Conseguir, partiendo de una novela, llegar a empatizar con un soldado que algún día fué marioneta expuesta a la muerte en Viet Nam no debe ser una tarea fácil, que Stanley realiza con una facilidad pasmosa. Una película llena de detalles, una producción excelente en manos del propio director, un elenco de actores muy bien dirigidos, una limpieza excepcional en cantidad y calidad de planos, la cámara con planos simétricos o la que acompaña, tan característica del director, esos primeros planos de los soldados tan significativos y tan propios de Stanley. El soldado que quería volver a casa con al menos una víctima "certificada". El soldado que no estaba hecho para luchar y acaba siendo un gran tirador, demasiado quizás. Una película que te atrapa y te hace amar a un cineasta como Stanley y entristecerte por lo que el ser humano es capaz de hacer.

Film pretencioso que obvia la reconocida estructura narrativa de la obra teatral en que está basada, haciendo una película innecesariamente alargada, con unas subtramas vacuas que tan sólo sostienen interpretaciones como las de Eduard Fernández (que desde el momento en que se va la película pierde todo peso) o Ernesto Alterio. Mención especial al personaje inseguro que genera y nos transmite con gran versemblanza.

Preciosa muestra de un relato íntimo y aparentemente vanal que se transforma en trascendente al permitirnos acceder a la intimidad y tragedia de cada personaje, también su sentido del humor, y al final, humanidad.
Gran Philip Seymour Hoffman, gran también Clifton Collins Jr.. Un regalo al que entré con resistencias y me acabé embarcando y conectando hasta la gran tristeza con que lo cerré.

Terrible película que se queda enmedio de muchos géneros y muchos posicionamientos, quedando en una muestra a medias tintas de algo que no llegamos a saber bien qué, y peor aún, no nos interesa saberlo. Personajes estereotipados, misterios facilones y una serie de pruebas que son a cual menos interesante. Una pérdida de tiempo que sólamente se salva por su fotografía.

Poder ver a un Batman con una apuesta de éste calibre es una señal de agradecimiento para mí como lector de cómics desde mi infancia. Para lo que son las adaptaciones del cómic es una obra bastante disfrutable, con diálogos y giros interesantes e inteligentes. El personaje más profundo con diferencia es Joker, personalmente el que genera más empatía pese a ser el "malo", gracias también a la propuesta actoral del malogrado Heath Ledger. No es necesario todo el metraje del film, a los 3/4 de la película tenía la sensación que ya me habían contado la historia y el resto era fuego (más aún) de artificio. Película para ver, disfrutar y borrar.