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Críticas ordenadas por utilidad
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6,2
1.345
9
26 de agosto de 2013
26 de agosto de 2013
25 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Extraordinaria película, emparentada con el cine de los hermanos Dardenne, en la que las elipsis narrativas se convierten en el auténtico protagonista. Lo que no vemos durante la proyección es lo más importante, nosotros sólo accedemos a la superficie cotidiana.Todos los temas apuntados y combinados (no era nada fácil) de manera asombrosa, convergen en la desintegración física y moral de la protagonista: una sensacional y prodigiosa ÉMILIE DEQUENNE.
Normas sociales ejemplificadas por la familia como núcleo de destrucción, de machismo (el marido), de poder de clase (el médico), que acaban aniquilando el sentido de la vida humana: la libertad, la inocencia, la identidad y la belleza. Soberbio el plano-secuencia en que la protagonista conduce, canta una canción y se derrumba emocionalmente; para pasar en todas las escuelas de cine.
La película se estructura en secuencias muy breves, perfectas en sí mismas, pero además cada una de ellas aporta algo a la anterior y sumerge gradualmente al espectador en la inquietud y el desasosiego. A ello se une la utilización de la banda sonora.
Cine de verdad, auténtico, con esa marca existencialista (no de pose) que nos recuerda a los mejores. Cine despojado de estupidez. GRAN CINE.
Normas sociales ejemplificadas por la familia como núcleo de destrucción, de machismo (el marido), de poder de clase (el médico), que acaban aniquilando el sentido de la vida humana: la libertad, la inocencia, la identidad y la belleza. Soberbio el plano-secuencia en que la protagonista conduce, canta una canción y se derrumba emocionalmente; para pasar en todas las escuelas de cine.
La película se estructura en secuencias muy breves, perfectas en sí mismas, pero además cada una de ellas aporta algo a la anterior y sumerge gradualmente al espectador en la inquietud y el desasosiego. A ello se une la utilización de la banda sonora.
Cine de verdad, auténtico, con esa marca existencialista (no de pose) que nos recuerda a los mejores. Cine despojado de estupidez. GRAN CINE.

6,7
3.293
9
18 de noviembre de 2023
18 de noviembre de 2023
21 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fiel a estilo y contenido, Loach vuelve a mostrarnos ese determinismo social a que se ve abocada gran parte de la clase trabajadora, en este caso conviviendo o no con esas gentes condenadas por las terribles guerras de sus países (en este caso Siria) a caer en la pobreza y la desubicación.
El análisis de Loach se repite en esas aparentes concesiones pueriles a lo emocional (que también hacía Chaplin en su cine también comunista), concesiones que no hay que menospreciar en absoluto porque son los restos de humanidad que quedan y que cada vez están más ausentes, son esos restos de bondad que conservan algunos miembros de una clase social derrotada y humillada. La combinación de este humanismo solidario con las terribles biografías de los personajes (impresionante el trabajo de Dave Turner) construyen la esencia de la filmografía de Loach. Una mirada de melancólico humanismo y una narración objetiva de vidas destrozadas por un sistema depredador.
El desencanto se muestra en el cine de Loach a partir de estos sentimientos que perviven en miembros individuales de una clase vencida, valores que fueron los de una clase obrera y que ahora sólo forman parte de la ética de algunos individuos en vías de extinción (magistral la metáfora reiterada del suicidio). Fundidos en negro excelentes.
No es la mirada de los hermanos Dardenne, poco aficionados al sentimentalismo, mirada brillante, impecable e implacable, es otra mirada, otra narrativa, otro estilo, pero al fin y al cabo la mirada compartida de la decencia cinematográfica, la mirada proletaria de aquellas gentes sobre las que se tacha la historia.
Forma parte también de la esencia de este gran cineasta conseguir que veamos las escenas como las podríamos estar viendo en cualquier rincón o casa de nuestros pueblos, esencia documental, la esencia de querer contar la verdad, en este sentido ese sentimentalismo no busca jamás la manipulación del espectador, sino llegar a la profunda nostalgia de lo que se pierde o ya está perdido, el ser humano.
