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Críticas ordenadas por utilidad
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6,4
2.036
6
7 de febrero de 2022
7 de febrero de 2022
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luis Vuitton nos da la bienvenida a este largometraje surcoreano. Mientras esta elegante bolsa de célebre estampado avanza al ritmo de unos acelerados pasos, ya entonces todos sabemos que la misma va a causar muuuuuuchos problemas…. ¿o no? El futuro es incierto, pero lo que sí sé es que quiero que continúe.
Presentada por capítulos y con unos cromáticos azulados y oscuros, un incipiente Kim Yonghoon nos quiere deleitar con este thriller sorprendente y veloz, encuadrado en una pretendida (y quizá real) atmósfera más bien lúgubre y de todo punto deprimentona.
Ya desde el inicio de cada una de las historias entrelazadas, se nos presentan unos personajes del prototipo y también metafórico animalmente hablando “Parásitos”. Personajes que parecen no haber elegido la vida y el mundo al que pertenecen, pobres desdichados que apenas te han encuadrado su modus vivendi, ya intuyes que constituye el escenario magistral que justificará casi cualquier tipo de decisión.
Resulta pues evidente este nexo común entre todos ellos, ingenuos, miserables, necesitados, ninguneados y con poca suerte, trabajos monótonos e infames y un correspondiente personaje secundario más miserable si cabe que amenaza la vida de cada uno de ellos. Y así, un marido, hijo y padre frustrado recién echado de su trabajo por un jefe déspota, una joven camarera y escort maltratada por un marido déspota, y un oficial amenazado por un prestamista déspota, van alcanzando situaciones límite que darán lugar al pistoletazo de salida de una concatenación de decisiones drásticas y precipitadas que irán consiguientemente originando una serie de catastróficas desdichas en las que finalmente parece que la muerte es la única solución. Lo que está claro es que saltando de decisión en decisión (al margen de su calificación como buena, mala o sencillamente necesaria), al final puedes llegar a perder no solo lo que tienes, sino aquello que podrías haber tenido. Y eso los humanos, a veces no lo superamos.
Venga, y ahora hagamos la correspondiente balanza:
PROS
- Me gusta la ironía presentada de forma sutil a lo largo de la película: un aparente malote / una abuela demente / una joven buenecita e ingenua/ un flagrante tesoro… que resultan no serlo tanto. Ya lo decía Caperucita Roja: las apariencias engañan. Y contradictoriamente ese nada sutil tonito poco fiable del inspector, ciertamente incierto. Me gusta porque no nos intentan engañar a este respecto, ya que no es pretencioso. Es simplemente una evidencia inocultable con la que nos han hecho cómplices a los espectadores.
- Me satisfacen los temas que plantea en el espectador: apariencias, decisiones, suerte, destino, fatalidad, vicio, miseria, venganza, casualidad o causalidad, perder o ganar, malos o buenos, conciencia, el fin justifica los medios….
- Genuinidad en las acciones cotidianas: me hace gracia vislumbrar en ese ambiente rápido, mugriento y callejero, cómo se hace hincapié- escenas largas + primeros planos + rostros grasientos mediante- en la comida y la forma de comer.
- Tensión in crescendo: van apareciendo personajes en la trama cuyo propósito en la misma desconoces. Esas situaciones con escenas inacabadas consiguen que necesites seguir avanzando.
CONTRAS
- Creo que en algún punto se alarga demasiado la trama. Me pasa como cuando leí mi primer Ken Follet, que pensé al todavía quedarme aproximadamente 100 páginas: pues aquí podría haber terminado perfectamente.
- Y por las mismas, también me sobra alguna escena inconexa, que juega con la expectación del espectador pero no aporta gran cosa al hilo argumental.
- Lo reconozco y no puedo evitar reírme, ya que seguramente este problema sea mío, pero disculpe usted si le confieso que los semblantes y fisonomías de estos actores me cuesta diferenciarlos, o lo que es lo mismo: confundo a los personajes. Me congratula saber que la dificultad, es mutua.
- Ligero toque gore, no me apetece.
FRASES
- “El primero cuesta, el segundo no es tan difícil …” - Creo que ésta es la frase por antonomasia de la película.
- “Si no fuera por Lucky Strike estaría muerto” – Oh porca miseria! ¿Destino o desdichada suerte la suya?
- “¿Me vas a pagar tú?” – o lo que es lo mismo, ¿te crees que lo hago por gusto?
- “Eres muy feo” – Es lo que hay, simple y llanamente.
- “Joder la bolsa!!” – esta frase me sobra por redundante. Kim, no hace falta que me reveles lo tan evidente que todos sabemos.
Simplemente por curiosidad, en algún momento, a mí personalmente me ha recordado a El Padrino …Ese Leitmotiv musical con mandolina cuando hay conversaciones de tenor mafioso, esa acción paralela de escenas alternas y simultáneas con un televisor aparentemente aleatorio sonando y que coincide con lo que realmente está pasando...
