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8
16 de agosto de 2019
16 de agosto de 2019
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Erase una vez en Hollywood" tras su estreno en el Festival de Cannes, con campaña anti-spoiler de por medio, llega a nuestras salas la novena película de Quentin Tarantino, penúltima de su filmografía, debido a la promesa (mantenida) de retirarse a su décimo film como director. Siguiendo la estela de muchos de sus proyectos, llenos de cinefilia y amor al séptimo arte, el director de Tennessee se lanza, por primera vez, a retratar, desde dentro, el mundo en el que trabaja, retrocediendo a finales de los 60, para mostrarnos los entresijos de ese Hollywood de almas perdidas, en el que vagaban actores en decadencia junto a otros en la cúspide de su carrera. Con una mirada de cierta ternura, que pocas veces ha mostrado Tarantino, “Erase una vez en Hollywood” se convierte, probablemente, en una de las películas más atípicas de su carrera.
Y es que es muy complicado hablar de la última película del director de “Pulp Fiction”. Con muchas de las señas de identidad que le caracterizan (duraciones extensas, diálogos rápidos y ágiles, violencia explicita…), el retrato de un mundo que estaba cambiando por completo se antoja mas íntimo de lo que acostumbra. Deteniéndose en sus personajes de manera mucho más calmada, dándonos momentos emocionantes y bonitos, como ese visionado de Sharon Tate sobre una de sus últimas películas, en un cine donde nadie la reconoce y donde disfruta, cual sueño, de la reacción positiva del público hacia su interpretación (en ese mas que tierno reflejo de una Margot Robbie que está viendo a su alter ego real en pantalla, en una de sus últimas interpretaciones).
De esta manera, entre otros muchos ejemplos que podrían darse, se abre un melancólico dialogo entre realidad y ficción que será la piedra angular de la película de Tarantino, dispuesto a re-interpretar la historia de Hollywood a su manera, cambiando todo aquello que no le complazca, cual cuento de hadas.
Aprovechándose de aquellos aspectos que ama: la serie B, el western televisivo, las películas de artes marciales (aparición maravillosa y desternillante de Bruce Lee de por medio) … Tarantino realiza algo así como su “Ed Wood” personal, regalando amor a esos perdedores del cine. Se muestra, para ello, mas dilatado que en otras ocasiones, y quizá, también, menos redondo en la conexión de una historia cuyo hilo conductor es más débil de lo que nos tiene acostumbrados. Haciendo un retrato más íntimo de personajes, “Erase una vez en Hollywood” se queda coja en cuanto estructura de la historia se refiere.
Es cierto que durante mucho tiempo del metraje uno se siente confundido, no logra vislumbrar del todo bien lo que pretende Tarantino con unas historias diversas que parecen no llevar hacia ninguna parte. Y, finalmente, algo así es. Aunque la conexión exista, es mucho mas floja de lo que uno podría esperar de su director.
Esto nos da elementos buenos y malos: el bueno, es que, como antes comentábamos, podemos ver a un Tarantino más crepuscular, más íntimo, más interesado en sus personajes que en lo que les rodea; lo malo, por su parte, es que la sensación de acabado redondo que muchas veces suele tener su cine, aquí se disipa, para dejar paso a una sensación extraña, algo agridulce, como si uno sintiese que podía haber dado de más este guion, que lejos que antojarse largo (teniendo en cuenta su duración), parece quedarse corto en ocasiones.
Es esta sensación rara de la que hablamos la que le deja a uno sin saber bien que opinar acerca de esta "Erase una vez en Hollywood", la historia de Rick Dalton y su doble de acción, que parecen ser la excusa de Tarantino para hacer un viaje a través de los escollos de ese Hollywood en transición, con los Manson campando a sus anchas.
Teniendo la estaca de la historia en estos dos personajes, que regalan escenas antológicas (esa visita de Brad Pitt a la granja de los Manson, todo el rodaje de ese capitulo piloto, de un western, donde DiCaprio comienza a vislumbrar su posición en la industria actual…), el resto de historias, interesantes en general, pero poco desarrolladas, parecen ser finalmente un boceto a medio dibujar que le sirve a su director para jugar a los “Malditos Bastardos” y entregar un tercio final mas propio de él, hiperviolento y descarado.
