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Críticas ordenadas por utilidad
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7
28 de enero de 2023
28 de enero de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable serie que aborda las enormes vicisitudes que tuvieron lugar durante el rodaje de El Padrino, hechos que en su mayoría yo desconocía, plasmando con gran acierto el oficio de un productor de cine y cuan importante puede llegar a ser, pese a pasar habitualmente desapercibido para el público.
Es muy emocionante el rodaje fuera de campo de las escenas más icónicas de este mítico film, mostrándonos solamente las reacciones de los integrantes del equipo de producción, a la par que económico, puesto que la inmensa mayoría de los amantes del cine ya las tenemos grabadas en nuestras memorias.
La selección del reparto de actores es otro de los puntos fuertes, con grandes interpretaciones y en algunos casos con bastante parecido a algunos personajes reales como Francis Ford Coppola, Mario Puzzo, Marlon Brando o Al Pacino.
En la parte menos buena pongo la duración, bajo mi criterio excesiva (casi 10 horas), hasta el punto de superar a la de las 3 películas de la saga juntas. Y lo peor sin duda, la omisión absoluta de cualquier referencia al apartado musical, algo incomprensible habida cuenta lo archiconocido que es el tema principal de Nino Rota.
Es muy emocionante el rodaje fuera de campo de las escenas más icónicas de este mítico film, mostrándonos solamente las reacciones de los integrantes del equipo de producción, a la par que económico, puesto que la inmensa mayoría de los amantes del cine ya las tenemos grabadas en nuestras memorias.
La selección del reparto de actores es otro de los puntos fuertes, con grandes interpretaciones y en algunos casos con bastante parecido a algunos personajes reales como Francis Ford Coppola, Mario Puzzo, Marlon Brando o Al Pacino.
En la parte menos buena pongo la duración, bajo mi criterio excesiva (casi 10 horas), hasta el punto de superar a la de las 3 películas de la saga juntas. Y lo peor sin duda, la omisión absoluta de cualquier referencia al apartado musical, algo incomprensible habida cuenta lo archiconocido que es el tema principal de Nino Rota.

7,6
9.162
10
9 de febrero de 2019
9 de febrero de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Despiadada crítica a la adoración del éxito, por parte del hastiado con el modo de vida de la sociedad americana Douglas Sirk, en su triunfante despedida del cine americano.
En una película como esta en la que se trata tanto el tema del mundo de las apariencias, no se pudo haber elegido una mejor protagonista que Lana Turner, paradigma de la sofisticación y del artificio, que en parte le vino impuesto tras el accidente en el que se quemara las cejas durante el rodaje de "Las aventuras de Marco Polo". El film tiene mucho de autobiográfico con respecto a esta diva, quien por esas fechas estaba atravesando una durísima situación personal, a consecuencia del asesinato de su amante a manos de su hija Cheryl, y en última instancia esto redundó en beneficio de la cinta, tanto por las excelsas cotas interpretativas alcanzadas por esta actriz durante las escenas del sepelio de Annie, como por el morbo despertado en el público, que hizo que esta producción fuera un éxito comercial sin paliativos para la Universal -del que por cierto, Lana Turner se embolsó 2 millones de dólares, tras haber firmado un contrato en el que renunciaba a un salario fijo, pero recibiría un porcentaje de los beneficios-. El resto del elenco actoral brilla igualmente, y como era habitual en este realizador germano, los actores de reparto acaban teniendo tanto o más peso -aquí se acaban llevando el gato al agua las actrices Juanita Moore y fundamentalmente Susan Kohner-, amén de la importancia que le confiere a cada uno de los personajes por más secundarios que sean (como el caso del lechero).
Partiendo de un guión folletinesco muy enriquecido en base al resto de elementos cinematográficos, se aborda como temática central la incompatibilidad de la ambición con la consecución del amor y de la felicidad.
Es ejemplar la utilización de la iluminación, herencia del expresionismo alemán, con esos juegos de luces y de sombras que reflejan a la perfección la dualidad de unos seres que se debaten entra la realidad y la fantasía.
Como lo es el uso del color, predominando los tonos pastel para las escenas hogareñas y tornándose en colores especialmente intensos durante las escenas que transcurren en los “sórdidos” lugares de trabajo de Sarah Jane.
Pero donde Douglas Sirk ya no tenía rival era en la planificación, cual perfecto arquitecto de las imágenes, destacando sobremanera la división que realiza de los espacios, separando a las mujeres blancas (Lora y Susie) de las negras (Annie y Sarah Jane) en ese componente de crítica social -son muy destacables los planos que acontecen durante la fiesta que Lora celebra en su casa-, o bien para remarcar las deficiencias afectuosas de Lora con respecto a su hija o hacia Steve -sobresaliendo aquí la salida de Lora a esa calle nevada, con el plus de melancolía que eso supone y Steve permaneciendo dentro del portal-, valiéndose para ello de dinteles de puertas, del mobiliario u otro tipo de recursos arquitectónicos. En los momentos de mayor dramatismo en la relación de Annie y Sarah Jane, este distanciamiento se potencia mediante varios planos filmados a través de enrejados, usando biombos o barandillas.
