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Críticas ordenadas por utilidad
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7,2
86.944
8
6 de junio de 2012
6 de junio de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de admitirlo, me he reconciliado con Ryan Gosling. Desde que en un arrebato de locura transitoria, me dejé torturar durante dos horas por la meliflua historia de El diario de Noa (de acuerdo, tiene elementos salvables, cf. crítica anterior), pensé que no podría resistir a esta criatura inexpresiva en ningún otro film. Sin embargo, me resultó hasta encantador en Crazy Stupid Love (aun sin Photoshop) y me cuesta explicar cómo esa cara de imbécil ha contribuido a magnificar su papel en la película que nos ocupa, Drive, absolutamente imprescindible. No por su guión, que, pese a resultar magnético, no deja de ser simplista y poco original (aunque excelentemente ejecutado), no por sus interpretaciones (perfectas en su comedimiento), ni siquiera por su estupenda banda sonora. El lirismo de esta película reside en sus silencios, en las pausas, en la profundidad de lo que se obvia. El verdadero arte del film está en convertir una historia sencilla en un potente entretenimiento que te envuelve desde el primer momento, y, sobre todo, te hace partícipe, implicándote, entretejiéndote en su trama. Desde mi punto de vista, amén de una brillante fotografía que te atrapa de manera hipnótica, lo que más sobrecoge al espectador es su profunda honestidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
No hay recompensas por hacer lo correcto, no hay una solución cogida con alfileres al típico estilo hollywodiense. Hay una historia, con todos los visos de acabar mal, que simplemente, no tiene un final feliz. A real human being, and a real hero.

7,3
52.749
9
13 de octubre de 2007
13 de octubre de 2007
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni de la pantalla, ni del problema que se plantea en este film. Naturalmente, es un problema que se ha expuesto previamente. Puede que en otras ocasiones también nos sacudiese y puede que también nos impulsara a revisar nuestro decálogo de valores. Sin embargo, en esta ocasión, se entretejen con magnífica precisión dos de los motores que mueven el mundo en direcciones contrapuestas: el amor y los intereses económicos. Parece que hoy en día, en un mundo cada vez más deshumanizado, todas nuestras decisiones se diluyen en cuestiones monetarias. Pero si movemos el objetivo de nuestra cámara y enfocamos las pequeñas historias indivuales que componen las grandes historias, descubrimos que, mucho más de lo que creemos (y a menudo de lo que deseamos), los sentimientos nos mueven a actuar e incluso a pensar de manera distinta a la que habíamos previsto.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
"Pero a ella podemos ayudarla": cuando Ralph Fiennes intenta salvar a la niña africana, repite la misma frase que había dicho su esposa al salir del hospital. No se trata de cambiar el mundo, se trata de hacer pequeños gestos que cambien nuestro entorno y crear un redentor efecto mariposa o una interminable cadena de favores (valgan las referencias cinematográficas). En ese momento, Justin culmina su proceso de transformación y se convierte en Tessa. Una fuerza invisible que está siempre ausente y a la vez siempre presente a lo largo del film.
Bellísimas las escenas íntimas entre los protagonistas, cargadas de una elegante sensualidad.
No apartes la mirada...
Bellísimas las escenas íntimas entre los protagonistas, cargadas de una elegante sensualidad.
No apartes la mirada...

7,2
27.604
10
1 de octubre de 2010
1 de octubre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una vez soñé que entre tanta pretenciosidad en el arte en particular y en el mundo en general, hubiera alguien capaz de demostrar que lo mejor de la vida, lo que recordamos, lo que amamos, lo que buscamos, no es inalcanzable y no es material.
Lo que buscamos es nuestra esencia, y ésta se revela en la belleza que creamos juntos. Lo que nos hace grandes es aquello que cada ser humano es capaz de expresar y compartir, aunque sólo sea un instante, aunque sólo sea una vez.
La diferencia entre una obra y una obra de arte es la magia de su creador, que puede nacer de su amor, o de su desamor, de su orgullo o de su decepción, pero en todo caso de sus vivencias. Y de las experiencias narradas o cantadas con transparente sinceridad surge un inesperado deleite sin parangón en el cine musical. En cuanto empieza a sonar la melodía de este filme, las notas se deslizan suavemente por la piel, acariciantes, erizan el vello en un festival extático para los sentidos.