Por último, y para mí el punto a destacar de la película y de la esencia de Loach, el reverso del humanisno, ese análisis magistral y sin concesiones del proletariado lumpen, xenófobo, posiblemente potencial votante de la ultraderecha. Excepcionalmente mostrado a partir de la amistad que se rompe cuando se rompen los valores que ponen en juego la dignidad humana. Maravillosa escena la visita del protagonista a la casa del amigo de la infancia. No, Charlie no.
A uno le gustan aquellas películas que hubiera querido dirigir. Ésta, sin duda y como tantas otras de Loach, es una de ellas, y por supuesto el final, o los dos finales, es un ejemplo de cómo rematar coherentemete una narración fílmica, política y ética.
Gracias de nuevo, maestro Loach.
El análisis de Loach se repite en esas aparentes concesiones pueriles a lo emocional (que también hacía Chaplin en su cine también comunista), concesiones que no hay que menospreciar en absoluto porque son los restos de humanidad que quedan y que cada vez están más ausentes, son esos restos de bondad que conservan algunos miembros de una clase social derrotada y humillada. La combinación de este humanismo solidario con las terribles biografías de los personajes (impresionante el trabajo de Dave Turner) construyen la esencia de la filmografía de Loach. Una mirada de melancólico humanismo y una narración objetiva de vidas destrozadas por un sistema depredador.
El desencanto se muestra en el cine de Loach a partir de estos sentimientos que perviven en miembros individuales de una clase vencida, valores que fueron los de una clase obrera y que ahora sólo forman parte de la ética de algunos individuos en vías de extinción (magistral la metáfora reiterada del suicidio). Fundidos en negro excelentes.
No es la mirada de los hermanos Dardenne, poco aficionados al sentimentalismo, mirada brillante, impecable e implacable, es otra mirada, otra narrativa, otro estilo, pero al fin y al cabo la mirada compartida de la decencia cinematográfica, la mirada proletaria de aquellas gentes sobre las que se tacha la historia.
Forma parte también de la esencia de este gran cineasta conseguir que veamos las escenas como las podríamos estar viendo en cualquier rincón o casa de nuestros pueblos, esencia documental, la esencia de querer contar la verdad, en este sentido ese sentimentalismo no busca jamás la manipulación del espectador, sino llegar a la profunda nostalgia de lo que se pierde o ya está perdido, el ser humano.
Por último, y para mí el punto a destacar de la película y de la esencia de Loach, el reverso del humanisno, ese análisis magistral y sin concesiones del proletariado lumpen, xenófobo, posiblemente potencial votante de la ultraderecha. Excepcionalmente mostrado a partir de la amistad que se rompe cuando se rompen los valores que ponen en juego la dignidad humana. Maravillosa escena la visita del protagonista a la casa del amigo de la infancia. No, Charlie no.
A uno le gustan aquellas películas que hubiera querido dirigir. Ésta, sin duda y como tantas otras de Loach, es una de ellas, y por supuesto el final, o los dos finales, es un ejemplo de cómo rematar coherentemete una narración fílmica, política y ética.
Gracias de nuevo, maestro Loach.

7,3
65.991
8
15 de enero de 2016
15 de enero de 2016
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me declaro un admirador de Tarantino, sólo me gustan unas pocas películas suyas. No importa, no hago críticas desde prejuiios gratuitos. Este western psicológico que recoge lo mejor de Hawks y de Leone es para enmarcar. La narración pausada y esos diálogos antológicos que son la verdadera acción de la película son realmente enormes.
Unos actores veteranos sobrados, inmensos, que nos hipnotizan con sus frases en versión original y que conducen la historia hasta un final sobresaliente que enlaza de alguna manera con la imagen inicial.
No se trata de una cinta comercial, y eso es lo que me lleva a apreciar este western de estilo depurado, clásico, elegante, de un Tarantino diferente que se reinventa pero que, de alguna manera, es fiel a sí mismo.
Podríamos hacer muchas lecturas sobre Los odiosos ocho, lecturas incluso políticas, raciales, feministas. Todo un universo complejo se encuentra en esta película, por ello sigo pensando que Tarantino se acerca cada vez más en su estilo, sinceridad y autenticidad al director que mejor supo reflejar la podredumbre global norteamericana, y de forma correlativa la naturaloeza humana. Siempre he creído que Tarantino es una prolongación de Sam Peckinpah.