Ahora bien, aunque no conecte todo como debería, aunque se noten flecos sueltos o uno tenga la sensación de que algo le falta al esqueleto de su historia, Tarantino se las arregla para realizar el que, probablemente sea, el final mas bonito de su carrera. Unos cinco minutos finales (plano final incluido) que muestra a ese Tarantino mas melancólico del que hablábamos, uno de los principales puntos fuertes de esta "Erase una vez en Hollywood".
Es por ello que, en definitiva, es muy probable que no estemos ante una de las grandes películas del director. Muchos verán en ella, incluso, una de las más flojas o menos completas, que tampoco es el caso. Podríamos decir que "Erase una vez en Hollywood" es una de las más personales, teniendo en cuenta la extraña sensación que puede ocasionar esto.
Esta reseña completa y muchas más en.
http://www.henrytecadelcine.com
Y es que es muy complicado hablar de la última película del director de “Pulp Fiction”. Con muchas de las señas de identidad que le caracterizan (duraciones extensas, diálogos rápidos y ágiles, violencia explicita…), el retrato de un mundo que estaba cambiando por completo se antoja mas íntimo de lo que acostumbra. Deteniéndose en sus personajes de manera mucho más calmada, dándonos momentos emocionantes y bonitos, como ese visionado de Sharon Tate sobre una de sus últimas películas, en un cine donde nadie la reconoce y donde disfruta, cual sueño, de la reacción positiva del público hacia su interpretación (en ese mas que tierno reflejo de una Margot Robbie que está viendo a su alter ego real en pantalla, en una de sus últimas interpretaciones).
De esta manera, entre otros muchos ejemplos que podrían darse, se abre un melancólico dialogo entre realidad y ficción que será la piedra angular de la película de Tarantino, dispuesto a re-interpretar la historia de Hollywood a su manera, cambiando todo aquello que no le complazca, cual cuento de hadas.
Aprovechándose de aquellos aspectos que ama: la serie B, el western televisivo, las películas de artes marciales (aparición maravillosa y desternillante de Bruce Lee de por medio) … Tarantino realiza algo así como su “Ed Wood” personal, regalando amor a esos perdedores del cine. Se muestra, para ello, mas dilatado que en otras ocasiones, y quizá, también, menos redondo en la conexión de una historia cuyo hilo conductor es más débil de lo que nos tiene acostumbrados. Haciendo un retrato más íntimo de personajes, “Erase una vez en Hollywood” se queda coja en cuanto estructura de la historia se refiere.
Es cierto que durante mucho tiempo del metraje uno se siente confundido, no logra vislumbrar del todo bien lo que pretende Tarantino con unas historias diversas que parecen no llevar hacia ninguna parte. Y, finalmente, algo así es. Aunque la conexión exista, es mucho mas floja de lo que uno podría esperar de su director.
Esto nos da elementos buenos y malos: el bueno, es que, como antes comentábamos, podemos ver a un Tarantino más crepuscular, más íntimo, más interesado en sus personajes que en lo que les rodea; lo malo, por su parte, es que la sensación de acabado redondo que muchas veces suele tener su cine, aquí se disipa, para dejar paso a una sensación extraña, algo agridulce, como si uno sintiese que podía haber dado de más este guion, que lejos que antojarse largo (teniendo en cuenta su duración), parece quedarse corto en ocasiones.
Es esta sensación rara de la que hablamos la que le deja a uno sin saber bien que opinar acerca de esta "Erase una vez en Hollywood", la historia de Rick Dalton y su doble de acción, que parecen ser la excusa de Tarantino para hacer un viaje a través de los escollos de ese Hollywood en transición, con los Manson campando a sus anchas.
Teniendo la estaca de la historia en estos dos personajes, que regalan escenas antológicas (esa visita de Brad Pitt a la granja de los Manson, todo el rodaje de ese capitulo piloto, de un western, donde DiCaprio comienza a vislumbrar su posición en la industria actual…), el resto de historias, interesantes en general, pero poco desarrolladas, parecen ser finalmente un boceto a medio dibujar que le sirve a su director para jugar a los “Malditos Bastardos” y entregar un tercio final mas propio de él, hiperviolento y descarado.
