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Críticas 4.594
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
8 de febrero de 2012
142 de 166 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente, algo ha cambiado en el cine. O más bien, en las audiencias.
Hace medio siglo, películas como Australia, Cold Mountain o esta War Horse habrían entusiasmado a las plateas de todo el mundo. Sin embargo, ahora, dejando al margen sus defectos (que las tres tienen), la crítica las menosprecia y el público no se entusiasma. ¿Qué ha pasado? ¿Es peor el cine hoy que entonces? ¿O es que las personas somos menos ingenuas, más cínicas y ya estamos muy acostumbradas a ver casi de todo en una pantalla? Pues probablemente es éso... porque War Horse es una cinta con todos los ingredientes que la habrían hecho triunfar en otra época: historia melodramática, superación personal, canto a la amistad, animales, bellos paisajes, factura impecable, ambientación bélica... Así pues, ¿qué ha fallado?
A estas alturas, hablar de la pericia tras la cámara de Steven Spielberg es innecesario. El Rey Midas es uno de los más hábiles narradores de todos los tiempos, un pintor de imágenes, un realizador con una elegancia innata en su planificación que otros jamás tendrán. War Horse es un plato visual de maravilloso gusto, todo elegancia (como digo) y belleza, gracias a la colaboración de Spielberg y Janusz Kaminski en la fotografía (que homenajea por partes a David Lean, a John Ford y, muy claramente al final, a la mítica escena de Vivien Leigh de Lo que el viento se llevó. Ya sabe, la de "A Dios pongo por testigo..."). La primera hora es simplemente perfecta. El final roza también esa perfección. Y todo el conjunto desprende una emotividad apabullante, y una clara añoranza de un cine más elemental, más primario, más cercano a las emociones de la gente.
Sin embargo, la película tiene un enorme problema (aparte del posible rechazo inicial de las audiencias), y es que es indudablemente demasiado larga. Las historias de los dos hermanos alemanes y la niña y el abuelo franceses resultan demasiado extendidas y alargadas en pantalla, ralentizando un ritmo hasta entonces estupendo. 35 minutos menos y podríamos estar hablando de una casi obra maestra... pero ese exceso de metraje lastra el conjunto de forma muy notable.
Gracias a Dios, Peter Mullan, Emily Watson, todos los jóvenes actores, y muy especialmente Benedict Cumberbacht y Jeremy Irvine (será una estrella) dan lo mejor de sí mismos, componiendo un exquisito reparto.
Y sí, está muy dicho que recuerda enormemente a Ford, Lean, Lo que el viento se llevó y en general a todo el gran cine del Hollywood clásico. Pero no creo que sea injusto ni pesado recordarlo. Porque éso es lo que ha pretendido Spielberg al adaptar esta novela. Homenajear el cine con el que él creció. Un cine que, para bien o para mal (depende de cada espectador) ya no se hace.

Lo mejor: La primera hora, Jeremy Irvine y su sabor clásico. Y la secuencia de Joey en las trincheras, un prodigio de dirección de Spielberg.
Lo peor: Es sin duda demasiado larga.
3 de junio de 2007
125 de 145 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta película es un ejemplo de lo que deberían ser todas las comedias. No sólo aporta un sentido del humor magnífico y que no insulta la inteligencia del espectador ( a ver si aprendemos aquí, donde seguimos estancados en Torrente y sus múltiples secuelas, declaradas o no), sino que además sabe cuando debe parar. La película dura tan solo una hora y cuarto, porque si hubiese sido más habría acabado por cansar al espectador. Veber lo sabe, y actúa en consecuencia. Y no le pudo salir mejor.
Poblada de innumerables gags antológicos (sobre todo los que envuelven al uso del teléfono) e interpretada por actores soberbios a los que se les intuye un importante pasado teatral, La cena de los idiotas es una locura desacomplejada y decididamente brillante que contiene además un mensaje moral al final que es lo único que no casa demasiado bien con el humor irreverente de Veber.