La magia de Glen Hansard es abrumadora, como también lo es la de Marketa Irglova. Pero la magia de ambos, unidos, es absolutamente irresistible. Su exquisita sensibilidad, la intensidad de su sentimiento, su amor transparente por la música y su humildad, inevitablemente, hechizan tu alma.
Lo que buscamos es nuestra esencia, y ésta se revela en la belleza que creamos juntos. Lo que nos hace grandes es aquello que cada ser humano es capaz de expresar y compartir, aunque sólo sea un instante, aunque sólo sea una vez.
La diferencia entre una obra y una obra de arte es la magia de su creador, que puede nacer de su amor, o de su desamor, de su orgullo o de su decepción, pero en todo caso de sus vivencias. Y de las experiencias narradas o cantadas con transparente sinceridad surge un inesperado deleite sin parangón en el cine musical. En cuanto empieza a sonar la melodía de este filme, las notas se deslizan suavemente por la piel, acariciantes, erizan el vello en un festival extático para los sentidos.
La magia de Glen Hansard es abrumadora, como también lo es la de Marketa Irglova. Pero la magia de ambos, unidos, es absolutamente irresistible. Su exquisita sensibilidad, la intensidad de su sentimiento, su amor transparente por la música y su humildad, inevitablemente, hechizan tu alma.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Cada escena destila sencillez, con la que se entreteje una historia que cala por su franqueza. Muchas de ellas dibujan en el rostro del espectador una sonrisa: desde el primer momento, en que a Glen intentan robarle las monedas durante su recital callejero (el supuesto ladrón salió muy mal parado, por cierto), pasando por la mágica unión musical de los protagonistas en la tienda de instrumentos musicales bajo la cautivada mirada del vendedor, o el revelador paseo en moto, o el concierto improvisado con otros talentos. Y culminando en la impagable escena final en la que Glen regala a Marketa parte de su futuro en forma de piano.
Su pasión se desarrolla con naturalidad, aunque es ineluctable, con intensidad, pero con contención, con la brevedad de un instante de eternidad. Y es tan especial porque sucede sólo una vez.
Su pasión se desarrolla con naturalidad, aunque es ineluctable, con intensidad, pero con contención, con la brevedad de un instante de eternidad. Y es tan especial porque sucede sólo una vez.
13 de octubre de 2007
13 de octubre de 2007
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seamos serios: esta película no merece un ocho. De cien películas que podamos ver, al azar, en las sobremesas de Antena 3 (si es que estamos dispuestos a autoinfligirnos tal castigo), quizá cincuenta sean mejores que Little City. El argumento es banal, y me ahorro los comentarios sobre las interpretaciones de los protagonistas. Baste decir que el reparto está encabezado por Jon Bon Jovi, un magnífico intérprete sobre el escenario y pésimo fuera de él (Jon, por favor, limítate a cantar).
Y tras este aluvión de críticas, paso a argumentar el porqué de mi generosísimo notable. Para que te guste esta película, ante todo, incide el hecho, tal y como advertía el anterior usuario, de estar rondando la treintena. Ese "gran" momento de crisis emocional en el que se hace balance de las relaciones sentimentales y uno se da cuenta de que no tienen ni la más mínima semejanza con las emocionantísimas puestas en escena de las películas románticas (de ahí mi interés por esa pequeña gran película que es "El amor tiene dos caras"). En ese aspecto, la película contiene pequeñas joyas de gran hondura espiritual. Naturalmente, sepultadas, entre multitud de diálogos banales, pero merece la pena rescatarlas. Por otra parte, para disfrutar de esta película debes ser uno de aquellos que sólo le piden al cine lo que ha de ofrecer: agradable entretenimiento. Y eso es lo que es Little City, un agradable entretenimiento, sin pretensiones, que te deja el buen sabor de boca del café de siempre, reconocible, cotidiano, cálido. ¿Qué más le podemos pedir a un film de sobremesa?
Y tras este aluvión de críticas, paso a argumentar el porqué de mi generosísimo notable. Para que te guste esta película, ante todo, incide el hecho, tal y como advertía el anterior usuario, de estar rondando la treintena. Ese "gran" momento de crisis emocional en el que se hace balance de las relaciones sentimentales y uno se da cuenta de que no tienen ni la más mínima semejanza con las emocionantísimas puestas en escena de las películas románticas (de ahí mi interés por esa pequeña gran película que es "El amor tiene dos caras"). En ese aspecto, la película contiene pequeñas joyas de gran hondura espiritual. Naturalmente, sepultadas, entre multitud de diálogos banales, pero merece la pena rescatarlas. Por otra parte, para disfrutar de esta película debes ser uno de aquellos que sólo le piden al cine lo que ha de ofrecer: agradable entretenimiento. Y eso es lo que es Little City, un agradable entretenimiento, sin pretensiones, que te deja el buen sabor de boca del café de siempre, reconocible, cotidiano, cálido. ¿Qué más le podemos pedir a un film de sobremesa?