La prosperidad de Lora se traduce muy bien de manera visual mostrando un progresivo enriquecimiento del interior de su domicilio y del vestuario.
Hay varios contrapicados rodados en escaleras, que son muy eficaces a la hora de plasmar la situación de extrema tensión que están viviendo los diferentes intérpretes y otro en el que David cae rendido ante Lora inmediatamente después de haberla rechazado para el papel, quedando él en un plano inferior "de sometimiento".
La escena de la llegada de Lora a su cita con Allen Loomis en la oficina tiene una excelente planificación, gracias al sonido provocado por una puerta de vaivén, que asusta a la chica y nos pone en guardia de lo que va a venir a continuación.
La utilización magistral de los espejos contribuye más si cabe a enriquecer el contenido de los planos, y cumplen con el cometido de reflejar "el otro yo" -en el cual ambicionan convertirse- los personajes de Sarah Jane -que se ve como una mujer blanca y reniega de sus genes- y Lora -en planos en los que se imagina como una estrella del cine y del teatro y en otros, en los que ese reflejo transmite un estado de decepción, bien por darse cuenta de que en realidad no conocía a su amiga o por reconocer "el dulce sabor del éxito" al haber tenido que renunciar al amor y consentido cierto tipo de relaciones-. El personaje interpretado por Sandra Dee también tiene su reflejo en un espejo, derivado de la inocencia y mente nublada por el enamoramiento propios de su juventud. En cambio, los dos personajes con auténticos valores morales -Annie y Steve- nunca se verán reflejados en primer plano en espejos.
No es casual que la ambición se enfoque en el mundo del espectáculo, tanto en la piel de Lora como en la de Sarah Jane, ni que las catarsis de ambas se produzcan precisamente en el interior de unos camerinos -anticipando la escapatoria de un Douglas Sirk en su momento de máximo apogeo, de esa fábrica de los sueños llamada Hollywood -.
Continúa en spoiler por falta de espacio.
En una película como esta en la que se trata tanto el tema del mundo de las apariencias, no se pudo haber elegido una mejor protagonista que Lana Turner, paradigma de la sofisticación y del artificio, que en parte le vino impuesto tras el accidente en el que se quemara las cejas durante el rodaje de "Las aventuras de Marco Polo". El film tiene mucho de autobiográfico con respecto a esta diva, quien por esas fechas estaba atravesando una durísima situación personal, a consecuencia del asesinato de su amante a manos de su hija Cheryl, y en última instancia esto redundó en beneficio de la cinta, tanto por las excelsas cotas interpretativas alcanzadas por esta actriz durante las escenas del sepelio de Annie, como por el morbo despertado en el público, que hizo que esta producción fuera un éxito comercial sin paliativos para la Universal -del que por cierto, Lana Turner se embolsó 2 millones de dólares, tras haber firmado un contrato en el que renunciaba a un salario fijo, pero recibiría un porcentaje de los beneficios-. El resto del elenco actoral brilla igualmente, y como era habitual en este realizador germano, los actores de reparto acaban teniendo tanto o más peso -aquí se acaban llevando el gato al agua las actrices Juanita Moore y fundamentalmente Susan Kohner-, amén de la importancia que le confiere a cada uno de los personajes por más secundarios que sean (como el caso del lechero).
Partiendo de un guión folletinesco muy enriquecido en base al resto de elementos cinematográficos, se aborda como temática central la incompatibilidad de la ambición con la consecución del amor y de la felicidad.
Es ejemplar la utilización de la iluminación, herencia del expresionismo alemán, con esos juegos de luces y de sombras que reflejan a la perfección la dualidad de unos seres que se debaten entra la realidad y la fantasía.
Como lo es el uso del color, predominando los tonos pastel para las escenas hogareñas y tornándose en colores especialmente intensos durante las escenas que transcurren en los “sórdidos” lugares de trabajo de Sarah Jane.
Pero donde Douglas Sirk ya no tenía rival era en la planificación, cual perfecto arquitecto de las imágenes, destacando sobremanera la división que realiza de los espacios, separando a las mujeres blancas (Lora y Susie) de las negras (Annie y Sarah Jane) en ese componente de crítica social -son muy destacables los planos que acontecen durante la fiesta que Lora celebra en su casa-, o bien para remarcar las deficiencias afectuosas de Lora con respecto a su hija o hacia Steve -sobresaliendo aquí la salida de Lora a esa calle nevada, con el plus de melancolía que eso supone y Steve permaneciendo dentro del portal-, valiéndose para ello de dinteles de puertas, del mobiliario u otro tipo de recursos arquitectónicos. En los momentos de mayor dramatismo en la relación de Annie y Sarah Jane, este distanciamiento se potencia mediante varios planos filmados a través de enrejados, usando biombos o barandillas.
