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Críticas ordenadas por utilidad
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5
27 de marzo de 2012
27 de marzo de 2012
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya lo decía el propio Nacho Vigalondo en su corto “Una lección de cine” en el que, él mismo, intimidaba a una despreocupada vaca, con una perturbadora “bat-bola”, haciendo varios amagos hacia el animal pero sin llegar a lanzársela en ningún momento: “En el cine, muchas veces, es más importante la expectación que creas en torno al contenido, que el contenido en sí”. En su segundo film después de la celebrada “Los cronocrímenes” (cinta que aplaudí a rabiar), parece que el director y guionista haya llevado tal afirmación a su máxima expresión, manteniendo en vilo al espectador sobre lo que puede llegar a ocurrir durante todo su metraje. Solamente hay un pequeño problema, su corto duraba poco más de dos minutos, mientras que su última película dura hora y media.
Nacho Vigalondo vuelve a demostrar que: a) como director sabe aprovechar como nadie los limitados recursos de los que dispone; y b) como guionista sabe atar los cabos como pocos. Para su segundo largo Vigalondo ha contado con Michelle Jenner, Julián Villagrán, Carlos Areces y Raúl Cimas. Y lo cierto es que los cuatro están perfectos en sus papeles ya que ella está muy guapa, él está simpático, el otro está muy divertido y el último está muy loco. Además, la cinta cuenta con la tróspida presencia de Miguel Noguera.
Lamentablemente, Extraterrestre no resulta suficientemente divertida para tratarse de una comedia. O sea, Carlos Areces está especialmente gracioso, pero es que Areces, si se lo propone, haría gracia incluso en un drama ambientado en la guerra civil española, dirigido por José Luis Garci. Y eso que las situaciones si resultan graciosas, pero la sensación es que la trama termina alargándose en exceso y hace que pierda garra y caiga continuamente en la repetición y uno termina con la sospecha de que estamos ante una historia (y unos medios) que daban perfectamente para realizar un cortometraje pero que, al querer convertirlo en un largo, se ha acabado perdiendo parte de la fuerza que, sin duda, se encuentra dentro de la historia. De hecho estoy seguro que la película debía resultar mucho más graciosa sobre el papel que a la hora de trasladarla a la pantalla.
La primera parte de la película es la más entretenida, cuando los dos personajes protagonistas desean alejarse el uno del otro (más uno que otro), pero las circunstancias se lo impiden y deben aprender a conocerse y convivir. Además, los mejores momentos de la cinta coinciden con Carlos Areces en pantalla en plan vecino plasta, que me recordaba la trama de alguna comedia clásica estilo Dan Aykroyd. Lo que ocurre es que justo hacia la mitad de la cinta, cuando el film debería dar un paso adelante para seguir avanzando hacia su desenlace, parece como si diera dos pasos hacia atrás y empieza a perder intensidad. Es en esos momentos cuando las carencias del film se hacen más patentes: la falta de ritmo, de fluidez y de cohesión de lo que se está explicando, que provoca que no resulte suficientemente eficaz.
Nacho Vigalondo vuelve a demostrar que: a) como director sabe aprovechar como nadie los limitados recursos de los que dispone; y b) como guionista sabe atar los cabos como pocos. Para su segundo largo Vigalondo ha contado con Michelle Jenner, Julián Villagrán, Carlos Areces y Raúl Cimas. Y lo cierto es que los cuatro están perfectos en sus papeles ya que ella está muy guapa, él está simpático, el otro está muy divertido y el último está muy loco. Además, la cinta cuenta con la tróspida presencia de Miguel Noguera.
Lamentablemente, Extraterrestre no resulta suficientemente divertida para tratarse de una comedia. O sea, Carlos Areces está especialmente gracioso, pero es que Areces, si se lo propone, haría gracia incluso en un drama ambientado en la guerra civil española, dirigido por José Luis Garci. Y eso que las situaciones si resultan graciosas, pero la sensación es que la trama termina alargándose en exceso y hace que pierda garra y caiga continuamente en la repetición y uno termina con la sospecha de que estamos ante una historia (y unos medios) que daban perfectamente para realizar un cortometraje pero que, al querer convertirlo en un largo, se ha acabado perdiendo parte de la fuerza que, sin duda, se encuentra dentro de la historia. De hecho estoy seguro que la película debía resultar mucho más graciosa sobre el papel que a la hora de trasladarla a la pantalla.
