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6
28 de enero de 2013
28 de enero de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos sensatos, mientras el conjunto de fans incondicionales esperaba esta película con desesperación, y corría a llenar los teatros en masa en la semana del estreno, para luego salir a decir que era una buena película, o que Peter Jackson se había superado a sí mismo, y todo ese montón de sandeces que la adoración incondicional llevaba a a decir a la gente, yo me tomaba mi tiempo, y me esperaba la cosa con calma, con mis reservas ya de por sí sentadas, y es que no nos digamos mentiras, las cosas iban de esta manera:
1. Una trilogía anterior que fue grandiosa, si bien, debo confesarlo, pudo ser mejor en algunos aspectos (sobre todo en la irregular efectividad de Las Dos Torres), y en la que pudimos ver la que tal vez sea la mejor muestra de fantasía en el cine, amén de grandiosas batallas (creo que la batalla de los campos del Pelennor, difícilmente será superada).
2. La intención de adaptar un libro de un tono menos rotundo, que estuvo concebido desde su escritura para ser dirigido al público infantil (a diferencia de la trilogía mencionada que se tomaba más en serio las cosas), el cual resulta encantador por sí mismo, pero que necesariamente tendría que cambiar su tono a uno más oscuro, so pena de no dejar satisfechos a los fanáticos de la anterior saga, pero corriendo el riesgo de perder su identidad y su encanto.
3. Los problemas que dilataron la producción, con la consabida salida de Guillermo del Toro del proyecto.
4. Los anticipos publicitarios, que nos mostraban a los enanos... Mmmmm, las caras se veían más plásticas y menos genuinas que las de los enanos que vimos en El Señor de los Anillos. Así mismo, Thorin Escudo de Roble, era un enano sin cara de enano... (al igual que Fili yKili). Claro, en esta película no hay un Legolas o un Aragorn para sacar suspiros de las damas, así que seamos condescendientes, y démosle a las féminas, un poco de caldo de ojo.
5. El anuncio de que se iban a hacer tres películas, en lugar de las dos anunciadas inicialmente. ¡Si dos películas ya constituían de por sí un metraje excesivo! ¿Acaso Jackson, que pudo sintetizar bien las páginas de la Comunidad del Anillo, que era de una extensión más grande que la del Hobbit, ahora tenía problemas para ser breve? Claro manifiesto de que al señor Jackson, y a los productores, se les habían acabado de abrir las fauces de la ambición.
6. Ian McKellen haciendo de Gandalf, pero con unos trece años más encima, y posiblemente muy cansado y poco apto para ciertas escenas físicas. ¿Lograría una interpretación tan fresca, vigorosa y encantadora como en la trilogía anterior?
7. La decisión de salirse del cauce señalado por el libro, y recurrir a los cuentos inconclusos de Tolkien o a los apéndices del Señor de los Anillos, todo, supuestamente en aras de establecer un equilibrado puente entre las dos trilogías (o más bien, de quitarle frescura, colorido y gracia a ese magnífico relato que es el Hobbit, considerándolo en su propio contexto).
8. La decisión de introducir a personajes que se sacaron de la trilogía previa... Radagast, que además está muy mal enfocado en su diseño como personaje, quitándole la poca dignidad que pudiera tener... (¿Te has imaginado a un mago caminando por ahí con mierda de pájaro en la cabeza, sin notarla o sentirse asqueado en lo más mínimo?). Además de eso, ponerlo a hacer cosas que se supone, era Gandalf quien debía realizar (En el libro, es él quien visita y descubre a... bueno, ustedes saben quién).
9. Introducir el formato 48 fps... ¿haría alguna diferencia o sería un avance radical?
Y el resultado:
Un metraje excesivo, y en ciertos momentos, desabrido. Los personajes que debieran aparecer bien retratados y dibujados (los enanos, por supuesto), pierden su oportunidad, para dar paso a personajes reciclados de la trilogía anterior (tanto del libro, como de las películas en sí). Thorin no parece un rey de enanos, sino el primo bajito de Aragorn. Gandalf, a pesar de ser mago ya no encanta. Algunas escenas hechas para alargar el metraje, no aportan absolutamente nada al relato, y los efectos especiales, no maravillan. Si hasta parece que estuvieras viendo un videojuego de la época de Contra o el primer Doble Dragón. Al menos, eso es lo que sucede en el formato 48 fps. Las criaturas no horrorizan, algunos diálogos son lamentables. ¿Qué se salva entonces?
Un Martin Freeman, que hace un trabajo sólido, muy digno, y lleva todo el peso sobre sus hombros.
El retorno de Gollum a la pantalla (se la roba), y, por supuesto, el interesante duelo de acertijos entre él y Bilbo.
Si la película se hubiese atenido a respetar el espíritu del libro, nos hubiéramos encontrado ante un divertimento sólido, gracioso, digno de estar entre lo mejor del cine infantil. Y si alguien me dice que no se pueden hacer películas para niños que gusten también a los grandes, que tengan argumentos y diálogos ingeniosos e inteligentes, que puedan sacar buen partido de la cara de un enano y además, no necesiten de presupuestos excesivos para maravillar al espectador que las contempla, pues bueno, es porque le falta ver cosas como Los Bandidos del Tiempo, de Terry Gilliam. Si tal vez peter Jackson la hubiese visto antes de empezar a rodar, y se hubiese preocupado menos por equipararla tanto a su trilogía anterior, el resultado hubiese sido otra cosa, grandiosa, por cierto.
