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6,8
33.653
9
22 de marzo de 2011
22 de marzo de 2011
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una muy buena película de terror, algo atípica para su década:
En los 80 el cine de terror fue dominado por los slasher, es decir, películas en las que un grupo de adolescentes calenturientos son asesinados uno por uno. Ejemplos: Viernes 13, Halloween, Pesadilla en Elm Street…
Poltergeist difiere de sus contemporáneas en sus protagonistas y su estructura. Es más una película familiar, si bien no para toda la familia.
Una de las razones por las que digo que la película está construida casi como si estuviera pensada para toda la familia, es que muchos de los sustos parecen dirigidos específicamente a meter miedo a los más pequeños.
La escena inicial nos muestra a una niña de cinco años despertándose por la noche y bajando al salón para tener una extraña conversación con la estática de la televisión.
Quizá da un poquito de mal rollo, pero el tono del siguiente cuarto de hora va en una dirección completamente opuesta. Vemos el día a día de esta feliz familia: El padre, que trabaja en la empresa que construyó la casa en la que viven; la madre, una desenfadada ama de casa que tiene la mente muy abierta; la hija mayor, una adolescente en la edad del pavo, probablemente el personaje menos interesante y en que nos centramos menos; el hijo mediano de 8 años; y por supuesto la hija menor. La música de Jerry Goldsmith es muy tranquila y acogedora. Los problemas que los protagonistas tienen son los que cualquier familia tendría y es muy fácil identificarse con todas las situaciones. Sí, de verdad te sientes como si estuvieras viendo E.T., Liberad a Willy, alguna película de ese estilo.
Al día siguiente ya se empiezan a notar en la casa algunos fenómenos paranormales, como que las sillas se mueven solas. Pero ninguno de los personajes le da demasiada importancia al asunto, pareciera como si los fantasmas fueran en realidad benignos, y la madre más bien ve diversión en ello…
Después del aviso de SPOILERS, un análisis detallado de lo que ocurre a continuación.
En los 80 el cine de terror fue dominado por los slasher, es decir, películas en las que un grupo de adolescentes calenturientos son asesinados uno por uno. Ejemplos: Viernes 13, Halloween, Pesadilla en Elm Street…
Poltergeist difiere de sus contemporáneas en sus protagonistas y su estructura. Es más una película familiar, si bien no para toda la familia.
Una de las razones por las que digo que la película está construida casi como si estuviera pensada para toda la familia, es que muchos de los sustos parecen dirigidos específicamente a meter miedo a los más pequeños.
La escena inicial nos muestra a una niña de cinco años despertándose por la noche y bajando al salón para tener una extraña conversación con la estática de la televisión.
Quizá da un poquito de mal rollo, pero el tono del siguiente cuarto de hora va en una dirección completamente opuesta. Vemos el día a día de esta feliz familia: El padre, que trabaja en la empresa que construyó la casa en la que viven; la madre, una desenfadada ama de casa que tiene la mente muy abierta; la hija mayor, una adolescente en la edad del pavo, probablemente el personaje menos interesante y en que nos centramos menos; el hijo mediano de 8 años; y por supuesto la hija menor. La música de Jerry Goldsmith es muy tranquila y acogedora. Los problemas que los protagonistas tienen son los que cualquier familia tendría y es muy fácil identificarse con todas las situaciones. Sí, de verdad te sientes como si estuvieras viendo E.T., Liberad a Willy, alguna película de ese estilo.
Al día siguiente ya se empiezan a notar en la casa algunos fenómenos paranormales, como que las sillas se mueven solas. Pero ninguno de los personajes le da demasiada importancia al asunto, pareciera como si los fantasmas fueran en realidad benignos, y la madre más bien ve diversión en ello…
Después del aviso de SPOILERS, un análisis detallado de lo que ocurre a continuación.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No muere nadie. Hasta en Gremlins, que es otra película que mezcla el cine familiar con el de terror, moría gente, pero aquí nadie.
Pero es esa misma noche cuando el terror comienza de verdad: cuando la niña es succionada por el armario de su cuarto.
El resto de la película es el empeño desesperado de los padres por recuperar a su hija. Contratan a un reducido pero carismático equipo que se especializa en lo paranormal. Y entre susto y susto, ataques de los fantasmas y nuevas experiencias paranormales, aún siempre rodeados por ese sutil aroma a cine familiar, continúa la película.
Al final contratan a una médium con mucho talento y consiguen rescatar a su hija. ¡Es el clímax de la película! La madre se mete dentro del armario que succionó a la niña y consigue salir "por el otro lado", en una secuencia que incluye una enorme cara humana descompuesta que casi hace que el padre se cague en sus pantalones. Tras el rescate la médium declara que la casa es segura ahora, que los fantasmas se han ido.
