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6
26 de enero de 2020
26 de enero de 2020
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Después de años de rumores y habladuría, los polis rebeldes vuelven por fin en una sólida tercera entrega con más drama y argumento que sus predecesoras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Divertida, repleta de buena acción, estrafalaria y por supuesto con la química de siempre entre sus dos protagonistas, Michael Bay les da el relevo en la dirección de Bad Boys for Life a Adil El Arbi y Bilall Fallah, unos chicos con poca fama y experiencia que superan las expectativas y las dudas previas al estreno y que saben darle un soplo de aire fresco a la saga sin olvidarse de lo que la hizo famosa.
Los súperdeportivos, las intensas escenas llenas de explosiones y la comedia siguen ahí, pero si algo llama la atención de esta nueva parte de Bad Boys es el guion. En comparación a las dos anteriores, el cambio es bastante notorio, sobre todo con respecto a la segunda entrega. Se ha profundizado bastante más en los personajes y en la trama en detrimento de un puntito de la locura y el cachondeo que sobre todo vimos en la cinta del 2003. Ahora tenemos a Mike y a Marcus más complejos y redondos, lo que deja más cancha a la interpretación de Will y sobre todo de Martin, que tiene algunos momentos dramáticos bastante destacados. Lawrence hace una de las mejores interpretaciones de su carrera, pero insisto en que la película sigue la base de los trabajos de Bay y no se excede; no deja de ser una buddy movie llena de acción y comedia.
En general, la dirección y la fotografía cumplen. Vuelven los colores morados y naranjas típicos de Miami y los planos rápidos y directos, aunque quizás se abusa de los primeros y primerísimos primeros planos, que de tanta frecuencia en las conversaciones resultan invasivos e incómodos en pantalla grande. Sospecho que esto se hizo para ocultar la forma de unos actores que ya no están en su plenitud física, pero no me aventuro a asegurarlo. Las escenas de acción, por su parte, están bien llevadas, conocen bien la franquicia y saben compensar la comedia con la tensión. Hay que subrayar también la utilización de drones y de cgi, este último algo más cantoso de la cuenta en las escenas finales.
También se nos muestra como siempre el ambiente festivo y tropical de la ciudad de Florida. La banda sonora, principalmente compuesta por una combinación de los temas clásicos y canciones actuales de reggaetón y trap, acompaña a la perfección y consigue que te sumerjas de lleno en la atmósfera.
El reparto, además de Will Smith y Martin Lawrence, lo configuran varios de los actores habituales de Bad Boys, a destacar a Joe Pantoliano, siempre divertidísimo en su papel como el Capitán Howard y que también tiene más profundidad en comparación con las dos primeras películas. Como nuevas incorporaciones en el elenco tenemos un nuevo grupo de jóvenes de la policía que ayudarán a Mike y a Marcus en su misión. Lo componen caras conocidas como Paola Nuñez y Vanessa Hudgens. En general, convencen, aunque tiene sus más y sus menos.
Los villanos son interpretados por Kate del Castillo y Jacob Scipio, también de manera correcta, aunque las partes más flojas de la película vienen del lado de los antagonistas y su historia. Hay ciertos puntos de giro en relación a estos personajes y el de Mike Lowrey que pueden parecer sacados de la chistera y resultan algo decepcionantes. En defensa de esto, eso sí, hay decir que los giros suman al personaje de Will y aportan cierta profundidad y ciertos simbolismos que le vienen bastante bien a la película, pero tendrás que pasar por el aro y en un primer momento son poco convincentes.
En definitiva, se trata de una producción que sabe lo que se hace y le da exactamente al público lo que pedía: dos horas llenas de acción y risas con Will Smith y Martin Lawrence, bien rodada y sin más pretensiones de la cuenta. Entretenimiento palomitero puro y duro para una serie que vuelve con un buen nivel y con algunas novedades interesantes.
Los súperdeportivos, las intensas escenas llenas de explosiones y la comedia siguen ahí, pero si algo llama la atención de esta nueva parte de Bad Boys es el guion. En comparación a las dos anteriores, el cambio es bastante notorio, sobre todo con respecto a la segunda entrega. Se ha profundizado bastante más en los personajes y en la trama en detrimento de un puntito de la locura y el cachondeo que sobre todo vimos en la cinta del 2003. Ahora tenemos a Mike y a Marcus más complejos y redondos, lo que deja más cancha a la interpretación de Will y sobre todo de Martin, que tiene algunos momentos dramáticos bastante destacados. Lawrence hace una de las mejores interpretaciones de su carrera, pero insisto en que la película sigue la base de los trabajos de Bay y no se excede; no deja de ser una buddy movie llena de acción y comedia.