1. Una trilogía anterior que fue grandiosa, si bien, debo confesarlo, pudo ser mejor en algunos aspectos (sobre todo en la irregular efectividad de Las Dos Torres), y en la que pudimos ver la que tal vez sea la mejor muestra de fantasía en el cine, amén de grandiosas batallas (creo que la batalla de los campos del Pelennor, difícilmente será superada).
2. La intención de adaptar un libro de un tono menos rotundo, que estuvo concebido desde su escritura para ser dirigido al público infantil (a diferencia de la trilogía mencionada que se tomaba más en serio las cosas), el cual resulta encantador por sí mismo, pero que necesariamente tendría que cambiar su tono a uno más oscuro, so pena de no dejar satisfechos a los fanáticos de la anterior saga, pero corriendo el riesgo de perder su identidad y su encanto.
3. Los problemas que dilataron la producción, con la consabida salida de Guillermo del Toro del proyecto.
4. Los anticipos publicitarios, que nos mostraban a los enanos... Mmmmm, las caras se veían más plásticas y menos genuinas que las de los enanos que vimos en El Señor de los Anillos. Así mismo, Thorin Escudo de Roble, era un enano sin cara de enano... (al igual que Fili yKili). Claro, en esta película no hay un Legolas o un Aragorn para sacar suspiros de las damas, así que seamos condescendientes, y démosle a las féminas, un poco de caldo de ojo.
5. El anuncio de que se iban a hacer tres películas, en lugar de las dos anunciadas inicialmente. ¡Si dos películas ya constituían de por sí un metraje excesivo! ¿Acaso Jackson, que pudo sintetizar bien las páginas de la Comunidad del Anillo, que era de una extensión más grande que la del Hobbit, ahora tenía problemas para ser breve? Claro manifiesto de que al señor Jackson, y a los productores, se les habían acabado de abrir las fauces de la ambición.
6. Ian McKellen haciendo de Gandalf, pero con unos trece años más encima, y posiblemente muy cansado y poco apto para ciertas escenas físicas. ¿Lograría una interpretación tan fresca, vigorosa y encantadora como en la trilogía anterior?
7. La decisión de salirse del cauce señalado por el libro, y recurrir a los cuentos inconclusos de Tolkien o a los apéndices del Señor de los Anillos, todo, supuestamente en aras de establecer un equilibrado puente entre las dos trilogías (o más bien, de quitarle frescura, colorido y gracia a ese magnífico relato que es el Hobbit, considerándolo en su propio contexto).
8. La decisión de introducir a personajes que se sacaron de la trilogía previa... Radagast, que además está muy mal enfocado en su diseño como personaje, quitándole la poca dignidad que pudiera tener... (¿Te has imaginado a un mago caminando por ahí con mierda de pájaro en la cabeza, sin notarla o sentirse asqueado en lo más mínimo?). Además de eso, ponerlo a hacer cosas que se supone, era Gandalf quien debía realizar (En el libro, es él quien visita y descubre a... bueno, ustedes saben quién).
9. Introducir el formato 48 fps... ¿haría alguna diferencia o sería un avance radical?
Y el resultado:
Un metraje excesivo, y en ciertos momentos, desabrido. Los personajes que debieran aparecer bien retratados y dibujados (los enanos, por supuesto), pierden su oportunidad, para dar paso a personajes reciclados de la trilogía anterior (tanto del libro, como de las películas en sí). Thorin no parece un rey de enanos, sino el primo bajito de Aragorn. Gandalf, a pesar de ser mago ya no encanta. Algunas escenas hechas para alargar el metraje, no aportan absolutamente nada al relato, y los efectos especiales, no maravillan. Si hasta parece que estuvieras viendo un videojuego de la época de Contra o el primer Doble Dragón. Al menos, eso es lo que sucede en el formato 48 fps. Las criaturas no horrorizan, algunos diálogos son lamentables. ¿Qué se salva entonces?
Un Martin Freeman, que hace un trabajo sólido, muy digno, y lleva todo el peso sobre sus hombros.
El retorno de Gollum a la pantalla (se la roba), y, por supuesto, el interesante duelo de acertijos entre él y Bilbo.
Si la película se hubiese atenido a respetar el espíritu del libro, nos hubiéramos encontrado ante un divertimento sólido, gracioso, digno de estar entre lo mejor del cine infantil. Y si alguien me dice que no se pueden hacer películas para niños que gusten también a los grandes, que tengan argumentos y diálogos ingeniosos e inteligentes, que puedan sacar buen partido de la cara de un enano y además, no necesiten de presupuestos excesivos para maravillar al espectador que las contempla, pues bueno, es porque le falta ver cosas como Los Bandidos del Tiempo, de Terry Gilliam. Si tal vez peter Jackson la hubiese visto antes de empezar a rodar, y se hubiese preocupado menos por equipararla tanto a su trilogía anterior, el resultado hubiese sido otra cosa, grandiosa, por cierto.
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