Miro el reloj y compruebo que ya ha pasado una hora y media, así que la película se ha terminado, ¿verdad? El clímax ya ha tenido lugar y hemos dicho que vivieron felices y comieron perdices, ¿verdad? Pero el filme sigue un poco más. La familia pretende mudarse pero tiene que pasar una última noche en la casa. Ah, me digo a mi mismo, ya veo hacia donde nos llevan. Existen una Poltergeist II y una Poltergeist III, así que evidentemente lo único que le falta es un susto al final que indique que no ha acabado todo. Muchísimas películas de terror lo hacen, ¿verdad?, un susto inesperado de los que te hacen pegar un salto y rápido corte a negro a los créditos.
Pero para mi sorpresa no es eso lo que la película nos da. No es que le queden cerca de un par de minutos para darnos un pequeño susto, sino que aún queda una enorme secuencia de veinte minutos. Y, Dios mío, son los mejores veinte minutos de la película. Sin ningún tipo de explicación, los espíritus vuelven más fuertes que nunca, empiezan a destrozar la casa, se intentan llevar a los niños otra vez, el payaso del principio cobra vida e intenta estrangular al niño, atormentan a la madre haciéndola flotar por el techo y echándola luego a la embarrada piscina que ahora de pronto está llena de esqueletos, el suelo se rompe y surgen ataúdes, arman tanto jaleo que todos los vecinos salen a las calles, farolas y coches se doblan sobre sí mismos y son atraídos por el poder maléfico que hay en aquel hogar, ¡es el infierno en la Tierra! Una enorme, larga y espectacular secuencia donde los encargados de los efectos especiales tiran la casa por la ventana, o más bien la hacen implosionar. Y todo esto sucede después de lo que ha sido el clímax narrativo, la parte en la que rescatan a la hija.
Pero es esa misma noche cuando el terror comienza de verdad: cuando la niña es succionada por el armario de su cuarto.
El resto de la película es el empeño desesperado de los padres por recuperar a su hija. Contratan a un reducido pero carismático equipo que se especializa en lo paranormal. Y entre susto y susto, ataques de los fantasmas y nuevas experiencias paranormales, aún siempre rodeados por ese sutil aroma a cine familiar, continúa la película.
Al final contratan a una médium con mucho talento y consiguen rescatar a su hija. ¡Es el clímax de la película! La madre se mete dentro del armario que succionó a la niña y consigue salir "por el otro lado", en una secuencia que incluye una enorme cara humana descompuesta que casi hace que el padre se cague en sus pantalones. Tras el rescate la médium declara que la casa es segura ahora, que los fantasmas se han ido.
Miro el reloj y compruebo que ya ha pasado una hora y media, así que la película se ha terminado, ¿verdad? El clímax ya ha tenido lugar y hemos dicho que vivieron felices y comieron perdices, ¿verdad? Pero el filme sigue un poco más. La familia pretende mudarse pero tiene que pasar una última noche en la casa. Ah, me digo a mi mismo, ya veo hacia donde nos llevan. Existen una Poltergeist II y una Poltergeist III, así que evidentemente lo único que le falta es un susto al final que indique que no ha acabado todo. Muchísimas películas de terror lo hacen, ¿verdad?, un susto inesperado de los que te hacen pegar un salto y rápido corte a negro a los créditos.
Pero para mi sorpresa no es eso lo que la película nos da. No es que le queden cerca de un par de minutos para darnos un pequeño susto, sino que aún queda una enorme secuencia de veinte minutos. Y, Dios mío, son los mejores veinte minutos de la película. Sin ningún tipo de explicación, los espíritus vuelven más fuertes que nunca, empiezan a destrozar la casa, se intentan llevar a los niños otra vez, el payaso del principio cobra vida e intenta estrangular al niño, atormentan a la madre haciéndola flotar por el techo y echándola luego a la embarrada piscina que ahora de pronto está llena de esqueletos, el suelo se rompe y surgen ataúdes, arman tanto jaleo que todos los vecinos salen a las calles, farolas y coches se doblan sobre sí mismos y son atraídos por el poder maléfico que hay en aquel hogar, ¡es el infierno en la Tierra! Una enorme, larga y espectacular secuencia donde los encargados de los efectos especiales tiran la casa por la ventana, o más bien la hacen implosionar. Y todo esto sucede después de lo que ha sido el clímax narrativo, la parte en la que rescatan a la hija.
5
1 de mayo de 2012
1 de mayo de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de estas películas "peplum" de altísimo presupuesto que se hiceron a finales de los 50 y principios de los 60, y que siempre ponen/ponían por la tele en Semana Santa.
En este caso, nos relatan los años de reinado del Rey Salomón de Israel después de la muerte de su padre el rey David, que privó del trono a su legítimo heredero (Adonías) porque era mucho más belicista que Salomón, porque "se le había aparecido Dios diciéndoselo", y porque de todas formas el tal Adonías al parecer era un capullo. Evidentemente no le hace gracia, y gran parte del filme es la rivalidad entre los hermanos.