La prosperidad de Lora se traduce muy bien de manera visual mostrando un progresivo enriquecimiento del interior de su domicilio y del vestuario.
Hay varios contrapicados rodados en escaleras, que son muy eficaces a la hora de plasmar la situación de extrema tensión que están viviendo los diferentes intérpretes y otro en el que David cae rendido ante Lora inmediatamente después de haberla rechazado para el papel, quedando él en un plano inferior "de sometimiento".
La escena de la llegada de Lora a su cita con Allen Loomis en la oficina tiene una excelente planificación, gracias al sonido provocado por una puerta de vaivén, que asusta a la chica y nos pone en guardia de lo que va a venir a continuación.
La utilización magistral de los espejos contribuye más si cabe a enriquecer el contenido de los planos, y cumplen con el cometido de reflejar "el otro yo" -en el cual ambicionan convertirse- los personajes de Sarah Jane -que se ve como una mujer blanca y reniega de sus genes- y Lora -en planos en los que se imagina como una estrella del cine y del teatro y en otros, en los que ese reflejo transmite un estado de decepción, bien por darse cuenta de que en realidad no conocía a su amiga o por reconocer "el dulce sabor del éxito" al haber tenido que renunciar al amor y consentido cierto tipo de relaciones-. El personaje interpretado por Sandra Dee también tiene su reflejo en un espejo, derivado de la inocencia y mente nublada por el enamoramiento propios de su juventud. En cambio, los dos personajes con auténticos valores morales -Annie y Steve- nunca se verán reflejados en primer plano en espejos.
No es casual que la ambición se enfoque en el mundo del espectáculo, tanto en la piel de Lora como en la de Sarah Jane, ni que las catarsis de ambas se produzcan precisamente en el interior de unos camerinos -anticipando la escapatoria de un Douglas Sirk en su momento de máximo apogeo, de esa fábrica de los sueños llamada Hollywood -.
Continúa en spoiler por falta de espacio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El otro gran asunto de la película es el tema del racismo, haciéndose una muy ácida crítica social al mismo, partiendo de los prejuicios raciales de personas que incluso no son en absoluto sospechosas de xenofobia. Tal es el caso de Lora -que no da crédito a que Sarah Jane sea hija de Annie, o que presupone que el novio de la primera sea el chófer de unos vecinos- o Susie -al pensar que este joven sea probablemente de color-. Durante la secuencia de la tremenda paliza que le asesta Frankie a su novia, tiene lugar otro reflejo de la joven, -esta vez en el escaparate de un bar en alquiler-, lo que constituye todo un mensaje subliminal de segregación descarnada, al establecer un paralelismo entre la raza y la prostitución; pero lo más escalofriante no son las imágenes, sino el conocimiento del desencadenante real de esta violencia, que no es otro que, el haber sido este chico el último en enterarse del color de piel de la madre (otra vez imponiéndose el mundo de las apariencias).
Todo esto se magnifica aun más si cabe a tenor del color de Sarah Jane, que en principio no sería en absoluto sospechoso, pero que la sociedad no le perdonaría de conocer la verdadera sangre que corre por sus venas -a todo esto, del mismo color rojo de esas botas y de ese letrero que salen en la escena más dura, que es la de la llegada de Annie a la escuela y la fuga de su hija-.
Annie es el alma más pura, el ejemplo perfecto de lo que se conoce por amor de madre, y el director la dignifica durante la ceremonia de su funeral -estando muerta es el único momento en el que puede ser tratada como una blanca-. De ahí la preponderancia de ese color desde la misma cabecera con esos caballos tirando del cortejo fúnebre, unido a esas personas quitándose el sombrero al pasar por delante de ellas la difunta y regalándole un cántico espiritual nada menos que por parte de Mahalia Jackson, conocida como la reina del gospel. Esta secuencia completa es la culminación perfecta a un tercio final de metraje desbordante de emociones.
El final de este título, en consonancia con la raíz argumental, tiene de feliz solo la superficie, porque es evidente que, a nada que rasquemos, veremos delante de nosotros a unos fracasados que siempre acabarán dando vueltas, como la noria de Coney Island que aparecía de soslayo en la secuencia inicial.
Todo esto se magnifica aun más si cabe a tenor del color de Sarah Jane, que en principio no sería en absoluto sospechoso, pero que la sociedad no le perdonaría de conocer la verdadera sangre que corre por sus venas -a todo esto, del mismo color rojo de esas botas y de ese letrero que salen en la escena más dura, que es la de la llegada de Annie a la escuela y la fuga de su hija-.
