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Críticas ordenadas por utilidad
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7,0
23.114
8
14 de abril de 2020
14 de abril de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué buena impresión me ha dejado esta película, sin duda altamente recomendable. Sensacionalmente bella, deslumbrante, tierna, delicada, sutil. Perfecta en el ritmo, la trama, el guión, la fotografía, los papeles principales y secundarios (especial mención al papelón de Cate Blanchett como Carol).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Plantea el dilema moral de una madre que se debate en una lucha interna entre conseguir la custodia de su hija o perderla por ser una "desviada" (así se consideraba en la época a los individuos atraídos por personas de su mismo sexo). Pero lo hace con una fuerza impresionante, con el equilibro perfecto entre silencios y diálogos, con un "baile" entre las protagonistas que desprende muchísima química, y con una síntesis muy equilibrada entre lo explícito y lo sugerente. El papel de Rooney Mara (Therese) parece ser el de una chica sin mucho criterio sobre lo que desea hacer en cada momento, pero creo que no es casual esa representación de su personaje, en tanto que, siendo aún una chica joven e inmadura, se ve en la tesitura de enamorarse de una mujer, algo que sobresale de los cánones impuestos por la sociedad del momento. De hecho su personaje evoluciona de forma muy bonita a lo largo del film, tanto que finalmente es representada como una mujer más madura, que sabe lo que quiere, que apuesta por su pasión, que es la fotografía. Por otro lado, la lucha interna de la protagonista no podía tener un mejor resultado, en el sentido de que Carol, haciendo honor a su fortaleza y su aplomo, aboga por dejarse guiar por su destino y sus principios, sin ceder ante los chantajes y amenazas de su exmarido. Además, creo que la película tiene como coprotagonistas los gestos, las miradas, la complicidad y los silencios: en definitiva, los detalles. Me ha parecido una preciosa oda a la libertad de ser quien quieras ser, sin más.
8
30 de marzo de 2020
30 de marzo de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin estridencias, con una arrolladora personalidad, un papel principal espectacular interpretado por Tilda Swinton, que grita sólo con sus ojos y con su mirada, sin necesitar si quiera la voz, una magnífica selección de banda sonora a lo largo de toda la cinta. "Tenemos que hablar de Kevin" es una historia desgarradora que puede ser analizada desde varias perspectivas, la de la madre y la del pequeño Kevin. De hecho, después de ver la película me hizo falta debatir su contenido con un amigo para dejar de ver a la protagonista (y madre de Kevin) como una simple víctima, y pasar a entender también la postura de este pequeño tirano, por ello quizás es recomendable verla más de una vez para entender mejor ambas visiones. Lynne Ramsay lleva a la gran pantalla lo que podría considerarse, en un primer momento, una crítica a la maternidad concebida como algo ideal y perfecto. Pero analizando la historia en profundidad, aunque nunca antes de la parte final, el espectador puede plantearse la conducta del niño como fruto de una relación materno-filial sin apenas reconocimiento, afecto ni cariño, con lo cual su conducta (lejos de estar justificada) a mi modo de ver encuentra ahí alguna explicación lógica. En resumen, un peliculón altamente recomendable, que tiene la mayoría de ingredientes que debería tener toda buena película: buenas interpretaciones, buena fotografía, ritmo perfecto, sin que dé lugar a momentos de aburrimiento, una historia de las que hacen pensar y reflexionar, que no te deja indiferente, y que da lugar a discusión y debate.
8
18 de mayo de 2020
18 de mayo de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente me ha fascinado esta película, y no es que haya una "trama" propiamente dicha. De hecho, toda la película gira en torno a la sinopsis, con lo cual es muy previsible. Sin embargo, y aunque pudiera parecer contradictorio, no me he aburrido ni un solo instante, incluso diría que he echado de menos otra hora entera de película. Filme gris y lúgubre donde los haya, con una fotografía preciosa que jamás sale de esa tenebrosidad y esos tonos tristes que te hacen meterte -durante 135 minutos- en la vida de Lee (Casey Affleck).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Durante ese largo rato, el espectador transita junto a Lee por la senda de la desgracia y la culpa, acompañándole en los recuerdos de la fatídica noche donde -borracho y drogado- incendió accidentalmente la casa donde vivía, quemando vivos a sus hijos.
Lee es un hombre fantasmal, sin vida, sin brillo en los ojos, cansado de vivir, que sólo se levanta de la cama para cumplir con sus obligaciones laborales, pero que rehuye de todo tipo de vida social, familiar y amorosa. Sin embargo, se ve abocado a volver al lugar donde nació cuando le comunican la muerte de su hermano. Allí se encontrará con su sobrino huérfano Pat (Lucas Hedges), y a la vez que intenta arreglar la situación de éste, revivirá los terribles momentos del incendio, que provocó también el divorcio con su ex-mujer.