Pero como sugiere el título, la historia se centra en el romance entre Salomón y la reina de Saba, que ha ido a Israel para espiar a este rey por mandato del faraón de Egipto, pero que previsiblemente no sólo acaba enamorándose de Yul Brinner (el actor que hace de Salomón, ¡que en esta época tenía pelo!), sino que termina rechazando sus propias costumbres eróticas y Dioses paganos, y conviertiéndose al cristianismo. Más que nada porque en esta película Yavhé se enfada cuando hay ritos paganos enviando rayos y cargándose edificios y chicas secundarias inocentes, y además habla a través del Arca de la Alianza, y además te cura las heridas mortales después de una lapidación siempre que prometas que vas a infectar tu país con el virus del cristianismo. Más que nunca aquí tenemos un Dios inseguro, celoso y malvado... que el público también debe adorar.
El gran presupuesto se nota por la grandísima cantidad de extras, pero tampoco están especialmente bien distribuidos por la pantalla, y la mayoría de las escenas transcurren en interiores que parecen escenarios de teatro no descabelladamente caros.
Cuando salimos a exteriores, el estilo del paisaje hace notar que está rodada en España. Hay un momento en el que estoy seguro que salen catalanes subidos uno encima del otro.
La reina de Saba (Gina Lollobrigida, a la que se le nota un poco el acento italiano en versión original) está muy buena y sexy; éso y el hecho de que en un momento dado tenemos una representación de una orgía, aunque de manera muy sutil, sin que se llegue a ver nada, estoy leyendo por aquí que a Franco no le hizo demasiada gracia.
Opino que por lo general es una película muy blandengue y aburrida, todo el rato en palacio escuchando diálogos que no son especialmente interesantes, y los valores anti-sexo no los comparto yo demasiado. Pero, me gusta cierta escena que menciono en la sección de spoiler, y también me resultan muy agradables las escenas con Lollobrigida.
P.D.: Muy interesante el comentario del usuario Alfredo Guevara.
En este caso, nos relatan los años de reinado del Rey Salomón de Israel después de la muerte de su padre el rey David, que privó del trono a su legítimo heredero (Adonías) porque era mucho más belicista que Salomón, porque "se le había aparecido Dios diciéndoselo", y porque de todas formas el tal Adonías al parecer era un capullo. Evidentemente no le hace gracia, y gran parte del filme es la rivalidad entre los hermanos.
Pero como sugiere el título, la historia se centra en el romance entre Salomón y la reina de Saba, que ha ido a Israel para espiar a este rey por mandato del faraón de Egipto, pero que previsiblemente no sólo acaba enamorándose de Yul Brinner (el actor que hace de Salomón, ¡que en esta época tenía pelo!), sino que termina rechazando sus propias costumbres eróticas y Dioses paganos, y conviertiéndose al cristianismo. Más que nada porque en esta película Yavhé se enfada cuando hay ritos paganos enviando rayos y cargándose edificios y chicas secundarias inocentes, y además habla a través del Arca de la Alianza, y además te cura las heridas mortales después de una lapidación siempre que prometas que vas a infectar tu país con el virus del cristianismo. Más que nunca aquí tenemos un Dios inseguro, celoso y malvado... que el público también debe adorar.
El gran presupuesto se nota por la grandísima cantidad de extras, pero tampoco están especialmente bien distribuidos por la pantalla, y la mayoría de las escenas transcurren en interiores que parecen escenarios de teatro no descabelladamente caros.
Cuando salimos a exteriores, el estilo del paisaje hace notar que está rodada en España. Hay un momento en el que estoy seguro que salen catalanes subidos uno encima del otro.
La reina de Saba (Gina Lollobrigida, a la que se le nota un poco el acento italiano en versión original) está muy buena y sexy; éso y el hecho de que en un momento dado tenemos una representación de una orgía, aunque de manera muy sutil, sin que se llegue a ver nada, estoy leyendo por aquí que a Franco no le hizo demasiada gracia.
Opino que por lo general es una película muy blandengue y aburrida, todo el rato en palacio escuchando diálogos que no son especialmente interesantes, y los valores anti-sexo no los comparto yo demasiado. Pero, me gusta cierta escena que menciono en la sección de spoiler, y también me resultan muy agradables las escenas con Lollobrigida.
P.D.: Muy interesante el comentario del usuario Alfredo Guevara.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me gusta una escena de no-batalla que tiene lugar cerca del final de la película. En ella, el gran ejército egipcio carga contra el más humilde ejército israelita, y éstos consiguen cegarles con unos escudos reflectores, lo que causa que los soldados enemigos caigan en masa por un precipicio que no habían visto. Se nota que lo que está cayendo por el precipicio son en realidad pequeños soldaditos y caballitos de juguete, pero qué demonios, la secuencia está bien hecha.
9
13 de abril de 2012
13 de abril de 2012
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película que se titula “Esto no es una película”. Ya de primeras llama la atención y dan ganas de saber más, ¿eh?. Aunque es importante no confundirla con “Esto no es otra estúpida película americana”, la cual resultó ser otra estúpida película americana que no merecía la pena. Muy al contrario que la no-película que nos atañe.
