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Críticas ordenadas por utilidad
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10
23 de noviembre de 2022
23 de noviembre de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ponerme a escribir esta crítica, he de decir que he visto 'Lo que el viento se llevó' decenas de veces desde que era niño, hasta mis 49 años actuales (en 2022). Siempre me fascinó, aunque en los primeros visionados no entendía lo que realmente estaba pasando, simplemente me atrapaba musical, visual y también interpretativamente. Era (y es) larga, sí, pero eso nunca me importó. Todas las veces que la he visto lo he hecho del tirón, sin dormirme en ningún momento, y disfrutando de cada fotograma. Y a cada visionado se me hacía más corta. Hace unos meses decidí leerme la novela en la que se basa antes de volverla a ver, y si ya la película es buena, la novela aún lo es más, aunque aquí no estamos para hablar de ésta. Solamente indicar que tras la lectura, la película se me ha pasado como un suspiro y que su adaptación es muy, muy fiel al libro y excelentemente trabajada: todos sus cambios y omisiones, a mi juicio, están sobradamente justificados, y todo lo importante del libro está en la película, frases y/o diálogos calcados incluidos.
En cuanto al largometraje, al igual que la novela (o quizás incluso de forma más sutil que ésta), es cierto que desprende un tufo racista y machista bastante evidente, sobre todo en tanto que justifica, ensalza y alaba esa injustísima y terrible forma de vida de las plantaciones del Sur de Estados Unidos en el siglo XIX, vista desde los años 30 del siglo XX, que es cuando la escritora concibe la historia. Es terrible esa parte de la historia, y es terrible que sea defendida. Eso es innegable.
Sin embargo, si intentamos hacer un (fuerte) ejercicio mental de no empaparnos por ese nauseabundo hedor ideológico, estamos ante un film impecable. Impecablemente escrito su guión adaptado, impecablemente diseñado, montado, e interpretado. No le falta ni le sobra nada.
La dirección (acreditada a Victor Fleming, pero compartida con George Cukor y Sam Wood) funciona como un reloj suizo; su puesta en escena no puede ser más detallada; la excelente fotografía, tanto en interiores como exteriores, prestando gran atención a las sombras y a las luces; el maravilloso colorido, destacando el rojo (como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta el nombre de la protagonista) sobre cualquier otro; el apabullante vestuario; la inolvidable banda sonora; el virtuoso montaje tanto en las escenas tranquilas, como en los momentos de acción; los exquisitos decorados; los efectos especiales tan conseguidos para la época; y por supuesto, los trabajos de todos los actores, en especial de los protagonistas Vivien Leigh (Scarlett), Clark Gable (Rhett), Olivia de Havilland (Melanie), Hattie McDaniel (Mammy), y Thomas Mitchell (Gerald O'Hara). Quizás el único pero habría que ponérselo a Leslie Howard (Ashley), totalmente insípido en su papel, o a la dirección de casting. Todos sus Óscars son absolutamente merecidos, y sin duda, tanto Clark Gable como Max Steiner (compositor de la band sonora) debieron habérselo llevado también. Curiosamente ese mismo año Thomas Mitchell se llevó el de Mejor Actor de Reparto no por esta película, sino por 'La diligencia', en la que también estaba impecable.
En cuanto al largometraje, al igual que la novela (o quizás incluso de forma más sutil que ésta), es cierto que desprende un tufo racista y machista bastante evidente, sobre todo en tanto que justifica, ensalza y alaba esa injustísima y terrible forma de vida de las plantaciones del Sur de Estados Unidos en el siglo XIX, vista desde los años 30 del siglo XX, que es cuando la escritora concibe la historia. Es terrible esa parte de la historia, y es terrible que sea defendida. Eso es innegable.
Sin embargo, si intentamos hacer un (fuerte) ejercicio mental de no empaparnos por ese nauseabundo hedor ideológico, estamos ante un film impecable. Impecablemente escrito su guión adaptado, impecablemente diseñado, montado, e interpretado. No le falta ni le sobra nada.
