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Críticas ordenadas por utilidad
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7,0
25.307
4
4 de noviembre de 2021
4 de noviembre de 2021
20 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El último duelo”, la última película de Ridley Scott, es una mala película. Y lo es pese a que sus actores principales ( Matt Damon, Adam Driver, Jodie Comer y Ben Affleck) están bien, con una interpretación sin estridencias pese a lo dramático de las situaciones. Es una mala película pese a que la dirección del señor Scott se nota especialmente en lo que es su especialidad, la acción. Es una mala película pese a que la música (Harry Gregson-Williams) subraya aunque no destaca. Es una mala película pese a que nos transmite esa sensación de ruptura con la idealización que de la Edad Media suele hacer el cine. ¿Y por qué es una mala película? Porque el guión es malísimo. Ben Affleck, Matt Damon y Nicole Holofcener han adaptado la novela de Eric Jager y lo han hecho utilizando una técnica narrativa que nos cuenta las tres versiones de un mismo hecho.
El ritmo de la película es lento, reiterativo y solo cobra pulso en la tercera parte, desde el momento del juicio hasta el último duelo, propiamente dicho.
La historia nos presenta a tres personajes principales, el interpretado por Matt Damon, un guerrero que se juega la vida por defender los intereses de su señor. Un hombre bruto, curtido en las batallas pero incapaz para gobernar sus posesiones y lo que es peor, incapaz de satisfacer a su esposa no solo en lo sexual sino también en lo emocional.
El otro personaje femenino es un compañero de armas del primero, un personaje distinto, educado como un clérigo y con otras ambiciones y formas de hacer. Está interpretado por Adam Driver que da vida a un personaje que sabe aprovechar sus oportunidades, acercarse al poder y progresar socialmente.
La historia nos lo muestra como un ser sin sentimientos más allá de su propio ego, fornicador y caprichoso y que se siente atraído por la esposa de su compañero de armas.
La esposa está interpretada por Jodie Comer, personaje más controvertido de la historia. Una mujer que pese a vivir en aquella época se revela contra la sumisión y el concepto de que la mujer es una posesión más del marido. Muy bien remarcado con las escenas en las que se habla de su dote y con el enfrentamiento con su esposo en el juicio y tras el mismo.
El nudo de la historia es una violación, cuando el personaje de Adam Driver abusa de la esposa de Matt Damon. Se nos contará el argumento, como ya he dicho, desde sus tres puntos de vista. Los guionistas, como deben de pensar que el público es tonto (quizás el público USA si que lo sea), la historia contada desde el punto de vista de la protagonista se subraya con el título “La verdad” a mi juicio totalmente innecesario si la historia se contara con mejores argumentos.
Evidentemente que cada punto de vista nos otorgará una visión distinta de cómo la vivieron sus protagonistas, pero lo cierto es que lo hace de forma bastante confusa, muy reiterativa (repitiendo planos) y estableciendo muy ligeramente el trazo psicológico de los personajes. Solo la tercera parte de la película, cuando nos cuenta la historia de Marguerite de Carrouges tiene interés pues es la oportunidad para indagar en el universo femenino de la época, de mujeres muy capaces de gestionar haciendas, de mujeres que saben leer, de mujer que quieren gozar del sexo. El enfrentamiento con su suegra está bastante desdibujado y solo tiene fuerza cuando hablan sobre la violencia que en la época se ejercía y se toleraba hacia las mujeres.
La película hubiera sido otra, posiblemente de mucho menor metraje, si la historia arrancara en el juicio y las tres versiones se contaran mediante falshbacks según declararan los tres implicados. Pero sería otra película y me atrevo a decir, que posiblemente más eficaz.
El papel del deseo en la mujer queda muy ambiguo, ligeramente apuntado, muy cobardemente expresado. Si están bien ejemplificados los mismos conceptos que hoy en día siguen estando en vigor: poner en duda la credibilidad de una mujer que expresa en público que un hombre le guste y éste la viole. En la Edad Media y ahora mismo se sigue poniendo en duda o exigiendo unas actitudes virginales a las mujeres a las que se les juzga por ser violadas en lugar de indagar en la verdad, como malamente reza el título de esa tercera parte.