La primera parte de la película es la más entretenida, cuando los dos personajes protagonistas desean alejarse el uno del otro (más uno que otro), pero las circunstancias se lo impiden y deben aprender a conocerse y convivir. Además, los mejores momentos de la cinta coinciden con Carlos Areces en pantalla en plan vecino plasta, que me recordaba la trama de alguna comedia clásica estilo Dan Aykroyd. Lo que ocurre es que justo hacia la mitad de la cinta, cuando el film debería dar un paso adelante para seguir avanzando hacia su desenlace, parece como si diera dos pasos hacia atrás y empieza a perder intensidad. Es en esos momentos cuando las carencias del film se hacen más patentes: la falta de ritmo, de fluidez y de cohesión de lo que se está explicando, que provoca que no resulte suficientemente eficaz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Además, Vigalondo hace un guió a su anterior trabajo, haciendo coincidir el plano final de ambos films.
31 de agosto de 2012
31 de agosto de 2012
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los últimos años Hollywood ha buscado sus fuentes de inspiración en dos ámbitos bien diferenciados para poder realizar sus propias adaptaciones y así convertirlas en una engrasada maquinaria de generar ingresos: los best-sellers literarios y los éxitos cinematográficos procedentes de otros países. Si además el best-seller literario pertenece a una exitosa trilogía, en ese caso ya se les hace el culo pepsi-cola. En ese sentido, no resulta sorprendente que cuando la trilogía Millenium, escrita por el fallecido Stieg Larson, empezó a vender libros como churros y su posterior adaptación cinematográfica, made in Suecia, fue todo un éxito en las taquillas de media Europa, las pupilas de los mandamases de los estudios cinematográficos más potentes de la meca del cine empezaran a dilatar y a soltar chiribitas, ante lo que muchos entendieron como “el negocio padre”. La adaptación americana llegó por fin a principios de este dos mil doce, algo más tarde de lo esperado, con un director y un actor de peso en cartel.
Me leí la trilogía Millenium cuando todo el mundo hablaba de ella y parecía que quien no la estuviera leyendo automáticamente se convertiría en una especie de paria social y sería deportado en menos de veinticuatro horas a una isla remota poblada por todo tipo de monstruos terribles. Lamento profundamente no resultar más guay y haber empleado el tiempo invertido en leerme veinte veces seguidas “El lobo estepario”. Recuerdo que me parecieron unos libros geniales para leer en verano, tumbado en una hamaca y que, a pesar de que la historia no era nada del otro jueves, los personajes principales eran molones. En el fondo algo debían tener, porque lo cierto es que los devoré en un pis-pas.
Sorprendentemente el resultado final de esta adaptación no solo vale mucho la pena sino que, además, estamos ante una de las cintas más alejadas de los cánones establecidos por Hollywood que recuerdo en bastante tiempo: hay desnudos (justificados en el guión), escenas de sexo, unos protagonistas que no paran de fumar como carreteros durante todo el metraje, violencia, mala leche, corruptelas políticas, una acción que transcurre en Suecia... y más cosas que no cuento por no entrar en terreno de spoilers. Lógicamente también dispone de muchos elementos que si resultan atrayentes para el gran público: un crimen por resolver, una historia de amor (o algo que se le parece) y una venganza que llevar a cabo.
Mientras leía el libro en el que se basa la peli ya se empezaba a rumorear que seguramente se acabaría llevando la historia al cine. Y durante algunos párrafos no podía evitar pensar: ¿cómo diablos se las arreglarán para llevar esto a la gran pantalla? La respuesta ha sido simple: haciéndolo. No han evitado los momentos más escabrosos de la trama y esa termina siendo la mayor virtud del film. Es una película que no traiciona el espíritu del libro, potenciándolo y dotando a las imágenes de una cuidada ambientación que consigue que la historia vaya calando en el espectador durante sus, atención, dos horas y media de duración (alguien debería hablar muy seriamente con Fincher sobre la duración de sus películas). A pesar de lo dicho apenas se hace larga, ya que la trama dispone del ritmo adecuado, los dos protagonistas van sobrados de carisma (especialmente el personaje de Lisbeth Salander) y el caso que plantea consigue entretener lo suficiente hasta que se llega a un final que, a pesar de resultar algo descafeinado, es bastante más acertado en algunos aspectos que el del libro.
