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Críticas ordenadas por utilidad
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8
20 de enero de 2025
20 de enero de 2025
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
“M” y su abuela, que resulta ser el personaje más entrañable que se pueda retratar en un largometraje, protagonizan un delicado viaje entre sentimientos, emociones, recuerdos, vivencias y convivencias, en el que llegan a tocar el corazoncito incluso de los espectadores más fríos. Esto mientras bordan sus actuaciones, claro.
Una fotografía maravillosa y un guión cuidadísimo, como cada detalle visual y sonoro de la película, acompañan a esta historia tan única, y al mismo tiempo tan universal, como es la relación de un nieto con su abuela. Una historia escoltada en todo momento por grandes temas como la vida, la muerte, la familia, el amor, la salud, la enfermedad, las tradiciones, la religión o el dinero.
También son acompañantes de esta historia las cortinillas con trenes pasando, que son tan bonitas como para para colgarlas enmarcadas, algún gato esporádico y una banda sonora basada en un piano que parece querer narrar de alguna manera los pensamientos de los protagonistas.
Recuerdo la primera película con la que lloré, pero lo que no recuerdo es otra con la que hacerlo fuera tan natural, tan orgánico, como con “Cómo hacerse millonario antes de que la abuela muera”.
Sería una lástima dejar pasar, como si fueran esos trenes, la oportunidad de deleitarse con esta película, como seres humanos (y sensibles) que somos.
Tierna, cruda y deliciosa, como es esta vida preciosa.
Una fotografía maravillosa y un guión cuidadísimo, como cada detalle visual y sonoro de la película, acompañan a esta historia tan única, y al mismo tiempo tan universal, como es la relación de un nieto con su abuela. Una historia escoltada en todo momento por grandes temas como la vida, la muerte, la familia, el amor, la salud, la enfermedad, las tradiciones, la religión o el dinero.
También son acompañantes de esta historia las cortinillas con trenes pasando, que son tan bonitas como para para colgarlas enmarcadas, algún gato esporádico y una banda sonora basada en un piano que parece querer narrar de alguna manera los pensamientos de los protagonistas.
Recuerdo la primera película con la que lloré, pero lo que no recuerdo es otra con la que hacerlo fuera tan natural, tan orgánico, como con “Cómo hacerse millonario antes de que la abuela muera”.
Sería una lástima dejar pasar, como si fueran esos trenes, la oportunidad de deleitarse con esta película, como seres humanos (y sensibles) que somos.
Tierna, cruda y deliciosa, como es esta vida preciosa.

6,5
6.023
5
10 de marzo de 2024
10 de marzo de 2024
18 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro título alternativo: “Autopsicoanálisis o cómo representar dignamente mi terapia en un largometraje”.
Es posible que sea la precursora de un nuevo género, el “costumbrismo sexual psicoterapéutico”, pero sinceramente creo que se me escapan cosas importantes porque no acabo de entender de qué va… ¿de generar situaciones incómodas para luego extrañarse de que los interlocutores no se sienten a gusto?
“Apegos feroces” … “¡Me bota la vulva!” … “¿A ti también te pedía menearme el culete?”
Había una sombra de Mantícora durante todo el visionado y pude comprobar después, para sorpresa de nadie, que Alana Mejía González es directora de fotografía en ambas películas. Gran trabajo.
“Siempre estoy bien”, le dice el padre a la hija. “Nunca me pasa nada”, le dice el padre a la hija… “Padre, cuénteme lo de Wikileaks”, le dice la hija al padre… pido perdón por el chiste local, pero ya que estamos: ¡Libertad para Julian Assange!
Me desconcierta que, siendo dirección, guion y personaje principal la misma persona, lo que resulte mejor sea la fotografía… Pero me alegro mucho por esa persona, espero que se sienta realizada y, si la conociera, sentiría mucho orgullo por la valentía que ha demostrado.
Una mujer se desnuda y se va adentrando en el mar…
Que no engañe el metraje: se puede hacer larga.
Es posible que sea la precursora de un nuevo género, el “costumbrismo sexual psicoterapéutico”, pero sinceramente creo que se me escapan cosas importantes porque no acabo de entender de qué va… ¿de generar situaciones incómodas para luego extrañarse de que los interlocutores no se sienten a gusto?
“Apegos feroces” … “¡Me bota la vulva!” … “¿A ti también te pedía menearme el culete?”
Había una sombra de Mantícora durante todo el visionado y pude comprobar después, para sorpresa de nadie, que Alana Mejía González es directora de fotografía en ambas películas. Gran trabajo.
