presentado rearmonizaciones musicales muy superiores a lo visto en la película, y más todavía si hablamos de John Williams y "Star Wars". Pero tristemente, esto no ha ocurrido.

Por desgracia, “El ascenso de Skywalker”, como obra audiovisual tampoco está a la altura de “The Last Jedi” en su apartado fotográfico, e incluso podríamos decir que artísticamente está a un nivel inferior a “El despertar de la fuerza”. Los nuevos escenarios no resultan ser tan carismáticos como otros y en algunos momentos no dejan de ser copias a los ya vistos con anterioridad. Los más interesantes resultan ser aquellos metarreferenciales con la trilogía clásica, y hasta estos se encuentran terriblemente desaprovechados.

En conclusión un final a la altura, muy baja, de lo esperado, y que por lo tanto gustará a quien disfrutó de las anteriores, pero que no pasará a la historia como “La venganza de los Sith” (2004) o, sobra decir, “El retorno del Jedi” (1983). Si este era el final de “la saga de Skywalker”, mucho más interesante sería plantear ese final en “The Last Jedi”, y entender este Episodio IX como, ahora sí, el comienzo de otra cosa.

Lo verdaderamente grave del legado de “The rise of Skywalker” reside en su voluntaria intención de marcar huecos argumentales y lagunas que, en un futuro, puedan se rellenadas por películas, cómics, series de Disney+ y videojuegos. Movimiento comercial completamente lícito, pero que arrastra hasta el abismo cualquier tipo de aportación cinematográfica de la saga.

Ahora que finalmente Disney se ha liberado de esos lazos con el pasado que tanto ansiaba romper, son libres de establecer un nuevo canon, con nuevos personajes y aventuras, y con lo que se intuye que será un nuevo universo al estilo de lo ya visto con las adaptaciones de Marvel. Si son capaces de igualar a la creación de George Lucas hace ya 42 años, solo el tiempo lo dirá. Aunque, visto lo visto, lo más razonable es apostar por el no.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En lo que refiere al argumento, ya con spoilers, se convierte en una tarea inabarcable señalar cada punto por el cual esta película no tiene propósito ni llega a ningún punto al que no hubiéramos llegado ya en la anterior, más del gratuito “final feliz” con la muy pobre redención de Kylo Ren y la desaparición de la Primera Orden. Sin embargo, todos los fallos argumentales de “El ascenso de Skywalker” se resumen en tres ideas.

La primera está en el propio planteamiento argumental de esta trilogía, ejemplificado en el regreso de Darth Sidious como villano final. Su rápida introducción lo evidencia como un recurso de última hora, una forma de Abrams de reintroducir esa figura de poder absoluto a batir una vez eliminado Snoke por Ryan Johnson. Si en “The Last Jedi” queda clara la idea de que se quería convertir a Kylo Ren en un villano absoluto y evitar cualquier tipo de arrepentimiento, Abrams ahora, buscando el final feliz del personaje, necesitaba de alguien que ocupase ese lugar originalmente destinado a Snoke, que queda reducido a una triste herramienta del viejo emperador. El recurso de mantener con vida a Palpatine oculto durante décadas, sin ninguna mención o pista previa en la saga, es un clarísimo “deus ex machina” que demuestra la increíble falta de coherencia y cohesión a la hora de establecer el argumento general de esta trilogía, lastrando por completo los clímax que seguramente Abrams tenía pensados desde "The Force Awakens" tras su forzosa transformación después de "The Last Jedi".

La aparición de los caballeros de Ren, desaparecidos en el último film y recuperados ahora sin posibilidad de profundizar ya en su vínculo con Kylo Ren o el lado oscuro, reducidos a una mera guardia pretoriana, es otra víctima de la falta de acuerdo entre ambos directores. Phasma siendo definitivamente descartada de la trama individual de Finn y quedándose sin aparición final o el General Hux empujado a ser un personaje anodino y sin peso en la Primera Orden tras su rol casi cómico en "The Last Jedi", siendo relegado por el nuevo General Pryde son otras muestras de lo difícil que lo ha tenido Abrams para volver a encauzar las ideas originales de su trilogía después del Episodio VIII.

La segunda idea, derivada de la primera, es la presura de esta película por desarrollar ciertas tramas a las que quizá se tendría que haber renunciado si, realmente, no iban a tener una continuidad real dentro del film.
Como ejemplo muy claro de todo esto tenemos la introducción apresurada de argumentos amorosos, con algunos personajes teniendo hasta cuatro frentes abiertos en este sentido, sin concluir ninguno de ellos.

La tercera, que Disney tiene mucho por hacer si de verdad quiere que lo viejo muera y lo nuevo reine, si es que de verdad esa es la declaración de intenciones que tanto se ha repetido substancialmente. Si en una película que quiere marcar un final y un nuevo comienzo brillan con mucha más fuerza Lando Calrissian, C3P0, Chewbacca o hasta el fantasma de Luke Skywalker que Finn o Poe Dameron, es que algo va muy mal. Que los supuestos co-protagonistas de la rebelión junto a Rey se sientan en esta película constantemente como un pego impostado, tal y como ya ocurría en The Last Jedi (recordemos la tediosa aventura en el casino de Canto Bight que derivó en nada), no se augura nada bueno para el futuro. Lo mismo puede decirse en el reverso tenebroso, donde vemos a un emperador Palpatine que a pesar de sus múltiples defectos y a la ya dicha incomprensión de su presencia, deja en mantillas a Snoke, o los ya convertidos en broma Hux y Phasma, directamente eliminada ya de la franquicia.

Ahora, con el cierre definitivo del eterno conflicto Jedi-Sith y la desaparición final del Imperio con victoria de la Resistencia, Disney tiene la oportunidad, y la obligación, de crear su propio nuevo universo de Star Wars y convencer de que tienen realmente una buena historia que contar. Difícil lo tienen, desde luego.
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