La película se arrastra lentamente hasta llegar al juicio y como no, a la escena que da título a la película. Ahí es donde brilla el viejo Ridley Scott. Es una escena emocionante, cargada de significado y trascendente para el desarrollo de la historia ya que es su desenlace.
Pero el guión vuelve a cagarla y nos incluye una absurda escena final donde Marguerite puede disfrutar de su ansiada maternidad, con su niño rubito, por si quedara alguna duda de que su ansiado hijo fuera el fruto de aquella violación que por cierto, hay que decirlo, posiblemente sea una de las violaciones más burdas jamás rodadas. No digo que debiera recrearse en un acto tan despreciable, pero siendo como es el nudo de la trama debería al menos parecer verosimil.
Una pena que teniendo una buena historia se haga una mala película. Oportunidad perdida. Habrá que leer la novela.
El ritmo de la película es lento, reiterativo y solo cobra pulso en la tercera parte, desde el momento del juicio hasta el último duelo, propiamente dicho.
La historia nos presenta a tres personajes principales, el interpretado por Matt Damon, un guerrero que se juega la vida por defender los intereses de su señor. Un hombre bruto, curtido en las batallas pero incapaz para gobernar sus posesiones y lo que es peor, incapaz de satisfacer a su esposa no solo en lo sexual sino también en lo emocional.
El otro personaje femenino es un compañero de armas del primero, un personaje distinto, educado como un clérigo y con otras ambiciones y formas de hacer. Está interpretado por Adam Driver que da vida a un personaje que sabe aprovechar sus oportunidades, acercarse al poder y progresar socialmente.
La historia nos lo muestra como un ser sin sentimientos más allá de su propio ego, fornicador y caprichoso y que se siente atraído por la esposa de su compañero de armas.
La esposa está interpretada por Jodie Comer, personaje más controvertido de la historia. Una mujer que pese a vivir en aquella época se revela contra la sumisión y el concepto de que la mujer es una posesión más del marido. Muy bien remarcado con las escenas en las que se habla de su dote y con el enfrentamiento con su esposo en el juicio y tras el mismo.
El nudo de la historia es una violación, cuando el personaje de Adam Driver abusa de la esposa de Matt Damon. Se nos contará el argumento, como ya he dicho, desde sus tres puntos de vista. Los guionistas, como deben de pensar que el público es tonto (quizás el público USA si que lo sea), la historia contada desde el punto de vista de la protagonista se subraya con el título “La verdad” a mi juicio totalmente innecesario si la historia se contara con mejores argumentos.
Evidentemente que cada punto de vista nos otorgará una visión distinta de cómo la vivieron sus protagonistas, pero lo cierto es que lo hace de forma bastante confusa, muy reiterativa (repitiendo planos) y estableciendo muy ligeramente el trazo psicológico de los personajes. Solo la tercera parte de la película, cuando nos cuenta la historia de Marguerite de Carrouges tiene interés pues es la oportunidad para indagar en el universo femenino de la época, de mujeres muy capaces de gestionar haciendas, de mujeres que saben leer, de mujer que quieren gozar del sexo. El enfrentamiento con su suegra está bastante desdibujado y solo tiene fuerza cuando hablan sobre la violencia que en la época se ejercía y se toleraba hacia las mujeres.
La película hubiera sido otra, posiblemente de mucho menor metraje, si la historia arrancara en el juicio y las tres versiones se contaran mediante falshbacks según declararan los tres implicados. Pero sería otra película y me atrevo a decir, que posiblemente más eficaz.
El papel del deseo en la mujer queda muy ambiguo, ligeramente apuntado, muy cobardemente expresado. Si están bien ejemplificados los mismos conceptos que hoy en día siguen estando en vigor: poner en duda la credibilidad de una mujer que expresa en público que un hombre le guste y éste la viole. En la Edad Media y ahora mismo se sigue poniendo en duda o exigiendo unas actitudes virginales a las mujeres a las que se les juzga por ser violadas en lugar de indagar en la verdad, como malamente reza el título de esa tercera parte.