Annie es el alma más pura, el ejemplo perfecto de lo que se conoce por amor de madre, y el director la dignifica durante la ceremonia de su funeral -estando muerta es el único momento en el que puede ser tratada como una blanca-. De ahí la preponderancia de ese color desde la misma cabecera con esos caballos tirando del cortejo fúnebre, unido a esas personas quitándose el sombrero al pasar por delante de ellas la difunta y regalándole un cántico espiritual nada menos que por parte de Mahalia Jackson, conocida como la reina del gospel. Esta secuencia completa es la culminación perfecta a un tercio final de metraje desbordante de emociones.
El final de este título, en consonancia con la raíz argumental, tiene de feliz solo la superficie, porque es evidente que, a nada que rasquemos, veremos delante de nosotros a unos fracasados que siempre acabarán dando vueltas, como la noria de Coney Island que aparecía de soslayo en la secuencia inicial.
2 de noviembre de 2017
2 de noviembre de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coproducción ítalo-española, claro ejemplo de la ausencia de un audio original tan extendida en el subgénero de los spaguettis, pues aunque en imdb figura como idioma el español, la película se estrenó inicialmente en Italia (el 23-08-1968) y fueron varios meses después, concretamente el 28-04-1969, cuando lo hizo en España, previa realización de un doblaje, en el cual no participaron ninguno de los actores de esta película.
La dirección del film corrió a cargo de José Luis Merino, aunque también aparece atribuida la misma a Eugenio Martín (así consta en imdb y en filmaffinity), ya que parece ser que realmente lo terminaron entre los dos. Sin embargo, en los títulos de crédito de los 2 DVD´s con los que he trabajado y en la mayoría de carteles y carátulas de DVD/VHS/Bluray, solamente aparece el primer director; a Eugenio Martín solamente lo he encontrado en una carátula de un DVD con el título con el cual se comercializó en Brasil (Requiem por um Gringo), aquí junto con José Luis Merino y en un póster con el título en francés (Requiem pour gringo), en este último, en solitario como E. Martín.
Dentro del plantel actoral se encuentra una jovencísima Marisa Paredes, muy guapa y con una secuencia "camiseta mojada" que lógicamente no pasó el corte de la censura de la época.
En Alemania este título tampoco se libró de la censura, pero por diferentes razones (al parecer cortaron 20 minutos del metraje por la excesiva violencia y aún hoy en día sigue teniendo la calalogación de no recomendada a menores de 16 años).
La película, pese a tener como tema central algo tan recurrente en este género como es la venganza, se nota que está dirigida con mucho oficio, con un estupendo montaje y grandes interpretaciones de todo el elenco, a lo que si le añadimos la incorporación de ciertos elementos novedosos como el duelo de la cuerda, algunas situaciones ultraviolentas, ciertos toques de surrealismo (una procesión funeraria en medio de un desierto, cadáveres colgados...) y todo ello envuelto en un potente elemento "fantastique" al cual contribuye en gran manera la magnífica banda sonora (a este respecto destacaré las partes musicales de órgano), dan como resultado final uno de los spaguetti-western más extraños e inclasificables que he podido ver hasta la fecha.
El protagonista de la historia es Ross Logan, tiene profundos conocimientos de astronomía y de meteorología y va vestido con un poncho de piel de jaguar, animal sagrado en la mitología maya, lo cual no parece casual, porque esta vestimenta que le confiere un aura mística, unido a sus conocimientos anteriormente comentados, los sabrá aprovechar para contrarrestar su desventaja ante tan numeroso grupo de adversarios.
La dirección del film corrió a cargo de José Luis Merino, aunque también aparece atribuida la misma a Eugenio Martín (así consta en imdb y en filmaffinity), ya que parece ser que realmente lo terminaron entre los dos. Sin embargo, en los títulos de crédito de los 2 DVD´s con los que he trabajado y en la mayoría de carteles y carátulas de DVD/VHS/Bluray, solamente aparece el primer director; a Eugenio Martín solamente lo he encontrado en una carátula de un DVD con el título con el cual se comercializó en Brasil (Requiem por um Gringo), aquí junto con José Luis Merino y en un póster con el título en francés (Requiem pour gringo), en este último, en solitario como E. Martín.
Dentro del plantel actoral se encuentra una jovencísima Marisa Paredes, muy guapa y con una secuencia "camiseta mojada" que lógicamente no pasó el corte de la censura de la época.
En Alemania este título tampoco se libró de la censura, pero por diferentes razones (al parecer cortaron 20 minutos del metraje por la excesiva violencia y aún hoy en día sigue teniendo la calalogación de no recomendada a menores de 16 años).
La película, pese a tener como tema central algo tan recurrente en este género como es la venganza, se nota que está dirigida con mucho oficio, con un estupendo montaje y grandes interpretaciones de todo el elenco, a lo que si le añadimos la incorporación de ciertos elementos novedosos como el duelo de la cuerda, algunas situaciones ultraviolentas, ciertos toques de surrealismo (una procesión funeraria en medio de un desierto, cadáveres colgados...) y todo ello envuelto en un potente elemento "fantastique" al cual contribuye en gran manera la magnífica banda sonora (a este respecto destacaré las partes musicales de órgano), dan como resultado final uno de los spaguetti-western más extraños e inclasificables que he podido ver hasta la fecha.