Me leí la trilogía Millenium cuando todo el mundo hablaba de ella y parecía que quien no la estuviera leyendo automáticamente se convertiría en una especie de paria social y sería deportado en menos de veinticuatro horas a una isla remota poblada por todo tipo de monstruos terribles. Lamento profundamente no resultar más guay y haber empleado el tiempo invertido en leerme veinte veces seguidas “El lobo estepario”. Recuerdo que me parecieron unos libros geniales para leer en verano, tumbado en una hamaca y que, a pesar de que la historia no era nada del otro jueves, los personajes principales eran molones. En el fondo algo debían tener, porque lo cierto es que los devoré en un pis-pas.
Sorprendentemente el resultado final de esta adaptación no solo vale mucho la pena sino que, además, estamos ante una de las cintas más alejadas de los cánones establecidos por Hollywood que recuerdo en bastante tiempo: hay desnudos (justificados en el guión), escenas de sexo, unos protagonistas que no paran de fumar como carreteros durante todo el metraje, violencia, mala leche, corruptelas políticas, una acción que transcurre en Suecia... y más cosas que no cuento por no entrar en terreno de spoilers. Lógicamente también dispone de muchos elementos que si resultan atrayentes para el gran público: un crimen por resolver, una historia de amor (o algo que se le parece) y una venganza que llevar a cabo.
Mientras leía el libro en el que se basa la peli ya se empezaba a rumorear que seguramente se acabaría llevando la historia al cine. Y durante algunos párrafos no podía evitar pensar: ¿cómo diablos se las arreglarán para llevar esto a la gran pantalla? La respuesta ha sido simple: haciéndolo. No han evitado los momentos más escabrosos de la trama y esa termina siendo la mayor virtud del film. Es una película que no traiciona el espíritu del libro, potenciándolo y dotando a las imágenes de una cuidada ambientación que consigue que la historia vaya calando en el espectador durante sus, atención, dos horas y media de duración (alguien debería hablar muy seriamente con Fincher sobre la duración de sus películas). A pesar de lo dicho apenas se hace larga, ya que la trama dispone del ritmo adecuado, los dos protagonistas van sobrados de carisma (especialmente el personaje de Lisbeth Salander) y el caso que plantea consigue entretener lo suficiente hasta que se llega a un final que, a pesar de resultar algo descafeinado, es bastante más acertado en algunos aspectos que el del libro.
25 de marzo de 2013
25 de marzo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo de La jungla de cristal (Die Hard) más que una saga cinematográfica siempre me ha parecido una institución en sí misma. Desde que apareciera su primera entrega, allá por el lejano 1988, la franquicia ha ido evolucionando, con mayor o menor fortuna, pero siempre con un sello distintivo que la diferenciaba del resto de propuestas de acción: un personaje protagonista con un carisma que le sale por las orejas, acción con capacidad de enganchar al espectador, malos atrayentes capaces de vender su alma al mismísimo diablo por el vil metal, y las habituales pullas cómicas de un John McClane acostumbrado a darlo todo por la audiencia y por las víctimas propiciatorias de turno. No obstante, parecía como si la fórmula flaqueara un poco más a cada nueva entrega, a pesar de que la cosa seguía teniendo cierta gracia. Por eso, cuando apareció esta quinta entrega, me parecieron un poco injustas las críticas que dilapidaban este nuevo film en comparación con la primera película, ya que lo más justo sería compararla con la entrega inmediatamente anterior. Pues bien, una vez vista La jungla: Un buen día para morir, y después de compararla con su predecesora, La Jungla 4.0, debo admitir que esta quinta entrega es lo que cinematográficamente hablando se conoce, entre los círculos más intelectuales y sesudos, como una castaña pilonga.
El hijo de John McClane, al que molestaban los reporteros en la primera parte, se ha hecho mayor y, al parecer, mantiene intactas las habilidades del padre para meterse en berenjenales de nivel. Encima el último ha sido en tierras rusas, donde tiene que ser juzgado, nada menos que por asesinato. Total, que para Moscú que se va John McClane para ayudar a su polluelo, pero una vez allí se dará cuenta de que las cosas son mucho más complicadas de lo que se creía y deberá darlo todo para salvar su pellejo, y el de su hijo, de un montón de rusos cabreados con ganas de jarana. Normalmente suelo invertir un par de párrafos para contar, muy por encima, el argumento de las cintas reseñadas, pero es que el hilo conductor de esta peli es tan tan limitado, que no da más de sí.