La película se arrastra lentamente hasta llegar al juicio y como no, a la escena que da título a la película. Ahí es donde brilla el viejo Ridley Scott. Es una escena emocionante, cargada de significado y trascendente para el desarrollo de la historia ya que es su desenlace.
Pero el guión vuelve a cagarla y nos incluye una absurda escena final donde Marguerite puede disfrutar de su ansiada maternidad, con su niño rubito, por si quedara alguna duda de que su ansiado hijo fuera el fruto de aquella violación que por cierto, hay que decirlo, posiblemente sea una de las violaciones más burdas jamás rodadas. No digo que debiera recrearse en un acto tan despreciable, pero siendo como es el nudo de la trama debería al menos parecer verosimil.
Una pena que teniendo una buena historia se haga una mala película. Oportunidad perdida. Habrá que leer la novela.

5,6
10.407
2
7 de febrero de 2022
7 de febrero de 2022
21 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2022 ya no asustan las películas donde las puertas se abren y se cierran solas, donde las luces se encienden y apagan sin criterio aparente, donde los espejos se rompen y surgen de ellos manos que nos tiran del pelo, donde un retrato en un cuadro evoluciona según lo hacen los protagonistas.
Tampoco funcionan los escenarios lúgubres, decadentes, oscuros, chirriantes… Ni las personas envejecidas hasta la parodia… A nada que tengamos un mínimo de cultura cinematográfica todos esos recursos ya los hemos visto y sufrido.
¿Por qué utilizarlos entonces? Solo se me ocurren dos opciones que los autores del guión y de la dirección de la película creen que son efectivos y que funcionan o lo que es peor, que no se les ocurre otra forma de transmitirnos angustia, terror y miedo.
Pero no solo es que la forma de contar la historia esté agotada es que la interpretación de Almudena Amor y de Karina Kolokolchykova desmerece los escasos méritos de la cinta de Paco Plaza.
Almudena Amor es una actriz con un físico maravilloso pero en cuanto abre la boca se diluye todo su encanto. La escena en el hospital, nada más llegar a Madrid cuando la doctora que le explica la situación de su abuela es inverosímil, con una entonación, perdón, con una lectura del guión que no transmite nada.
Lo mismo ocurre con el único diálogo (menos mal) entre Almudena y Karina, en una escena que podría ser tensa, dramática o intrigante pero que no alcanza esa categoría gracias a una interpretación forzada, pésima e inadmisible.
Existe en psicología un término conocido como deuda de cuidados, es decir: cuando somos niños nuestros padres (en este caso la abuela) nos cuida y en ese momento contraemos una deuda con ellos que debemos saldar cuando son mayores y son ellos quienes necesitan los cuidados.
Ese es el debate interno del personaje de Almudena Amor, Susana, que se ve obligada a cuidar a su abuela Vera Valdez, Pilar en la película, en un ambiente claustrofóbico, en una prisión decadente y donde proliferan los tópicos de las película de terror de serie B.
A mi juicio un debate mal resuelto y donde solo cobra importancia el artificio. ¡Qué lejos del terror psicológico que podría producir esa situación sin necesidad de tanto recurso manido!
En resumen, un guión malísimo, unas actrices para olvidar, un ritmo lento plagado de tópicos y una dirección aceptable. Dos estrellas y porque hoy estoy generoso.
Tampoco funcionan los escenarios lúgubres, decadentes, oscuros, chirriantes… Ni las personas envejecidas hasta la parodia… A nada que tengamos un mínimo de cultura cinematográfica todos esos recursos ya los hemos visto y sufrido.
¿Por qué utilizarlos entonces? Solo se me ocurren dos opciones que los autores del guión y de la dirección de la película creen que son efectivos y que funcionan o lo que es peor, que no se les ocurre otra forma de transmitirnos angustia, terror y miedo.