Podría pensarse que la película muestra cómo el protagonista, a pesar de estar muerto en vida, se aferra a vivir gracias a la ayuda que presta a los demás, es decir, que se redime intentando reconstruir las vidas de las personas de su entorno a las que hirió con su error (su ex-mujer ha rehecho su vida con otra persona y ha tenido un bebé a pesar del dolor de perder a sus hijos, su sobrino se muestra optimista y tiene ganas de vivir, de tocar en una banda de música, de tener no una, sino varias novias, etc). Es decir, que en pocas palabras parece que "supere su desgracia" ayudando a los demás a superarla.
Pero para mí, lejos de eso (o además, si se prefiere), creo que la película lleva a la pantalla una antítesis preciosa de dos formas distintas de superar un duelo. De un lado, la de Lee, que parece haberse "rendido" ante la vida, y que deambula por el mundo como alma en pena, anclado en un pasado que le atormenta y le castiga cada día de su existencia. Y de otro, la de Pat, que en ocasiones incluso me ha hecho morir de la risa con sus gritos y llantos ante el congelador, pues le recordaba que no quería que su padre estuviera tres meses en un congelador antes de enterrarlo. Pat tiene una facilidad admirable para superar la desgracia, para pensar que lo que ha pasado, ha pasado, y que mañana será otro día. Y aunque no lo dice, lo muestra, con sus ganas enormes de vivir la vida, de salir a flote, de tocar en una banda, de tener varias novias, etc. En ocasiones incluso parece que el sobrino Pat es quien arrastra a su tío Lee hacia la superficie, invitándole incluso a que dialogue con la madre de la novia de él (Pat), ante lo cual ésta se cansa enseguida porque Lee es incapaz de articular más de 2 palabras seguidas.
En definitiva, me parece que el metraje pone de relieve las distintas formas que las personas tienen de superar la adversidad, de aferrarse a la vida, de "salir a flote". En definitiva, de sobrevivir ante los enormes tropiezos que nos pone la vida.
Lee es un hombre fantasmal, sin vida, sin brillo en los ojos, cansado de vivir, que sólo se levanta de la cama para cumplir con sus obligaciones laborales, pero que rehuye de todo tipo de vida social, familiar y amorosa. Sin embargo, se ve abocado a volver al lugar donde nació cuando le comunican la muerte de su hermano. Allí se encontrará con su sobrino huérfano Pat (Lucas Hedges), y a la vez que intenta arreglar la situación de éste, revivirá los terribles momentos del incendio, que provocó también el divorcio con su ex-mujer.
Podría pensarse que la película muestra cómo el protagonista, a pesar de estar muerto en vida, se aferra a vivir gracias a la ayuda que presta a los demás, es decir, que se redime intentando reconstruir las vidas de las personas de su entorno a las que hirió con su error (su ex-mujer ha rehecho su vida con otra persona y ha tenido un bebé a pesar del dolor de perder a sus hijos, su sobrino se muestra optimista y tiene ganas de vivir, de tocar en una banda de música, de tener no una, sino varias novias, etc). Es decir, que en pocas palabras parece que "supere su desgracia" ayudando a los demás a superarla.
Pero para mí, lejos de eso (o además, si se prefiere), creo que la película lleva a la pantalla una antítesis preciosa de dos formas distintas de superar un duelo. De un lado, la de Lee, que parece haberse "rendido" ante la vida, y que deambula por el mundo como alma en pena, anclado en un pasado que le atormenta y le castiga cada día de su existencia. Y de otro, la de Pat, que en ocasiones incluso me ha hecho morir de la risa con sus gritos y llantos ante el congelador, pues le recordaba que no quería que su padre estuviera tres meses en un congelador antes de enterrarlo. Pat tiene una facilidad admirable para superar la desgracia, para pensar que lo que ha pasado, ha pasado, y que mañana será otro día. Y aunque no lo dice, lo muestra, con sus ganas enormes de vivir la vida, de salir a flote, de tocar en una banda, de tener varias novias, etc. En ocasiones incluso parece que el sobrino Pat es quien arrastra a su tío Lee hacia la superficie, invitándole incluso a que dialogue con la madre de la novia de él (Pat), ante lo cual ésta se cansa enseguida porque Lee es incapaz de articular más de 2 palabras seguidas.
En definitiva, me parece que el metraje pone de relieve las distintas formas que las personas tienen de superar la adversidad, de aferrarse a la vida, de "salir a flote". En definitiva, de sobrevivir ante los enormes tropiezos que nos pone la vida.
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