Ahora bien, aunque no conecte todo como debería, aunque se noten flecos sueltos o uno tenga la sensación de que algo le falta al esqueleto de su historia, Tarantino se las arregla para realizar el que, probablemente sea, el final mas bonito de su carrera. Unos cinco minutos finales (plano final incluido) que muestra a ese Tarantino mas melancólico del que hablábamos, uno de los principales puntos fuertes de esta "Erase una vez en Hollywood".
Es por ello que, en definitiva, es muy probable que no estemos ante una de las grandes películas del director. Muchos verán en ella, incluso, una de las más flojas o menos completas, que tampoco es el caso. Podríamos decir que "Erase una vez en Hollywood" es una de las más personales, teniendo en cuenta la extraña sensación que puede ocasionar esto.
Esta reseña completa y muchas más en.
http://www.henrytecadelcine.com
7 de agosto de 2008
7 de agosto de 2008
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buenas, pude disfrutar de esta pelicula la semana pasada en Lisboa (versión original subtitulada en portugues) y posiblemente sea una de las joyas de la década, se trata de una pelicula en la que tras el trasfondo de la lucha contra un malvado (el Joker), se reflexiona sobre los mayores sentidos de la vida: el amor, la integridad, la traición, los valores... en la que todos y cada uno de los planos, cada escena, encajan como en un puzzle perfecto.
Desde el primer momento nos damos cuenta de que no es una película de superheroes al uso, sino de un thriller policiaco, con personajes perfectamente formados, en que las situaciones, no sólo afectan a los personajes sino también a su evolución durante el metraje.
El como a veces la violencia es el camino, mientras en otros momentos es la entrega y el sacrificio, como un gran conjunto de actores, en los que sobresale sólo un poco Heath Ledger, un gran director, un buen guión y una métrica perfecta de lo que es narración y lo que es acción nos dan como resultado esta maravilla que se llama "El caballero oscuro".
¿Cómo luchariais vosotros contra alguien que sólo quiere la anarquía?
Desde el primer momento nos damos cuenta de que no es una película de superheroes al uso, sino de un thriller policiaco, con personajes perfectamente formados, en que las situaciones, no sólo afectan a los personajes sino también a su evolución durante el metraje.
El como a veces la violencia es el camino, mientras en otros momentos es la entrega y el sacrificio, como un gran conjunto de actores, en los que sobresale sólo un poco Heath Ledger, un gran director, un buen guión y una métrica perfecta de lo que es narración y lo que es acción nos dan como resultado esta maravilla que se llama "El caballero oscuro".
¿Cómo luchariais vosotros contra alguien que sólo quiere la anarquía?

8,1
138.957
10
20 de septiembre de 2005
20 de septiembre de 2005
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una de las mejores y mas visionarias películas de ciencia ficción, es el referente para muchos, una historia de un futuro incierto, en que humanos y replicantes se entremezclan, en que la tecnología crea seres que acaban teniendo preocupaciones como sus creadores.
¿De donde venimos?
¿Qué hay después de la muerte?
¿Porque debo de ser esclavo de otro?
Muchas son las preguntas que plantea de una manera metafórica, todo ello aderezado por un magnífico grupo de actores, unos efectos especiales impactantes para la época y una Música de Vangelis difícil de igualar.
Una película sencillamente magistral e imprescindible.
¿De donde venimos?
¿Qué hay después de la muerte?
¿Porque debo de ser esclavo de otro?
Muchas son las preguntas que plantea de una manera metafórica, todo ello aderezado por un magnífico grupo de actores, unos efectos especiales impactantes para la época y una Música de Vangelis difícil de igualar.
Una película sencillamente magistral e imprescindible.

5,4
8.379
6
16 de agosto de 2019
16 de agosto de 2019
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta semana llega a nuestras pantallas uno de esos estrenos tan frescos como superfluos, "Infierno bajo el agua", dirigida por el prolífico Alexandre Aja. Surgido en el seno de esa ola conocida como New French Extremity, es decir, aquel cine descrito como “un cruce entre decadencia sexual, violencia brutal y psicosis desconcertante”, que engloba a una serie de películas y cineastas franceses de principios del siglo XXI, Alexandre Aja se fue abriendo camino hacia la industria Hollywoodiense de terror independiente gracias, en parte, a una de las cumbres de ese extremismo francés: “Alta tensión” (2003).