Pero no solo es que la forma de contar la historia esté agotada es que la interpretación de Almudena Amor y de Karina Kolokolchykova desmerece los escasos méritos de la cinta de Paco Plaza.
Almudena Amor es una actriz con un físico maravilloso pero en cuanto abre la boca se diluye todo su encanto. La escena en el hospital, nada más llegar a Madrid cuando la doctora que le explica la situación de su abuela es inverosímil, con una entonación, perdón, con una lectura del guión que no transmite nada.
Lo mismo ocurre con el único diálogo (menos mal) entre Almudena y Karina, en una escena que podría ser tensa, dramática o intrigante pero que no alcanza esa categoría gracias a una interpretación forzada, pésima e inadmisible.
Existe en psicología un término conocido como deuda de cuidados, es decir: cuando somos niños nuestros padres (en este caso la abuela) nos cuida y en ese momento contraemos una deuda con ellos que debemos saldar cuando son mayores y son ellos quienes necesitan los cuidados.
Ese es el debate interno del personaje de Almudena Amor, Susana, que se ve obligada a cuidar a su abuela Vera Valdez, Pilar en la película, en un ambiente claustrofóbico, en una prisión decadente y donde proliferan los tópicos de las película de terror de serie B.
A mi juicio un debate mal resuelto y donde solo cobra importancia el artificio. ¡Qué lejos del terror psicológico que podría producir esa situación sin necesidad de tanto recurso manido!
En resumen, un guión malísimo, unas actrices para olvidar, un ritmo lento plagado de tópicos y una dirección aceptable. Dos estrellas y porque hoy estoy generoso.

5,6
2.035
6
21 de noviembre de 2022
21 de noviembre de 2022
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy bonita, imaginativa, tierna y visualmente un espectáculo. No se puede pedir más.
Como me gusta nadar contracorriente diré que lo peor de la película, como era de esperar, es la actuación de Jason Momoa empeñado en crear su versión de Jack Sparrow. Resulta curioso que a la gran mayoría del público sea lo que más le gusta de la película. Pero claro, no todo el mundo tiene el mismo criterio, incluso me atrevería a decir que la gran mayoría no tiene criterio. Ja, ja, ja...
La película en sí nada contracorriente porque a estas alturas plantear un historia sin tintes de género no es lo más habitual. Hablar del concepto de paternidad no está de moda y la película no habla de otra cosa del amor que se profesan padre e hija. La madre está ausente, no existe a nivel argumental. Algo que a las "charos" les costará digerir.
La línea argumental es bastante predecible pero no por ello es una película aburrida; de hecho habla del viaje que tiene que hacer la niña y su acompañante para descubrirse a sí mismos, nada nuevo en nuestra tradición cultural y como no puede ser de otra forma en una cinta familiar, termina con un final feliz con unas gotas de amargura muy ténues.
A nivel visual es una película preciosa, con una sucesión de escenarios fantásticos, llenos de colorido y muy ajustados a la forma en la que el cine nos suele presentar el mundo de los sueños.
El tono general de la película me ha recordado, salvando las diferencias a "The lovely bones" aquí conocida como "Desde mi cielo", película mucho más truculenta pero que contenía una parte con una estética muy parecida a los sueños de ésta. También es cierto que la protagonista, Marlow Barkley en todo momento me recuerda a la jovencísima Saoirse Ronan. Tiene esa mirada ausente y en ocasiones es parca en expresiones, pero para eso ya tenemos a su compañero de reparto.
Hablando de reparto, cómo no fijarse en el irlandés Chris O'Dowd, con esa cara de bueno y la ternura que desprende en toda la película hasta que termina por asumir una paternidad forzada que le devuelve al mundo de los vivos.
En resumen, es una película familiar, aunque tengo mis dudas de que les pueda gustar a los niños que se quedarán únicamente con "las peripecias" del cerdito; película poco pretenciosa y ahí reside su mayor atractivo que no pretende más que entretener y emocionar a mi juicio lo consigue. ¿Para qué pedirle más?