Una película magnífica que hay que disfrutar desde el odio y la poesía.
Unos actores veteranos sobrados, inmensos, que nos hipnotizan con sus frases en versión original y que conducen la historia hasta un final sobresaliente que enlaza de alguna manera con la imagen inicial.
No se trata de una cinta comercial, y eso es lo que me lleva a apreciar este western de estilo depurado, clásico, elegante, de un Tarantino diferente que se reinventa pero que, de alguna manera, es fiel a sí mismo.
Podríamos hacer muchas lecturas sobre Los odiosos ocho, lecturas incluso políticas, raciales, feministas. Todo un universo complejo se encuentra en esta película, por ello sigo pensando que Tarantino se acerca cada vez más en su estilo, sinceridad y autenticidad al director que mejor supo reflejar la podredumbre global norteamericana, y de forma correlativa la naturaloeza humana. Siempre he creído que Tarantino es una prolongación de Sam Peckinpah.
Una película magnífica que hay que disfrutar desde el odio y la poesía.

4,9
1.119
8
28 de abril de 2024
28 de abril de 2024
24 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo esta crítica o hago esta reflexión porque me han dolido algunas críticas "profesionales" muy crueles sobre la película...que si un director de noventa años y sus fobias (mejor revisar lo que escribimos sobre las fobias de los demás). Si con noventa años uno tiene la capacidad de despedazar el mundo en que vivimos de esta manera, ningún problema con la edad. La lucidez de la farsa roza lo magistral porque el nuevo viejo mundo en que vivimos sólo puede contarse desde el esperpento, maravillosas referencias a la comedia clásica italiana o al mismo director, las películas de Polanski a veces rozan la frontera entre el terror y lo grotesco (El baile de los vampiros, El quimérico inquilino, la referencia aquí a la nariz de Chinatown), y en este caso uno no sabe si esta presenciando una cabalgata de personajes de comedia o un horroroso Jardín de las delicias.
Acercando la película a la comedia berlanguiana, fascinante el ritmo y la coralidad, el fetichismo, las perversiones de todos y cada uno de los personajes, pelucas, bronceados, vibradores y una estética de Balenciaga decadente de nuevo milenio. Todo cambia para que nada cambie: el dinero, el lujo, el poder y la perversión en la Europa de la eterna decadencia.
El espacio, un hotel tan decadente como la misma Europa, en el que se reúnen unos personajes tan patéticos y ridículos como los magnates y los políticos del mundo real, o quizá más reales que los del mundo real porque la farsa de polanski supera a la realidad, y de ahí quizá esa incomprensión de la crítica "profesional", porque en Polanski no hay piedad ni atisbo de comprensión, sino una arrolladora y políticamente incorrecta muestra de repugnantes parásitos.
El espacio moral. La obra de polanski ha dinamitado siempre cualquier espacio moral, en su cine este espacio queda reservado a la hipocresía de lo observado, no hay espacio moral en el espacio privado. Polanski vuelve a insistir en su juego de códigos. Las maneras, los modales se reservan para la mirada de los demás. Y en esta farsa eso da un juego espectacular, como si estos indignos personajillos supieran en cada momento que están siendo observados por unos espectadores que no son mejores que ellos, más bien admiran su estulticia de clase alta. La democracia europea. ¿Por qué se vota lo que se vota? Ya no hay crítica a la corrupción, la masa se proyecta en la corrupción.
Producción italiana, quizá un exilio cinematográfico final desde el que proyectar la gran cultura europea sobre la desintegración de la misma cultura europea. Libros, sistema educativo, música, lenguaje; todo entra en un crepúsculo por no decir apocalipsis representado aquí por esta reunión de animales maquillados en un zoológico llamado The Palace. La farsa italiana en el 2.000 y de la mano maestra de Polanski sólo podía ser un intencionado, corrosivo e intempestivo kitsch.
Año 2.000. Viejo sueño europeo hecho pesadilla.
