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7
12 de septiembre de 2012
12 de septiembre de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realismo mágico de "Amélie" se da un vuelco en "Poulet aux prûnes" para convertir aquella felicidad, aquella sonrisa y aquellas ganas de vivir con la que uno salía del cine después de descubrir a Audrey Tatou, en melancolía y un punto de amargura. Como en las grandes historias de desamor, es imposible no empatizar con la tristeza del protagonista aunque cueste entender su resentimiento vital. La gracia de este film es camuflar el melodrama debajo de una atmósfera de cuento de "Las mil y una noches", que guarda escenas cómicas, de slapstick, chistosas, en los recovecos de un guión que antepone la forma al contenido, la estructura a la historia (el argumento se revela entero en los 10 primeros minutos). Gran interpretación de un casi irreconocible Mathieu Amalric y magnífica partitura: sin ser tan pegadiza com la de "Amélie" obligará a los espectadores a navegar por Spotify.

5,7
47.426
5
26 de agosto de 2013
26 de agosto de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados del siglo XXII, la Tierra es un suburbio de si misma. Y los ricos se han montado un Cielo paralelo que orbita alrededor...A pesar de su sencillez, como planteamiento inicial es bueno, más: resulta francamente conmovedor y creíble. Los efectos especiales para la recreación de estos dos mundos son extraordinarios, incluso la forma con la cual el segundo somete al primero. A partir de un arranque así, el planteamiento es eficaz: héroe, amigo de héroe, novia de héroe con problemas, enemigo bueno que acaba siendo aliado (y con toque 15-M) y los malos... A saber: el malo sutil y el malo malísimo bruto. A partir de aquí y, siendo evidente desde el principio que el motor de la película iba a ser entrar a Elyseum (o sea el Cielo de los ricos), había dos posibilidades: centrar el argumento en una reflexión, más o menos profunda, sobre el elitismo, la pobreza y la seguridad de algunos que pasa por encima de los derechos de todos los demás, para conseguir un film que, poco o mucho, pudiera recordar a los grandes hitos del cine futurista como "Blade Runner", "2001", "El planeta de los simios" o incluso "Matrix", "Terminator" y "Mad Max"... O ser una más de tantas películas de acción, persecuciones, fuegos artificiales y explosiones a mansalva. Imaginen ustedes qué eligieron.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
¿Por qué el director (o a caso los productores) deciden dar el máximo protagonista al malo bruto en vez de al malo sutil? ¿No era más prometedor un cara a cara entre Matt Damon y Jodie Foster (¡no comparten ni una escena!) -no por los actores en sí, sino por los roles que representan- que una serie de encontronazos a hostias entre dos robocops? Quizá la respuesta esté en el propio planteamiento del film: ¿donde hay más público, entre los que prefieren acción y tortazos, o entre los que prefieren una película que haga reflexionar?
6
24 de enero de 2013
24 de enero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine también es esto o quizás -pensarían muchos- es esencialmente esto: espectáculo, evasión de la realidad, entrar de lleno en un mundo irreal, onírico, veloz... y salir del cine con ganas de ser un hobbit o un elfo o un enano y tener una geneaología que conecte con reyes míticos y princesas secuestradas. Y que la vida sea una aventura contínua sin otra obligación que cumplir una promesa que nos hará más sabios. Orquestrado todo con una música pegajosa pero no abominable, toques de humor que agudicen nuestro ingenio y un pasado épico.
El Hobbit es exactamente esto, que es lo que uno espera ver cuando entra en la sala y se apagan las luces. En este sentido no defrauda aunque en algun momento se aletargue un poco (¡craso error!) y uno tenga la sensación de déjà vu... pero no por las criaturas y los decorados que desfilan ante sus ojos sino por la estructura de la película que, como en La comunidad del anillo, termina conformando un grupo con una misión a resolver en las siguientes entregas.
El Hobbit es exactamente esto, que es lo que uno espera ver cuando entra en la sala y se apagan las luces. En este sentido no defrauda aunque en algun momento se aletargue un poco (¡craso error!) y uno tenga la sensación de déjà vu... pero no por las criaturas y los decorados que desfilan ante sus ojos sino por la estructura de la película que, como en La comunidad del anillo, termina conformando un grupo con una misión a resolver en las siguientes entregas.