Como me gusta nadar contracorriente diré que lo peor de la película, como era de esperar, es la actuación de Jason Momoa empeñado en crear su versión de Jack Sparrow. Resulta curioso que a la gran mayoría del público sea lo que más le gusta de la película. Pero claro, no todo el mundo tiene el mismo criterio, incluso me atrevería a decir que la gran mayoría no tiene criterio. Ja, ja, ja...
La película en sí nada contracorriente porque a estas alturas plantear un historia sin tintes de género no es lo más habitual. Hablar del concepto de paternidad no está de moda y la película no habla de otra cosa del amor que se profesan padre e hija. La madre está ausente, no existe a nivel argumental. Algo que a las "charos" les costará digerir.
La línea argumental es bastante predecible pero no por ello es una película aburrida; de hecho habla del viaje que tiene que hacer la niña y su acompañante para descubrirse a sí mismos, nada nuevo en nuestra tradición cultural y como no puede ser de otra forma en una cinta familiar, termina con un final feliz con unas gotas de amargura muy ténues.
A nivel visual es una película preciosa, con una sucesión de escenarios fantásticos, llenos de colorido y muy ajustados a la forma en la que el cine nos suele presentar el mundo de los sueños.
El tono general de la película me ha recordado, salvando las diferencias a "The lovely bones" aquí conocida como "Desde mi cielo", película mucho más truculenta pero que contenía una parte con una estética muy parecida a los sueños de ésta. También es cierto que la protagonista, Marlow Barkley en todo momento me recuerda a la jovencísima Saoirse Ronan. Tiene esa mirada ausente y en ocasiones es parca en expresiones, pero para eso ya tenemos a su compañero de reparto.
Hablando de reparto, cómo no fijarse en el irlandés Chris O'Dowd, con esa cara de bueno y la ternura que desprende en toda la película hasta que termina por asumir una paternidad forzada que le devuelve al mundo de los vivos.
En resumen, es una película familiar, aunque tengo mis dudas de que les pueda gustar a los niños que se quedarán únicamente con "las peripecias" del cerdito; película poco pretenciosa y ahí reside su mayor atractivo que no pretende más que entretener y emocionar a mi juicio lo consigue. ¿Para qué pedirle más?
10
6 de marzo de 2025
6 de marzo de 2025
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Flow (en letón significa arroyo) es una película de animación independiente de fantasía y aventuras de 2024, dirigida por Gints Zilbalodis, y escrita por Zilbalodis y Matīss Kaža. Se trata de una coproducción letona-belga-francesa.3 La cinta se destaca por estar completamente renderizada con Blender, un software libre y de código abierto, y por no contener ningún diálogo. Es la película que ha ganado este año el Oscar a la mejor película de animación.
¿Pero qué es Flow, qué significa? Cada cual puede hacer la lectura que desee, para mí, como digo en el título de esta reseña, es un viaje espiritual. Una road-movie en el sentido de que habla de un viaje; con la consiguiente adaptación, evolución y toma de conciencia con la que termina la película.
¿Pero qué es Flow, qué significa? Cada cual puede hacer la lectura que desee, para mí, como digo en el título de esta reseña, es un viaje espiritual. Una road-movie en el sentido de que habla de un viaje; con la consiguiente adaptación, evolución y toma de conciencia con la que termina la película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Comienza y termina de la misma forma, con un reflejo del protagonista en el agua, con una forma de entender lo que es uno viéndose reflejado en el agua, que el elemento que supone la crisis, el camino, el aprendizaje.
Y para realizar este viaje nada mejor que olvidarnos del ser humano y centrarnos en el mundo animal con todos los significados que queramos otorgarles. Por eso no es de extrañar que el protagonista sea un gato, posiblemente el animal más espiritual de la creación. Un ser que observa el mundo, siempre alerta, con esos ojos enormes que todo lo escrutan.
La capibara es otro de los personajes, el animal que mejor se lleva con los demás, incluso aunque no sean de su especie. Un ser calmado, sencillo, simple que vive su evolución sin grandes altibajos.
