Realmente infumable, tostonazo, tiempo perdido.
No entenderé nunca, la nueva manía de alargar sí o sí el metraje de las películas de super héroes hasta límites irracionales.
Cuando la película es medianamente decente, tiene un pase, pero cuando no hay por donde cogerla...

Mira que podía haber aprovechado la hora y media que dura para híncame agujas entre las uñas o para que alguien se dignase a darme patadas en las glándulas seminales. Cualquiera de las dos opciones hubiera sido más disfrutable que está película. Ni original, ni divertida, ni da miedo...
Completamente prescindible.

Sosa y sin gracia. No aporta nada nuevo al género, pero es que no siquiera cumple con alguno de los conceptos clásicos del género.
No es ninguna maravillosa historia de amor, tampoco cumple como comedia, especialmente, porque no tiene ninguna gracia. Ningún momento, ni mínimamente, recordable.
En definitiva, un nuevo producto de la cadena de montaje Netflix sin ningún interés. No les gustará ni a los amantes más apasionados al género.

Para ver películas de autor o de tramas complicadas, pues mejor otra película. La nueva creación de Santiago, tercera, pero seguro que no última de la saga, llega sin la intención de engañar a nadie. Más de lo mismo. Y demonos prisa, que no crezcan mucho los niños. Pero dentro de sus muchas limitaciones, me parece un producto familiar más que correcto. Es más, me atrevería a decir que es la más divertida de las tres. Un grupo de niños simpáticos, algún que otro personaje curioso y uno o dos actores y actrices con tablas, hacen de esta una película en su género más que aceptable. Olvidándonos de que las actuaciones en general son bastante mediocres, que los diálogos estan metidos con calzador y que la publicidad encubierta aparece por todas partes... es una película divertida.
Para mi una buena película familiar, si te gustaron las anteriores, está también.

La primera tenía un cierto interés, supongo que por la novedad y en general entretenía y resultaba simpática para todas las edades. En esta segunda, se repite la fórmula, cambiando el género de los progenitores y hace agua por todas partes. Así como en la primera el protagonismo era de los niños, apoyado por momentos por los padres, en esta, el protagonismo absoluto es de una Paz Vega sobre actuada y fuera de lugar y una Paz Padilla en su papel cansino de siempre. En general, con el cambio de registro, Segura ha encontrado un nicho de mercado en el que se mueve solventemente, pero en esta ocasión falla estrepitosamente.
En definitiva, ni entretiene, ni es simpática ni nada de nada.