7,3
107.369
8
18 de diciembre de 2011
18 de diciembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos nos hemos preguntado alguna vez si ha habido alguna decisión que ha cambiado el curso de nuestras vidas. Si existe eso llamado “destino”, y si hay alguien que disponga del guión o que pueda cambiarlo a su antojo (tal y como plantean en la desaprovechada Destinos Ocultos). Si partimos de un planteamiento racional, podemos atribuir lo que denominamos “señales” a jugarretas de nuestro cerebro, que plantea como indicios todo aquello que en realidad, consciente o inconscientemente, queremos que suceda. Ahora bien, cuando las señales quiebran las rígidas leyes de la estadística, empezamos a plantearnos si cada palabra, cada gesto, cada mínimo movimiento, como el aleteo de una mariposa, puede causar un tsunami en nuestras vidas y, si hay algún modo de caminar hacia delante sin chocar una y otra vez con esa ola gigante que nos engulle.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Al protagonista de este film se le plantea esa posibilidad, la de comprobar qué sucedería si pudiese cambiar aquello que ha torcido el rumbo de su vida, descubriendo que no puede variar nada sin sus decisiones, inevitablemente, afecten a quienes están su alrededor. Los seres queridos de Evan se ven sometidos a un baile incontrolable de sucesos, como títeres que no tienen ningún control sobre su propia vida.
Es inevitable plantearse la disyuntiva: ¿Evan toma la dramática decisión de coger las riendas de su destino, sin percatarse de que al hacerlo, está interfiriendo en los destinos de todos o bien, aunque exista una fuerza intangible que escribe un guión, las páginas se reescriben en función nuestro libre albedrío? En mi opinión, no hay una respuesta satisfactoria y quizá por ello, el film deja, sabiamente, un final abierto. La vida perfecta no existe, y en el camino, siempre hay que renunciar a algo. La pregunta es a qué podemos renunciar sin dejar de sentirnos vivos. Si es suficiente con seguir adelante a toda costa, apresando pequeños retazos de felicidad y acomodándonos en la autocomplacencia, o si realmente existe algo más que dé sentido a nuestras vidas, si existe una razón noble, inspiradora, quasiperfecta por la que luchar.
Por ello, el espectador puede decidir cómo interpretar ese final, si realmente, a través de todas sus decisiones, correctas o no, Evan renunció realmente a Kaylight en base a otras prioridades o si el guión les llevará a encontrarse inevitablemente en otro lugar, en otro momento, en otra situación. ¿Podemos reescribir nuestro destino?
En todo caso, habrá que adquirir el DVD y ver los finales alternativos…
Es inevitable plantearse la disyuntiva: ¿Evan toma la dramática decisión de coger las riendas de su destino, sin percatarse de que al hacerlo, está interfiriendo en los destinos de todos o bien, aunque exista una fuerza intangible que escribe un guión, las páginas se reescriben en función nuestro libre albedrío? En mi opinión, no hay una respuesta satisfactoria y quizá por ello, el film deja, sabiamente, un final abierto. La vida perfecta no existe, y en el camino, siempre hay que renunciar a algo. La pregunta es a qué podemos renunciar sin dejar de sentirnos vivos. Si es suficiente con seguir adelante a toda costa, apresando pequeños retazos de felicidad y acomodándonos en la autocomplacencia, o si realmente existe algo más que dé sentido a nuestras vidas, si existe una razón noble, inspiradora, quasiperfecta por la que luchar.
Por ello, el espectador puede decidir cómo interpretar ese final, si realmente, a través de todas sus decisiones, correctas o no, Evan renunció realmente a Kaylight en base a otras prioridades o si el guión les llevará a encontrarse inevitablemente en otro lugar, en otro momento, en otra situación. ¿Podemos reescribir nuestro destino?
En todo caso, habrá que adquirir el DVD y ver los finales alternativos…
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