Es curioso que para representar a un personaje preocupado por el materialismo, por los objetos, con la intención de acaparar, se haya elegido a un primate, la especie más cercana al ser humano, el gran ausente de la película. O quizás no.
El perro represente a un ser sociable, juguetón, que obedece a sus instintos más básicos pero fiel a sus amigos hasta el límite.
Todos esos personajes nadan en el mar de las dudas existenciales, adaptándose como pueden y evolucionando como hace el protagonista, el gato, que pasa del miedo al agua a adaptarse hasta el punto de aprender a pescar y alimentarse de ese torrente aparentemente adverso.
Y el único ser que está fuera de ese problema es el ave que surca los cielos, un ave blanca, imponente, angelical. Que interviene para salvar al protagonista y que ello le lleva al enfrentamiento con los suyos que lo repudian y castigan rompiéndole un ala y obligándose a no poder volver a volar.
Entre el gato y el ave se establece una relación afectuosa, hasta el punto de que el gato quiere acompañar al ave en su destino final, cuando mueres, ascendiendo a los cielos. Pero no es el momento del gato, que tiene que continuar con su proceso, con su viaje espiritual. Pero no está solo, cuenta con sus compañeros y con otro animal enorme, poderoso, que también interviene para salvarle, la ballena. Cumplido su cometido, cuando el mar de dudas se reduce, la ballena ya no tiene cometido y también muere ante la atenta mirada de agradecimiento del gato.
Han completado el viaje, un apasionante viaje repleto de incertidumbre, con esa angustia que transmite la película. No es gratuito que el elemento que causa la crisis, el que obliga a realizar el viaje, es el agua, el elemento de la vida, la representación misma de la vida. Es el agua, el mar de dudas, el que invita a fluir, que es también la traducción del inglés del título.
Finaliza la película con el reflejo de los animales en el agua, con la toma de conciencia de lo que son. Hasta entonces solo se veían en uno de los objetos recolectados por el acaparador, un espejo que se rompe en el viaje y solo ofrece una imagen cuarteada. Finalmente es el agua el elemento que produce un reflejo real de lo que son los personajes tras su viaje espiritual, de su toma de conciencia.
En definitiva, una magnífica película, repleta de significados, de sentimientos y de invitaciones a la reflexión. Por eso solamente es apta para quien guste de pensar, de entender, de dudar, de plantearse cosas, de evolucionar, de fluir.
Y para realizar este viaje nada mejor que olvidarnos del ser humano y centrarnos en el mundo animal con todos los significados que queramos otorgarles. Por eso no es de extrañar que el protagonista sea un gato, posiblemente el animal más espiritual de la creación. Un ser que observa el mundo, siempre alerta, con esos ojos enormes que todo lo escrutan.
La capibara es otro de los personajes, el animal que mejor se lleva con los demás, incluso aunque no sean de su especie. Un ser calmado, sencillo, simple que vive su evolución sin grandes altibajos.
Es curioso que para representar a un personaje preocupado por el materialismo, por los objetos, con la intención de acaparar, se haya elegido a un primate, la especie más cercana al ser humano, el gran ausente de la película. O quizás no.
El perro represente a un ser sociable, juguetón, que obedece a sus instintos más básicos pero fiel a sus amigos hasta el límite.
Todos esos personajes nadan en el mar de las dudas existenciales, adaptándose como pueden y evolucionando como hace el protagonista, el gato, que pasa del miedo al agua a adaptarse hasta el punto de aprender a pescar y alimentarse de ese torrente aparentemente adverso.
Y el único ser que está fuera de ese problema es el ave que surca los cielos, un ave blanca, imponente, angelical. Que interviene para salvar al protagonista y que ello le lleva al enfrentamiento con los suyos que lo repudian y castigan rompiéndole un ala y obligándose a no poder volver a volar.