Érase un director de cine iraní llamado Jafar Panahi. Empezó a dirigir películas a mediados de los 90, y a ganar premios en Cannes, Venecia y otros sitios inmediatamente. Una década después, de improviso, se dejaron de estrenar películas suyas. No es que se le fueran las ideas, ni que se volviera vago, al contrario, lo que ocurrió es que el Gobierno de su país se fijó en él y en los contenidos que tenían sus trabajos, los cuales consideró “peligrosos”, y empezó a hacer todo lo posible por impedirle dirigir nada más. Después de censurarle varios guiones, y tras varios procesos judiciales, en 2011 nuestro director estaba al borde de una pena de 6 años de prisión, y una prohibición expresa de no volver a dirigir películas durante dos décadas.
Es más, hasta que la vista llegara a algo, no le tenían permitido ni siquiera salir de casa. Pasaban los días y los meses esperando a que la sentencia llegara, y él estaba aburrido, confinado entre las paredes de su hogar, sin tener nada en lo que ocupar su tiempo. Los guiones de las películas que jamás había llegado a realizar empezaban a coger polvo en las estanterías. Y tuvo una idea: le habían prohibido dirigir, le habían prohibido conceder entrevistas, le habían prohibido salir de su casa, pero no le habían prohibido actuar ni leer un guión delante de una cámara. Así que llamó a un amigo suyo, de nombre Mojtaba Mirtahmasb (no os sentáis culpables si no podéis pronunciar bien estos nombres), que casualmente estaba grabando un documental sobre los iraníes que no pueden dirigir cine, y le pidió que se acercara hasta su casa, donde se pondría a relatar delante de la cámara uno de sus guiones no realizados.
Y el resultado de lo que grabaron durante ese día, tuvo bien cuidado de titularlo “Esto NO es una película”, como diciéndole a los señores jueces que en realidad no había incumplido su prohibición.
Después del visionado, se nos aseguró a los asistentes del pase de prensa que este breve filme está más guionizado de lo que parece, que muchas de las cosas que parecieron improvisarse ese día estuvieron en realidad en preparación y rodaje durante al menos un mes. En ese caso se trataría del “falso” documental más verídico que he visto en mi vida (más que nada porque los datos que aporta, como el estado personal de la vida de Panahi en esos momentos, son claramente reales). Es debatible, pero explica la clara estructura narrativa con la que nos encontramos.
Érase un director de cine iraní llamado Jafar Panahi. Empezó a dirigir películas a mediados de los 90, y a ganar premios en Cannes, Venecia y otros sitios inmediatamente. Una década después, de improviso, se dejaron de estrenar películas suyas. No es que se le fueran las ideas, ni que se volviera vago, al contrario, lo que ocurrió es que el Gobierno de su país se fijó en él y en los contenidos que tenían sus trabajos, los cuales consideró “peligrosos”, y empezó a hacer todo lo posible por impedirle dirigir nada más. Después de censurarle varios guiones, y tras varios procesos judiciales, en 2011 nuestro director estaba al borde de una pena de 6 años de prisión, y una prohibición expresa de no volver a dirigir películas durante dos décadas.
Es más, hasta que la vista llegara a algo, no le tenían permitido ni siquiera salir de casa. Pasaban los días y los meses esperando a que la sentencia llegara, y él estaba aburrido, confinado entre las paredes de su hogar, sin tener nada en lo que ocupar su tiempo. Los guiones de las películas que jamás había llegado a realizar empezaban a coger polvo en las estanterías. Y tuvo una idea: le habían prohibido dirigir, le habían prohibido conceder entrevistas, le habían prohibido salir de su casa, pero no le habían prohibido actuar ni leer un guión delante de una cámara. Así que llamó a un amigo suyo, de nombre Mojtaba Mirtahmasb (no os sentáis culpables si no podéis pronunciar bien estos nombres), que casualmente estaba grabando un documental sobre los iraníes que no pueden dirigir cine, y le pidió que se acercara hasta su casa, donde se pondría a relatar delante de la cámara uno de sus guiones no realizados.
Y el resultado de lo que grabaron durante ese día, tuvo bien cuidado de titularlo “Esto NO es una película”, como diciéndole a los señores jueces que en realidad no había incumplido su prohibición.
Después del visionado, se nos aseguró a los asistentes del pase de prensa que este breve filme está más guionizado de lo que parece, que muchas de las cosas que parecieron improvisarse ese día estuvieron en realidad en preparación y rodaje durante al menos un mes. En ese caso se trataría del “falso” documental más verídico que he visto en mi vida (más que nada porque los datos que aporta, como el estado personal de la vida de Panahi en esos momentos, son claramente reales). Es debatible, pero explica la clara estructura narrativa con la que nos encontramos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Panahi está solo en su casa. Simplemente coloca una cámara delante de él y vemos en vivo y en directo el momento en el que, mientras desayuna, llama a su amigo para que venga. También nos presenta a su iguana Igi, y vemos y escuchamos una conversación telefónica que tiene con su abogada, donde nos enteramos con pelos y señales de la situación legal en la que se encuentra. Ella hace énfasis en que dicha situación no tiene nada de legal, es puramente política, y “una vergüenza”.