7,2
60.702
9
16 de enero de 2015
16 de enero de 2015
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película con una actuación soberbia del nuevo rostro de Sherlock Holmes, en un papel que le va como anillo al dedo, siendo que Alan Turing, el protagonista a quien da vida, fue un genio de las matemáticas, frío en el trato humano, imperturbable en su visión lógica del día a día, poco dado a las metáforas (o así lo pintan en este biopic). En cualquier caso, el film consigue atrapar al espectador y tensar al máximo la acción, a pesar de que la búsqueda principal, la manera de descifrar los mensajes encriptados de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, es de tal complejidad que ningún cerebro común puede entenderla. Pero da igual. La empatía con Turing-Cumberbratch, mientras Londres es bombardeada y los aliados ceden terreno, las ganas que la inteligencia le pueda a la estulticia militar, lo pone fácil; incluida una estructura argumental que, al principio, es compleja, pues mezcla tres tiempos (y aquí, un reconocimiento para el actor que encarna a Turing de niño, nada a envidiarle al adulto).
El título (sin contar el paréntesis) se revela como la perfecta metáfora de la vida del protagonista, que debe aprender a comportarse como lo que no es, como un tipo "normal" para la época, mientras construye una máquina que quiere imitar el cerebro humano para comprender, de alguna forma, como los alemanes cifran sus mensajes.
El título (sin contar el paréntesis) se revela como la perfecta metáfora de la vida del protagonista, que debe aprender a comportarse como lo que no es, como un tipo "normal" para la época, mientras construye una máquina que quiere imitar el cerebro humano para comprender, de alguna forma, como los alemanes cifran sus mensajes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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En fin, y quizá lo mejor: el argumento es tan potente y el guión esconde tan bien lo verdaderamente esencial de la vida de Turing, su homosexualidad, su suicidio a causa de una aberrante condena, y la importancia de sus investigaciones, nunca reconocidas (sólo 50 años más tarde), que el final causa un "shock" difícil de explicar. Incluso el resumen, con letras impresas en pantalla, de "lo que pasó después" consigue un verdadero clímax emocional, cuando se cuenta que su máquina, su Christopher, fue el precursor de los ordenadores. (Por lo menos para aquellos que de Turing sólo conocíamos, muy vagamente, el nombre por el famoso test).

6,3
29.188
5
19 de febrero de 2013
19 de febrero de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasan los días y en el recuerdo quedan dos cosas: una magnífica fotografía, con unos interiores cargados de esta semiobscuridad que nos retrotrae a una época sin luces de neón, fantásticamente captada; y él, claro: Daniel Day-Lincoln o Abraham Day-Lewis, llámenle como quieran. Supongo que la imagen, para el público americano, de este ídolo y padre la patria, icono del país, habitual en los bolsillos en forma de billete, hecho carne y movimiento, debe de haber sido tan bestial, que a Spielberg y al resto del film se lo perdonan todo. Sí: la película merece la pena sólo por él, incluso para los europeos que no tenemos al archifamoso presidente americano entre nuestras efigies de referencia. Y quiero suponer que para este mismo público yanqui, los capítulos y subtramas de este momento glorioso de su Historia deben ser tan conocidos y estudiados como la Guerra Civil para los españoles o la Revolución Francesa para los galos, de forma que la lluvia torrencial de nombres y datos y acciones alrededor de la aprobación de la 13a enmienda no sólo no cansan, ni aturden, sino que incluso son gratos de reencontrar en pantalla. Para los no familiarizados con la intrahistoria americana, la primera hora del film es, simplemente, incomprensible. Spielberg y su guionista dan por hecho que todo espectador sabe de qué le hablan, con lo cual, no se molestan en ser mínimamente pedagógicos.
Pero cuando, superada esta primera fase, empieza la búsqueda de congresistas susceptibles de cambiar de opinión, la trama no mejora, empeñado como está el director en mostrarnos la faceta humana del gran Lincoln: esposo abnegado de una mujer medio loca, padre preocupado y bondadoso, que sabe jugar con el hijo pequeño a la vez que se preocupa por el mayor, hombre con un sinfín de anécdotas que disfruta explicándolas y mostrándose cercano a todos sus colaboradores...
Simplemente, aburre. Y eso, contando con la reencarnación del homenajeado y los muchísimos recursos que tenía el director, es imperdonable. Y más después de una serie como "El ala oeste de la Casa Blanca", que sentó las bases para explicar los entresijos de la política como si fueran una película de aventuras o de espionaje. Tal vez el peor error de Spielberg fuera no pedir el guión a Aaron Sorkin. La grandiosidad de los personajes (de Lincoln y de todos los que le rodean, archiconocidos para su público, aunque aquí nadie sepa quien son) le pierde y, preocupado por recrear una atmósfera irrepetible, se olvida de aquello que siempre hizo bien: contar una historia.
Pero cuando, superada esta primera fase, empieza la búsqueda de congresistas susceptibles de cambiar de opinión, la trama no mejora, empeñado como está el director en mostrarnos la faceta humana del gran Lincoln: esposo abnegado de una mujer medio loca, padre preocupado y bondadoso, que sabe jugar con el hijo pequeño a la vez que se preocupa por el mayor, hombre con un sinfín de anécdotas que disfruta explicándolas y mostrándose cercano a todos sus colaboradores...
Simplemente, aburre. Y eso, contando con la reencarnación del homenajeado y los muchísimos recursos que tenía el director, es imperdonable. Y más después de una serie como "El ala oeste de la Casa Blanca", que sentó las bases para explicar los entresijos de la política como si fueran una película de aventuras o de espionaje. Tal vez el peor error de Spielberg fuera no pedir el guión a Aaron Sorkin. La grandiosidad de los personajes (de Lincoln y de todos los que le rodean, archiconocidos para su público, aunque aquí nadie sepa quien son) le pierde y, preocupado por recrear una atmósfera irrepetible, se olvida de aquello que siempre hizo bien: contar una historia.
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