Con una gran cantidad de ovaciones y premios en el Festival de Sitges, Aja se convirtió en un filón de oro, especialmente para aquellos productores que buscaban un carácter propio dentro del gore y el slasher, que tanto tiempo llevaban a la deriva. De este modo, fue reclutado para realizar varios remakes de clásicos setenteros como “Las colinas tienen ojos” (1977, Wes Craven) y “Piraña” (1978, Joe Dante).
“Las colinas tienen ojos” fue recibida entre halagos y críticas a partes iguales, demostrando la controversia que genera tener una personalidad marcada tras la cámara (que lleva al cielo a los que comparten simpatía con ella y a los infiernos a los que les horroriza). Aja demostró saber crear puestas en escena brutales y desagradables, mejorando visiblemente, en ciertos aspectos, a aquella serie B de Wes Craven, que se había llevado el título de culto, gracias a su novedad en los 70, pero que ha perdido fuelle con el paso del tiempo.
Del mismo modo, aquella comedia de terror que fue “Piraña”, parodia de películas como “Tiburón”, fue acogida por Aja como un elemento de puro disfrute, con el que entregó “Piraña 3D”, una película que ofrecía sexo y sangre a borbotones, para aquellos fans del desparrame cómico-festivo en pantalla. Un cine lejos de la calidad, pero que ofrecía exactamente lo que se esperaba de él. De este modo, Aja se hizo un nombre en el cine de terror moderno. Realizó otra serie de películas más sobrenaturales, pero siempre enmarcadas en este tono fantástico sitgesiano de su cine. Pero justo, estos dos remakes son, quizá, la muestra más cercana de su cine a la película que nos ocupa ahora: “Infierno bajo el agua”.
Alexandre Aja deja de lado la comedia, pero vuelve a meterse dentro del agua, para atraer hacia nosotros otro de esos animales salvajes que tanta sangre ha generado en el cine. Hablamos de los cocodrilos. Del mismo modo que podemos hablar de una cumbre del cine de tiburones, con esa excelente obra de Steven Spielberg, los cocodrilos no habían corrido la misma suerte, hasta ahora. Tobe Hooper lo intentó por partida doble con “Trampa mortal” (1976) y “Cocodrilo” (2000). La primera, quizá, si sea una de esas cumbres, realizada justo después de la legendaria “La matanza de Texas”.
La película que nos ocupa está lejos de la calidad de esta, pero mantiene la personalidad de su director en varias ocasiones del metraje, con una versión de lo mas peculiar y reptiliana del “Psicosis”, de Hitchcock. Por el contrario, “Cocodrilo” supone uno de los puntos mas bajos de la carrera de un director que acabó perdiendo el rumbo, desgraciadamente.
Es concisa y directa. No se anda con rodeos. Los cocodrilos no tardan en aparecer una vez la protagonista llega al lugar donde se desarrollarán todos los hechos. Quizá, ese inicio, sea lo mas negativo del filme. A uno le cuesta llegar a la acción, con un personaje que, en sus inicios, importa menos de lo que acabará haciéndolo. Por tanto este es el problema que tiene, como hablábamos antes, tener un conflicto tan de manual. Pero por suerte, los depredadores aparecen y el director francés parece sentirse mas cómodo. Empieza a crear interés por sus personajes y, sobre todo, a manejar un ritmo ágil y lo suficientemente entretenido como para que la película acabe siendo un triunfo dentro de su pequeño y humilde género.
Obviamente, la película es lo que es. Es un producto de serie B, con efectos especiales bastante efectivos, pero que no puede tomarse como una película de Tarkovsky o Sergei Parajanov. Los que vayan a ver “Infierno bajo el agua”, seguramente, buscaran sangre y tensión sin mucho cerebro, y eso encontraran. No es tampoco “Piraña 3D”. No hay tanta sangre ni tampoco hay comedia. La última película de Aja se toma mas en serio, y se centra algo mas en el mecanismo del suspense. Habrá quien vea en ella un baratillo filme de terror veraniego más. Claramente no es una película hecha para todo tipo de público, pero el francés se mantiene fiel a los que esperan con ansias sus nuevas producciones.