El protagonista de la historia es Ross Logan, tiene profundos conocimientos de astronomía y de meteorología y va vestido con un poncho de piel de jaguar, animal sagrado en la mitología maya, lo cual no parece casual, porque esta vestimenta que le confiere un aura mística, unido a sus conocimientos anteriormente comentados, los sabrá aprovechar para contrarrestar su desventaja ante tan numeroso grupo de adversarios.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
En la primera parte de la película se nos van presentando las personalidades totalmente amorales de los principales miembros de la banda de Carranza, cada cual con sus puntos débiles (superstición, cobardía, ambición, traición, lujuria...) y se nos van ofreciendo varias situaciones "gancho" que tendrán mucha importancia en la 2ª mitad (se le pide que entregue las armas a Dan Logan y luego se le vuelve a pedir lo mismo a su hermano; hay varias escenas en que se reta al decadente Porfirio Carranza para que demuestre porqué es el jefe de la banda, que servirá para explicar la situación de "bloqueo" momentáneo en que verá inmerso su grupo antes del tiroteo final, etc).
Nuestro "vengador celestial" realiza un profundo estudio de la psicología de sus rivales y se sirve de sus principales defectos para separarlos e ir acabando con ellos de forma individualizada (destaca sobremanera el recurso de unos gatos). Y es admirable el modo en que esto se nos cuenta, a base de flashbacks, con lo que los espectadores nos vamos enterando al mismo tiempo que lo hace el jefe de los bandidos y que de paso le sirve a Ross Logan para ganar el tiempo necesario hasta el clímax final con la llegada del eclipse solar.
Nuestro "vengador celestial" realiza un profundo estudio de la psicología de sus rivales y se sirve de sus principales defectos para separarlos e ir acabando con ellos de forma individualizada (destaca sobremanera el recurso de unos gatos). Y es admirable el modo en que esto se nos cuenta, a base de flashbacks, con lo que los espectadores nos vamos enterando al mismo tiempo que lo hace el jefe de los bandidos y que de paso le sirve a Ross Logan para ganar el tiempo necesario hasta el clímax final con la llegada del eclipse solar.
7
25 de marzo de 2018
25 de marzo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ernie Blick, un joven excéntrico e introvertido, es despedido de la fábrica de crucifijos en donde trabaja, y aprovecha el mayor tiempo libre del que dispone, para ultimar el dispositivo en el que llevaba años trabajando (una máquina que permite, según él, mostrar imágenes del Cielo). Cuando se lo muestra a un grupo de amigos, estos le toman por loco. Desalentado y confundido, secuestra un autobús con el fin de llamar la atención de los medios de comunicación por su invento.
Ópera prima de Mark Romanek, estrenada en octubre de 1985 en el Festival Internacional de Chicago, de la cual años después reconoció sentirse avergonzado, por considerarla un ejercicio de juventud (la rodó con tan sólo 25 años de edad).
No es de extrañar esta afirmación, viniendo de parte del mejor director de videoclips musicales (con 2 de ellos -Perfect Drug de Nine Inch Nails y Bedtime Story de Madonna- formando parte de la colección permanente del MoMA de Nueva York) y de una persona que únicamente ha rodado otros 2 largometrajes con posterioridad, -la notabilísima One Hour Photo (2002) y la obra maestra Never Let Me Go (2010), habida cuenta que no se embarca en ningún proyecto que no sea de su máximo agrado y conociendo que su listón de exigencia es elevadísimo.
La película constituye toda una rareza, pues no ha llegado nunca a editarse en DVD y es un film totalmente bizarro, al igual que la introducción del VHS español editado por Virgin, que reza lo siguiente: "Por favor presten atención al siguiente mensaje: Aviso de la compañía editora. La videocassette que a continuación les presentamos posee poderes ocultos. Virgin Vision, S.A. declina cualquier responsabilidad sobre los efectos maléficos que su visionado pueda causar al espectador".
Pese a la opinión tan negativa de su director, contiene elementos de sumo interés, que me llevan a discrepar completamente de él.
Prefigura sus otros 2 largos con una historia circular, -ese coche amarillo circulando por la autopista de ida y de vuelta-, al igual que en One Hour Photo era una comisaría de policía el punto donde empezaba y se cerraba el círculo, o en Never Let Me Go este elemento circular se configuraba con un flash-back como recurso.
La historia contiene una crítica al fanatismo religioso, -poderosa actuación de Bob Gunton como predicador agorero y catastrofista (que engarza muy bien con el plano del atardecer con el humo de las chimeneas de unas fábricas, recordando al de unas bombas atómicas) y espectaculares son los planos de los crucifijos defectuosos colgados en la pared, testimoniando la locura del protagonista, al igual que ese muro del salón de la casa de Robin Williams lleno de fotos de una misma familia, en Retratos de una obsesión.