La dirección (acreditada a Victor Fleming, pero compartida con George Cukor y Sam Wood) funciona como un reloj suizo; su puesta en escena no puede ser más detallada; la excelente fotografía, tanto en interiores como exteriores, prestando gran atención a las sombras y a las luces; el maravilloso colorido, destacando el rojo (como no podía ser de otra manera teniendo en cuenta el nombre de la protagonista) sobre cualquier otro; el apabullante vestuario; la inolvidable banda sonora; el virtuoso montaje tanto en las escenas tranquilas, como en los momentos de acción; los exquisitos decorados; los efectos especiales tan conseguidos para la época; y por supuesto, los trabajos de todos los actores, en especial de los protagonistas Vivien Leigh (Scarlett), Clark Gable (Rhett), Olivia de Havilland (Melanie), Hattie McDaniel (Mammy), y Thomas Mitchell (Gerald O'Hara). Quizás el único pero habría que ponérselo a Leslie Howard (Ashley), totalmente insípido en su papel, o a la dirección de casting. Todos sus Óscars son absolutamente merecidos, y sin duda, tanto Clark Gable como Max Steiner (compositor de la band sonora) debieron habérselo llevado también. Curiosamente ese mismo año Thomas Mitchell se llevó el de Mejor Actor de Reparto no por esta película, sino por 'La diligencia', en la que también estaba impecable.

5,4
1.649
7
8 de marzo de 2017
8 de marzo de 2017
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puedo dejar de tener cierto cariño a este título del peplum hispano-italiano de principios de los 60, ya que fue rodada en exteriores de Laredo (Cantabria), localidad en la que he pasado tantos y tantos veranos en las 4 últimas décadas. Por tanto, es inevitable que la vea con buenos ojos al reconocer la mayoría de sus exteriores.
Por supuesto que el guionista se saltó a la torera cualquier fidelidad histórica, además de añadir multitud de anacronismos, pero la historia es entretenidísima, y los efectos especiales y decorados están a un nivel muy superior a lo que uno cabría esperar de una producción de estas características y, sobre todo, de 1961. Además, podemos disfrutar también del primer trabajo tras las cámaras del gran Sergio Leone. A pesar de estar aún a años luz de los trabajos de Wyler o DeMille para el péplum estadounidense, esta cinta de Leone es un gran placer culpable para pasar una tarde de sábado o domingo.
Por supuesto que el guionista se saltó a la torera cualquier fidelidad histórica, además de añadir multitud de anacronismos, pero la historia es entretenidísima, y los efectos especiales y decorados están a un nivel muy superior a lo que uno cabría esperar de una producción de estas características y, sobre todo, de 1961. Además, podemos disfrutar también del primer trabajo tras las cámaras del gran Sergio Leone. A pesar de estar aún a años luz de los trabajos de Wyler o DeMille para el péplum estadounidense, esta cinta de Leone es un gran placer culpable para pasar una tarde de sábado o domingo.

5,7
14.836
8
21 de febrero de 2022
21 de febrero de 2022
12 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar, simplemente corregir a todos los que califican a esta película como una secuela. NO LO ES.
Es un film totalmente independiente de "Asesinato en el Orient Express" como lo son tanto las novelas como las adaptaciones anteriores de ambas. Otra cosa es que Branagh haya querido poner un pequeño hilo continuista entre ambas, pero secuela lo que se dice secuela no es.
Vi la primera versión cinematográfica de la novela en 1989, la de John Guillermin de 1978, y me fascinó. Toda ella: su retorcida trama, su ambientación tanto en exteriores como en interiores, las interpretaciones de los actores, los personajes, la precisa dirección de Guillermin, y por supuesto el Poirot de Ustinov, que me parece el mejor de todos los Poirot, por mucho que físicamente David Suchet se le parezca más. Aquella película era un mecanismo de relojería tan milimetrado como era el plan de asesinato ideado por Agatha Christie.
Y es eso en lo que falla la versión que acaba de presentarnos Kenneth Branagh. Aquí, el mecanismo de relojería queda deslavado, descafeinado. Y ello es por un ritmo excesivamente lento en su primera mitad, y por un ritmo excesivamente rápido en la segunda. Además, los personajes, salvo Poirot, no están tan perfilados como en la de Guillermin.
Los cambios en los nombres de algunos de los personajes, aunque no tiene sentido alguno el modificarlos, no es algo importante. Los cambios en relación a la raza, al oficio, a la sexualidad, o a la función que tienen algunos de ellos en toda la trama tampoco son importantes, de hecho más bien diría que son interesantes y dotan a esta adaptación de un aire que la diferencia y la hace más sorpresiva. Los cromas y la artificiosidad de la bella y fastuosa fotografía tampoco me estorban ya que otorgan al conjunto de un look moderno y preciosista.
