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5,5
553
7
14 de agosto de 2008
14 de agosto de 2008
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fosse se despidió del cine con este biopic sobre la vida y muerte de la playmate Dorothy Statten, que toma como punto de referencia un artículo periodístico ganador del premio Pulitzer.
Narra cómo una chica de tantas, joven y tímida, alcanza al estrellato, empujada por su novio, a raíz de su aparición en la revista Playboy. Es la historia paralela de esta chica, elevada a lo más alto sólo por razón de su belleza, y de su pareja, un hombre manipulador, obsesivo y violento que trata de conseguir el éxito a través de ella; hasta que ella intenta volar sola, algo que él, claro, no podrá tolerar.
Sobre este argumento se superpone un retrato sin complacencias del mundillo del erotismo en la Norteamérica de finales de los 70 y primeros 80, con Hugh Hefner en primer plano.
En el apartado técnico, Fosse regresa al estilo pseudocumental que tan buenos resultados diera en Lenny (película con la que Star 80 está hermanada también en lo argumental), aunque adoleciendo de menor brío en la dirección y lucidez estética. Bien rodada y, sobre todo, montada.
Mariel Hemingway correcta, aunque el personaje podría haber dado más de sí, teniendo en cuenta su enorme evolución: de chica ingenua a mujer dependiente de un marido arribista y finalmente a estrella resuelta a cambiar su destino.
Sorprende ver a un espléndido Eric Roberts (sí, Eric Roberts, has leído bien) en un papel para el que parece haber nacido; una interpretación compleja, inquietante, brutal, que probablemente sea lo mejor de la película.
El resultado final de Star 80 es una interesante reflexión sobre las miserias que se esconden detrás del estrellato y sobre la capacidad destructora de la envidia.
PD: a título de anécdota diré que el director de cine con el que la protagonista mantiene una relación es un trasunto de Peter Bogdanovich, que fue pareja de Statten en la vida real.
Narra cómo una chica de tantas, joven y tímida, alcanza al estrellato, empujada por su novio, a raíz de su aparición en la revista Playboy. Es la historia paralela de esta chica, elevada a lo más alto sólo por razón de su belleza, y de su pareja, un hombre manipulador, obsesivo y violento que trata de conseguir el éxito a través de ella; hasta que ella intenta volar sola, algo que él, claro, no podrá tolerar.
Sobre este argumento se superpone un retrato sin complacencias del mundillo del erotismo en la Norteamérica de finales de los 70 y primeros 80, con Hugh Hefner en primer plano.
En el apartado técnico, Fosse regresa al estilo pseudocumental que tan buenos resultados diera en Lenny (película con la que Star 80 está hermanada también en lo argumental), aunque adoleciendo de menor brío en la dirección y lucidez estética. Bien rodada y, sobre todo, montada.
Mariel Hemingway correcta, aunque el personaje podría haber dado más de sí, teniendo en cuenta su enorme evolución: de chica ingenua a mujer dependiente de un marido arribista y finalmente a estrella resuelta a cambiar su destino.
Sorprende ver a un espléndido Eric Roberts (sí, Eric Roberts, has leído bien) en un papel para el que parece haber nacido; una interpretación compleja, inquietante, brutal, que probablemente sea lo mejor de la película.
El resultado final de Star 80 es una interesante reflexión sobre las miserias que se esconden detrás del estrellato y sobre la capacidad destructora de la envidia.
PD: a título de anécdota diré que el director de cine con el que la protagonista mantiene una relación es un trasunto de Peter Bogdanovich, que fue pareja de Statten en la vida real.