El segundo acto es el grueso de la historia, donde Panahi presenta la idea a su amigo y marcan las pautas para este experimento. Ya que está prohibido que dirija Panahi, éste tiene que someterse a las indicaciones de su amigo, el cual intenta controlar con relativo éxito la (pacífica) energía de este director frustrado. Él empieza a escenificar escenas de su guión no realizado, y también muestra (a su amigo y a nosotros) fragmentos de sus anteriores películas con cuyas situaciones ficticias se puede identificar ahora, y una escena detrás de las cámaras. No obstante, enseguida se desanima y decide dejar de contar su guión porque “¿De qué sirve hacer una película si sólo basta con contarla?”. Su amigo entonces se limita a seguir documentando el resto de sus tranquilas actividades durante el día, como la visita de una vecina que quiere dejarle el perro, una llamada a su mujer y su hija, y los preocupantes sonidos que se oyen de la situación en la calle.
Al final se hace de noche y su amigo tiene que irse, pero deja la cámara detrás de sí para que Panahi pueda entrevistar a un chico que viene a llevarse la basura, que resulta ser un estudiante de Bellas Artes, a quien acompaña mientras baja el ascensor. La última imagen es la que más nos acerca a la calle, de la que lamentablemente no consigue grabar nada claro.
La broma le ha salido cara, y ahora en 2012 está recluido en una prisión donde le tienen vetado el contacto con ninguna persona, ni con ningún tipo de aparato “peligroso” con el que grabar imágenes, como puede ser un móvil. Tal y como vemos en la película, a través de conversaciones que mantiene Jafar por teléfono mientras la cámara sigue grabando, el Gobierno iraní se toma muy en serio el evitar que salga del País ninguna imagen que pudiera denunciar la situación política y social actual. Dice la nota de prensa que el archivo de vídeo de “Esto no es una película” consiguió llegar al Festival de Cannes en un pendrive escondido en una tarta.
Y tal y como dice dicha nota, esto deja de ser cine para convertirse en un “puro acto de desobediencia civil”, rebeldía personal, y silencioso grito de rabia por la privación de su libertad como persona, y como artista activo. De visionado obligatorio, aunque sólo sea por puro respeto.
El segundo acto es el grueso de la historia, donde Panahi presenta la idea a su amigo y marcan las pautas para este experimento. Ya que está prohibido que dirija Panahi, éste tiene que someterse a las indicaciones de su amigo, el cual intenta controlar con relativo éxito la (pacífica) energía de este director frustrado. Él empieza a escenificar escenas de su guión no realizado, y también muestra (a su amigo y a nosotros) fragmentos de sus anteriores películas con cuyas situaciones ficticias se puede identificar ahora, y una escena detrás de las cámaras. No obstante, enseguida se desanima y decide dejar de contar su guión porque “¿De qué sirve hacer una película si sólo basta con contarla?”. Su amigo entonces se limita a seguir documentando el resto de sus tranquilas actividades durante el día, como la visita de una vecina que quiere dejarle el perro, una llamada a su mujer y su hija, y los preocupantes sonidos que se oyen de la situación en la calle.
Al final se hace de noche y su amigo tiene que irse, pero deja la cámara detrás de sí para que Panahi pueda entrevistar a un chico que viene a llevarse la basura, que resulta ser un estudiante de Bellas Artes, a quien acompaña mientras baja el ascensor. La última imagen es la que más nos acerca a la calle, de la que lamentablemente no consigue grabar nada claro.
La broma le ha salido cara, y ahora en 2012 está recluido en una prisión donde le tienen vetado el contacto con ninguna persona, ni con ningún tipo de aparato “peligroso” con el que grabar imágenes, como puede ser un móvil. Tal y como vemos en la película, a través de conversaciones que mantiene Jafar por teléfono mientras la cámara sigue grabando, el Gobierno iraní se toma muy en serio el evitar que salga del País ninguna imagen que pudiera denunciar la situación política y social actual. Dice la nota de prensa que el archivo de vídeo de “Esto no es una película” consiguió llegar al Festival de Cannes en un pendrive escondido en una tarta.
Y tal y como dice dicha nota, esto deja de ser cine para convertirse en un “puro acto de desobediencia civil”, rebeldía personal, y silencioso grito de rabia por la privación de su libertad como persona, y como artista activo. De visionado obligatorio, aunque sólo sea por puro respeto.

7,6
3.971
4
10 de octubre de 2013
10 de octubre de 2013
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esbozo una sonrisa cuando me preguntó qué demonios hace una película como esta con casi un 8 de nota media.
Tenía mucha curiosidad por verla después de descubrir a este director, Carl Theodor Dreyer, e investigar un poco la trayectoria de su filmografía y la evolución de su estilo, ambas cosas interesantes en sí mismas.
La historia es que después de varios largometrajes mudos comerciales en los años 20, culminó su primera etapa con la que se puede considerar su obra maestra "La Pasión de Juana de Arco", después de lo cual intentó dirigir su primera película sonora, "Vampyr" (1932), que se estrelló desastrosamente ante público y crítica (hoy en día los críticos la aprecian más, pero yo sigo pensando que es mala). Desilusionado dejó el cine durante una década e intentó ser periodista, pero por fin volvió en la segunda guerra mundial para contar "Dies Iriae"; luego inexplicablemente pasó otra década hasta su siguiente largometraje "Ordet" en los 50 (Que se considera su "otra" obra maestra y que a mi gusto tiene muchos méritos técnicos y artísticos, pero al ser yo ateo y la obra un panfleto propagandístico cristiano no le tengo el respeto que otra gente la pueda profesar).