Acercando la película a la comedia berlanguiana, fascinante el ritmo y la coralidad, el fetichismo, las perversiones de todos y cada uno de los personajes, pelucas, bronceados, vibradores y una estética de Balenciaga decadente de nuevo milenio. Todo cambia para que nada cambie: el dinero, el lujo, el poder y la perversión en la Europa de la eterna decadencia.
El espacio, un hotel tan decadente como la misma Europa, en el que se reúnen unos personajes tan patéticos y ridículos como los magnates y los políticos del mundo real, o quizá más reales que los del mundo real porque la farsa de polanski supera a la realidad, y de ahí quizá esa incomprensión de la crítica "profesional", porque en Polanski no hay piedad ni atisbo de comprensión, sino una arrolladora y políticamente incorrecta muestra de repugnantes parásitos.
El espacio moral. La obra de polanski ha dinamitado siempre cualquier espacio moral, en su cine este espacio queda reservado a la hipocresía de lo observado, no hay espacio moral en el espacio privado. Polanski vuelve a insistir en su juego de códigos. Las maneras, los modales se reservan para la mirada de los demás. Y en esta farsa eso da un juego espectacular, como si estos indignos personajillos supieran en cada momento que están siendo observados por unos espectadores que no son mejores que ellos, más bien admiran su estulticia de clase alta. La democracia europea. ¿Por qué se vota lo que se vota? Ya no hay crítica a la corrupción, la masa se proyecta en la corrupción.
Producción italiana, quizá un exilio cinematográfico final desde el que proyectar la gran cultura europea sobre la desintegración de la misma cultura europea. Libros, sistema educativo, música, lenguaje; todo entra en un crepúsculo por no decir apocalipsis representado aquí por esta reunión de animales maquillados en un zoológico llamado The Palace. La farsa italiana en el 2.000 y de la mano maestra de Polanski sólo podía ser un intencionado, corrosivo e intempestivo kitsch.
Año 2.000. Viejo sueño europeo hecho pesadilla.
9
12 de enero de 2014
12 de enero de 2014
21 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sutileza y la sugerencia de Spike Jonze para hacernos reflexionar sobre la incomunicación y la deshumanización, marcas de la casa, nos sumergen en un mundo melancólico y repleto de paisajes extraños, demasiado ordenados, demasiado calmados.
La necesidad humana de expresarse y de relacionarse, pero al mismo tiempo esa insociable sociabilidad de que estamos hechos, provoca la aparición de esos nuevos amigos, fieles en apariencia pero dotados de la capacidad de abandonarnos. El recorrido sentimental de un magnífico Joaquin Phoenix, ese hombre que escribe preciosas cartas de amor para los demás, pero que no es capaz de consolidar sus afectos en sus relaciones. Algunas escenas, como la del encuentro sexual o la de la boca del metro en la parte final del film, son de una perfección y, al mismo tiempo de una emoción, impresionantes.
Jonze parece observar, a través de largos y fantásticos diálogos, sin dramatismos desmadrados, en lo que nos estamos convirtiendo. Quizás la invasión y el protagonismo de los artefactos tecnológicos en nuestra cotidianeidad sólo cause eso: una profundísima melancolía, la que producen nuestra impotencia y nuestra incapacidad humanas.
La necesidad humana de expresarse y de relacionarse, pero al mismo tiempo esa insociable sociabilidad de que estamos hechos, provoca la aparición de esos nuevos amigos, fieles en apariencia pero dotados de la capacidad de abandonarnos. El recorrido sentimental de un magnífico Joaquin Phoenix, ese hombre que escribe preciosas cartas de amor para los demás, pero que no es capaz de consolidar sus afectos en sus relaciones. Algunas escenas, como la del encuentro sexual o la de la boca del metro en la parte final del film, son de una perfección y, al mismo tiempo de una emoción, impresionantes.
Jonze parece observar, a través de largos y fantásticos diálogos, sin dramatismos desmadrados, en lo que nos estamos convirtiendo. Quizás la invasión y el protagonismo de los artefactos tecnológicos en nuestra cotidianeidad sólo cause eso: una profundísima melancolía, la que producen nuestra impotencia y nuestra incapacidad humanas.
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