En fin, y ya para cerrar el ciclo o cadena trófica, ¿quién es entonces la víbora? Todos queremos pensar que de tal acepción solamente son acreedores los manifiestamente malos malísimos, aquellos que no han mostrado motivo alguno de conmiseración. Pero, permítanme que insista, ¿acaso el fin justifica los medios? Robaste, mataste, te vengaste... En efecto, solamente eres una más.
Presentada por capítulos y con unos cromáticos azulados y oscuros, un incipiente Kim Yonghoon nos quiere deleitar con este thriller sorprendente y veloz, encuadrado en una pretendida (y quizá real) atmósfera más bien lúgubre y de todo punto deprimentona.
Ya desde el inicio de cada una de las historias entrelazadas, se nos presentan unos personajes del prototipo y también metafórico animalmente hablando “Parásitos”. Personajes que parecen no haber elegido la vida y el mundo al que pertenecen, pobres desdichados que apenas te han encuadrado su modus vivendi, ya intuyes que constituye el escenario magistral que justificará casi cualquier tipo de decisión.
Resulta pues evidente este nexo común entre todos ellos, ingenuos, miserables, necesitados, ninguneados y con poca suerte, trabajos monótonos e infames y un correspondiente personaje secundario más miserable si cabe que amenaza la vida de cada uno de ellos. Y así, un marido, hijo y padre frustrado recién echado de su trabajo por un jefe déspota, una joven camarera y escort maltratada por un marido déspota, y un oficial amenazado por un prestamista déspota, van alcanzando situaciones límite que darán lugar al pistoletazo de salida de una concatenación de decisiones drásticas y precipitadas que irán consiguientemente originando una serie de catastróficas desdichas en las que finalmente parece que la muerte es la única solución. Lo que está claro es que saltando de decisión en decisión (al margen de su calificación como buena, mala o sencillamente necesaria), al final puedes llegar a perder no solo lo que tienes, sino aquello que podrías haber tenido. Y eso los humanos, a veces no lo superamos.
Venga, y ahora hagamos la correspondiente balanza:
PROS
- Me gusta la ironía presentada de forma sutil a lo largo de la película: un aparente malote / una abuela demente / una joven buenecita e ingenua/ un flagrante tesoro… que resultan no serlo tanto. Ya lo decía Caperucita Roja: las apariencias engañan. Y contradictoriamente ese nada sutil tonito poco fiable del inspector, ciertamente incierto. Me gusta porque no nos intentan engañar a este respecto, ya que no es pretencioso. Es simplemente una evidencia inocultable con la que nos han hecho cómplices a los espectadores.
- Me satisfacen los temas que plantea en el espectador: apariencias, decisiones, suerte, destino, fatalidad, vicio, miseria, venganza, casualidad o causalidad, perder o ganar, malos o buenos, conciencia, el fin justifica los medios….
- Genuinidad en las acciones cotidianas: me hace gracia vislumbrar en ese ambiente rápido, mugriento y callejero, cómo se hace hincapié- escenas largas + primeros planos + rostros grasientos mediante- en la comida y la forma de comer.
- Tensión in crescendo: van apareciendo personajes en la trama cuyo propósito en la misma desconoces. Esas situaciones con escenas inacabadas consiguen que necesites seguir avanzando.
CONTRAS
- Creo que en algún punto se alarga demasiado la trama. Me pasa como cuando leí mi primer Ken Follet, que pensé al todavía quedarme aproximadamente 100 páginas: pues aquí podría haber terminado perfectamente.
- Y por las mismas, también me sobra alguna escena inconexa, que juega con la expectación del espectador pero no aporta gran cosa al hilo argumental.
- Lo reconozco y no puedo evitar reírme, ya que seguramente este problema sea mío, pero disculpe usted si le confieso que los semblantes y fisonomías de estos actores me cuesta diferenciarlos, o lo que es lo mismo: confundo a los personajes. Me congratula saber que la dificultad, es mutua.
- Ligero toque gore, no me apetece.
FRASES
- “El primero cuesta, el segundo no es tan difícil …” - Creo que ésta es la frase por antonomasia de la película.
- “Si no fuera por Lucky Strike estaría muerto” – Oh porca miseria! ¿Destino o desdichada suerte la suya?
- “¿Me vas a pagar tú?” – o lo que es lo mismo, ¿te crees que lo hago por gusto?
- “Eres muy feo” – Es lo que hay, simple y llanamente.
- “Joder la bolsa!!” – esta frase me sobra por redundante. Kim, no hace falta que me reveles lo tan evidente que todos sabemos.
Simplemente por curiosidad, en algún momento, a mí personalmente me ha recordado a El Padrino …Ese Leitmotiv musical con mandolina cuando hay conversaciones de tenor mafioso, esa acción paralela de escenas alternas y simultáneas con un televisor aparentemente aleatorio sonando y que coincide con lo que realmente está pasando...
En fin, y ya para cerrar el ciclo o cadena trófica, ¿quién es entonces la víbora? Todos queremos pensar que de tal acepción solamente son acreedores los manifiestamente malos malísimos, aquellos que no han mostrado motivo alguno de conmiseración. Pero, permítanme que insista, ¿acaso el fin justifica los medios? Robaste, mataste, te vengaste... En efecto, solamente eres una más.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Otra vez el camión de la basura. Esta vez el Lucky no le salvó. Estaba en la megde y murió en la megde (en francés quizá suene mejor).