Y después de casi otros diez años, ya en los 60, dirigió su última película: "Gertrud". Y en mi opinión, se va con muy baja nota.
Sabía perfectamente en lo que me metía porque había leído sobre ella y todo lo que dicen es verdad: Mientras que en sus primera obras como "Vampyr" o "Juana de Arco" los movimientos de la cámara son rápidos, el montaje ágil, la puesta en escena barroca y creativa, y los diálogos casi inexistentes, en sus últimas como "Ordet" y "Gertrud" la cámara es casi estática, las escenas están grabadas en plano secuencia y son larguísimas, los escenarios son los más pequeños y simplones ("íntimos") que hay, y predomina el diálogo sobre cualquier otra cosa. Y si todo lo mencionado se notaba en "Ordet", en "Gertrud" la simplicidad está exagerada al máximo exponente.
Nada de esto sería malo en sí mismo (normalmente adoro los planos secuencia) si los diálogos fueran buenos, pero me temo que estamos a años luz de las implacables conversaciones de Richard Linklater ("Antes del amanecer") o incuso Woody Allen.
Aquí sólo hay cuatro personajes, a saber: La protagonista Gertrud, su marido, su ex-amante y su amante actual. La película no podía estar mejor titulada, todo gira alrededor de Gertrud, es la primera palabra que se menciona en escena, es el personaje que más aparece por motivos evidentes. Todo el problema reside en que esta mujer no es interesante. Hablamos de una mujer madura, de clase muy alta, obsesionada por el amor, el amor, el amor, ¡ah!, el amor lo es todo, cuando me muera en mi lápida pondrán la palabra AMOR. Es una Taylor Swift, una Bella Swan de "Crepúsculo", lo que pasa es que es muchísimo más mayor que estos ejemlares, habla mucho más despacio (o para ser precisos con muchas más pausas) y tiene la fea costumbre de no mirar a nadie a los ojos.
Ese es otro problema de este trabajo audiovisual: Es demasiado como una obra de teatro sin pretensiones (¡Para ser un director de culto y esperar diez años entre película y película, es decepcionante que llegues sin pretensión alguna!), y los actores están siempre con los ojos clavados en un punto fijo que se encuentra fuera de campo, normalmente en dirección opuesta a la cara de la persona con la que se supone que están manteniendo una conversación íntima. Es casi como si tuvieran el guión escrito en una pantalla LED y lo estuvieran leyendo en voz alta, lo cual no me extrañaría, ya que salvo algunos arrebatos muy breves de buena interpretación emocional por parte de alguno de los chicos (estoy pensando concretamente en el ex-amante), los actores recitan los textos como autómatas.
Un personaje cuya vida gira alrededor del concepto del amor me resultaría interesante si tuviera algún giro adicional, alguna tridimensionalidad, o al menos chocara con las circunstancias de la historia o con la forma de ser de algún otro personaje, pero no, en este caso como he dicho todo gira alrededor de Gertrud y su amor. Después de tantísimo diálogo tampoco se vaya usted a pensar que profundiza en la filosofía del tema más allá de "En realidad a ti te quise en su momento pero eso ya se ha acabado, en realidad nunca te he querido pero somos buenos amigos, en realidad siempre te querré aunque te cases con otra, bueno ahora no, bueno ahora sí".
El final es un epílogo no-se-sabe-cuántos años después, con la protagonista todavía más mayor (ahora con el pelo blanco, aunque mencionan en pleno diálogo que aún no tiene arrugas). En otras críticas se hace de notar que cuando en cierto momento de esta escena Gertrud comenta que no se arrepiente de nada, está reflejando la actitud del director. Eso está bien. El resto de la película, no. Sobre todo insisto que no trago al personaje de Gertrud con quien nos tenemos que identificar, tan metida en su burbuja del amor y sin aparentemente darse cuenta de qué otras curiosidades pueden encontrarse en el Mundo.
Yo tenía curiosidad por cerrar la filmografía de este director, no hace falta que tú lo hagas si no te pica el mismo gusanillo que a mí. En su lugar te recomiendo girar la mirada hacia las "1001 películas que hay que ver antes de morir" donde... ¿por qué narices está esta película? ¡En serio! ¡Que es del mismo año que "Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú!" pero parece de la época de "Vampyr"!
Tenía mucha curiosidad por verla después de descubrir a este director, Carl Theodor Dreyer, e investigar un poco la trayectoria de su filmografía y la evolución de su estilo, ambas cosas interesantes en sí mismas.
