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Críticas 46
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
27 de mayo de 2020
26 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Zoey’s Extraordinary Playlist” se presenta en NBC como una de las series más prometedoras del año. La premisa es simple y a la vez tiene cierto calado. Zoey (Jane Levy) es una programadora informática que adquiere el superpoder de oír las emociones de los demás en forma de canción. Y aunque a algunos la premisa les parezca inverosímil, sí hay mujeres informáticas (¡y debería haber más!).

A lo largo de los 12 capítulos de la primera temporada, Zoey tendrá la suerte y la responsabilidad de escuchar estas canciones que hablan desde lo más profundo de los personajes. Desde Elvis Presley hasta Enrique Iglesias, desde música country hasta hip hop… Todos hemos vivido ese momento en que parece que lo que piensas o lo que sientes solo podrías expresarlo con cierta canción, pues en “Zoey’s Extraordinary Playlist” hay cinco o seis de estos momentos por capítulo. ¡Y la playlist es extraordinaria!

Pero la serie no es solamente una oportunidad para repasar covers de éxitos musicales, la coreógrafa Mandy Moore merece mención aparte. Más conocida por sus trabajos en “La La Land” y “Bailando con las estrellas”, sus coreografías van desde los solos más intimistas, delicados, frágiles, hasta los flashmobs más enérgicos y multitudinarios. Y hacen avanzar la trama con más fuerza que la voz de cualquier cantante. Aprovecho para destacar la actuación estelar de Sandra Mae Frank en el capítulo 9 donde su personaje interpreta “Fight Song” de Rachel Platten en lengua de signos. ¡Los pelos como escarpias!

El elenco principal está bien curtido y elegido sin riesgos: Skylar Astin sigue haciendo del niño bueno enamorado de la protagonista como en “Dando la nota”, Alex Newell es un transexual aún más fresco y atrevido que en “Glee”, Lauren Graham ("Las chicas Gilmore") como adalid de la mujer independiente, Peter Gallagher (“The Orange County”) brilla en su papel como padre y Mary Steenburgen está aún más encantadora 40 años después de “Melvin y Howard”. Quizá Jane Levy sea la cara menos conocida de todo el reparto, y durante los primeros capítulos no canta ni baila, pero no se la pierdan.

Uno de los mayores logros de la serie es abordar una gran cantidad de temas emocionales complejos y salir airosa. Temas como la igualdad de la mujer en puestos directivos, la integración de las personas de color, la transexualidad, la inteligencia emocional, la sordera, el duelo, las enfermedades degenerativas… Los personajes son de carne y hueso, piensan, sienten, dudan y a veces necesitan ayuda. Y cuando la piden, la piden a ritmo de “Help!” de los Beatles. Porque hay emociones que solo se pueden expresar en forma de canción.
4 de diciembre de 2010
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hilo elástico que mantiene el equilibrio en una sociedad económicamente dual, tiene un punto crítico en el que rompe. ¿De qué es capaz alguien que no tiene nada que perder, ni siquiera la esperanza? ¿De qué es capaz alguien que entiende que su extrema pobreza no se debe a Dios o a la mala suerte sino al mal gobierno? ¿De qué es capaz alguien para quien merece la pena vivir un solo día como rico, antes que una vida entera como pobre? De todo.

Y ese es el mensaje que intenta transmitir la película. Estamos tan acostumbrados a estos compartimentos económicos estancos, que un rico no sabría vivir como un pobre (la imposibilidad de renuncia a todos sus lujos se tornaría en desesperación) pero tampoco un pobre sabría vivir como un rico (el despilfarro lo llevaría de nuevo a su condición social).

Pero, ¿es necesaria esta jerarquización de la economía? ¿Por qué hay ricos y pobres? Porque siempre los ha habido, y porque siempre los habrá.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Los líderes neoliberales mexicanos defienden frente a la comunidad internacional que la lucha contra la pobreza está ganada y que ya no hay pobres. Pero hay 50 millones de personas como el pinche Juan Pérez, vivo contra todo pronóstico médico, con una colección de enfermedades descatalogadas y un analfabetismo que le impide rebelarse contra el sistema. Sin embargo, accidentalmente y debido a la exageración de un periódico sensacionalista, se convierte en un icono nacional contra el sistema que distancia cada vez más a los ricos de los pobres.

