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Críticas 47
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
30 de agosto de 2020
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
“1985” es un drama sin paliativos. Porque hay historias que no admiten atenuantes ni edulcorantes. La última obra de Yen Tan (basada en su propio corto de 2016) se enfrenta a la dificultad de filmar nuevamente un drama sobre el SIDA.
Su principal acierto consiste en olvidarse de la perspectiva documental de la epidemia para colocar al espectador frante a un relato íntimo que revela la doble tragedia que tuvieron que enfrentar muchos enfermos de SIDA: afrontar su destino fatal y ocultar su estado de salud a familiares y amigos por miedo al rechazo. Como enseñanza, consuela pensar que la enfermedad ha perdido su letalidad. Mas entristece constatar que 35 años más tarde la serofobia resiste, causando estragos psicológicos irreparables.
“1985” no puede ser más austera, independiente, sobria y mejor interpretada. Uno de los mejores films sobre el SIDA (que, curiosamente, jamás menciona la enfermedad). Imprescindible. Sobrecogedora.
Fernando Garin (@fernandogarin_)
14 de noviembre de 2019
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esas son las dos palabras que me brotan si tengo que hablar de “Un rubio” (Marco Berger, 2019). Seguramente, ustedes recordarán la historia de dos cowboys errantes que se encuentran en una recóndita montaña donde dejan aflorar sus ocultas pasiones, lejos de las miradas reprobadoras y odiosas del resto. Ennis y Jack luchan, a su manera, por mantener a salvo la llama de su infinita pasión a pesar de la homofobia imperante. La dolorosa historia de amor de “Brokeback Mountain” es retomada por Berger en una versión libre, que resulta ser un hermoso (y mal llamado) remake contemporáneo y urbano. Juan evoca al inolvidable Ennis del Mar, destinado a luchar (y a perder) contra su homofobia interiorizada, mientras Gabo resucita al entrañable Jack Twist, que sabe lo que desea pero no consigue alcanzarlo. Ante la adversidad, hay amantes que apuestan por luchar y amantes que se rinden. Y Berger demuestra una inteligencia y sutileza abrumadoras al adoptar esta historia perenne, convirtiéndola en algo completamente diferente. Logra concentrar el mundo entero en un piso con terraza. Su ritmo es lento, sí. Pero hay procesos afectivos que son irremediablemente lentos, y no por ello pierden intensidad. La riqueza de recursos cinematográficos de “Un rubio” suplen con crecen sus carencias materiales. Porque no hay nada más clandestino que los besos que se borran, ni plano más hermoso que la lágrima que recorre el rostro de Gabo en un ensordecedor silencio. O el tren, esa hermosa metáfora que conecta a ambos personajes, del mismo modo que la montaña es el espacio simbólico donde Jack y Ennis mantienen a salvo sus recuerdos.
Todo en ella es conmovedor y doloroso. La pequeña Ornella resulta la única y esperanzadora grieta en el inquebrantable muro de la opresión. Con una simple frase, emerge la esperanza de un futuro mejor (aunque sea para otros).
No he dado cuenta de mi indignación todavía. Esta se debe a la irritante constatación de que esta joya del cine LGTB no vaya a ser exhibida en las salas comerciales españolas. Sin duda, un fenómeno inexplicable y lamentable, teniendo en cuenta que su director acaba de recibir el Premio de Honor en el LesGaiCineMad hace pocos días y que le avala una filmografía muy reseñable. Sé que existen otros canales para hacerse con ella (DVD a la venta) y espero que los espectadores ávidos de historias honestas y sobrecogedoras sepan aprovecharlos. Pero duele. Y créanme, me encantaría poder decirles: no dejen de ir a verla.