La historia es que después de varios largometrajes mudos comerciales en los años 20, culminó su primera etapa con la que se puede considerar su obra maestra "La Pasión de Juana de Arco", después de lo cual intentó dirigir su primera película sonora, "Vampyr" (1932), que se estrelló desastrosamente ante público y crítica (hoy en día los críticos la aprecian más, pero yo sigo pensando que es mala). Desilusionado dejó el cine durante una década e intentó ser periodista, pero por fin volvió en la segunda guerra mundial para contar "Dies Iriae"; luego inexplicablemente pasó otra década hasta su siguiente largometraje "Ordet" en los 50 (Que se considera su "otra" obra maestra y que a mi gusto tiene muchos méritos técnicos y artísticos, pero al ser yo ateo y la obra un panfleto propagandístico cristiano no le tengo el respeto que otra gente la pueda profesar).
Y después de casi otros diez años, ya en los 60, dirigió su última película: "Gertrud". Y en mi opinión, se va con muy baja nota.
Sabía perfectamente en lo que me metía porque había leído sobre ella y todo lo que dicen es verdad: Mientras que en sus primera obras como "Vampyr" o "Juana de Arco" los movimientos de la cámara son rápidos, el montaje ágil, la puesta en escena barroca y creativa, y los diálogos casi inexistentes, en sus últimas como "Ordet" y "Gertrud" la cámara es casi estática, las escenas están grabadas en plano secuencia y son larguísimas, los escenarios son los más pequeños y simplones ("íntimos") que hay, y predomina el diálogo sobre cualquier otra cosa. Y si todo lo mencionado se notaba en "Ordet", en "Gertrud" la simplicidad está exagerada al máximo exponente.
Nada de esto sería malo en sí mismo (normalmente adoro los planos secuencia) si los diálogos fueran buenos, pero me temo que estamos a años luz de las implacables conversaciones de Richard Linklater ("Antes del amanecer") o incuso Woody Allen.
Aquí sólo hay cuatro personajes, a saber: La protagonista Gertrud, su marido, su ex-amante y su amante actual. La película no podía estar mejor titulada, todo gira alrededor de Gertrud, es la primera palabra que se menciona en escena, es el personaje que más aparece por motivos evidentes. Todo el problema reside en que esta mujer no es interesante. Hablamos de una mujer madura, de clase muy alta, obsesionada por el amor, el amor, el amor, ¡ah!, el amor lo es todo, cuando me muera en mi lápida pondrán la palabra AMOR. Es una Taylor Swift, una Bella Swan de "Crepúsculo", lo que pasa es que es muchísimo más mayor que estos ejemlares, habla mucho más despacio (o para ser precisos con muchas más pausas) y tiene la fea costumbre de no mirar a nadie a los ojos.
Ese es otro problema de este trabajo audiovisual: Es demasiado como una obra de teatro sin pretensiones (¡Para ser un director de culto y esperar diez años entre película y película, es decepcionante que llegues sin pretensión alguna!), y los actores están siempre con los ojos clavados en un punto fijo que se encuentra fuera de campo, normalmente en dirección opuesta a la cara de la persona con la que se supone que están manteniendo una conversación íntima. Es casi como si tuvieran el guión escrito en una pantalla LED y lo estuvieran leyendo en voz alta, lo cual no me extrañaría, ya que salvo algunos arrebatos muy breves de buena interpretación emocional por parte de alguno de los chicos (estoy pensando concretamente en el ex-amante), los actores recitan los textos como autómatas.
Un personaje cuya vida gira alrededor del concepto del amor me resultaría interesante si tuviera algún giro adicional, alguna tridimensionalidad, o al menos chocara con las circunstancias de la historia o con la forma de ser de algún otro personaje, pero no, en este caso como he dicho todo gira alrededor de Gertrud y su amor. Después de tantísimo diálogo tampoco se vaya usted a pensar que profundiza en la filosofía del tema más allá de "En realidad a ti te quise en su momento pero eso ya se ha acabado, en realidad nunca te he querido pero somos buenos amigos, en realidad siempre te querré aunque te cases con otra, bueno ahora no, bueno ahora sí".
El final es un epílogo no-se-sabe-cuántos años después, con la protagonista todavía más mayor (ahora con el pelo blanco, aunque mencionan en pleno diálogo que aún no tiene arrugas). En otras críticas se hace de notar que cuando en cierto momento de esta escena Gertrud comenta que no se arrepiente de nada, está reflejando la actitud del director. Eso está bien. El resto de la película, no. Sobre todo insisto que no trago al personaje de Gertrud con quien nos tenemos que identificar, tan metida en su burbuja del amor y sin aparentemente darse cuenta de qué otras curiosidades pueden encontrarse en el Mundo.
Yo tenía curiosidad por cerrar la filmografía de este director, no hace falta que tú lo hagas si no te pica el mismo gusanillo que a mí. En su lugar te recomiendo girar la mirada hacia las "1001 películas que hay que ver antes de morir" donde... ¿por qué narices está esta película? ¡En serio! ¡Que es del mismo año que "Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú!" pero parece de la época de "Vampyr"!
AnimaciónTV

6,9
455
9
4 de septiembre de 2019
4 de septiembre de 2019
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El año pasado fue "Spider-man into the Spider-Verse" y este año ha sido "Steven Universe: The movie". Los fans del cine de animación estamos teniendo la enorme suerte de que grandes creadores y creadoras que a su vez también son claros amantes de la animación tradicional estén poniendo toda la carne en el asador (y de que algunas productoras estén poniendo la pasta necesaria para permitirlo).