Por favor, ese final ¿No te ha recordado ligeramente a JUMANJI? Esa mítica escena en que dos amiguitas encuentran el aparentemente juego divertido, y sientes que todo vuelve a empezar…
Por favor, ese final ¿No te ha recordado ligeramente a JUMANJI? Esa mítica escena en que dos amiguitas encuentran el aparentemente juego divertido, y sientes que todo vuelve a empezar…
8
12 de octubre de 2019
12 de octubre de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues… voy a intentar descifrar someramente esta ensoñación peliculera que me embarga merced a James Ivory.
- Nos habían prometido una habitación con vistas” – afirma indignada una y otra vez McGonagall, ups perdón!, Charlotte Bartlett (Maggie Smith), prima y algo así como dama de compañía de Lucy (Helena Bonham Carter, cuya joven e inocente belleza me ha cautivado), cuando llegan a la pensión que les dará cobijo en Florencia para una somera y turística estancia.
Los días transcurren, mientras diferentes y pintorescos personajes van formando parte de su periplo florentino. Y así, ya desde el inicio puede apreciarse la necesidad imperiosa por criticar –menos que más- sutilmente, las rígidas costumbres de una clase aristocrática -más bien inconmovibles- en pugna con el dichoso albor de nuevas corrientes “romántico-libertinas” de pensamiento para aquella época. Me deleito escuchando frases en los diálogos del tenor “Dejarse llevar por la ciudad”, “Vivir la ciudad sin guías”, o analizando la espontaneidad de los Emmerson o los descarados besos italianos, curioso, cuando menos.
En esta atmósfera vaporosa, etérea, delicada, nos vamos enamorando de lo prohibido, lo genuino, lo espontáneo hasta el descaro, de nombre George (Julian Sands), un chico con ilimitadas ganas de fluir en el vivir (espíritu libre que viene representado entre otros, con sus continuos movimientos bajo la lluvia). Entonces, ahogados en el debate entre el ser y el deber ser, clamamos a la vida interpretando a Beethoven (“Creo que la culpa es de Beethoven”, alguien afirma) y nos resignamos a la segunda de las opciones, pero sin abandonar nuestra esencia. Es por eso que el Reverendo Beebe (Simon Callow) no acabe de comprenderlo… o quizá no quiera: “¿no le parece interesante que toque a Beethoven con esa pasión y tenga una vida tan monótona?”.
Elipsis en la cual nos hemos decantado por Cecyl (Daniel Day-Lewis), la aversión hacia lo divertido y espontáneo, la excesiva definición de sí mismo, sin extralimitarse o salirse del rol que cree debe interpretar o ser, la sensibilidad afectada, gustos pretendidamente exquisitos y cultos, un chico tan inadaptado que sus quevedos le impiden ver más allá de sus narices. Y en voz alta se lo hacemos saber: “Cuando pienso en ti siempre es entre cuatro paredes”, e incluso se lo imploramos “Quiero ser yo misma, permíteme que lo sea".
Sin embargo, ¿es casualidad o causalidad? “Es el destino pero lo llamaré Italia, si eso le complace”, nos responde George. Padre e hijo se han asentado en la casa de campo contigua. Se avecinan besos robados, baños en el río, partidas de tenis, llegadas y huidas, una novela que describe nuestro romance, verdad y mentira… Y entonces todo vuelve a empezar cerrándose el circuito de una manera impecable: también a ellas les habían prometido una habitación con vistas.
La película es delicada, pasional, divertida, sin exageraciones, con un toque Jane Austen moderno. Es culta pero sabe hacer ironía en punto justo para no excederse en prosopopeyas que sabe no estarían en consonancia o coherencia con sus personajes, trama y objeto. Las formas ingeniosas también dotan al filme de un gran virtuosismo: me fascinan los cortes a modo storyboard o portadas de capítulos de un libro, con subtítulos recitados por la voz en off de hombre y titulitos absurdos y anecdóticos, meramente descriptivos, sin ínfulas. O por ejemplo la escenografía relacionada con el personaje de Cecyl me fascina, parece extraído de un cuento, como algo mágico extrañamente depositado en la escena por resultar ajeno, una caricatura en sí mismo.
Le pongo un 8’5 porque la película no es perfecta, pero se deja ver y disfrutar más de una vez. (Servidora ya lo ha hecho). Pero es vuestro turno amig@s. Os dejo a vosotros mismos que saboreéis el desenlace de vuestros sentimientos, razón y corazón. Y como le dice el señor Emmerson a su hijo: “ama, y haz lo que quieras”.
- Nos habían prometido una habitación con vistas” – afirma indignada una y otra vez McGonagall, ups perdón!, Charlotte Bartlett (Maggie Smith), prima y algo así como dama de compañía de Lucy (Helena Bonham Carter, cuya joven e inocente belleza me ha cautivado), cuando llegan a la pensión que les dará cobijo en Florencia para una somera y turística estancia.