Lógicamente sin Bruce Willis no hay John McClane. Lo contrario seria motivo de disturbios incontrolados motivados por una turba de gente enfurecida, dentro de la cual me llegarían a encontrar con total seguridad. Willis parece haber dicho aquello de que a la vejez viruelas y el tio ha encadenado, seguidas, “Los mercenarios 2",” G.I.Joe: La venganza” y esta quinta entrega de “La Jungla”. Con dos cojones. Pero a pesar de sus alardes, las jovencitas ya no se forran las carpetas con su careto, motivo por el cual los productores del film han optado por poner a su lado a un tal Jai Courtney, que no será buen actor, pero tiene buena planta y es buen mozo, algo que entre la audiencia femenina siempre es bien recibido.
El director de la peli es un tal John Moore. Antes de empezar a soltar improperios sobre su persona deberíamos aclarar que los tres anteriores títulos que había dirigido el hombre son: el remake de “El vuelo del Fénix”, el remake de “La profecía”, y la adaptación del videojuego “Max Payne”. Efectivamente, se trata de un tipo al que no le encargaría ni la fabricación de un collar de macarrones pero que, al parecer, alguien en Hollywood creyó en él para que dirigiera la nueva entrega de La jungla de Cristal. Luego resulta que los resultados no son los esperados y todo el mundo se pregunta: ¿Qué ha podido pasar?¿Qué ha podido pasar?¿Será que la franquicia ya está agotada? Mi paciencia sí que está agotada, señores.
Pero el mayor problema de la cinta poco tiene que ver con su director, que también. El problema gordo gordo viene provocado por un guión tan flojo e insulso que debería hacer sonrojar a sus responsables si no fuera porque deben estar demasiado ocupados contando fajos de billetes. No me gustaría que me acusaran de hacer demagogia barata, así pues empezaré enumerando sus virtudes: John tiene un par de frases molonas; hay un “yipikayei”; aparece, aunque brevemente, la hija interpretada de nuevo por Mary Elizabeth Winstead; la escena de acción inicial es la cosa más espectacular que he visto en tiempo y creo que llegan a destrozar tantos coches que incluso haría llorar a un “Transformer”; y el botón del medio de la blusa de la mala tiene pinta de que puede salir disparado en cualquier momento ante la enorme presión que debe soportar. Hasta aquí. Vayamos ahora con los puntos débiles: pues todo lo demás... el guión hace aguas por todas partes, los giros de guión son previsibles y miserables, no se han esforzado en dotar a la historia de una mínima coherencia narrativa, una vez superada la escena de acción inicial se abre ante el espectador un enorme vacío del que ya no logrará salir jamás, John McClane está poco inspirado comparado con las cintas anteriores, nada parece tener ningún tipo de sentido; los actores secundarios son tan malos y la profundidad de sus personajes es tan nula que parece que John McClane esté protagonizando una nueva adaptación de “Soy leyenda”... Y a pesar de todo lo dicho seguro que salta el tipo de turno soltando aquello de: es una peli de acción sin más, ¿que esperabas? Pues, para empezar, lo que se me había ofrecido en las entregas anteriores. Aunque solo hubiera sido un poquito.
www.quesitorosa.com
El hijo de John McClane, al que molestaban los reporteros en la primera parte, se ha hecho mayor y, al parecer, mantiene intactas las habilidades del padre para meterse en berenjenales de nivel. Encima el último ha sido en tierras rusas, donde tiene que ser juzgado, nada menos que por asesinato. Total, que para Moscú que se va John McClane para ayudar a su polluelo, pero una vez allí se dará cuenta de que las cosas son mucho más complicadas de lo que se creía y deberá darlo todo para salvar su pellejo, y el de su hijo, de un montón de rusos cabreados con ganas de jarana. Normalmente suelo invertir un par de párrafos para contar, muy por encima, el argumento de las cintas reseñadas, pero es que el hilo conductor de esta peli es tan tan limitado, que no da más de sí.