La primera solución del gobierno –que no sabe ni siquiera a cuánto está el salario mínimo interprofesional, y presumiblemente tampoco cuánto vale un café…– es acallar su voz con un soborno. Pero ese mismo día entiende que el caso de Juan Pérez servirá de ejemplo a todos los pobres, y que el país tendría que declararse en bancarrota si tuviese que acallarlos a todos con dinero. Encarcelan a Juan Pérez y el gobierno cambia su política de lucha contra la pobreza, por una de lucha contra los pobres. La pobreza se declara delito, las zonas frecuentadas por vagabundos se vallan y se margina legalmente a estos nuevos “delincuentes”. Ahora las arcas del estado rebosan, hay superávit y México es un lugar maravilloso.
The Shock Doctrine (C)
CortometrajeDocumental
Estados Unidos2007
6,7
874
Documental, Intervenciones de: Naomi Klein
2
5 de junio de 2011
19 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una idea realmente muy interesante, que comparto plenamente además: el miedo mueve el mundo. Pero este "cortometraje documental" no trata de eso, abre el apetito, muestra una pequeña parte de la idea, y te deja con ganas de leer el libro de Naomi Klein o de ver la película con título homónimo de Michael Winterbottom y Mat Whitecross. Aún con esto es un honrado fin, siempre que sea considerado como lo que es: un trailer.
5 de marzo de 2014
15 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasolini no tardó en adaptarse a los suburbios de Roma. Siempre del lado de los marginados (ladronzuelos, putas, chulos), encontraba vida en estado puro al rodearse de “coatti”. Cansado de una lengua italiana que encontraba vacía y falsa, buscó refugio en el lenguaje cinematográfico.

Tras rodar “Accattone” (1961), vuelve a contar con Franco Citti para encabezar el reparto, nuevamente como ni-ni crecido a chuloputas. Mamma Roma (Anna Magnani) comienza presentando a unos cerdos como hermanos de Italia, recuerda al inicio de “Tiempos modernos” (Chaplin, 1936). La Magnani es la misma madre dispuesta a morir por su familia de “Roma, ciudad abierta” (Rossellini, 1945). Ella ha crecido en la calle, pero conseguirá salir del mundo de la prostitución para darle un futuro mejor a su hijo. El pasado, sin embargo, es imborrable.

La peculiar visión de la religión de Pasolini baña el carácter de los personajes. Mamma Roma busca el favor del cura para encontrar trabajo a su hijo; y al no encontrarlo, recurre a mañas más callejeras. Por otro lado, las referencias al arte sacro-cristiano envuelven el film desde la boda “a la Última Cena” y hasta la “Lamentación sobre el Cristo muerto” del hijo.

Memorable es también la música, con la voz del precoz Joselito (“Violino Tzigano”), y un mordaz duelo de los protagonistas en forma de canción (al estilo de las polcas canarias). Este duelo es un ejemplo de la vida que se puede encontrar en las calles, en las tabernas y en los antros de los arrabales. Vida que se marchita en el imperio de las formas y las apariencias de la clase media y alta.
30 de octubre de 2015
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es fácil que alguien que llega a la dirección de cine desde otro puesto en la industria cinematográfica arrastre una cierta deformación profesional. James Vanderbilt vendió su primer guion incluso antes de graduarse, y ha escrito fantásticas obras como “Zodiac” (David Fincher, 2007) o “The amazing Spider-man” (Marc Webb, 2012). El argumento de todas ellas parece gritar “yo de pequeño quería ser periodista”, pero en ninguna se desgañita tanto como en “Truth”.

“Truth” documenta la aparente injusticia cometida por CBS News contra su reportera Mary Mappes (Cate Blanchett) y su presentador Dan Rather (Robert Redford) en la víspera de las elecciones estadounidenses de 2004. La publicación de la noticia de cómo George Bush habría utilizado sus influencias personales para evitar ir a la Guerra de Vietnam, desata una lluvia de interrogantes políticos más centrada en la autenticidad de los documentos fuente que en la veracidad de los hechos.

Quizá como una pataleta para reivindicar el valor del contenido sobre la forma, o quizá por falta de tablas en la dirección, la película narra la vida en una sala de redacción sin aportar valor dramático más allá. Rodada con la más pulcra convencionalidad: buena fotografía, buen sonido, buen montaje; no se le puede recriminar nada más que su falta de riesgo. Un riesgo que sí tomaron los actores protagonistas apostando por un director novel. Blanchett acababa de ganar el Oscar por su interpretación en “Blue Jasmin”, y Redford acepta el reto de sentarse en la mesa del presentador de noticias con el que ha crecido toda América.

A pesar de que la productora defiende que es una historia en la que no hay villanos, la CBS no pareció contenta con una película que en su opinión transforma errores graves de periodismo en actos de heroísmo y martirio. Lo que no cabe duda es que “Truth”, una película por y para periodistas, exhorta el valor del buen periodismo en una era en la que la información ha cambiado de manos de las agencias de medios, a toda una comunidad digital que publica en blogs, Facebook o Twitter.
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