En general, la dirección y la fotografía cumplen. Vuelven los colores morados y naranjas típicos de Miami y los planos rápidos y directos, aunque quizás se abusa de los primeros y primerísimos primeros planos, que de tanta frecuencia en las conversaciones resultan invasivos e incómodos en pantalla grande. Sospecho que esto se hizo para ocultar la forma de unos actores que ya no están en su plenitud física, pero no me aventuro a asegurarlo. Las escenas de acción, por su parte, están bien llevadas, conocen bien la franquicia y saben compensar la comedia con la tensión. Hay que subrayar también la utilización de drones y de cgi, este último algo más cantoso de la cuenta en las escenas finales.
También se nos muestra como siempre el ambiente festivo y tropical de la ciudad de Florida. La banda sonora, principalmente compuesta por una combinación de los temas clásicos y canciones actuales de reggaetón y trap, acompaña a la perfección y consigue que te sumerjas de lleno en la atmósfera.
El reparto, además de Will Smith y Martin Lawrence, lo configuran varios de los actores habituales de Bad Boys, a destacar a Joe Pantoliano, siempre divertidísimo en su papel como el Capitán Howard y que también tiene más profundidad en comparación con las dos primeras películas. Como nuevas incorporaciones en el elenco tenemos un nuevo grupo de jóvenes de la policía que ayudarán a Mike y a Marcus en su misión. Lo componen caras conocidas como Paola Nuñez y Vanessa Hudgens. En general, convencen, aunque tiene sus más y sus menos.
Los villanos son interpretados por Kate del Castillo y Jacob Scipio, también de manera correcta, aunque las partes más flojas de la película vienen del lado de los antagonistas y su historia. Hay ciertos puntos de giro en relación a estos personajes y el de Mike Lowrey que pueden parecer sacados de la chistera y resultan algo decepcionantes. En defensa de esto, eso sí, hay decir que los giros suman al personaje de Will y aportan cierta profundidad y ciertos simbolismos que le vienen bastante bien a la película, pero tendrás que pasar por el aro y en un primer momento son poco convincentes.
En definitiva, se trata de una producción que sabe lo que se hace y le da exactamente al público lo que pedía: dos horas llenas de acción y risas con Will Smith y Martin Lawrence, bien rodada y sin más pretensiones de la cuenta. Entretenimiento palomitero puro y duro para una serie que vuelve con un buen nivel y con algunas novedades interesantes.

7,2
7.754
9
26 de enero de 2020
26 de enero de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Soberbio proto-slasher dramático sobre la autoconsciencia de los trastornos propios, el morbo del voyerismo y la necesidad enfermiza de la documentación continua y absoluta. Se trata de una película cuyos temas posiblemente sean más relevantes que nunca, ahora que la intimidad está prácticamente condenada a muerte y las enfermedades y perturbaciones mentales son el pan de cada día.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El film nos presenta a Mark Lewis, un psicópata que graba con fin documental los asesinatos que comete. Lo que diferencia a esta de otras congéneres de su época o anteriores es que se nos pone en la piel del asesino; empatizamos y sufrimos con él, a pesar de los horripilantes crímenes que comete. Desde los primeros minutos del metraje, donde tenemos una escena desde el punto de vista subjetivo del protagonista y su cámara, pecamos y padecemos con él, como espectadores mirones que somos, y se nos justifican racionalmente los motivos por los que actúa de ese modo a través de vídeos caseros de su infancia, porque sí, esta película también nos habla de la educación.
Se trata de un largometraje muy influyente en la historia, no solo por ser pionera del concepto y estilo tradicional del slasher y del cine de asesinos en serie, honor que comparte entre otras con Psicosis, sino por esa perspectiva que elige tomar para contar su historia. Si nos vamos a los años 70, donde se da el boom de este subgénero del terror, tenemos a personajes como Leatherface, un tipo que asesina según las órdenes y la formación que le ha proporcionado su familia. Fuera del género slasher, el cine de Scorsese nos pone en la piel de otro tipo enajenado que se mueve por una sociedad igual o más enferma que él en Taxi Driver, igual que pasa en Peeping Tom con Mark Lewis y la Inglaterra en la que se nos sitúa.