Este fanatismo hace que este chico introvertido, exija a las personas que tengan una fe ciega en el invento en el que ha estado trabajando varios años, como si de otra religión se tratara.
Asimismo se critica con dureza el modus operandi de las Fuerzas de Seguridad Americanas, que habitualmente disparan primero y luego preguntan, -plasmado en el triste epílogo de la película.
La parte del autobús depara momentos de gran comicidad, a cargo del grupo de ancianas y es magnífico el inserto de humor negro que supone ese regalo con la dedicatoria "que lo disfrutes con salud", que resultará ser una pistola.
Para finalizar, no puedo dejar de destacar la banda sonora, que es excelente de principio a fin.
Ópera prima de Mark Romanek, estrenada en octubre de 1985 en el Festival Internacional de Chicago, de la cual años después reconoció sentirse avergonzado, por considerarla un ejercicio de juventud (la rodó con tan sólo 25 años de edad).
No es de extrañar esta afirmación, viniendo de parte del mejor director de videoclips musicales (con 2 de ellos -Perfect Drug de Nine Inch Nails y Bedtime Story de Madonna- formando parte de la colección permanente del MoMA de Nueva York) y de una persona que únicamente ha rodado otros 2 largometrajes con posterioridad, -la notabilísima One Hour Photo (2002) y la obra maestra Never Let Me Go (2010), habida cuenta que no se embarca en ningún proyecto que no sea de su máximo agrado y conociendo que su listón de exigencia es elevadísimo.
La película constituye toda una rareza, pues no ha llegado nunca a editarse en DVD y es un film totalmente bizarro, al igual que la introducción del VHS español editado por Virgin, que reza lo siguiente: "Por favor presten atención al siguiente mensaje: Aviso de la compañía editora. La videocassette que a continuación les presentamos posee poderes ocultos. Virgin Vision, S.A. declina cualquier responsabilidad sobre los efectos maléficos que su visionado pueda causar al espectador".
Pese a la opinión tan negativa de su director, contiene elementos de sumo interés, que me llevan a discrepar completamente de él.
Prefigura sus otros 2 largos con una historia circular, -ese coche amarillo circulando por la autopista de ida y de vuelta-, al igual que en One Hour Photo era una comisaría de policía el punto donde empezaba y se cerraba el círculo, o en Never Let Me Go este elemento circular se configuraba con un flash-back como recurso.
La historia contiene una crítica al fanatismo religioso, -poderosa actuación de Bob Gunton como predicador agorero y catastrofista (que engarza muy bien con el plano del atardecer con el humo de las chimeneas de unas fábricas, recordando al de unas bombas atómicas) y espectaculares son los planos de los crucifijos defectuosos colgados en la pared, testimoniando la locura del protagonista, al igual que ese muro del salón de la casa de Robin Williams lleno de fotos de una misma familia, en Retratos de una obsesión.
Este fanatismo hace que este chico introvertido, exija a las personas que tengan una fe ciega en el invento en el que ha estado trabajando varios años, como si de otra religión se tratara.
Asimismo se critica con dureza el modus operandi de las Fuerzas de Seguridad Americanas, que habitualmente disparan primero y luego preguntan, -plasmado en el triste epílogo de la película.
La parte del autobús depara momentos de gran comicidad, a cargo del grupo de ancianas y es magnífico el inserto de humor negro que supone ese regalo con la dedicatoria "que lo disfrutes con salud", que resultará ser una pistola.
Para finalizar, no puedo dejar de destacar la banda sonora, que es excelente de principio a fin.

5,5
203
7
28 de octubre de 2018
28 de octubre de 2018
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coproducción hispano-italiana del año 1969, rodada en exteriores en España y los interiores en Italia. Fue estrenada en nuestro país con 3 años de retraso.
Constituye todo un ejemplo de cómo a base de talento se pueden suplir carencias tales como un bajísimo presupuesto -en una época en la que no había subvenciones y no era precisamente barato el pagar a los extras para que se dejaran caer "con realismo" desde la altura de un caballo-, aunque sin llegar a la excelencia de las mejores películas de su hermano Joaquín (aquí haciendo labores de guionista).
La cinta se abre de una forma muy original, difuminando los contornos de todo el encuadre para ilustrar al espectador que lo que está pasando ante sus ojos es un recuerdo del personaje de Johnny, al cual vemos siendo un niño, desde el trágico suceso de la muerte de su padre, pasando por su adopción por el "tío Klaus" y su fascinación por las armas y la violencia. Este flashback inicial finaliza con un magistral fundido encadenado, realizado a través de un mismo movimiento circular de los actores en el plano, de factura coreográfica, que sirve para engarzar el pasado con el presente y culmina con la primera visita de un solvente Peter Lee Lawrence a la tumba de su progenitor (cerrándose ahí definitivamente el círculo, y emparentando de esa guisa este título con la grandiosa "El sabor de la venganza", en la que Gloria Milland iba a visitar también de forma recurrente la lápida de su difunto marido).