Los días transcurren, mientras diferentes y pintorescos personajes van formando parte de su periplo florentino. Y así, ya desde el inicio puede apreciarse la necesidad imperiosa por criticar –menos que más- sutilmente, las rígidas costumbres de una clase aristocrática -más bien inconmovibles- en pugna con el dichoso albor de nuevas corrientes “romántico-libertinas” de pensamiento para aquella época. Me deleito escuchando frases en los diálogos del tenor “Dejarse llevar por la ciudad”, “Vivir la ciudad sin guías”, o analizando la espontaneidad de los Emmerson o los descarados besos italianos, curioso, cuando menos.
En esta atmósfera vaporosa, etérea, delicada, nos vamos enamorando de lo prohibido, lo genuino, lo espontáneo hasta el descaro, de nombre George (Julian Sands), un chico con ilimitadas ganas de fluir en el vivir (espíritu libre que viene representado entre otros, con sus continuos movimientos bajo la lluvia). Entonces, ahogados en el debate entre el ser y el deber ser, clamamos a la vida interpretando a Beethoven (“Creo que la culpa es de Beethoven”, alguien afirma) y nos resignamos a la segunda de las opciones, pero sin abandonar nuestra esencia. Es por eso que el Reverendo Beebe (Simon Callow) no acabe de comprenderlo… o quizá no quiera: “¿no le parece interesante que toque a Beethoven con esa pasión y tenga una vida tan monótona?”.
Elipsis en la cual nos hemos decantado por Cecyl (Daniel Day-Lewis), la aversión hacia lo divertido y espontáneo, la excesiva definición de sí mismo, sin extralimitarse o salirse del rol que cree debe interpretar o ser, la sensibilidad afectada, gustos pretendidamente exquisitos y cultos, un chico tan inadaptado que sus quevedos le impiden ver más allá de sus narices. Y en voz alta se lo hacemos saber: “Cuando pienso en ti siempre es entre cuatro paredes”, e incluso se lo imploramos “Quiero ser yo misma, permíteme que lo sea".
Sin embargo, ¿es casualidad o causalidad? “Es el destino pero lo llamaré Italia, si eso le complace”, nos responde George. Padre e hijo se han asentado en la casa de campo contigua. Se avecinan besos robados, baños en el río, partidas de tenis, llegadas y huidas, una novela que describe nuestro romance, verdad y mentira… Y entonces todo vuelve a empezar cerrándose el circuito de una manera impecable: también a ellas les habían prometido una habitación con vistas.
La película es delicada, pasional, divertida, sin exageraciones, con un toque Jane Austen moderno. Es culta pero sabe hacer ironía en punto justo para no excederse en prosopopeyas que sabe no estarían en consonancia o coherencia con sus personajes, trama y objeto. Las formas ingeniosas también dotan al filme de un gran virtuosismo: me fascinan los cortes a modo storyboard o portadas de capítulos de un libro, con subtítulos recitados por la voz en off de hombre y titulitos absurdos y anecdóticos, meramente descriptivos, sin ínfulas. O por ejemplo la escenografía relacionada con el personaje de Cecyl me fascina, parece extraído de un cuento, como algo mágico extrañamente depositado en la escena por resultar ajeno, una caricatura en sí mismo.
Le pongo un 8’5 porque la película no es perfecta, pero se deja ver y disfrutar más de una vez. (Servidora ya lo ha hecho). Pero es vuestro turno amig@s. Os dejo a vosotros mismos que saboreéis el desenlace de vuestros sentimientos, razón y corazón. Y como le dice el señor Emmerson a su hijo: “ama, y haz lo que quieras”.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Pues claro que le amo, ¿qué se habían creído todos?
Y es que, como nos enseña otra vez el señor Emmerson “Solo hay una cosa imposible: estar enamorado y separarse”
Y es que, como nos enseña otra vez el señor Emmerson “Solo hay una cosa imposible: estar enamorado y separarse”
7
30 de agosto de 2019
30 de agosto de 2019
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bill Murray no decepciona. Y aquí nos vuelve a conquistar en esta amable comedia - más bien de tipo surrealista- del británico Jon Amiel, quien osa dirigir una parodia de aquella película de Alfred Hitchcock cuyo nombre ya podemos intuir… “El hombre que sabía demasiado”, año 1.956 (41 años anterior en el tiempo, para los que no os apetezca realizar el cálculo), y según tengo entendido, basada en una novela inédita de Robert Farrar (titulada ''Watch the Man'').
Plano inicial de WALLACE Ritchie (Bill Murray), que aterriza en Inglaterra con soberano descaro, para celebrar inesperadamente su cumpleaños junto a su hermano JAMES (Peter Gallagher, con sus colosales y pobladas cejas que nunca han cejado su característico negro azabache, y que por cierto nos deleitó entre otras, con “Mientras dormías”). Desde el arranque, la trama recae en la trillada dualidad y bipolaridad fraternal: James, el hermano ejecutivo agresivo enfrascado en la banca y las finanzas, y Wallace, el hermano indisciplinado y farandulero currante en un videoclub. Contento con su inminente llegada, pero aterrado con la inaplazable cena de negocios programada para esa misma noche, James engatusará a su hermano Wallace para acabar apuntándole en "Theatre of Life", un programa que convierte a sus clientes en protagonistas de un teatrillo improvisado. Lo que en principio se antoja una buena idea, acabará resultando un completo desastre cómico colmado de todo tipo de disparatadas confusiones y clichés que harán las delicias en carcajada limpia del espectador.
