Ante el fracaso de la noche de juerga en la discoteca, Gus organiza una orgía en la mansión de su amigo Milo, que ha perdido la sonrisa desde que está en silla de ruedas (quizás antes, cuando le dejó Mario). La convocatoria es un éxito y acude mucha gente, quizá demasiada. Todos buscan su sitio, como piezas sueltas que tienen que encajar unas con otras. "Es lo que pasa también ahí fuera", dirá Jorge a Elisa. ¿Qué se busca en una orgía? "Algo imprevisible, algo que no sepa de memoria", dice Marta a su marido, Jesús. Y, efectivamente, todos los personajes (quizá no todos los participantes), inconscientemente, acuden a la orgía buscando algo imprevisible; en el fondo, secretamente buscan a ese alguien que les tuerza la vida. Hay quien busca el amor de su vida porque siempre ha tenido claro que lo encontraría en una orgía, hay quien va en busca de lo que perdió en otra orgía ("no hay dos orgías iguales", dice Jorge, "aunque todos buscan un trozo de carne que llevarse a la boca"), hay quien busca encontrar la solución al entuerto en que se ha convertido su relación de pareja ("no tenemos arreglo tú y yo" le dice Jesús a su esposa, Marta), hay quien no busca pero se deja encontrar...