Fernando Garín Jansa (IG: fernandogarin_)
18 de octubre de 2019
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que el cine actual está perdiendo fuelle y se autocita en exceso ya no es un secreto. Este producto francoisraelí tiene pinceladas de brillantez, pero su ejecución resulta bastante decepcionante. Si bien la primera media hora del film resulta magnética, el espectador se irá desapegando de una narración que deviene excesivamente filosófica y turbia. Lo mejor de "Synonyms" es Tom Mercier, actor que ejecuta un impecable papel de hombre apesadumbrado y primitivo, sobre el que recae el peso de la película. La angustia vital de un hombre que huye de un Estado Israelí que rechaza y ansía con integrarse en Francia es una idea excesivamente redundante en el film. Personalmente, creo que la película se pierde en el debate de la integración a costa de profundizar en el triángulo afectivo de Yoav, Emile y Caroline. En definitiva, no resulta lo suficientemente íntima para inspirar emoción ni lo bastante solvente para remover conciencias. El film hubiera ganado muchos enteros si hubiera sabido desprenderse del enorme peso intelectual que arrastra. Estamos hablando de la ganadora del Oso de Oro en Berlín. No hay que olvidarlo. (6/10)
24 de diciembre de 2019
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
El caso Star Wars me recuerda al de la momia de Lenin. Los científicos rusos llevan casi 100 años aplicando continuas capas de fluidos bioquímicos para preservarla. Dicen que si se sacara de su urna podría desintegrarse con un simple suspiro. Y es que la saga Star Wars genera una admiración global cercana a la veneración. Parece rondar continuamente el temor a tocarla demasiado, provocar un cambio que haga que se desintegre para siempre. Ese era el encargo de J.J. Abrams: preservar la saga. El resultado ha sido una película eficaz, trepidante, muy fiel a la esencia de la historia original, rozando el calco, abusando de autocitas e instalada en su maniqueísmo habitual.
“Star Wars: El ascenso de Skywalker” es satisfactoria, visualmente impresionante y narrativamente previsible. Hace disfrutar como siempre, exactamente como siempre. Abrams ha resultado el perfecto artesano para aplicar una nueva capa de lustre a la Space Opera por excelencia de la historia del cine. Para los que disfrutamos con la saga, pero huyendo de la devoción, nos ha faltado osadía. Como la que caracterizó a otra legendaria estirpe, la de 007, al encargar “Skyfall” (2012) al grandísimo Sam Mendes. La apuesta de imprimir un sello de autor al clásico de Ian Fleming no solo salió bien, sino que insufló oxígeno a la saga de espionaje más famosa del mundo. Quizás Star Wars no necesita hacer una apuesta arriesgada. Su éxito comercial no admite discusión. Legiones de espectadores siguen haciendo cola para asistir con ilusión a cada nueva entrega. Quizás un día se percaten de que no es un cine, sino un mausoleo.
Fernando Garín (IG: fernandogarin_)
5 de febrero de 2020
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Judy” (2019) se confirma como uno de los fiascos del año. Si algo parece estar demostrándose recientemente es que los biopics musicales no están a la altura que sus homenajeados merecen. Si “Bohemian Rapsody” nos dejó una visión edulcorada e insípida de la fascinante personalidad de Freddie, “Judy” transforma el ocaso de una estrella en un insustancial melodrama.
No digo yo que esperara ver en “Judy” un pedacito de la excéntrica Norma Desmond (“El crespúsculo de los dioses”, 1950) o un retazo de la magnética Margo Channing (“Eva al desnudo”, 1950). Rupert Goold ya ha dejado claro de lo que es capaz. Abundan los flashbacks superficiales y ni siquiera los números musicales están filmados gusto. Al menos esperaba ahorrarme los condescencientes mensajes que tratan de humanizar a Judy a golpe de drama para toda la familia. Pero ni eso.
Renée Zellweger no es Gloria Swanson ni Bette Davis (aunque si el segundo Óscar se confirma, la Zellweger se colocará al nivel de Bette). No obstante, su interpretación rescata del naufragio total a “Judy”, tremendamente lastrada por un guion endeble y convencional, y logra evocar algo de la magia de la incomparable Judy Garland.

En su favor hay que señalar que es una de las escasas películas oscarizables que refleja, aunque tangencialmente, la realidad LGTBI. La entrañable pareja de incondicionales seguidores de Judy aporta un punto de veracidad sobre la situación de los homosexuales en la Inglaterra de los años sesenta. Y, de paso rinde homenaje a las legiones de fans gays que dejó su brillante carrera artística.
“Judy” pasará al apartado de crímenes cinematográficos recientes contra estrellas de la música, probablemente junto a “La Vie en Rose” (2007) y “Bohemian Rapsody” (2018), grotescas caricaturas de los fascinantes Edith Piaf y Freddie Mercury.
Es el nefasto intento de rendir culto a la gran Judy Garland, una niña prodigio explotada y devenida toxicómana cuya potencialidad como personaje era muchísimo mayor. Y eso es lo que más duele: saber que podía haber mucho mejor.
Fernando Garín (IG:fernandogarin_)
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