Los disparos en las manos que sufre Johnny, es el otro detalle que conectará esta cinta del mediano de los Romero Marchent con la obra maestra del primogénito de la familia -"Antes llega la muerte"-, en la que el afectado era Robert Hundar.
El plano en el que vemos a Johnny atando por los pies a un militar y colgándolo de un árbol boca abajo, transmite perfectamente el grado de locura del mismo, mediante un movimiento pendular de cámara que es el fiel reflejo de su desequilibrada mente.
Para dar vida a Garringo se contó con la participación del actor Anthony Steffen, que no ha dejado de recordarme en ningún momento a Clint Eastwood (solamente le faltaba llevar el poncho puesto). La manera en que tiene de refrescar la memoria de las personas sometidas a sus interrogatorios, es también de lo más ingeniosa, ya que el expeditivo teniente lo hace aplicando la literalidad del término -secuencias de la palangana y de la inmersión en el río-.
Hay varios contrapicados muy bien facturados, repitiéndose en todos ellos la misma colocación de los actores, con los buenos o en una posición de debilidad siempre en un plano inferior, remarcando así la sensación de amenaza.
La campana de la Iglesia del pueblo es la prueba del nueve de la buena conciencia de los personajes, no siendo casual que quienes disparen contra ella sean exclusivamente los malvados -que no han entendido lo que de verdad representa, que es la voz del Señor Celestial-.
El Sheriff Klaus (interpretado por José Bódalo) es el máximo exponente de moralidad, culpabilizándose de los derroteros por los que camina su vástago -en base a la educación que le proporcionó- y a quien no le temblará el pulso a la hora de detenerlo. En la secuencia previa a esto último, el director nos muestra el lado bueno de este hijo pródigo, a modo de preparación para que no ofrezca ninguna resistencia; para ello sitúa eficazmente a la chica que ama dentro de esa secuencia, y una mirada de este a ella fuera de plano será lo que nos anticipe su inmediato encarcelamiento.
Aunque en un papel bastante más liso, Garringo también posee algunas aristas sobre esa fachada de aparente brutalidad, que funcionarán de enlace con la causa por la cual estaba recluído en el Ejército. Así veremos, a través de sus ojos vidriosos, que en realidad no disfruta con la muerte, cuando dispara a uno de los miembros de la banda de su rival en el río.
El realizador madrileño es compasivo con ambos y les evita el mal trago de tener que ser los verdugos, pasando ese testigo a manos de unos villanos en una secuencia de enorme patetismo por parte de ese eterno Peter Pan.
Todas la peleas están muy bien filmadas y desprenden una gran fisicidad, nada que ver con las de los filmes de Budd Spencer y Terence Hill. Y es espectacular lo rápido que disparan en cada uno de los duelos (gran trabajo del elenco actoral en esta tarea).
En el lado cómico hay 2 divertidas secuencias, la de la colonia y la de la mudanza, insertadas con habilidad siguiendo el más puro estilo fordiano.
En cuanto a la partitura musical, aunque la melodía peca de ser un poco repetitiva, contiene un tema principal absolutamente pegadizo que salva los muebles de manera holgada en ese apartado.
Pero no estamos ni mucho menos ante una película perfecta y hay diversos aspectos negativos que lastran el resultado final, como el escaso desarrollo de las dos historias de amor, especialmente la de Garringo con Julie -la de Johnny con la hija del doctor está algo más trabajada, pero Maria Salerno es una chica muy sosita-, o el uso de algunos zooms típicos de aquella época (afortunadamente sin abusar de este recurso que tan mal ha envejecido). Principalmente me cabrean algunos por absurdos y claramente evitables: un error de localización -saliendo las ruinas de una Iglesia gótica en pleno Far West-, el inaudito desconocimiento por parte de Klaus de la vida de su hijo -siendo sheriff de profesión-, la referencia al pelo gris de Klaus pasados los años -cuando al inicio de la película tenía el cabello exactamente del mismo color (debieron haberle teñido de joven)-, y por último, la escena en la que el prisionero del teniente se escapa y que solamente espanta a uno de los 2 caballos, lo que posibilita que Garringo lo acabe dando caza.
Sin estos fallos, probablemente estaríamos hablando de una obra magna.
Constituye todo un ejemplo de cómo a base de talento se pueden suplir carencias tales como un bajísimo presupuesto -en una época en la que no había subvenciones y no era precisamente barato el pagar a los extras para que se dejaran caer "con realismo" desde la altura de un caballo-, aunque sin llegar a la excelencia de las mejores películas de su hermano Joaquín (aquí haciendo labores de guionista).