Lógicamente sin Bruce Willis no hay John McClane. Lo contrario seria motivo de disturbios incontrolados motivados por una turba de gente enfurecida, dentro de la cual me llegarían a encontrar con total seguridad. Willis parece haber dicho aquello de que a la vejez viruelas y el tio ha encadenado, seguidas, “Los mercenarios 2",” G.I.Joe: La venganza” y esta quinta entrega de “La Jungla”. Con dos cojones. Pero a pesar de sus alardes, las jovencitas ya no se forran las carpetas con su careto, motivo por el cual los productores del film han optado por poner a su lado a un tal Jai Courtney, que no será buen actor, pero tiene buena planta y es buen mozo, algo que entre la audiencia femenina siempre es bien recibido.
El director de la peli es un tal John Moore. Antes de empezar a soltar improperios sobre su persona deberíamos aclarar que los tres anteriores títulos que había dirigido el hombre son: el remake de “El vuelo del Fénix”, el remake de “La profecía”, y la adaptación del videojuego “Max Payne”. Efectivamente, se trata de un tipo al que no le encargaría ni la fabricación de un collar de macarrones pero que, al parecer, alguien en Hollywood creyó en él para que dirigiera la nueva entrega de La jungla de Cristal. Luego resulta que los resultados no son los esperados y todo el mundo se pregunta: ¿Qué ha podido pasar?¿Qué ha podido pasar?¿Será que la franquicia ya está agotada? Mi paciencia sí que está agotada, señores.
Pero el mayor problema de la cinta poco tiene que ver con su director, que también. El problema gordo gordo viene provocado por un guión tan flojo e insulso que debería hacer sonrojar a sus responsables si no fuera porque deben estar demasiado ocupados contando fajos de billetes. No me gustaría que me acusaran de hacer demagogia barata, así pues empezaré enumerando sus virtudes: John tiene un par de frases molonas; hay un “yipikayei”; aparece, aunque brevemente, la hija interpretada de nuevo por Mary Elizabeth Winstead; la escena de acción inicial es la cosa más espectacular que he visto en tiempo y creo que llegan a destrozar tantos coches que incluso haría llorar a un “Transformer”; y el botón del medio de la blusa de la mala tiene pinta de que puede salir disparado en cualquier momento ante la enorme presión que debe soportar. Hasta aquí. Vayamos ahora con los puntos débiles: pues todo lo demás... el guión hace aguas por todas partes, los giros de guión son previsibles y miserables, no se han esforzado en dotar a la historia de una mínima coherencia narrativa, una vez superada la escena de acción inicial se abre ante el espectador un enorme vacío del que ya no logrará salir jamás, John McClane está poco inspirado comparado con las cintas anteriores, nada parece tener ningún tipo de sentido; los actores secundarios son tan malos y la profundidad de sus personajes es tan nula que parece que John McClane esté protagonizando una nueva adaptación de “Soy leyenda”... Y a pesar de todo lo dicho seguro que salta el tipo de turno soltando aquello de: es una peli de acción sin más, ¿que esperabas? Pues, para empezar, lo que se me había ofrecido en las entregas anteriores. Aunque solo hubiera sido un poquito.
www.quesitorosa.com

6,2
86.035
5
23 de abril de 2012
23 de abril de 2012
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción se sitúa en un futuro en el cual los Estados Unidos se han dividido en doce distritos, cada uno de los cuales, cada año, deben ofrecer a dos jóvenes, un chico y una chica, entre doce y dieciocho años, que son trasladados hasta la capital para luchar entre sí en un programa televisivo retransmitido a todo el mundo. Son los llamados “juegos del hambre”, una especie de circo romano a gran escala, retransmitido en directo las veinticuatro horas del día, donde sus veinticuatro participantes deberán enfrentarse, hasta que solo quede uno con vida. Para que nos entendamos, es la suma perfecta entre el “Perseguido” de Schwarzenegger; y el “Battle Royale” de Kitano.
Peli dirigida por Gary Ross (Pleasantville, Seabiscuit) alguien a quien le gustan mucho los movimientos frenéticos de cámara con la intención de crear en el espectador la sensación de caos y ritmo, o tiene la mala costumbre de contratar operadores de cámara con serios problemas de parkinson. En cualquiera de los dos casos, recomendamos a los espectadores que se tomen una caja entera de viodraminas antes de empezar el visionado de la cinta.