“Siempre estoy bien”, le dice el padre a la hija. “Nunca me pasa nada”, le dice el padre a la hija… “Padre, cuénteme lo de Wikileaks”, le dice la hija al padre… pido perdón por el chiste local, pero ya que estamos: ¡Libertad para Julian Assange!
Me desconcierta que, siendo dirección, guion y personaje principal la misma persona, lo que resulte mejor sea la fotografía… Pero me alegro mucho por esa persona, espero que se sienta realizada y, si la conociera, sentiría mucho orgullo por la valentía que ha demostrado.
Una mujer se desnuda y se va adentrando en el mar…
Que no engañe el metraje: se puede hacer larga.

6,3
1.660
8
16 de abril de 2023
16 de abril de 2023
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una conjura perfecta entre dirección, guion e interpretación resuelven la trama del CINE con mayúsculas. ‘Conspiración en El Cairo’ es un claro exponente de cómo esa tríada, cuando está bien cuidada en cada una de sus partes (incluso cuando el responsable de dos de ellas sea el mismo, como en este caso) para el beneficio del conjunto, puede llegar a generar sin esfuerzo aparente, y desde luego sin artificios, una obra cinematográfica clara, concisa, compleja y contundente.
El protagonista, cuya profundidad va descubriendo el espectador al mismo tiempo que él mismo va creciendo y conociéndose, empujado por la inevitabilidad de los acontecimientos, desvela progresivamente una flexibilidad espectacular para que en situaciones clave el novato llegue a convertirse en maestro, casi sin querer, y en muchas de ellas sin haber desde luego deseado estar allí.
Pero lejos de ser una historia personal, que bien podría defenderse por el despliegue interpretativo del personaje principal, nos encontramos ante un espectacular mosaico de temas históricos, éticos, culturales, religiosos, actuales… humanos, al fin y al cabo. Un mosaico espectacular en su austeridad, pero en definitiva espectacular.
Quizá por eso se convierte en una obra, no sólo recomendable, sino prácticamente obligatoria para quienes disfruten saliendo de escenarios relamidos, cajas de resonancia o fórmulas sobreexplotadas.
El protagonista, cuya profundidad va descubriendo el espectador al mismo tiempo que él mismo va creciendo y conociéndose, empujado por la inevitabilidad de los acontecimientos, desvela progresivamente una flexibilidad espectacular para que en situaciones clave el novato llegue a convertirse en maestro, casi sin querer, y en muchas de ellas sin haber desde luego deseado estar allí.
Pero lejos de ser una historia personal, que bien podría defenderse por el despliegue interpretativo del personaje principal, nos encontramos ante un espectacular mosaico de temas históricos, éticos, culturales, religiosos, actuales… humanos, al fin y al cabo. Un mosaico espectacular en su austeridad, pero en definitiva espectacular.
Quizá por eso se convierte en una obra, no sólo recomendable, sino prácticamente obligatoria para quienes disfruten saliendo de escenarios relamidos, cajas de resonancia o fórmulas sobreexplotadas.

7,1
26.839
8
4 de febrero de 2024
4 de febrero de 2024
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la ficción, verdad. ‘Do you think one can only write from experience?’
¿Crees que alguien sólo puede escribir a partir de la experiencia?
Interesante pregunta inicial de un inconmensurable drama judicial, abrazado por la complejidad de la vida de una pareja y su hijo, y alentado por la sombra de un juicio popular en la pantalla e incluso uno personal por parte del espectador a este lado de ella.
Largometraje tan inesperadamente intrigante como óptimo en su inicio es el resultado del maridaje de P.I.M.P. de 50 Cent (en su versión instrumental) con Asturias de Albéniz, dos piezas musicales que se repiten alternativamente, como si del enfrentamiento entre lo que parece evidente y lo que se quiere creer se tratara, y que van absorbiendo progresivamente al espectador desde el principio; un principio que no puede ser más sugerente.
La complejidad está servida con todos y cada uno de los ingredientes que forman la trama: una escritora extranjera, su pareja, la vocación frustrada de ésta, el hijo de ambos, el accidente que éste sufrió y cómo cada parte de la pareja se lo toma, la relación del hijo con cada uno de sus progenitores… La retorcida y nada artificiosa complejidad que reina en la pareja consigue que cualquiera dude de todo en algún momento, como le sucede al niño, cuya relación con sus progenitores no escapa a esas dudas.
Por cierto, Milo Machado Graner (el actor que interpreta al niño), pese a su corta edad, lo borda en este papel. Y desde dirección se le apoya sólidamente, porque las escenas con el “punto de vista” (disculpen la paradoja) del hijo tienen un dinamismo muy especial. Realmente todo el elenco se desempeña magistralmente, mereciendo especial mención junto al niño, la protagonista, su abogado y el fiscal del juicio. Incluso el padre, aunque su mejor escena sea aquella en la que su hijo le pone voz.
