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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
24 de septiembre de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen es un director que despierta sentimientos extremos: o se le detesta o se le adora. Yo le adoro. Por eso lo digo de entrada, porque no voy a poder ser totalmente objetiva al opinar sobre esta última cinta suya, recién estrenada en España. A Roma con amor, además, expresa desde mi punto de vista sentimientos atávicos y profundos que yo tengo hacia esa ciudad tan excesivamente bella como artísticamente caótica. Adoro Italia, y Roma es absolutamente preciosa. En todos los sentidos. Seguramente en otra vida estuve en la Roma de los césares, o algo así, porque nunca me he podido explicar esta debilidad mía. Y dicho todo lo anterior, en un tono que confieso ampuloso y superlativo, añadiré que Allen, pese a sus años, pese a las numerosas películas increíblemente redondas que ha hecho, sigue derramando su maestría incluso en films pequeños y sin pretensiones como este. Se trata de una película cómoda, elegante, divertida, salpicada con toques de humor surrealista, y bien interpretada por actores eficaces, como es habitual en él. La ciudad eterna está presente casi todo el tiempo, y él crea situaciones absurdas que soportan las distintas tramas del film mezclándolas ad libitum, sin preocuparse demasiado de explicarlas, pero en medida suficiente para que el espectador comprenda y comparta, aunque sé que no todos sonreirán. Este viejo Allen, tan filósofo él, se está convirtiendo en un poeta de la imagen, y escribe poesías visuales a las ciudades que le aman y le han dejado huella. Ahora le ha tocado a Roma.
18 de junio de 2012 3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En medio de una cartelera sosona y aburrida aparece esta isla de fantasía medio kitsch medio nostálgica, al menos para los que vivimos los sesenta, que sin proponérselo resulta dulcemente cómica. Toda la ingenua modernidad que se gastaba en la segunda mitad del siglo XX salta ahora a la vista para los que padecemos la caótica violencia de comienzos del siglo XXI. Es una película que maneja símbolos como el estilo de vida típicamente americano, con los scouts, los indios, el pickup y las bonitas casas de verano (símbolos que luego en España intentamos imitar, con desigual fortuna), caricaturizando a cuantos personajes pueblan esa anécdota surrealista de la que se vale Wes Anderson a la hora de escribir –con la ayuda de Roman Coppola- y dirigir esta película. Es un cine que no requiere que uno se posicione en la más estricta seriedad para disfrutarlo, un cine liviano, aunque no carente de fondo, gracioso (no hay que esperar carcajadas estentóreas, aunque yo me reí a gusto en varias secuencias), y sobre todo nostálgico –sé que me repito-, pero que deja buen sabor de boca. Destacaré solo un par de puntos: el jefe scout protagonizado por el soso Edward Norton que no se quita el cigarrillo de la boca en toda la película (¡vaya reclamo para los fumadores de toda la vida, los anteriores a esta época de prohibiciones!), y la banda sonora, que es bonita, didáctica y muy bien empleada en esta cinta; de hecho tiene un protagonismo especial (¡ojo! no irse del cine mientras duran los créditos del final). Los actores, perfectos y muy simpáticos en sus distintos roles. Se nota que lo pasaron bien en el rodaje. Recomendable.
28 de febrero de 2012 3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace poco más de un año asistí a otra película en la línea de "Katmandú, un espejo en el cielo": "Come, reza, ama", protagonizada por la hiperfamosa Julia Roberts encarnando a Liz Gilbert, la inquieta escritora estadounidense que se fue a "hacer las Indias" en busca de sí misma. Aquí, salvo Penélope Cruz, no tenemos actrices comparables a la Roberts en proyección internacional. Tampoco hay presupuestos millonarios al nivel de la película de Ryan Murphy. Sin embargo, creo que nuestra película, esta que acabo de ver ayer mismo dirigida por Icíar Bollaín y protagonizada por Verónica Echegui, poco tiene que envidiar a la otra. Sé que, a pesar de compartir algunos escenarios, fondos, ambientes, son dos películas distintas, pero también tienen nexos comunes. La búsqueda espiritual, la necesidad de dar un giro a la propia vida, el hecho de que la protagonista sea una mujer, y el descubrimiento del Amor, con mayúscula, lo son. Para mí, tal vez por el hecho de ser española, es más veraz "Katmandú". Me llega más, me transmite un mensaje que comprendo -y comparto- de una forma más directa. Han dicho por aquí algunos críticos, algunos profesionales, que la película no tiene sorpresas, que es previsible, y yo pregunto: ¿qué film no lo es? Todo está tan visto que es prácticamente imposible sorprenderse. Y esto sucede en cualquier campo artístico. Dejemos el mérito, pues, a la forma de expresión, al cómo cuenta el director, secundado por su equipo de guionistas, técnicos, actores, músicos, aquello que, pese a ser archisabido, nos sigue emocionando.

Así que rompo una lanza por esta pequeña película tan bien contada, con unos actores tan buenos y naturales, con unos escenarios tan magníficos y bien filmados como son los del Nepal, y que en menos de dos horas cuenta miles de experiencias.

La película me ha gustado. Es tierna, sencilla, directa y tiene varios mensajes importantes. No nos calentemos las meninges. Hay que amar lo propio cuando lo propio tiene dignidad y arte. Si pagamos ocho euros por ver a la Roberts, paguemos, desde la convicción más profunda, los ocho euros que cuesta ver una española buena. Aunque dure menos semanas en cartelera.
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