Inmerso en este escenario de ineptos asesinos rusos, espías británicos, ministros de defensa y siempre acompañado de Lori, la que parecía ser una mujerzuela secundaria (Joanne Whalley, nuestra querida Sorsha en Willow), el entregado Wallace al sobrenombre de Spencer (simplemente Spencer), interpreta magistralmente con su registro gestual tan genuino- en su particular ficción personal y en la propia cinematográfica- lo que le exige el guión, hasta acabar inmerso y emocionado en una danza rusa folclórica al más puro estilo Leslie Nielsen, y que, dicho sea de paso, servidora disfrutó enormemente cuando ya había claudicado en risotadas.
Y he aquí las pertinentes puntualizaciones:
+ Rápido e inesperado inicio en el desarrollo de los equívocos.
+ A mí me hace reflexionar un asunto subyacente en toda la trama: somos capaces de casi cualquier cosa cuando desconocemos el riesgo y los peligros que llevan aparejadas nuestras acciones o palabras.
- ¿Que Bill Murray es ingenuo? Que sí, pero de ahí a tonto perdido es lo que nos carga y atiborra. Y es que mientras servidora la veía, en más de una ocasión mi subconsciente construyó el anteriormente citado paralelismo con mi predilecto Leslie Nielsen, D.E.P. Chorrea un exceso de surrealismo y extremada tontuna en determinados personajes, y se echa de menos un toque de sensatez y coherencia, principalmente cuando se va acercando el final.
Plano inicial de WALLACE Ritchie (Bill Murray), que aterriza en Inglaterra con soberano descaro, para celebrar inesperadamente su cumpleaños junto a su hermano JAMES (Peter Gallagher, con sus colosales y pobladas cejas que nunca han cejado su característico negro azabache, y que por cierto nos deleitó entre otras, con “Mientras dormías”). Desde el arranque, la trama recae en la trillada dualidad y bipolaridad fraternal: James, el hermano ejecutivo agresivo enfrascado en la banca y las finanzas, y Wallace, el hermano indisciplinado y farandulero currante en un videoclub. Contento con su inminente llegada, pero aterrado con la inaplazable cena de negocios programada para esa misma noche, James engatusará a su hermano Wallace para acabar apuntándole en "Theatre of Life", un programa que convierte a sus clientes en protagonistas de un teatrillo improvisado. Lo que en principio se antoja una buena idea, acabará resultando un completo desastre cómico colmado de todo tipo de disparatadas confusiones y clichés que harán las delicias en carcajada limpia del espectador.
Inmerso en este escenario de ineptos asesinos rusos, espías británicos, ministros de defensa y siempre acompañado de Lori, la que parecía ser una mujerzuela secundaria (Joanne Whalley, nuestra querida Sorsha en Willow), el entregado Wallace al sobrenombre de Spencer (simplemente Spencer), interpreta magistralmente con su registro gestual tan genuino- en su particular ficción personal y en la propia cinematográfica- lo que le exige el guión, hasta acabar inmerso y emocionado en una danza rusa folclórica al más puro estilo Leslie Nielsen, y que, dicho sea de paso, servidora disfrutó enormemente cuando ya había claudicado en risotadas.
Y he aquí las pertinentes puntualizaciones:
+ Rápido e inesperado inicio en el desarrollo de los equívocos.
+ A mí me hace reflexionar un asunto subyacente en toda la trama: somos capaces de casi cualquier cosa cuando desconocemos el riesgo y los peligros que llevan aparejadas nuestras acciones o palabras.
- ¿Que Bill Murray es ingenuo? Que sí, pero de ahí a tonto perdido es lo que nos carga y atiborra. Y es que mientras servidora la veía, en más de una ocasión mi subconsciente construyó el anteriormente citado paralelismo con mi predilecto Leslie Nielsen, D.E.P. Chorrea un exceso de surrealismo y extremada tontuna en determinados personajes, y se echa de menos un toque de sensatez y coherencia, principalmente cuando se va acercando el final.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Me indigna que Wallace no se haya enterado de nada y siga saliendo airoso de los incesantes atentados contra su persona… un poquito de por favor, hombre ya!

7,0
25.235
7
1 de febrero de 2022
1 de febrero de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rebobinando nos dimos cuenta de que cada uno tiene una versión de los hechos, cada persona vive una realidad diferente ante unos mismos acontecimientos, una subjetividad, vamos. Y en estos entresijos desde el marco de la objetividad, al final, ni los buenos son tan buenos ni los malos, tan malos.