4
3 de junio de 2008
3 de junio de 2008
17 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Situemos la acción: los años ochenta no eran todavía un revival, sino una realidad. Reagan aún se tenía en pie, aunque ya no era el cowboy de siempre. Los comunistas ya no eran tan malos, hasta se podía hacer bromas sobre la mancha en la cabeza de Gorbachov. En Detroit se diseñaban enormes modelos de coches pre-tifón Toyota. Los yuppies se engominaban el pelo, bebían cerveza alemana de importación y escuchaban a Bruce Springsteen en su cassette último modelo. Kurt Kobain acababa de salir de un concierto de Pixies. La familia americana media seguía yendo a misa los domingos y fiestas de guardar, por más que las últimas tres décadas de gloriosa historia americana los hubiera tildado de paletos. Una época estaba dejando paso a otra, pero en el cine no se habían dado cuenta. Spielberg era el rey. George Lucas estaba tumbado en una hamaca a la derecha del Padre. Scoresese acusaba sus problemas técnicos con la heroína. Y Chavy Chase proseguía la saga de la familia Griswold sin prisa pero sin pausa.
Era otra época.
Tras dos películas en las que la familia Griswold se iba de vacaciones, primero por Estados Unidos y luego por Europa (con los desastrosos resultados que caracterizan el género), el guionista John Hughes pensó que era hora de que pasaran unas vacaciones en casita, al abrigo de la chimenea, con bombillas multicolores cubriendo la fachada, para pasar la navidad en familia. Hughes, por cierto, un año más tarde se encumbraría con Sólo en casa, que redunda en la temática navideña.
Los Griswold, esa entañable familia de paletos americanos. Qué decir. Los intentos del estúpido padre de familia por unir a su familia en torno a unos valores tan rancios que recuerdan a un anuncio de caramelos. La madre, con su aspecto de adicta a los barbitúricos y su actitud resignada. Los hijos, esteretipos que cambian de cara en cada película sin que nadie note la diferencia. Y los demás familiares, que también tienen lo suyo. Todos chiflados.
Las situaciones... delirantes, inverosímiles, mediocremente graciosas.
Por encima de todo: Chevy Chase, la caspa americana andante, secundado por Beberly D'Angelo, su eterna esposa en la salud y en la enfermedad (mental) y Randy Quaid (el hermanísimo de Dennis) metiendo las zarpas, como viene siendo habitual. Destaca también en el reparto una Juliette Lewis entonces desconocida. A título personal echo en falta a Anthony Michael Hall haciendo de Rusty y a Harold Ramis en la dirección.
En definitiva, un desastre de película que, sin embargo, tiene sus dosis de parodia del género navideño, su humor pasado de revoluciones, su condición de paradigma de la comedia de los ochenta. Probablemente la mejor de la saga Griswold, lo cual tampoco es tan difícil.
Y Chevy Chase es Chevy Chase, por suerte o por desgracia.
Una reflexión: ¿por qué todos los países tienen su Chevy Chase? ¿Es cosa del inconsciente colectivo o es que somos todos unos inconscientes? Quién sabe.
Era otra época.
Tras dos películas en las que la familia Griswold se iba de vacaciones, primero por Estados Unidos y luego por Europa (con los desastrosos resultados que caracterizan el género), el guionista John Hughes pensó que era hora de que pasaran unas vacaciones en casita, al abrigo de la chimenea, con bombillas multicolores cubriendo la fachada, para pasar la navidad en familia. Hughes, por cierto, un año más tarde se encumbraría con Sólo en casa, que redunda en la temática navideña.
Los Griswold, esa entañable familia de paletos americanos. Qué decir. Los intentos del estúpido padre de familia por unir a su familia en torno a unos valores tan rancios que recuerdan a un anuncio de caramelos. La madre, con su aspecto de adicta a los barbitúricos y su actitud resignada. Los hijos, esteretipos que cambian de cara en cada película sin que nadie note la diferencia. Y los demás familiares, que también tienen lo suyo. Todos chiflados.
Las situaciones... delirantes, inverosímiles, mediocremente graciosas.
