El secreto de sus ojos parte de un guión original, escrito con mucho talento y desarrollado con una técnica impecable. Desde el manejo que hace Campanella del ritmo y del clímax hasta uno de los planos secuencia más asombrosos de la historia del cine. La historia merece la pena, es atractiva, engancha y no por ello pierde profundidad, ya que la película nos deja una reflexión atemporal que merece toda nuestra atención.

Por si fuera poco, el director argentino bebe de grandes del cine que fueron antes que él. Se notan las referencias a Coppola y a M. Night Shyamalan, hacia el final de la película, e incluso a Orson Welles con su atrevimiento en la escena sin cortes del estadio.

Antes de ver esta película tenía unas expectativas bastante bajas. Me imaginaba un relato extremadamente politizado y con ese tono de cine cutre que más comúnmente de lo que debería, caracteriza a las películas españolas. Sin embargo, El Reino me ha deslumbrado hasta límites que jamás habría sospechado.

Es el ejemplo ideal de cómo una historia ya atractiva de por sí se combina con una forma maestra de hacer cine. La actuación de Antonio De la Torre es deslumbrante, y la técnica de Sorogoyen recuerda al cine psicológico de directores como Darren Aronofsky o, incluso, Lars Von Trier. En El Reino se alcanza un punto medio entre el extremo de crear una película que se quede sin acción y rodar una historia comercial al estilo CSI.

En El Reino se nos ofrece, en definitiva, un cine psicológico tremendamente inteligente y al mismo tiempo trepidante, intenso, rítmico en todos sus sentidos. Para aquellos que estén desencantados con el cine español, para aquellos a los que les gustó Black Swann o Requiem por un sueño: ésta es vuestra película.

Los que hayan visto El Show de Truman no podrán evitar pensar en dicha película confome avanza el argumento de The Game, y es que este film mezcla los elementos más importantes del mejor cine psicológico (como la inocencia del protagonista que se va adentrando en su locura, que podemos ver en Shutter Island) para ofrecernos una historia espectacular, engañosa, cambiante y, sobre todo, imprevisible

Sin duda alguna, su habilidad para sorprender es el punto fuerte de esta obra maestra de Fincher. Cualquiera que la vea, lo notará.