El problema es lo que antes comentaba: el ritmo y el paseo superficial sobre los sospechosos. La primera parte transcurre despacio, pero sin ahondar en las motivaciones de los personajes, y la segunda es tan precipitada y confusa que apenas te da tiempo a saborear todo lo que ocurre en la noche de autos, apenas hay pesquisas ni interrogatorios, ni tampoco recreaciones de las posibles hipótesis que Poirot plantea (salvo en el caso de la resolución final) para poner en entredicho la inocencia de cada personaje. Todo pasa a todo correr, con un final que te hace dudar de cómo Poirot llega a la conclusión a la que llega con los pocos datos con los que aparentemente cuenta.
Y habrá quien se pregunte del porqué de mi nota tan alta tras leer mi crítica. Pues a pesar de todo, hay algo en esta historia de Agatha Christie que me fascina y que me hace disfrutar a fondo de cada adaptación que se hace de ella, sin por ello estar ciego ante las cosas que pienso que son criticables. Además, ese prólogo, pese a ser innecesario, es brillante. Al igual que la interpretación de Branagh dotando de una humanidad a Poirot como nunca antes habíamos visto en el personaje.
Es un film totalmente independiente de "Asesinato en el Orient Express" como lo son tanto las novelas como las adaptaciones anteriores de ambas. Otra cosa es que Branagh haya querido poner un pequeño hilo continuista entre ambas, pero secuela lo que se dice secuela no es.
Vi la primera versión cinematográfica de la novela en 1989, la de John Guillermin de 1978, y me fascinó. Toda ella: su retorcida trama, su ambientación tanto en exteriores como en interiores, las interpretaciones de los actores, los personajes, la precisa dirección de Guillermin, y por supuesto el Poirot de Ustinov, que me parece el mejor de todos los Poirot, por mucho que físicamente David Suchet se le parezca más. Aquella película era un mecanismo de relojería tan milimetrado como era el plan de asesinato ideado por Agatha Christie.
Y es eso en lo que falla la versión que acaba de presentarnos Kenneth Branagh. Aquí, el mecanismo de relojería queda deslavado, descafeinado. Y ello es por un ritmo excesivamente lento en su primera mitad, y por un ritmo excesivamente rápido en la segunda. Además, los personajes, salvo Poirot, no están tan perfilados como en la de Guillermin.
Los cambios en los nombres de algunos de los personajes, aunque no tiene sentido alguno el modificarlos, no es algo importante. Los cambios en relación a la raza, al oficio, a la sexualidad, o a la función que tienen algunos de ellos en toda la trama tampoco son importantes, de hecho más bien diría que son interesantes y dotan a esta adaptación de un aire que la diferencia y la hace más sorpresiva. Los cromas y la artificiosidad de la bella y fastuosa fotografía tampoco me estorban ya que otorgan al conjunto de un look moderno y preciosista.
El problema es lo que antes comentaba: el ritmo y el paseo superficial sobre los sospechosos. La primera parte transcurre despacio, pero sin ahondar en las motivaciones de los personajes, y la segunda es tan precipitada y confusa que apenas te da tiempo a saborear todo lo que ocurre en la noche de autos, apenas hay pesquisas ni interrogatorios, ni tampoco recreaciones de las posibles hipótesis que Poirot plantea (salvo en el caso de la resolución final) para poner en entredicho la inocencia de cada personaje. Todo pasa a todo correr, con un final que te hace dudar de cómo Poirot llega a la conclusión a la que llega con los pocos datos con los que aparentemente cuenta.
Y habrá quien se pregunte del porqué de mi nota tan alta tras leer mi crítica. Pues a pesar de todo, hay algo en esta historia de Agatha Christie que me fascina y que me hace disfrutar a fondo de cada adaptación que se hace de ella, sin por ello estar ciego ante las cosas que pienso que son criticables. Además, ese prólogo, pese a ser innecesario, es brillante. Al igual que la interpretación de Branagh dotando de una humanidad a Poirot como nunca antes habíamos visto en el personaje.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Un ejemplo de lo precipitada que es esa segunda parte está justo al final, cuando Poirot está interrogando a Bouc junto a Simon Doyle antes de convertirse en la tercera víctima. En ese momento Doyle le grita a Bouc y casi instantáneamente Bouc es disparado. Poirot, llega a la conclusión (como en la novela, aunque en ésta y en la versión del 78 de Guillermin es Salome Otterbourne la víctima) de que los gritos de Doyle son los que alertan (y avisan) a Jackie de que Bouc está a punto de hablar, para que ella reaccione y lo mate. Y así ocurre. Pero al momento Doyle grita y un segundo después Jackie dispara. Es imposible que estuviese preparada para hacerlo. En el film de Guillermin, Doyle grita, efectivamente, pero pasan uno o dos minutos hasta que Jackie dispara a Salome, dotando sentido a la escena ya que da tiempo a que Jackie oiga los gritos de Doyle, coja un arma y corra hasta la habitación donde se encuentran y dispare. En la versión de Branagh es imposible que dispare tan rápido.