Con esto queremos decir que el público de Sitges puede estar contento, “Infierno bajo el agua” ofrece todo aquello que uno no esperaría de una película con tal argumento, es decir, buen manejo tras la cámara y cierto interés por sus personajes principales. Es por todo ello que, las películas de cocodrilos ya pueden estar más contentas de haber encontrado su máximo estandarte. Que claramente no es “Tiburón”, oye, pero es una sorpresa mas que efectiva teniendo en cuenta lo que se nos cuenta, nunca mejor dicho. Es decir, en definitiva, es un producto que proporciona entretenimiento y buenas escenas de acción. Y que deciros, visto lo visto, creo que podemos darnos con un canto en los dientes.
Más reseñas como esta en:
www.henrytecadelcine.com
Con una gran cantidad de ovaciones y premios en el Festival de Sitges, Aja se convirtió en un filón de oro, especialmente para aquellos productores que buscaban un carácter propio dentro del gore y el slasher, que tanto tiempo llevaban a la deriva. De este modo, fue reclutado para realizar varios remakes de clásicos setenteros como “Las colinas tienen ojos” (1977, Wes Craven) y “Piraña” (1978, Joe Dante).
“Las colinas tienen ojos” fue recibida entre halagos y críticas a partes iguales, demostrando la controversia que genera tener una personalidad marcada tras la cámara (que lleva al cielo a los que comparten simpatía con ella y a los infiernos a los que les horroriza). Aja demostró saber crear puestas en escena brutales y desagradables, mejorando visiblemente, en ciertos aspectos, a aquella serie B de Wes Craven, que se había llevado el título de culto, gracias a su novedad en los 70, pero que ha perdido fuelle con el paso del tiempo.
Del mismo modo, aquella comedia de terror que fue “Piraña”, parodia de películas como “Tiburón”, fue acogida por Aja como un elemento de puro disfrute, con el que entregó “Piraña 3D”, una película que ofrecía sexo y sangre a borbotones, para aquellos fans del desparrame cómico-festivo en pantalla. Un cine lejos de la calidad, pero que ofrecía exactamente lo que se esperaba de él. De este modo, Aja se hizo un nombre en el cine de terror moderno. Realizó otra serie de películas más sobrenaturales, pero siempre enmarcadas en este tono fantástico sitgesiano de su cine. Pero justo, estos dos remakes son, quizá, la muestra más cercana de su cine a la película que nos ocupa ahora: “Infierno bajo el agua”.
Alexandre Aja deja de lado la comedia, pero vuelve a meterse dentro del agua, para atraer hacia nosotros otro de esos animales salvajes que tanta sangre ha generado en el cine. Hablamos de los cocodrilos. Del mismo modo que podemos hablar de una cumbre del cine de tiburones, con esa excelente obra de Steven Spielberg, los cocodrilos no habían corrido la misma suerte, hasta ahora. Tobe Hooper lo intentó por partida doble con “Trampa mortal” (1976) y “Cocodrilo” (2000). La primera, quizá, si sea una de esas cumbres, realizada justo después de la legendaria “La matanza de Texas”.
La película que nos ocupa está lejos de la calidad de esta, pero mantiene la personalidad de su director en varias ocasiones del metraje, con una versión de lo mas peculiar y reptiliana del “Psicosis”, de Hitchcock. Por el contrario, “Cocodrilo” supone uno de los puntos mas bajos de la carrera de un director que acabó perdiendo el rumbo, desgraciadamente.
Es concisa y directa. No se anda con rodeos. Los cocodrilos no tardan en aparecer una vez la protagonista llega al lugar donde se desarrollarán todos los hechos. Quizá, ese inicio, sea lo mas negativo del filme. A uno le cuesta llegar a la acción, con un personaje que, en sus inicios, importa menos de lo que acabará haciéndolo. Por tanto este es el problema que tiene, como hablábamos antes, tener un conflicto tan de manual. Pero por suerte, los depredadores aparecen y el director francés parece sentirse mas cómodo. Empieza a crear interés por sus personajes y, sobre todo, a manejar un ritmo ágil y lo suficientemente entretenido como para que la película acabe siendo un triunfo dentro de su pequeño y humilde género.