Sin embargo, el personaje principal es la duda. Personaje clave y al mismo tiempo silencioso: la duda que alberga cada personaje y también la que transmiten.
¿Crees que alguien sólo puede escribir a partir de la experiencia?
Interesante pregunta inicial de un inconmensurable drama judicial, abrazado por la complejidad de la vida de una pareja y su hijo, y alentado por la sombra de un juicio popular en la pantalla e incluso uno personal por parte del espectador a este lado de ella.
Largometraje tan inesperadamente intrigante como óptimo en su inicio es el resultado del maridaje de P.I.M.P. de 50 Cent (en su versión instrumental) con Asturias de Albéniz, dos piezas musicales que se repiten alternativamente, como si del enfrentamiento entre lo que parece evidente y lo que se quiere creer se tratara, y que van absorbiendo progresivamente al espectador desde el principio; un principio que no puede ser más sugerente.
La complejidad está servida con todos y cada uno de los ingredientes que forman la trama: una escritora extranjera, su pareja, la vocación frustrada de ésta, el hijo de ambos, el accidente que éste sufrió y cómo cada parte de la pareja se lo toma, la relación del hijo con cada uno de sus progenitores… La retorcida y nada artificiosa complejidad que reina en la pareja consigue que cualquiera dude de todo en algún momento, como le sucede al niño, cuya relación con sus progenitores no escapa a esas dudas.
Por cierto, Milo Machado Graner (el actor que interpreta al niño), pese a su corta edad, lo borda en este papel. Y desde dirección se le apoya sólidamente, porque las escenas con el “punto de vista” (disculpen la paradoja) del hijo tienen un dinamismo muy especial. Realmente todo el elenco se desempeña magistralmente, mereciendo especial mención junto al niño, la protagonista, su abogado y el fiscal del juicio. Incluso el padre, aunque su mejor escena sea aquella en la que su hijo le pone voz.
Sin embargo, el personaje principal es la duda. Personaje clave y al mismo tiempo silencioso: la duda que alberga cada personaje y también la que transmiten.

6,3
1.708
7
21 de mayo de 2023
21 de mayo de 2023
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un drama con todas y cada una de las letras, tan natural e impredecible que el espectador se pregunta si está basado en hechos reales (supongo que toda historia en parte lo está, aunque sea a través de los prismas de los autores, en ocasiones cóncavos, otras convexos, a veces incluso rotos… los prismas, digo), y que desde luego tiene un componente básico que lo imbrica de principio a fin: el amor. Aunque sea un sustantivo singular, aquí se presenta en sus formas más variadas: romántico, paterno filial, propio, amistad sincera…
Sin embargo, hay otro protagonista latente de forma continua a lo largo de toda la historia: la superación personal. No me refiero a la ambición por ser la mejor versión de uno mismo, sino a la imprescindible y estrictamente necesaria para no ser enterrado o enterrada en vida por esa combinación terrible de sucesos dramáticos, sistemas (en este caso el sanitario) corruptos y otros seres humanos, que igualmente intentan enfrentarse de la mejor manera posible y empleando los medios con los que cuentan a esta vida que todos estamos continuamente aprendiendo a vivir.
Dicen que no se elige lo que nos sucede, pero que sí se puede elegir lo que hacer con ello. También dicen que las desgracias nunca llegan solas, o que a perro flaco todo son pulgas… “A Good Person” plasma la esencia de estos refranes con un guion impoluto del genial Zach Braff y una interpretación magistral de la maravillosa Florence Pugh, acompañada del incombustible Morgan Freeman, quien una vez más se come la pantalla como pocos saben o pueden llegar a hacer.
Sin embargo, hay otro protagonista latente de forma continua a lo largo de toda la historia: la superación personal. No me refiero a la ambición por ser la mejor versión de uno mismo, sino a la imprescindible y estrictamente necesaria para no ser enterrado o enterrada en vida por esa combinación terrible de sucesos dramáticos, sistemas (en este caso el sanitario) corruptos y otros seres humanos, que igualmente intentan enfrentarse de la mejor manera posible y empleando los medios con los que cuentan a esta vida que todos estamos continuamente aprendiendo a vivir.
Dicen que no se elige lo que nos sucede, pero que sí se puede elegir lo que hacer con ello. También dicen que las desgracias nunca llegan solas, o que a perro flaco todo son pulgas… “A Good Person” plasma la esencia de estos refranes con un guion impoluto del genial Zach Braff y una interpretación magistral de la maravillosa Florence Pugh, acompañada del incombustible Morgan Freeman, quien una vez más se come la pantalla como pocos saben o pueden llegar a hacer.
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