La película tiene muchos problemas y muy serios. Lo que ocurre es que algunos de ellos resultan tan pasmosamente evidentes y exagerados que finalmente consiguen darle la vuelta y convertirse en puntos a su favor. En ese sentido el film tiene una estética tan cutre y de serie B que finalmente consigue caer simpática y despreocupada al espectador. Creo sinceramente que estamos ante el blockbuster de estas características con un aroma más de serie B que recuerdo en lustros. Todo acaba resultando caótico, con una sensación de poco trabajado y con secuencias que no acabas de saber si la cosa va en serio o te están tomando el pelo (esa entrada triunfal de los participantes a los juegos entre llamas y subidos en cuádrigas romanas es como para no pestañear en años). Los efectos tampoco terminan de estar a la altura, lo que ayuda a que la cinta desprenda un cierto aroma entre lo kitch y la caspa.
Luego está el problema principal: casi dos horas y media de metraje. Y ni con eso termina uno con la sensación de que la peli esté bien contada. Es demasiado larga, sin duda. Tampoco se tiene la sensación de que la historia dé para tanto ya que se termina perdiendo en chorradas y para cuando empieza lo bueno de verdad ya llevamos más de una hora de metraje. Así pues se hace larga, si, pero incluso con todo lo malo, logra entretener y su premisa es tan burra (a pesar de que nuestro cerebro no tarda en relacionarla con films anteriores) para los tiempos que corren en Hollywood que uno se une a la despreocupación reinante en pantalla y se deja llevar por este sonoro despropósito reconvertido en entretenimiento que es Los juegos del hambre.
Peli dirigida por Gary Ross (Pleasantville, Seabiscuit) alguien a quien le gustan mucho los movimientos frenéticos de cámara con la intención de crear en el espectador la sensación de caos y ritmo, o tiene la mala costumbre de contratar operadores de cámara con serios problemas de parkinson. En cualquiera de los dos casos, recomendamos a los espectadores que se tomen una caja entera de viodraminas antes de empezar el visionado de la cinta.
La película tiene muchos problemas y muy serios. Lo que ocurre es que algunos de ellos resultan tan pasmosamente evidentes y exagerados que finalmente consiguen darle la vuelta y convertirse en puntos a su favor. En ese sentido el film tiene una estética tan cutre y de serie B que finalmente consigue caer simpática y despreocupada al espectador. Creo sinceramente que estamos ante el blockbuster de estas características con un aroma más de serie B que recuerdo en lustros. Todo acaba resultando caótico, con una sensación de poco trabajado y con secuencias que no acabas de saber si la cosa va en serio o te están tomando el pelo (esa entrada triunfal de los participantes a los juegos entre llamas y subidos en cuádrigas romanas es como para no pestañear en años). Los efectos tampoco terminan de estar a la altura, lo que ayuda a que la cinta desprenda un cierto aroma entre lo kitch y la caspa.
Luego está el problema principal: casi dos horas y media de metraje. Y ni con eso termina uno con la sensación de que la peli esté bien contada. Es demasiado larga, sin duda. Tampoco se tiene la sensación de que la historia dé para tanto ya que se termina perdiendo en chorradas y para cuando empieza lo bueno de verdad ya llevamos más de una hora de metraje. Así pues se hace larga, si, pero incluso con todo lo malo, logra entretener y su premisa es tan burra (a pesar de que nuestro cerebro no tarda en relacionarla con films anteriores) para los tiempos que corren en Hollywood que uno se une a la despreocupación reinante en pantalla y se deja llevar por este sonoro despropósito reconvertido en entretenimiento que es Los juegos del hambre.

4,9
34.109
2
4 de junio de 2013
4 de junio de 2013
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece ser que, en los tiempos que corren, lo mínimo que se le puede exigir a una cinta de éxito es una trilogía. Lógicamente si la cosa sigue funcionando luego le seguirá una nueva trilogía, algún reboot, varias precuelas y, cuando el suflé empiece a bajar, por qué no una serie de televisión. Qué demonios, ¡que sean dos! ¡Y una de ellas con dibujos animados!