Por encima de todo: Chevy Chase, la caspa americana andante, secundado por Beberly D'Angelo, su eterna esposa en la salud y en la enfermedad (mental) y Randy Quaid (el hermanísimo de Dennis) metiendo las zarpas, como viene siendo habitual. Destaca también en el reparto una Juliette Lewis entonces desconocida. A título personal echo en falta a Anthony Michael Hall haciendo de Rusty y a Harold Ramis en la dirección.
En definitiva, un desastre de película que, sin embargo, tiene sus dosis de parodia del género navideño, su humor pasado de revoluciones, su condición de paradigma de la comedia de los ochenta. Probablemente la mejor de la saga Griswold, lo cual tampoco es tan difícil.
Y Chevy Chase es Chevy Chase, por suerte o por desgracia.
Una reflexión: ¿por qué todos los países tienen su Chevy Chase? ¿Es cosa del inconsciente colectivo o es que somos todos unos inconscientes? Quién sabe.
5
14 de agosto de 2008
14 de agosto de 2008
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La reseña que le dedica filmaffinity a esta película es un spoiler en toda regla. Básicamente lo cuenta todo (demasiado). Como supongo que ya la habrás leído, mi recomendación caerá en saco roto, pero igualmente allá va: lo mejor para ver una película como esta es desconocer absolutamente todo sobre ella.
¿Es una buena película? no. ¿Aporta algo a la historia del cine? no. ¿Está bien rodada? no. ¿Se deja ver? medio, medio. Apunta algunas cosillas interesantes (el fanatismo religioso, la obsesión enfermiza, las peculiaridades de la vida rural americana...), pero las roza sólo en su superficie. El reparto está por encima de lo esperable para una producción de este tipo.
La única virtud que le puedo encontrar a esta película, si es que se le puede llamar virtud, es que es bastante extraña. Si te la encuentras un día por la tele, en una cadena local, a altas horas de la noche, y no tienes ni idea de que va, puede que te deje descolocado. Puede que sea porque es un poco incoherente e incómoda o bien por sorprendente e inesperada. En cualquier caso, te puede dejar descolocado mientras la ves. En estos días en los que Hollywood se empeña en hacer remakes de cualquier cosa y adaptaciones de cómics a diestro y siniestro, en los que los guionistas de calidad se han pasado a la televisión y las películas se fotocopian unas a otras, creo que la rareza puede ser una virtud. Aunque en este caso concreto, sea una rareza con pretensiones fallidas.
Para amantes de lo extraño y fans incondicionales de Brendan Fraser, Viggo Mortensen y/o Ashley Judd.
¿Es una buena película? no. ¿Aporta algo a la historia del cine? no. ¿Está bien rodada? no. ¿Se deja ver? medio, medio. Apunta algunas cosillas interesantes (el fanatismo religioso, la obsesión enfermiza, las peculiaridades de la vida rural americana...), pero las roza sólo en su superficie. El reparto está por encima de lo esperable para una producción de este tipo.
La única virtud que le puedo encontrar a esta película, si es que se le puede llamar virtud, es que es bastante extraña. Si te la encuentras un día por la tele, en una cadena local, a altas horas de la noche, y no tienes ni idea de que va, puede que te deje descolocado. Puede que sea porque es un poco incoherente e incómoda o bien por sorprendente e inesperada. En cualquier caso, te puede dejar descolocado mientras la ves. En estos días en los que Hollywood se empeña en hacer remakes de cualquier cosa y adaptaciones de cómics a diestro y siniestro, en los que los guionistas de calidad se han pasado a la televisión y las películas se fotocopian unas a otras, creo que la rareza puede ser una virtud. Aunque en este caso concreto, sea una rareza con pretensiones fallidas.
Para amantes de lo extraño y fans incondicionales de Brendan Fraser, Viggo Mortensen y/o Ashley Judd.
4
3 de junio de 2008
3 de junio de 2008
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aburrido y convencional biopic sobre Robert E. Howard, estructurado desde el punto de vista no del escritor, sino de una mujer con la que tenía una (especie de) relación.