Lo mejor: La pareja cómica que forman Jacques Villeret y Thierry Lhermitte, y el guión.
Lo peor: El final, con moraleja incluida, parece escrito para una película de Disney, pero estaba claro que iba a ser así, y tampoco molesta.
2 de marzo de 2012
138 de 178 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aviso: A John Carter le van a caer palos por todos los lados.
Y es que no hay nada más fácil que poner a caldo a una película de estas características. Desde luego, si se la quiere criticar, motivos se encuentran a diestro y también a siniestro: la originalidad brilla por su ausencia, mete con calzador la imprescindible trama amorosa, es un pastiche visual de Prince of Persia y Star Wars (porque decir que también lo es desde el punto de vista argumental sería no tener mucha idea de lo que se habla, puesto que es esta historia la que ha inspirado a Lucas, Spielberg y otros tantos... y no al revés), presenta tópicos por doquier, asume cero riesgos, los protagonistas parecen más modelos que actores, y hay una sensación de deja vu constante. Todo éso es verdad.
Sin embargo, creo que todo aquel que se enfrente a John Carter debería plantearse qué le pide a la película. ¿De verdad hay alguien que espere una obra maestra? ¿Una revolución del género de la ciencia-ficción, de la aventura? ¿Hay que esperar conflictos shakespearianos?
Si ese es su caso, lector, directamente no entre a ver John Carter. No lo va a encontrar. Sin embargo, si lo que desea es entretenerse y pasar un rato agradable, no lo dude un momento. Porque éso es lo que pretende la película de Andrew Stanton. Entretener. Epatar con sus efectos visuales. Contar una historia que entretenga durante dos horas. Y éso lo consigue de sobras.
Stanton, que tiene bien ganado un lugar de honor en la Historia del cine animado gracias a su labor en Pixar, no es todo lo hábil que se podría desear filmando en imagen real, o puede que la necesidad de dejar espacio a la pantalla verde y el ordenador haya devorado su talento. Pero su John Carter, para quien quiera apreciarlo por lo que es, resulta un espectáculo visual apabullante, muy deudor de George Lucas y su Star Wars, que pisa el acelerador desde el primer minuto y no lo suelta hasta el final. Además, sorprendentemente, el guión se toma su tiempo para presentar situaciones y personajes, con más mesura y cabeza de la que cabría esperar (yo esa complicación y lío argumental del que algunos comentaristas de cine hablan no la he visto por ninguna parte), y Stanton acierta de pleno con ese gran comienzo decimonónico que tiene más de western que de otra cosa. Y el montaje paralelo de una batalla con el flashback que descubre el pasado de Carter es simplemente perfecto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay fallos, por supuesto. Y el primero es que la película no apasiona, no es mejor que otras que se hayan visto por ahí, y como dije al principio, encontrarle cosas criticables es de lo más sencillo. Quizás lo más grave es la presencia de Lynn Collins, que aunque le pone voluntad a las escenas de acción, es incapaz de mover un músculo de la cara para expresar las emociones de su personaje. Lo mismo puede decirse de Dominic West, siempre sobreactuado y pasado de rosca, o del gran desaprovechamiento de las presencias siempre estupendas de James Purefoy y sobre todo Ciaran Hinds (es de imaginar que el cheque fue sustancioso, pues apenas aparecen unos minutos en pantalla, y lo que hacen tampoco es nada del otro mundo).
Y también es verdad que muchas veces no se explican bien las particularidades de las distintas razas, humanas o alienígenas, que pueblan Marte, pero como antes se expresaba, no es impedimento para seguir la historia.
Pero gracias al cielo, Taylor Kitsch, que no es el mejor actor que ha poblado la Tierra y que seguro consiguió el papel por su cara y cuerpo bonitos, da bastante más de lo que se podría imaginar, con un carisma justo que sostiene la película y una presencia que no molesta. En pocas palabras: Kitsch no hace una grandísima interpretación ni nadie va a darle un Oscar por ello, pero se defiende más que bien, teniendo en cuenta el material del que dispone.
En definitiva, John Carter es un divertimento puro y duro, que no insulta la inteligencia del que mira y pone ante sus ojos un gran festín de aventuras y efectos especiales. No hay nada malo en ello. Es justo lo que pretende.