La cinta se abre de una forma muy original, difuminando los contornos de todo el encuadre para ilustrar al espectador que lo que está pasando ante sus ojos es un recuerdo del personaje de Johnny, al cual vemos siendo un niño, desde el trágico suceso de la muerte de su padre, pasando por su adopción por el "tío Klaus" y su fascinación por las armas y la violencia. Este flashback inicial finaliza con un magistral fundido encadenado, realizado a través de un mismo movimiento circular de los actores en el plano, de factura coreográfica, que sirve para engarzar el pasado con el presente y culmina con la primera visita de un solvente Peter Lee Lawrence a la tumba de su progenitor (cerrándose ahí definitivamente el círculo, y emparentando de esa guisa este título con la grandiosa "El sabor de la venganza", en la que Gloria Milland iba a visitar también de forma recurrente la lápida de su difunto marido).
Los disparos en las manos que sufre Johnny, es el otro detalle que conectará esta cinta del mediano de los Romero Marchent con la obra maestra del primogénito de la familia -"Antes llega la muerte"-, en la que el afectado era Robert Hundar.
El plano en el que vemos a Johnny atando por los pies a un militar y colgándolo de un árbol boca abajo, transmite perfectamente el grado de locura del mismo, mediante un movimiento pendular de cámara que es el fiel reflejo de su desequilibrada mente.
Para dar vida a Garringo se contó con la participación del actor Anthony Steffen, que no ha dejado de recordarme en ningún momento a Clint Eastwood (solamente le faltaba llevar el poncho puesto). La manera en que tiene de refrescar la memoria de las personas sometidas a sus interrogatorios, es también de lo más ingeniosa, ya que el expeditivo teniente lo hace aplicando la literalidad del término -secuencias de la palangana y de la inmersión en el río-.
Hay varios contrapicados muy bien facturados, repitiéndose en todos ellos la misma colocación de los actores, con los buenos o en una posición de debilidad siempre en un plano inferior, remarcando así la sensación de amenaza.
La campana de la Iglesia del pueblo es la prueba del nueve de la buena conciencia de los personajes, no siendo casual que quienes disparen contra ella sean exclusivamente los malvados -que no han entendido lo que de verdad representa, que es la voz del Señor Celestial-.
El Sheriff Klaus (interpretado por José Bódalo) es el máximo exponente de moralidad, culpabilizándose de los derroteros por los que camina su vástago -en base a la educación que le proporcionó- y a quien no le temblará el pulso a la hora de detenerlo. En la secuencia previa a esto último, el director nos muestra el lado bueno de este hijo pródigo, a modo de preparación para que no ofrezca ninguna resistencia; para ello sitúa eficazmente a la chica que ama dentro de esa secuencia, y una mirada de este a ella fuera de plano será lo que nos anticipe su inmediato encarcelamiento.
Aunque en un papel bastante más liso, Garringo también posee algunas aristas sobre esa fachada de aparente brutalidad, que funcionarán de enlace con la causa por la cual estaba recluído en el Ejército. Así veremos, a través de sus ojos vidriosos, que en realidad no disfruta con la muerte, cuando dispara a uno de los miembros de la banda de su rival en el río.
El realizador madrileño es compasivo con ambos y les evita el mal trago de tener que ser los verdugos, pasando ese testigo a manos de unos villanos en una secuencia de enorme patetismo por parte de ese eterno Peter Pan.
Todas la peleas están muy bien filmadas y desprenden una gran fisicidad, nada que ver con las de los filmes de Budd Spencer y Terence Hill. Y es espectacular lo rápido que disparan en cada uno de los duelos (gran trabajo del elenco actoral en esta tarea).
En el lado cómico hay 2 divertidas secuencias, la de la colonia y la de la mudanza, insertadas con habilidad siguiendo el más puro estilo fordiano.
En cuanto a la partitura musical, aunque la melodía peca de ser un poco repetitiva, contiene un tema principal absolutamente pegadizo que salva los muebles de manera holgada en ese apartado.
Pero no estamos ni mucho menos ante una película perfecta y hay diversos aspectos negativos que lastran el resultado final, como el escaso desarrollo de las dos historias de amor, especialmente la de Garringo con Julie -la de Johnny con la hija del doctor está algo más trabajada, pero Maria Salerno es una chica muy sosita-, o el uso de algunos zooms típicos de aquella época (afortunadamente sin abusar de este recurso que tan mal ha envejecido). Principalmente me cabrean algunos por absurdos y claramente evitables: un error de localización -saliendo las ruinas de una Iglesia gótica en pleno Far West-, el inaudito desconocimiento por parte de Klaus de la vida de su hijo -siendo sheriff de profesión-, la referencia al pelo gris de Klaus pasados los años -cuando al inicio de la película tenía el cabello exactamente del mismo color (debieron haberle teñido de joven)-, y por último, la escena en la que el prisionero del teniente se escapa y que solamente espanta a uno de los 2 caballos, lo que posibilita que Garringo lo acabe dando caza.
Sin estos fallos, probablemente estaríamos hablando de una obra magna.
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