Entre el gato y el ave se establece una relación afectuosa, hasta el punto de que el gato quiere acompañar al ave en su destino final, cuando mueres, ascendiendo a los cielos. Pero no es el momento del gato, que tiene que continuar con su proceso, con su viaje espiritual. Pero no está solo, cuenta con sus compañeros y con otro animal enorme, poderoso, que también interviene para salvarle, la ballena. Cumplido su cometido, cuando el mar de dudas se reduce, la ballena ya no tiene cometido y también muere ante la atenta mirada de agradecimiento del gato.
Han completado el viaje, un apasionante viaje repleto de incertidumbre, con esa angustia que transmite la película. No es gratuito que el elemento que causa la crisis, el que obliga a realizar el viaje, es el agua, el elemento de la vida, la representación misma de la vida. Es el agua, el mar de dudas, el que invita a fluir, que es también la traducción del inglés del título.
Finaliza la película con el reflejo de los animales en el agua, con la toma de conciencia de lo que son. Hasta entonces solo se veían en uno de los objetos recolectados por el acaparador, un espejo que se rompe en el viaje y solo ofrece una imagen cuarteada. Finalmente es el agua el elemento que produce un reflejo real de lo que son los personajes tras su viaje espiritual, de su toma de conciencia.
En definitiva, una magnífica película, repleta de significados, de sentimientos y de invitaciones a la reflexión. Por eso solamente es apta para quien guste de pensar, de entender, de dudar, de plantearse cosas, de evolucionar, de fluir.

5,8
16.432
4
20 de diciembre de 2023
20 de diciembre de 2023
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Dejar el mundo atrás” es una película dirigida por Sam Esmail con Julia Roberts, Mahershala Ali, Ethan Hawke, Myha'la Herrold, Kevin Bacon que se ha estrenado recientemente en Netflix.
Confesaré que la he visto con reticencias porque en ella aparecen dos elementos que aborrezo: Julia Roberts y un protagonismo especial a la serie “Friends” que siempre he detestado.
Está basada en la novela del mismo nombre de Rumaan Alam que fue una de las novelas finalista del National Book Award en 2020, best-seller de The New York Times y uno de los mejores libros del año según varios periódicos. No la he leído pero confío en que sea mejor que la película, porque la versión cinematográfica es bastante mala.
Confesaré que la he visto con reticencias porque en ella aparecen dos elementos que aborrezo: Julia Roberts y un protagonismo especial a la serie “Friends” que siempre he detestado.
Está basada en la novela del mismo nombre de Rumaan Alam que fue una de las novelas finalista del National Book Award en 2020, best-seller de The New York Times y uno de los mejores libros del año según varios periódicos. No la he leído pero confío en que sea mejor que la película, porque la versión cinematográfica es bastante mala.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Considero que es una película fallida por varios motivos, especialmente el guión que es muy pretencioso y está repleto de lagunas. La realización tampoco ayuda mucho y la interpretación es magistral por parte de Mahershala Ali y de Kevin Bacon pero que hace aguas por parte de la estrella Julia Roberts. Es cierto que le tengo bastante manía a esta señora que no hace que me crea ninguna de sus actuaciones. Curiosamente su personaje es el más trabajado de la historia: una publicista amargada que estudia al público para venderle lo que no necesita y por eso no cree en las personas, dada su capacidad de ser manipulables.
La relación de Amanda, su personaje, con GH pasa del desprecio y los prejuicios a una desafortunada escena de flirteo; montada en paralelo con la escena de su marido intimando con la hija de GH, que no tiene ni pies ni cabeza. Porque el guión parece estar construido a base de cortapegas de otras historias, metidas con calzador, en ésta.
Se produce una catástrofe y misteriosamente desaparece toda la población y solo se encuentran cadáveres en la playa tras los accidentes aéreos. Solamente el personaje de Ethan Hawke se encuentra con una aterrada mujer latina a la que ignora. El resto de la población ha dejado de existir, insisto, misteriosamente.
Como se trata de una película pretenciosa está repleta de elementos que tratan de vestir el argumento: la aparición de los ciervos, con excesivo protagonismo, los flamencos en la piscina, las bandadas de pájaros surcando los cielos.