Lo mejor: Da más de lo que hacían presagiar sus trailers y el penoso tracking del que ha disfrutado en EEUU. Y la presencia sibilina e intrigante de Mark Strong.
Lo peor: Al igual que no es una mala película, tampoco se puede decir que sea nada del otro jueves. Entretiene, que no es poco, pero ahí se queda.
6 de enero de 2007
109 de 128 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa película con un increíble nivel de realismo en la animación y los mismos valores sociales que siempre trata de promulgar el tío Walt en sus producciones. ¿Qué la hace mejor entonces (para mi gusto) que otras obras maestras de la casa como Aladdín o El rey león? Pues ni más ni menos que su férrea voluntad por resultar adulta y madura. Hay muchos detalles que jamás podrán ser comprendidos por los niños, y lo digo por experiencia propia, como las maniobras racistas de Frollo o la relación entre éste y Esmeralda. Tal vez por eso fue la menos taquillera de las películas Disney de los 90, y aún hoy sigue sin ser muy apreciada.
Pocahontas lo intentó, pero El jorobado de Notre Dame fue la primera película realmente adulta de la historia de Disney. Y ya sólo por éso merece ser redescubierta y recordada.

Lo mejor: El prólogo, un prodigio de narración sólo comparable al fabuloso inicio de El rey león. Y aquí ya se vislumbra el otro elemento maestro de la cinta, y que no es otro que la inconmensurable música de ese genio llamado Alan Menken.
Lo peor: Que tal vez por ser más oscura, arriesgada y atrevida no se la considere suficientemente "bonita".
28 de abril de 2024
103 de 116 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dejando de lado las cuestiones morales de si es ético o no hacer una miniserie de un caso aún tan reciente en el tiempo, o si no obedece más a una estrategia de las plataformas para servir morbo a una sociedad cada vez más enganchada al sensacionalismo (véase HBO con el Caso Sancho), al César lo que es del César.
El caso Asunta es una maravilla. Sin más.
De hecho, cuesta sacar defectos a un producto cuidado hasta el más mínimo detalle, en la música, la realización, la redacción de los guiones y, por supuesto, la elección y dirección de unos intérpretes absolutamente extraordinarios. La miniserie, además, como no podría ser de otra forma, mantiene intactos los misterios que aún sacuden esta tragedia, como la verdadera implicación del impenetrable Alfonso Basterra o el auténtico móvil del crimen, nunca explicado ni verdaderamente comprendido. ¿Fue económico? ¿Sexual? ¿Para encubrir el insinuado crimen previo de los padres de Rosario Porto? Todas las posibilidades están insinuadas en una miniserie que roza la perfección en cada capítulo, con secuencias y momentos tan inolvidables como los de la instrucción (impecable Javier Gutiérrez como el juez que dirige la investigación), los diferentes interrogatorios que se realizan a la pareja o, por supuesto, el desgarrador momento en que Rosario admite ante Alfonso lo que ha pasado y la decisión posterior que toman sobre qué hacer con Asunta.
Pero, como decíamos, lo mejor es sin duda el reparto. Desde María León a Alicia Borrachero (maravillosa; ver su conversación con su cliente, cuando le advierte de que Rosario lo va a arrastrar al pozo y la cárcel), pasando por Ricardo de Barreiro y Carlos Blanco o el mencionado Javier Gutiérrez, todos brillan a un nivel estratosférico. Pero por supuesto hay que destacar a los dos protagonistas absolutos, Tristán Ulloa y Candela Peña. El gallego está increíble, seguramente en la mejor interpretación de su carrera, manteniendo el misterio intacto de Alfonso Basterra, frío, calculador, pero a la vez, quien sabe, también destrozado por perder a su hija.
En el caso de Peña, decir si es o no la mejor interpretación de su carrera (cuando hablamos de alguien que acumula títulos en su filmografía como Hierro, Torremolinos 73, Todo sobre mi madre, Te doy mis ojos, Princesas, La boda de Rosa o Una pistola en cada mano) es francamente complicado, pero lo que ha conseguido con su interpretación de Rosario Porto es de auténtica antología. La catalana compone a una mujer rota, con la emoción totalmente quebrada, dominada por su ex-marido, pero capaz de matar a su hija por razones que, a día de hoy, se desconocen, y lo hace con un aplomo y una emoción absolutamente excepcional. Si hay justicia, todos los próximos premios de interpretación televisivos serán para ella, porque es una lección magistral de interpretación la que ha conseguido.
Una gran miniserie.

Lo mejor: Los actores, maravillosos, y la excepcional calidad de la narración.
Lo peor: Nada.
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