Admito que no estoy siendo para nada imparcial a la hora de valorar esta joya (esta gema debería decir) porque estoy escribiendo esto literalmente minutos después de haberla visto y no he podido pararme a pensar en sus posibles fallos o lo que sea. Pero qué puedo decir, ha dado con mi fibra sensible, me ha tocado la patata.
Ya desde los créditos iniciales sabemos que estamos ante algo especial al homenajear esos inicios de los grandes clásicos animados de Disney como Pinocho, La Bella durmiente, Bambi... Con el tipo de música, el libro abriéndose... Luego cuando aparece la villana principal ---no creo que esté espoileando si simplemente comento que recuerda descaradamente a Betty Boop, Felix El gato, el Mickey Mouse primordial... Lo que había hecho Cuphead no hace tanto, vaya.
En todo caso la peli no se sostendría si no tuviera el corazón en el lugar correcto ---y cómo no va a tenerlo si la villana precisamente es un corazón al revés. Se me ocurre que en ese aspecto la peli seguramente no funcione como producto autoconclusivo. Es decir, se encarga bastante bien de explicarte todo lo que tienes que saber de antemano, pero el impacto emocional es impagable si has vivido todas las aventuras anteriores de estos personajes (por cierto, qué bueno fue el final de la última temporada también). Es una historia nueva y emocionante pero a la vez, gracias a cierta excusa argumental, te lleva de la mano para redescubrir a Amatista, Garnet, Perla y especialmente al personaje titular, cuya nueva madurez aún estoy procesando.
El guión es redondo, deliciosamente cerrado, poniendote pistas sobre cómo va a acabar que no sabes que están ahí hasta que llegas al destino.
Es un musical desde el principio hasta el final como lo que debería haber sido Frozen (otro peliculón al que lo único que le reprocho es que se desinfle en este aspecto en su último tercio, cosa que no sucede aquí), con algunas de las mejores y más pegadizas canciones del mundo de Steven Universe, lo cual es mucho decir teniendo en cuenta las piezas con las que nos ha obsequiado anteriormente la serie.
Lo siento, hace muchos años que no me sentaba a escribir una crítica en FilmAffinity, y no estoy siendo objetivo ni... pero qué narices, la gracia de una crítica personal es que NO sea objetiva, y además tenía que explicar al mundo que esta película me ha emocionado a profundamente.
Sed buenos con vuestros amigos y seres queridos y no los deis por sentado.
Un abrazo.
Admito que no estoy siendo para nada imparcial a la hora de valorar esta joya (esta gema debería decir) porque estoy escribiendo esto literalmente minutos después de haberla visto y no he podido pararme a pensar en sus posibles fallos o lo que sea. Pero qué puedo decir, ha dado con mi fibra sensible, me ha tocado la patata.
Ya desde los créditos iniciales sabemos que estamos ante algo especial al homenajear esos inicios de los grandes clásicos animados de Disney como Pinocho, La Bella durmiente, Bambi... Con el tipo de música, el libro abriéndose... Luego cuando aparece la villana principal ---no creo que esté espoileando si simplemente comento que recuerda descaradamente a Betty Boop, Felix El gato, el Mickey Mouse primordial... Lo que había hecho Cuphead no hace tanto, vaya.
En todo caso la peli no se sostendría si no tuviera el corazón en el lugar correcto ---y cómo no va a tenerlo si la villana precisamente es un corazón al revés. Se me ocurre que en ese aspecto la peli seguramente no funcione como producto autoconclusivo. Es decir, se encarga bastante bien de explicarte todo lo que tienes que saber de antemano, pero el impacto emocional es impagable si has vivido todas las aventuras anteriores de estos personajes (por cierto, qué bueno fue el final de la última temporada también). Es una historia nueva y emocionante pero a la vez, gracias a cierta excusa argumental, te lleva de la mano para redescubrir a Amatista, Garnet, Perla y especialmente al personaje titular, cuya nueva madurez aún estoy procesando.
El guión es redondo, deliciosamente cerrado, poniendote pistas sobre cómo va a acabar que no sabes que están ahí hasta que llegas al destino.
Es un musical desde el principio hasta el final como lo que debería haber sido Frozen (otro peliculón al que lo único que le reprocho es que se desinfle en este aspecto en su último tercio, cosa que no sucede aquí), con algunas de las mejores y más pegadizas canciones del mundo de Steven Universe, lo cual es mucho decir teniendo en cuenta las piezas con las que nos ha obsequiado anteriormente la serie.
Lo siento, hace muchos años que no me sentaba a escribir una crítica en FilmAffinity, y no estoy siendo objetivo ni... pero qué narices, la gracia de una crítica personal es que NO sea objetiva, y además tenía que explicar al mundo que esta película me ha emocionado a profundamente.
Sed buenos con vuestros amigos y seres queridos y no los deis por sentado.
Un abrazo.
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