Resulta evidente que Resacón en las Vegas (2009) es una película que encaja a la perfección en el contexto “cinta de éxito”, así pues su secuela no se hizo esperar y todos teníamos, más o menos claro, que la tercera parte iba a caer tarde o temprano. Pero si en la segunda parte llamada Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia! (2011), los responsables del film se limitaron a sablear la cinta original, con más o menos fortuna, limitándose a añadir una nueva localización, más salvaje que la anterior si cabe; en esta tercera película de la saga la intención ha sido la de cambiar la dinámica de los dos films anteriores (esa de que los protas se levantan con una resaca de tres pares de narices e intentan reconstruir lo sucedido durante la noche anterior). Efectivamente con este tercer film han invertido la dinámica, y lo han hecho con la finalidad de poder seguir haciendo exactamente lo mismo aunque, lamentablemente, con peores resultados.
En esta tercera entrega encontramos que Alan (el gordo de la barba) está peor que nunca y sus amigos (el guapo, el pardillo del diente y el tipo que siempre desaparece) deciden ayudarlo emprendiendo un viaje que se verá abruptamente cortado cuando un clan mafioso se cruce en su camino. Y es que resultará que los gangsters están tras la pista del Sr. Chow (el chino hijoputa) con el que “el gordo de la barba” todavía mantiene contacto. Total, que los malos secuestrarán al “tipo que siempre desaparece” y exigirán a los otros tres que encuentren al “chino hijoputa” antes de tres días o de lo contrario el rehén pillará cacho.
Y ustedes se preguntarán: ¿dónde está el alcohól?, ¿dónde está la droga?, ¿dónde están las prostitutas? Pues lo cierto es que yo también me lo estuve preguntando durante un buen rato, pero ya les he advertido que, en esta ocasión, la dinámica ha cambiado (ha cambiado para no cambiar nada, más exactamente) y el resultado final se resiente una barbaridad. La otra dinámica que se varía en la peli es la de los roles del grupo propiamente. Si en las dos entregas anteriores el personaje más protagonista era el “guapo”, seguido por el “pardillo del diente” y con el “gordo de la barba” como contrapunto cómico, lo cierto es que en esta tercera parte este último se hace el dueño total y absoluto de la cinta lo que provoca que el conjunto aumente en hilaridad pero, curiosamente, caiga en picado en humor. Cabe decir que también aumenta lo suyo en protagonismo el “chino hijoputa” mientras que, en esta ocasión, el “guapo” queda en un segundo plano y el “pardillo del diente” apenas tenga peso dentro de la historia (con lo que molaba que lo putearan en las entregas anteriores).
En R3sacón repite toda la pandilla, Todd Phillips a la dirección y guiones y los actores Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis y Ken Jeong, lo cual puede ser porque: a) se lo pasan muy bien trabajando juntos y confían plenamente en el proyecto; b) cada vez que los productores desean hacer una nueva entrega aparcan un camión con dinero frente a la puerta de sus casas; c) las dos anteriores. Yo apostaría por esta última opción. Como jefe mafioso encontrarán a John Goodman e, incluso, la cinta también se permite más de un momento nostálgico y auto paródico, como por ejemplo el de recuperar brevemente al personaje de Heather Graham que ya habíamos visto en la primera entrega.
Personalmente me reí bastante con la primera parte. Me pareció divertida, gamberra, con un punto de mala leche atrayente y unos personajes que funcionaban. La segunda parte no fue más que una mera repetición lo que llevó a que el efecto se diluyera enormemente, aunque conservaba algún buen gag, a pesar de no resultar nada del otro jueves. El mayor problema de esta tercera parte ya no es que no haga gracia, es que aburre soberanamente. En esta ocasión el orden de los factores sí altera el producto, y de qué manera. Dar tanto protagonismo a dos contrapuntos cómicos como “el gordo de la barba” y “el chino hijoputa” es un error, el otro es el de pretender cambiar el eje central de la historia (el resacón) con una trama absurda, sosa y a medio camino entre el thriller y la pantomima, que no logra satisfacer ninguna de las expectativas que se pueda llegar a generar un espectador de este tipo de productos.
La película es mala, y en algunos momentos llega a ser muy mala, llegando a provocar bastantes más bostezos que risas. Por cierto no se levanten nada más empezar los títulos de crédito. Lo mejor de la cinta llega después dejándote con la sensación de lo que pudo haber sido y no fue.