El nuevo orden mundial parece haber consumado la destrucción de un país que como dice uno de los personajes: “nos hemos creado muchos enemigos” tratando de dar algún sentido o explicación de lo que está pasando. Pero momentos después, en la conversación en el coche entre GH y Clay, el primero vierte la teoría conspiranoica de que todo ha sido diseñado. Lo curioso es que la sociedad americana sufre las consecuencias de lo que su ejército ha hecho en otros lugares, como las bombas acústicas radiactivas.
¿Qué esperanza le queda a la humanidad que ha resistido? Doblegarse, esconderse y vivir la fantasía de un mundo que nunca ha existido. Ese espejismo de realidad idílica tan bien explicado en la serie “Friends” que tiene cautivada a la niña de la película, que representa el futuro de esa sociedad que terminará ajena a los problemas del mundo real viviendo la fantasía de las sitcoms.
Otro ejemplo de lo pretenciosa que es la película lo he encontrado en el inicio de la misma, cuando los personajes entran por primera vez en la casa y la cámara sigue a Julia Roberts con un plano contrapicado de la escalera que se va retorciendo siguiendo la ascensión del personaje. Tuve un profesor de estética de la cinematografía que nos decía que el mejor movimiento de cámara es aquel que pasa inadvertido. Está claro que el director, Sam Esmail no recibió las mismas clases.
Solamente he visto un movimiento de cámara en picado sobre una escalera y que funcione a la perfección en “Psicosis”, pero cualquier comparación con Alfred Hitchcock no tiene lugar.
La relación de Amanda, su personaje, con GH pasa del desprecio y los prejuicios a una desafortunada escena de flirteo; montada en paralelo con la escena de su marido intimando con la hija de GH, que no tiene ni pies ni cabeza. Porque el guión parece estar construido a base de cortapegas de otras historias, metidas con calzador, en ésta.
Se produce una catástrofe y misteriosamente desaparece toda la población y solo se encuentran cadáveres en la playa tras los accidentes aéreos. Solamente el personaje de Ethan Hawke se encuentra con una aterrada mujer latina a la que ignora. El resto de la población ha dejado de existir, insisto, misteriosamente.
Como se trata de una película pretenciosa está repleta de elementos que tratan de vestir el argumento: la aparición de los ciervos, con excesivo protagonismo, los flamencos en la piscina, las bandadas de pájaros surcando los cielos.
El nuevo orden mundial parece haber consumado la destrucción de un país que como dice uno de los personajes: “nos hemos creado muchos enemigos” tratando de dar algún sentido o explicación de lo que está pasando. Pero momentos después, en la conversación en el coche entre GH y Clay, el primero vierte la teoría conspiranoica de que todo ha sido diseñado. Lo curioso es que la sociedad americana sufre las consecuencias de lo que su ejército ha hecho en otros lugares, como las bombas acústicas radiactivas.
¿Qué esperanza le queda a la humanidad que ha resistido? Doblegarse, esconderse y vivir la fantasía de un mundo que nunca ha existido. Ese espejismo de realidad idílica tan bien explicado en la serie “Friends” que tiene cautivada a la niña de la película, que representa el futuro de esa sociedad que terminará ajena a los problemas del mundo real viviendo la fantasía de las sitcoms.
Otro ejemplo de lo pretenciosa que es la película lo he encontrado en el inicio de la misma, cuando los personajes entran por primera vez en la casa y la cámara sigue a Julia Roberts con un plano contrapicado de la escalera que se va retorciendo siguiendo la ascensión del personaje. Tuve un profesor de estética de la cinematografía que nos decía que el mejor movimiento de cámara es aquel que pasa inadvertido. Está claro que el director, Sam Esmail no recibió las mismas clases.
Solamente he visto un movimiento de cámara en picado sobre una escalera y que funcione a la perfección en “Psicosis”, pero cualquier comparación con Alfred Hitchcock no tiene lugar.
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