Obviamente, la película es lo que es. Es un producto de serie B, con efectos especiales bastante efectivos, pero que no puede tomarse como una película de Tarkovsky o Sergei Parajanov. Los que vayan a ver “Infierno bajo el agua”, seguramente, buscaran sangre y tensión sin mucho cerebro, y eso encontraran. No es tampoco “Piraña 3D”. No hay tanta sangre ni tampoco hay comedia. La última película de Aja se toma mas en serio, y se centra algo mas en el mecanismo del suspense. Habrá quien vea en ella un baratillo filme de terror veraniego más. Claramente no es una película hecha para todo tipo de público, pero el francés se mantiene fiel a los que esperan con ansias sus nuevas producciones.
Con esto queremos decir que el público de Sitges puede estar contento, “Infierno bajo el agua” ofrece todo aquello que uno no esperaría de una película con tal argumento, es decir, buen manejo tras la cámara y cierto interés por sus personajes principales. Es por todo ello que, las películas de cocodrilos ya pueden estar más contentas de haber encontrado su máximo estandarte. Que claramente no es “Tiburón”, oye, pero es una sorpresa mas que efectiva teniendo en cuenta lo que se nos cuenta, nunca mejor dicho. Es decir, en definitiva, es un producto que proporciona entretenimiento y buenas escenas de acción. Y que deciros, visto lo visto, creo que podemos darnos con un canto en los dientes.
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5
6 de abril de 2018
6 de abril de 2018
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El artista chino Ai Weiwei pone el ojo en la crisis mundial de refugiados, recorriendo mas de 40 campos de refugiados por todo el mundo en mas de 23 países. Los viajes de Ai lo llevan a recorrer diferentes rincones del mundo como Palestina, Irak, la isla griega de Lesbos (donde medio millón de refugiados llegan en barcos y balsas al año), Kenia, Bangladesh (donde hay aproximadamente medio millón de refugiados pertenecientes a la minoría musulmana rohingya que son perseguidos, quemados y exterminados de sus hogares en Pakistán), México, Afganistán, Macedonia o Mosul. En esta última ciudad con terribles e impactantes imágenes de un cielo saturado envuelto en nubes negras de humo debido a los campos petrolíferos incendiados por ISIS en su huida.
Human Flow alterna constantemente drones, filmaciones steadycam de alta gama y tomas cercanas capturadas por el propio Ai Weiwei con su móvil o pequeña cámara de mano. La alternancia de estas tres diferentes perspectivas permite a Human Flow implicar a Ai Weiwei con frecuentes apariciones frente a la cámara interactuando con los refugiados. Quizás, algunas de estas escenas podían haberse evitado para eliminar suspicacias sobre su ligero protagonismo, como por ejemplo en la que se hace un selfie con un cartel que pone "Weiwei apoya a los refugiados".
En resumen nos encontramos con un documental que busca la fibra sensible, ahonda en la crueldad de la Guerra y los refugiados. Lo intenta hacer desde un punto de vista algo distinto pero acaba cayendo en muchos tópicos.
Human Flow alterna constantemente drones, filmaciones steadycam de alta gama y tomas cercanas capturadas por el propio Ai Weiwei con su móvil o pequeña cámara de mano. La alternancia de estas tres diferentes perspectivas permite a Human Flow implicar a Ai Weiwei con frecuentes apariciones frente a la cámara interactuando con los refugiados. Quizás, algunas de estas escenas podían haberse evitado para eliminar suspicacias sobre su ligero protagonismo, como por ejemplo en la que se hace un selfie con un cartel que pone "Weiwei apoya a los refugiados".
En resumen nos encontramos con un documental que busca la fibra sensible, ahonda en la crueldad de la Guerra y los refugiados. Lo intenta hacer desde un punto de vista algo distinto pero acaba cayendo en muchos tópicos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
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