Resulta evidente que Resacón en las Vegas (2009) es una película que encaja a la perfección en el contexto “cinta de éxito”, así pues su secuela no se hizo esperar y todos teníamos, más o menos claro, que la tercera parte iba a caer tarde o temprano. Pero si en la segunda parte llamada Resacón 2 ¡Ahora en Tailandia! (2011), los responsables del film se limitaron a sablear la cinta original, con más o menos fortuna, limitándose a añadir una nueva localización, más salvaje que la anterior si cabe; en esta tercera película de la saga la intención ha sido la de cambiar la dinámica de los dos films anteriores (esa de que los protas se levantan con una resaca de tres pares de narices e intentan reconstruir lo sucedido durante la noche anterior). Efectivamente con este tercer film han invertido la dinámica, y lo han hecho con la finalidad de poder seguir haciendo exactamente lo mismo aunque, lamentablemente, con peores resultados.
En esta tercera entrega encontramos que Alan (el gordo de la barba) está peor que nunca y sus amigos (el guapo, el pardillo del diente y el tipo que siempre desaparece) deciden ayudarlo emprendiendo un viaje que se verá abruptamente cortado cuando un clan mafioso se cruce en su camino. Y es que resultará que los gangsters están tras la pista del Sr. Chow (el chino hijoputa) con el que “el gordo de la barba” todavía mantiene contacto. Total, que los malos secuestrarán al “tipo que siempre desaparece” y exigirán a los otros tres que encuentren al “chino hijoputa” antes de tres días o de lo contrario el rehén pillará cacho.
Y ustedes se preguntarán: ¿dónde está el alcohól?, ¿dónde está la droga?, ¿dónde están las prostitutas? Pues lo cierto es que yo también me lo estuve preguntando durante un buen rato, pero ya les he advertido que, en esta ocasión, la dinámica ha cambiado (ha cambiado para no cambiar nada, más exactamente) y el resultado final se resiente una barbaridad. La otra dinámica que se varía en la peli es la de los roles del grupo propiamente. Si en las dos entregas anteriores el personaje más protagonista era el “guapo”, seguido por el “pardillo del diente” y con el “gordo de la barba” como contrapunto cómico, lo cierto es que en esta tercera parte este último se hace el dueño total y absoluto de la cinta lo que provoca que el conjunto aumente en hilaridad pero, curiosamente, caiga en picado en humor. Cabe decir que también aumenta lo suyo en protagonismo el “chino hijoputa” mientras que, en esta ocasión, el “guapo” queda en un segundo plano y el “pardillo del diente” apenas tenga peso dentro de la historia (con lo que molaba que lo putearan en las entregas anteriores).
En R3sacón repite toda la pandilla, Todd Phillips a la dirección y guiones y los actores Bradley Cooper, Ed Helms, Zach Galifianakis y Ken Jeong, lo cual puede ser porque: a) se lo pasan muy bien trabajando juntos y confían plenamente en el proyecto; b) cada vez que los productores desean hacer una nueva entrega aparcan un camión con dinero frente a la puerta de sus casas; c) las dos anteriores. Yo apostaría por esta última opción. Como jefe mafioso encontrarán a John Goodman e, incluso, la cinta también se permite más de un momento nostálgico y auto paródico, como por ejemplo el de recuperar brevemente al personaje de Heather Graham que ya habíamos visto en la primera entrega.
Personalmente me reí bastante con la primera parte. Me pareció divertida, gamberra, con un punto de mala leche atrayente y unos personajes que funcionaban. La segunda parte no fue más que una mera repetición lo que llevó a que el efecto se diluyera enormemente, aunque conservaba algún buen gag, a pesar de no resultar nada del otro jueves. El mayor problema de esta tercera parte ya no es que no haga gracia, es que aburre soberanamente. En esta ocasión el orden de los factores sí altera el producto, y de qué manera. Dar tanto protagonismo a dos contrapuntos cómicos como “el gordo de la barba” y “el chino hijoputa” es un error, el otro es el de pretender cambiar el eje central de la historia (el resacón) con una trama absurda, sosa y a medio camino entre el thriller y la pantomima, que no logra satisfacer ninguna de las expectativas que se pueda llegar a generar un espectador de este tipo de productos.
La película es mala, y en algunos momentos llega a ser muy mala, llegando a provocar bastantes más bostezos que risas. Por cierto no se levanten nada más empezar los títulos de crédito. Lo mejor de la cinta llega después dejándote con la sensación de lo que pudo haber sido y no fue.
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