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Cortometraje

7,0
718
7
22 de julio de 2013
22 de julio de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea argumental y filosófica de fondo me parece buena, pero el desarrollo es excesivamente largo, así como innecesario el gag del gato y el perro (aunque fue acertado el hecho de escoger un gato, con esa mirada tan lúcida y atrevida; y ese perrillo, con esos ojillos saltones).
El tema de la mirada del otro, como constructor y a la vez juez de la propia identidad, me ha recordado la frase de Sartre, "el infierno son los otros"; aunque en este caso, el infierno es la propia interioridad del protagonista; que no puede ni tolerar, la mirada un simple pececillo; ni contemplarse en un espejo, siendo muy relevante toda la simbología y significados que envuelven ese objeto.
También podría verse una cierta interpretación histórica, "Film" es muestra del desastre físico y moral de postguerra; la destrucción de las fotos por parte del protagonista, como recuerdos bellos que aunque no vuelvan, el personaje ya no puede ni quiere recordarlos, es símbolo de esa aniquilación total del ser; que prefiere vivir en esa prisión segura y gris, pero a la vez torturadora de su ser (recordemos que se toma varias veces el pulso, cerciorándose que aún vive...sensación que o le sorprende, o le hastía....)
Como expone la sinopsis de Filmaffinity, la teoría de la autopercepción de Berkeley, que trabaja este corto, es una perspectiva interesante sobre el carácter humano.
El tema de la mirada del otro, como constructor y a la vez juez de la propia identidad, me ha recordado la frase de Sartre, "el infierno son los otros"; aunque en este caso, el infierno es la propia interioridad del protagonista; que no puede ni tolerar, la mirada un simple pececillo; ni contemplarse en un espejo, siendo muy relevante toda la simbología y significados que envuelven ese objeto.
También podría verse una cierta interpretación histórica, "Film" es muestra del desastre físico y moral de postguerra; la destrucción de las fotos por parte del protagonista, como recuerdos bellos que aunque no vuelvan, el personaje ya no puede ni quiere recordarlos, es símbolo de esa aniquilación total del ser; que prefiere vivir en esa prisión segura y gris, pero a la vez torturadora de su ser (recordemos que se toma varias veces el pulso, cerciorándose que aún vive...sensación que o le sorprende, o le hastía....)
Como expone la sinopsis de Filmaffinity, la teoría de la autopercepción de Berkeley, que trabaja este corto, es una perspectiva interesante sobre el carácter humano.
9
22 de julio de 2013
22 de julio de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Encuentro pocas pegas a esta película. Una de ellas es su ritmo, la recreación en ciertas imágenes es excesiva, en mi opinión. También hubiera preferido que se ahondara en el recorrido vital de los hijos, el niño y la adolescente; y me han faltado referencias a la abuela.
A pesar de ello, mi opinión es que en una película maravillosa, desprende unos valores, un pensamiento y una lucha por la propia dignidad humana encomiables.
La aparición de la abuela es muy emotiva, además de hacer una referencia muy lúcida y sensible a la "Flor de Coleridge" (recordemos la planta que debe cuidar la chica, para que florezca, metáfora evidente del proceso de madurez). Es una escena preciosa, la de la nieta en el regazo de su abuela, con la flor (¿es una flor?) de papel. Así como el parlamento del pequeño protagonista, que desprende una sabiduría que emociona hondamente al espectador.
Otros personajes que me han interesado, son el del empresario japonés, el del padre, y en menor medida el del novio de la vecina (con sus referencias "meta-cinematográficas"). En la relación de estos es relevante la crítica social-laboral del momento. Y entonces, intervienen retazos de la sutil banda sonora (desde clásicos, como Beethoven; al ejercicio de piano de la hija con "Summertime", de Gershwin).
El tratamiento de las relaciones amorosas, más allá de idealismos varios, es exquisito y extrañamente preciso. Ahora recuerdo la escena, en que el niño descubre que está enamorado de la hija de su maestro, y de fondo se proyecta un documental, sobre los fenómenos meteorológicos. La identificación de ésos con los sentimientos de Yang-Yang son exactos (me recordaron a una descripción que da del amor el protagonista de "Rayuela", de Cortázar; muy propios del Romanticismo, por otra parte).
