Actores francamente malos. Inexpresivos.
Guión sin cadencia. Huecos varios en los personajes.
Nula sensación de suspenso y un terror de plástico absolutamente inverosímil.
Situaciones incongruentes hasta la exasperación.
Una vergüenza de film.

Este film demuestra a todas luces los límites de Antonio Gasalla como actor. Cómico reconocido de la Argentina, se hizo famoso por representar casi únicamente a mujeres en genial clave satírica. Más allá de aquel éxito propio de los años noventa, con Dos hermanos queda demostrada su escasa versatilidad actoral. No puede sobrellevar este papel dramático en ninguna parte de la película y, por cierto, el guión desvariado y la habitual sobreactuación de Graciela Borges no ayudan en absoluto. Nadie espera que Gasalla recupere la comicidad de sus personajes en esta cinta, sino que interprete a otro de características muy diferentes. Y no lo consigue. La película está llena de tópicos y de situaciones previsibles, desde la obvia referencia a la tragedia de Sófocles hasta un final que podría convertirse en el rey de los lugares comunes. En todo caso, con este trabajo, queda al descubierto una vez más la deficiente formación escénica de los argentinos (salvo excepciones muy contadas como Julio Chávez y algún otro) y la enorme dificultad de encontrar un buen director de actores. Los diálogos parecen leídos y la gestualidad no tiene cadencia... mientras uno habla, el otro espera, impávido, sin moverse.. y así se suceden parlamentos sin vitalidad. Tal es lo que ocurre una y otra vez en la película. Notable, sin embargo, el rol de los actores secundarios. Omar Núñez y, sobre todo, Rita Cortese, excelente actriz, siempre desaprovechada y sólo convocada para trabajos menores y apariciones esporádicas.

Típica serie cuyo único objetivo consiste en hacer del tipo guapo, elegante y políticamente incorrecto el centro de todas las miradas. Parece sólo pensada para mostrar la gestualidad del actor principal y se queda en eso. No hay situaciones de suspenso, y combina el humor y la argucia detectivesca de una manera muy cursi. Parece que estuviésemos viendo una serie tonta de los años 1980, con situaciones inverosímiles que pretenden ser graciosas y con situaciones argumentales y despliegues actorales que nunca se asumen con seriedad. Alguien dijo por ahí que simula ser Nueve Reinas: lejos, muy lejos de la sobriedad, del humor irónico y de la expectativa permanente que genera la película. Una serie para olvidar. Y muy pronto.