En esta película ambientada en la Francia de 1386, los espectadores ahora jueces, gozamos del privilegio de darle a ese botón de REWIND y así, valorar las tres versiones de cada protagonista en diferido (desgraciadamente no es esto lo que ocurre en la vida real). Con titulares que nos recuerdan a una habitación con vistas, y en pocas palabras:
- «La verdad según Jean de Carrouges»
Jean - Matt Damon- , caballero y hombre tosco y justiciero, vive su trocito de realidad como una completa traición que se sucede escalonadamente y culmina en la terrible violación de su mujer, hecho por el que luchará a muerte hasta el final.
- «La verdad según Jacques Le Gris»
Jacques - Adam Driver- , escudero y hombre culto y libidinoso, sin embargo ve en su amigo un hombre terco al que, en más de una ocasión, intentará apoyar en la sombra de su conocimiento. Aun sabedor de su debilidad ante las mujeres, interpretará el temor de Marguerite como un juego tácito.
- «La verdad según Marguerite de Carrouges…. «La verdad»
Marguerite, una mujer pragmática y obediente, que nos muestra con tino que tanto Jean como Jacques tienen cierta distorsión de la realidad, y que quizá sus intenciones fueron unas, pero los hechos fueron otros, y finalmente las consecuencias devastadoras.
Me atrevería a decir que la película nos presenta dos tramas: la del conflicto entre los dos hombres, y la del deleznable abuso de una mujer. También me atrevería a decir que si bien la primera trama deja a merced del espectador el veredicto, en la segunda queda manifiesto, y de ahí el título de la película: LA VERDAD.
Gracias Ridley. Pero ahora hagamos una balanza:
PROS:
- Repetición por triplicado de las tres versiones: manera muy curiosa de exponer y dilucidar sobre la verdad.
- Buenas actuaciones de los protagonistas.
CONTRAS:
- Repetitiva rozando el exceso. Puffffffffffffffff….. Aceptamos que siempre hay un trocito de verdad que se repite en cada versión, pero Ridley por favor, resume un poco que en ocasiones me he visto doblando yo misma los diálogos.
- Me falta más enjundia. La película tiene un buen planteamiento pero ... le faltan más escenas clave que hagan reflexionar al espectador y en ocasiones el diálogo es un poco pobre. Quiero recordar a una Harriet Walter en una escena más bien parca en diálogo, en la cual afirma en un tono pesaroso "solo importa el poder de los hombres".... No sé, demasiado evidente y metido con calzador. Podría haberse cambiado por un: "deberías simplemente amoldarte a tu época, querida". Es una crítica feminista más sutil, más mordaz, más triste, más dramática.
Estoy entre un 6 y un 7, pero no hay decimales y estoy de buen humor. Eso sí, película para no repetir.
Por favor, mención especial al peluco pollito de Ben Affleck, conde Pierre d'Alençon.
¿Pero quién tiene razón cuando dos personas pelean y se sienten heridas? Llegar a conocer la esencia, lo objetivo, es meridianamente complicado y es que los seres humanos son grandes esferas de realidad, con un pasado, un presente y un futuro que, imprimen en su cerebro y corazón su manera de visualizar éste nuestro mundo. Está claro que en la guerra, todos pierden. Sin embargo no dejemos de lado que, siempre hay hechos objetivos, independientemente de lo que se piense o sienta al respecto.
Señoras y señores, lo que nos queda clarinete es que un duelo no es la solución a ningún problema. Hablar más, escuchar más, entender más, ceder más, amar más … quizá si lo sean.
En esta película ambientada en la Francia de 1386, los espectadores ahora jueces, gozamos del privilegio de darle a ese botón de REWIND y así, valorar las tres versiones de cada protagonista en diferido (desgraciadamente no es esto lo que ocurre en la vida real). Con titulares que nos recuerdan a una habitación con vistas, y en pocas palabras:
- «La verdad según Jean de Carrouges»
Jean - Matt Damon- , caballero y hombre tosco y justiciero, vive su trocito de realidad como una completa traición que se sucede escalonadamente y culmina en la terrible violación de su mujer, hecho por el que luchará a muerte hasta el final.
- «La verdad según Jacques Le Gris»
Jacques - Adam Driver- , escudero y hombre culto y libidinoso, sin embargo ve en su amigo un hombre terco al que, en más de una ocasión, intentará apoyar en la sombra de su conocimiento. Aun sabedor de su debilidad ante las mujeres, interpretará el temor de Marguerite como un juego tácito.
- «La verdad según Marguerite de Carrouges…. «La verdad»
Marguerite, una mujer pragmática y obediente, que nos muestra con tino que tanto Jean como Jacques tienen cierta distorsión de la realidad, y que quizá sus intenciones fueron unas, pero los hechos fueron otros, y finalmente las consecuencias devastadoras.
Me atrevería a decir que la película nos presenta dos tramas: la del conflicto entre los dos hombres, y la del deleznable abuso de una mujer. También me atrevería a decir que si bien la primera trama deja a merced del espectador el veredicto, en la segunda queda manifiesto, y de ahí el título de la película: LA VERDAD.
Gracias Ridley. Pero ahora hagamos una balanza:
PROS:
- Repetición por triplicado de las tres versiones: manera muy curiosa de exponer y dilucidar sobre la verdad.