Siguiendo con Scorsese, resulta que es un auténtico enamorado de esta cinta, hasta el punto de que fue gracias a él que esta película consiguió el reconocimiento de la crítica y del público que no tuvo en la década de los 60. Aprovechando que es tema de actualidad, es de una claridad absoluta la influencia que tiene el cine de Scorsese sobre Joker de Todd Philips; Joker, esa pequeña cinta que logra recaudar más de mil millones y que trata sobre ese personaje con problemas mentales contra los que intenta luchar y con el que empatizamos constantemente, comprendiendo que la sociedad ha hecho de él el monstruo que vemos en la pantalla. De forma directa o indirecta, Peeping Tom es una de las películas más influyentes en la historia del cine. Y por cierto, no quiero dejar de mencionar, aunque sea de pasada, que también se la puede considerar fuente de insipiración del género snuff, pero mejor dejo ya el aspecto de su transcendencia histórica porque se podrían escribir decenas de párrafos sobre ello.
En términos técnicos, la dirección y el guion de la película son una delicia. Una historia llena de conceptos y giros maravillosos y coherentes, pero a la vez sorprendentes. Unas actuaciones a la altura del proyecto con Karlheinz Böhm y Moira Shearer como principales protagonistas. La excepcional fotografía consigue potenciar las actuaciones e ideas que la película intenta plasmar, con claras influencias de pintores como Edward Hopper. La iluminación y la paleta de colores también resultan muy llamativas; se hace un continuo uso de las sombras en los personajes y de intensos colores rojos y verdes para resaltar la morbosidad, la pasión o la sexualidad, entre otros, y que consiguen hacer de unos decorados ya de por sí elaborados, misteriosos e interesantes, algo absolutamente fascinante.
Solo ciertos problemas a nivel de ritmo causan mella en el resultado final de la película. Se trata de un relato con un ritmo general pausado pero satisfactorio, no obstante, esto puede ser levemente perjudicial para la trama alrededor del segundo acto. En cualquier caso, serían problemas menores y ligeros que en ningún caso opacan a esta obra maestra del cine.
Se trata de un largometraje muy influyente en la historia, no solo por ser pionera del concepto y estilo tradicional del slasher y del cine de asesinos en serie, honor que comparte entre otras con Psicosis, sino por esa perspectiva que elige tomar para contar su historia. Si nos vamos a los años 70, donde se da el boom de este subgénero del terror, tenemos a personajes como Leatherface, un tipo que asesina según las órdenes y la formación que le ha proporcionado su familia. Fuera del género slasher, el cine de Scorsese nos pone en la piel de otro tipo enajenado que se mueve por una sociedad igual o más enferma que él en Taxi Driver, igual que pasa en Peeping Tom con Mark Lewis y la Inglaterra en la que se nos sitúa.
Siguiendo con Scorsese, resulta que es un auténtico enamorado de esta cinta, hasta el punto de que fue gracias a él que esta película consiguió el reconocimiento de la crítica y del público que no tuvo en la década de los 60. Aprovechando que es tema de actualidad, es de una claridad absoluta la influencia que tiene el cine de Scorsese sobre Joker de Todd Philips; Joker, esa pequeña cinta que logra recaudar más de mil millones y que trata sobre ese personaje con problemas mentales contra los que intenta luchar y con el que empatizamos constantemente, comprendiendo que la sociedad ha hecho de él el monstruo que vemos en la pantalla. De forma directa o indirecta, Peeping Tom es una de las películas más influyentes en la historia del cine. Y por cierto, no quiero dejar de mencionar, aunque sea de pasada, que también se la puede considerar fuente de insipiración del género snuff, pero mejor dejo ya el aspecto de su transcendencia histórica porque se podrían escribir decenas de párrafos sobre ello.
En términos técnicos, la dirección y el guion de la película son una delicia. Una historia llena de conceptos y giros maravillosos y coherentes, pero a la vez sorprendentes. Unas actuaciones a la altura del proyecto con Karlheinz Böhm y Moira Shearer como principales protagonistas. La excepcional fotografía consigue potenciar las actuaciones e ideas que la película intenta plasmar, con claras influencias de pintores como Edward Hopper. La iluminación y la paleta de colores también resultan muy llamativas; se hace un continuo uso de las sombras en los personajes y de intensos colores rojos y verdes para resaltar la morbosidad, la pasión o la sexualidad, entre otros, y que consiguen hacer de unos decorados ya de por sí elaborados, misteriosos e interesantes, algo absolutamente fascinante.
Solo ciertos problemas a nivel de ritmo causan mella en el resultado final de la película. Se trata de un relato con un ritmo general pausado pero satisfactorio, no obstante, esto puede ser levemente perjudicial para la trama alrededor del segundo acto. En cualquier caso, serían problemas menores y ligeros que en ningún caso opacan a esta obra maestra del cine.
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