Y como ésto todo lo demás.
Y como ésto todo lo demás.
26 de octubre de 2020
26 de octubre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estimulante road movie dramática ambientada en Estados Unidos en los años 60 durante los días posteriores al asesinato de Kennedy.
Pfeiffer hace uno de los grandes trabajos de toda su carrera en esta película que pasa de la comedia de los primeros minutos al drama crudo que tenían que soportar (y desgraciadamente hoy día también) las personas de raza negra en aquél país.
Afortunadamente, la película no sólo sirve para mostrar eso, sino también para abrir los ojos, el corazón y la mente a los reaccionarios que no ven como algo natural el amor entre dos seres humanos de distinta raza.
El film no cede al aburrimiento en ningún momento y es resuelto con brío por Kaplan de principio a fin.
Michelle Pfeiffer borda su papel como Lurene Hallett, un ama de casa en un principio simplona e ingenua, pero de gran corazón, que gracias a seguir una de sus "fanáticas" ilusiones, descubre que el mundo no es de color de rosa y madura a base de realidad.
También hay que destacar el trabajo de Dennis Haysbert y la pequeña Stephanie McFadden, ambos sobresalientes en sus respectivos personajes.
En definitiva, una película quizás olvidada por el gran público, pero que es de justiticia reivindicar y visionar.
Pfeiffer hace uno de los grandes trabajos de toda su carrera en esta película que pasa de la comedia de los primeros minutos al drama crudo que tenían que soportar (y desgraciadamente hoy día también) las personas de raza negra en aquél país.
Afortunadamente, la película no sólo sirve para mostrar eso, sino también para abrir los ojos, el corazón y la mente a los reaccionarios que no ven como algo natural el amor entre dos seres humanos de distinta raza.
El film no cede al aburrimiento en ningún momento y es resuelto con brío por Kaplan de principio a fin.
Michelle Pfeiffer borda su papel como Lurene Hallett, un ama de casa en un principio simplona e ingenua, pero de gran corazón, que gracias a seguir una de sus "fanáticas" ilusiones, descubre que el mundo no es de color de rosa y madura a base de realidad.
También hay que destacar el trabajo de Dennis Haysbert y la pequeña Stephanie McFadden, ambos sobresalientes en sus respectivos personajes.
En definitiva, una película quizás olvidada por el gran público, pero que es de justiticia reivindicar y visionar.

6,4
3.346
8
6 de enero de 2017
6 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como fan de los cómics de Astérix que soy, y detractor de la mayoría de las adaptaciones animadas o en acción real que se han hecho para el cine (Salvo "Astérix y los Vikingos", que me gustó bastante), he de decir que "La Residencia de los Dioses" consigue por fin hacer justicia a los héroes galos imaginados por Goscinny y Uderzo.
El film es realmente fiel al cómic, principalmente en su primera mitad, y aunque se desmarca del mismo en la segunda, no por ello deja de ser entretenida, interesante y divertida, sino más bien al contrario, considero que mejora el desenlace del cómic. Además no mezcla dos cómics de Astérix en una misma película, como han hecho por desgracia en otras ocasiones, sino que se centra y focaliza en un solo tomo.
La animación es enérgica, colorida y bien hecha. Es como si las viñetas cobraran vida. Espero que empiecen a hacer más adaptaciones de otras aventuras de Astérix con el mismo mimo con el que han realizado "La residencia de los dioses".
El film es realmente fiel al cómic, principalmente en su primera mitad, y aunque se desmarca del mismo en la segunda, no por ello deja de ser entretenida, interesante y divertida, sino más bien al contrario, considero que mejora el desenlace del cómic. Además no mezcla dos cómics de Astérix en una misma película, como han hecho por desgracia en otras ocasiones, sino que se centra y focaliza en un solo tomo.
La animación es enérgica, colorida y bien hecha. Es como si las viñetas cobraran vida. Espero que empiecen a hacer más adaptaciones de otras aventuras de Astérix con el mismo mimo con el que han realizado "La residencia de los dioses".
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