- Buenas actuaciones de los protagonistas.
CONTRAS:
- Repetitiva rozando el exceso. Puffffffffffffffff….. Aceptamos que siempre hay un trocito de verdad que se repite en cada versión, pero Ridley por favor, resume un poco que en ocasiones me he visto doblando yo misma los diálogos.
- Me falta más enjundia. La película tiene un buen planteamiento pero ... le faltan más escenas clave que hagan reflexionar al espectador y en ocasiones el diálogo es un poco pobre. Quiero recordar a una Harriet Walter en una escena más bien parca en diálogo, en la cual afirma en un tono pesaroso "solo importa el poder de los hombres".... No sé, demasiado evidente y metido con calzador. Podría haberse cambiado por un: "deberías simplemente amoldarte a tu época, querida". Es una crítica feminista más sutil, más mordaz, más triste, más dramática.
Estoy entre un 6 y un 7, pero no hay decimales y estoy de buen humor. Eso sí, película para no repetir.
Por favor, mención especial al peluco pollito de Ben Affleck, conde Pierre d'Alençon.
¿Pero quién tiene razón cuando dos personas pelean y se sienten heridas? Llegar a conocer la esencia, lo objetivo, es meridianamente complicado y es que los seres humanos son grandes esferas de realidad, con un pasado, un presente y un futuro que, imprimen en su cerebro y corazón su manera de visualizar éste nuestro mundo. Está claro que en la guerra, todos pierden. Sin embargo no dejemos de lado que, siempre hay hechos objetivos, independientemente de lo que se piense o sienta al respecto.
Señoras y señores, lo que nos queda clarinete es que un duelo no es la solución a ningún problema. Hablar más, escuchar más, entender más, ceder más, amar más … quizá si lo sean.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Resulta de todo punto sorprendente encontrar una acusación de abuso en contra de la propiedad de un marido, que no en contra de una deleznable violación a una mujer y por ende de su dignidad. Y no lo digo por la época, que todos sabemos que la mujer era una mera sombra de cualquier hombre, sino porque yo quise pensar que Jean era cariñoso, y me creí su versión.

7,8
36.934
7
8 de septiembre de 2019
8 de septiembre de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando incluí este largometraje en mi “lista de pelis pendientes de ver”, he de reconocer que me había atraído, sin tener la menor idea de qué me esperaba, ¿Quizá algo exótico con esa doble denominación geográfica y esa seductora portada? No sé, tenía un grato presentimiento. Y en fin sí, me gustó y me removió, pero… creo que no volvería a verla, quizá sí algunas escenas que considero engloban una copiosa riqueza existencial.
Impactante comienzo: plano cercano y profundo del desierto aderezado con la desgarradora slide guitar de Ry Cooder. Súbita aparición de un hombre errante con la mirada perdida, de aspecto más bien cochambroso. Ha disparado certera y gradualmente nuestra intriga. Silencio. ¿Qué hace con esa gorra roja?, ¿Por qué lleva ese ajado traje de chaqueta?, ¿Huye, vuelve? ¿Qué le habrá pasado?, ¿Qué móvil le lleva a estar ahí?, ¿Por quéeeee?. Está bien, necesito seguir viéndola.
En las subsiguientes escenas descubrimos que el mutus vagabundus efectivamente tiene identidad: se trata de Travis Henderson (Harry Dean Stanton. Tengo en mí que nadie mejor para dar vida a este personaje), cuyo antitético y ¿conformista? hermano Walter (Dean Stockwell), al recibir la llamada del dueño de una insólita gasolinera texana informándole de la fulminante aparición de su hermano- desaparecido durante cuatro años- sale sin demora a su encuentro.
El director alemán Wim Wenders nos ha agasajado con este planteamiento, y ahora nos lleva de la mano hacia el pulcro capítulo de la COMPRENSIÓN. Me enternece cómo Walter intenta aproximarse a su hermano, cómo persiste en hablarle a pesar de su silencio y cuestionable amnesia, la delicada y atenta bienvenida a su hogar en Los Ángeles… Aquí empiezan a albergarse livianas esperanzas de que en la anormalidad todo vuelve a la normalidad. Así, en intermitentes y fugaces momentos, Travis recuerda y se ilusiona con algún menester y pierde su mirada perdida (se me empañaron los ojos con los zapatitos limpios en fila india). Pero yo sigo sufriendo porque sé que Travis sufre, siento su vacío, sus miedos, su sentimiento de ajenidad, su vulnerabilidad, sus ganas de huir, sus ganas de ser. Siento que es como un niño grande incomprendido y más pequeño que su propio hijo de siete años.
Durante el desarrollo de la trama, vamos peregrinando lentamente por el resto de fases de nuestro alter ego Travis, y así conocemos de cerca el DOLOR, entendemos que el umbral del camino es el DIÁLOGO y nuestro destino es la ACEPTACIÓN. Ahora siento la dicotomía moral de la cruel pugna entre el ser y el deber ser: ¿Huir o resistir?, ¿inconformismo o cobardía?, ¿Ser simple es complicado o lo complicado es ser simple?