Por un lado nos encontramos que la vida de Howard carece por completo de interés. Es un texano con gran imaginación que escribe para revistas pulp relatos de aventuras. Es un hijo que cuida de su madre enferma en su granja. Es un hombre con serios trastornos emocionales. Ya está. La historia no da para más si no se incluye nada de su gran creación: Conan. Pero para eso ya está Conan, el bárbaro, de John Milius (Conan, el destructor y El guerrero rojo no las incluyo porque son bodrios insufribles).
Por otro lado la guía de la historia es el personaje de Zellweger, una maestra de escuela que se interesa sentimentalmente por Howard. Eso hace que no conozcamos de Howard más que lo que la señora dice.
Apenas se presta atención a la psicología de Howard, que a priori sería lo más intersante. Se pasa por encima del mundo creativo del personaje como si no tuviera importancia. La historia de amor es bastante irrelevante y, si tenemos en cuenta que ocupa la mayoría del metraje, pues... saquen su propias conclusiones. Además, la relación pudo suceder tal como se cuenta o no, porque la opinión de Howard no aparece reflejada. Por suerte, Howard escribía cosas más interesantes.
Las actuaciones: D'Onofrio, correcto sin más, pero la verdad es que parece más un secundario que protagonista. Zellweger es la auténtica protagonista. Edulcorada como siempre.
Dirección sin nada especial. Aburrida. Como la película en general.
P.D.: lo del sombrero mexicano no tiene interés suficiente para un spoiler así que me lo callo.
Por un lado nos encontramos que la vida de Howard carece por completo de interés. Es un texano con gran imaginación que escribe para revistas pulp relatos de aventuras. Es un hijo que cuida de su madre enferma en su granja. Es un hombre con serios trastornos emocionales. Ya está. La historia no da para más si no se incluye nada de su gran creación: Conan. Pero para eso ya está Conan, el bárbaro, de John Milius (Conan, el destructor y El guerrero rojo no las incluyo porque son bodrios insufribles).
Por otro lado la guía de la historia es el personaje de Zellweger, una maestra de escuela que se interesa sentimentalmente por Howard. Eso hace que no conozcamos de Howard más que lo que la señora dice.
Apenas se presta atención a la psicología de Howard, que a priori sería lo más intersante. Se pasa por encima del mundo creativo del personaje como si no tuviera importancia. La historia de amor es bastante irrelevante y, si tenemos en cuenta que ocupa la mayoría del metraje, pues... saquen su propias conclusiones. Además, la relación pudo suceder tal como se cuenta o no, porque la opinión de Howard no aparece reflejada. Por suerte, Howard escribía cosas más interesantes.
Las actuaciones: D'Onofrio, correcto sin más, pero la verdad es que parece más un secundario que protagonista. Zellweger es la auténtica protagonista. Edulcorada como siempre.
Dirección sin nada especial. Aburrida. Como la película en general.
P.D.: lo del sombrero mexicano no tiene interés suficiente para un spoiler así que me lo callo.
3 de junio de 2008
3 de junio de 2008
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Biopic correcto, sin estridencias pero también sin novedades destacables.
Un retrato parcial y discutible de la Generación Beat, centrado sobre todo en la relación entre Jack Kerouac y Neal Cassady a través de la mujer y los intereses que compartieron.
Buen reparto, pero tremendamente desaprovechado.
Formalmente no logra escapar de un fuerte tufo a telefilme.
Lamentable que en castellano se hayan cargado el título original confundiendo generaciones literarias, una sorprendente muestra de incultura por parte del traductor.
Un retrato parcial y discutible de la Generación Beat, centrado sobre todo en la relación entre Jack Kerouac y Neal Cassady a través de la mujer y los intereses que compartieron.
Buen reparto, pero tremendamente desaprovechado.
Formalmente no logra escapar de un fuerte tufo a telefilme.
Lamentable que en castellano se hayan cargado el título original confundiendo generaciones literarias, una sorprendente muestra de incultura por parte del traductor.
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