En fin, que podría quedarme aquí, en una retahíla de preguntas retóricas y abstractas sobre el devenir humano. Mas pero sin embargo y quizá, me niego. Quiero y querría pensar, que el fin no justifica los medios, y que por ende, miedo y dolor tampoco justifican la huida y daño a terceros, y en haciéndome violencia y por mor de la especie humana, yo me quiero inclinar a pensar que por encima del sentimiento y/o determinismo, prevalece la voluntad y en cierto modo, la razón por encima de la sinrazón. Pero tengo miedo.
Inmersos en este místico cóctel mólotov, contemplamos cómo Travis querrá resolver las incógnitas de su cabeza, corazón y sentimientos, y aunque sin un plan u objetivos muy definidos (otra vez), emprenderá el nudo o desenlace -aquí a elección del espectador- de su periplo emocional y vital. Y allí, en el peep-show de espejo unidireccional, sentando frente a Jane, el amor de su vida (Nastassja Kinski) nos confiesa lo que ya sabíamos:
- Tengo miedo, pero tengo aún más miedo de no enfrentarme a ese miedo.
Y resulta que el sueño y el recuerdo está ahí, en París Texas, tan cerca y tan lejos*
Impactante comienzo: plano cercano y profundo del desierto aderezado con la desgarradora slide guitar de Ry Cooder. Súbita aparición de un hombre errante con la mirada perdida, de aspecto más bien cochambroso. Ha disparado certera y gradualmente nuestra intriga. Silencio. ¿Qué hace con esa gorra roja?, ¿Por qué lleva ese ajado traje de chaqueta?, ¿Huye, vuelve? ¿Qué le habrá pasado?, ¿Qué móvil le lleva a estar ahí?, ¿Por quéeeee?. Está bien, necesito seguir viéndola.
En las subsiguientes escenas descubrimos que el mutus vagabundus efectivamente tiene identidad: se trata de Travis Henderson (Harry Dean Stanton. Tengo en mí que nadie mejor para dar vida a este personaje), cuyo antitético y ¿conformista? hermano Walter (Dean Stockwell), al recibir la llamada del dueño de una insólita gasolinera texana informándole de la fulminante aparición de su hermano- desaparecido durante cuatro años- sale sin demora a su encuentro.
El director alemán Wim Wenders nos ha agasajado con este planteamiento, y ahora nos lleva de la mano hacia el pulcro capítulo de la COMPRENSIÓN. Me enternece cómo Walter intenta aproximarse a su hermano, cómo persiste en hablarle a pesar de su silencio y cuestionable amnesia, la delicada y atenta bienvenida a su hogar en Los Ángeles… Aquí empiezan a albergarse livianas esperanzas de que en la anormalidad todo vuelve a la normalidad. Así, en intermitentes y fugaces momentos, Travis recuerda y se ilusiona con algún menester y pierde su mirada perdida (se me empañaron los ojos con los zapatitos limpios en fila india). Pero yo sigo sufriendo porque sé que Travis sufre, siento su vacío, sus miedos, su sentimiento de ajenidad, su vulnerabilidad, sus ganas de huir, sus ganas de ser. Siento que es como un niño grande incomprendido y más pequeño que su propio hijo de siete años.
Durante el desarrollo de la trama, vamos peregrinando lentamente por el resto de fases de nuestro alter ego Travis, y así conocemos de cerca el DOLOR, entendemos que el umbral del camino es el DIÁLOGO y nuestro destino es la ACEPTACIÓN. Ahora siento la dicotomía moral de la cruel pugna entre el ser y el deber ser: ¿Huir o resistir?, ¿inconformismo o cobardía?, ¿Ser simple es complicado o lo complicado es ser simple?
En fin, que podría quedarme aquí, en una retahíla de preguntas retóricas y abstractas sobre el devenir humano. Mas pero sin embargo y quizá, me niego. Quiero y querría pensar, que el fin no justifica los medios, y que por ende, miedo y dolor tampoco justifican la huida y daño a terceros, y en haciéndome violencia y por mor de la especie humana, yo me quiero inclinar a pensar que por encima del sentimiento y/o determinismo, prevalece la voluntad y en cierto modo, la razón por encima de la sinrazón. Pero tengo miedo.
Inmersos en este místico cóctel mólotov, contemplamos cómo Travis querrá resolver las incógnitas de su cabeza, corazón y sentimientos, y aunque sin un plan u objetivos muy definidos (otra vez), emprenderá el nudo o desenlace -aquí a elección del espectador- de su periplo emocional y vital. Y allí, en el peep-show de espejo unidireccional, sentando frente a Jane, el amor de su vida (Nastassja Kinski) nos confiesa lo que ya sabíamos:
- Tengo miedo, pero tengo aún más miedo de no enfrentarme a ese miedo.
Y resulta que el sueño y el recuerdo está ahí, en París Texas, tan cerca y tan lejos*
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El desenlace lo elige el espectador. Travis, tras haberse reencontrado con su pasado, y por ende, con Jane, arranca el coche y emprende el viaje de regreso o de huida.
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