Sin duda, una película que deja huella, y que te hace querer ser mejor persona. Como dice la madre, no todo es tan complicado, y ojalá, nunca nos sintamos viejos.
A pesar de ello, mi opinión es que en una película maravillosa, desprende unos valores, un pensamiento y una lucha por la propia dignidad humana encomiables.
La aparición de la abuela es muy emotiva, además de hacer una referencia muy lúcida y sensible a la "Flor de Coleridge" (recordemos la planta que debe cuidar la chica, para que florezca, metáfora evidente del proceso de madurez). Es una escena preciosa, la de la nieta en el regazo de su abuela, con la flor (¿es una flor?) de papel. Así como el parlamento del pequeño protagonista, que desprende una sabiduría que emociona hondamente al espectador.
Otros personajes que me han interesado, son el del empresario japonés, el del padre, y en menor medida el del novio de la vecina (con sus referencias "meta-cinematográficas"). En la relación de estos es relevante la crítica social-laboral del momento. Y entonces, intervienen retazos de la sutil banda sonora (desde clásicos, como Beethoven; al ejercicio de piano de la hija con "Summertime", de Gershwin).
El tratamiento de las relaciones amorosas, más allá de idealismos varios, es exquisito y extrañamente preciso. Ahora recuerdo la escena, en que el niño descubre que está enamorado de la hija de su maestro, y de fondo se proyecta un documental, sobre los fenómenos meteorológicos. La identificación de ésos con los sentimientos de Yang-Yang son exactos (me recordaron a una descripción que da del amor el protagonista de "Rayuela", de Cortázar; muy propios del Romanticismo, por otra parte).
Sin duda, una película que deja huella, y que te hace querer ser mejor persona. Como dice la madre, no todo es tan complicado, y ojalá, nunca nos sintamos viejos.
10
22 de julio de 2013
22 de julio de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda, una película compleja, y difícil de abordar. Tiene momentos intensísimos, realmente emocionantes y que llevan a la reflexión.
Maravillosas interpretaciones, las de los protagonistas; así como el tratamiento del tiempo, o, más bien el de la memoria y los recuerdos. Lo que más me ha llamado la atención, es como el protagonista, desde su presente, ya de mayor, ha revivido momentos de su juventud, e incluso, más que revivirlos, los ha continuado allí donde los dejó, especialmente, con su esposa (recuerda al tiempo recobrado, de Proust). ¡La relación amor-ausencia con Anna también es digna de mención!
Porque en esa comunicación, que trasciende tiempo y espacio, y en la que ella no obtiene respuestas (o al menos, no se presentan al espectador las cartas de Alexandros a Anna); parece que la mujer le reproche su ausencia, una falta de existencia, el vivir solamente a través de su obra; e incluso, "resucitar" a la vida común mediante el fogonazo de una palabra desconocida...
Y también es muy curioso que no conozcamos el nombre del niño albano, a pesar de que, en un día, ha calado en la vida del protagonista mucho más que su propia hija y yerno, que aparecen fugazmente y además, para darle malas noticias...
El niño es cierto que es más concepto o idea que personaje, aunque hay cierta individualización, en mi opinión. Porque Alexandros lo salva a él de la redada policial (de acuerdo que se dio la ocasión, pero pasaron mil niños corriendo), y después lo rescata justamente a él de los traficantes... (ya se había encariñado mutuamente). Además, físicamente, creo que es el único niño rubio del grupo, y el más pequeño... (este aspecto también podría responder a una estética buscada).
Una vez más, fantástica fotografía (continua recordándome al Fellini más surrealista) y una destacable banda sonora; aspectos que pueden molestar al lector menos entusiasta de un cine pausado y metafórico, en que se deben desentrañar las metáforas, para alumbrar sugerencias en la misma película, y en toda la obra del director, ya que cada elemento forma parte de un todo, en que toma sentido.
Por la idiosincrasia de los films de este director, se puede llegar a "rellenar huecos" con las propias emociones del espectador, y en varios casos es muy sencillo llegar a una especie de catarsis o "comunión" con el personaje-concepto protagonista (como cuando el niño le sonríe por primera vez, agradeciéndole que le haya rescatado de la redada).
Pero desde luego, lo que más me ha cautivado ha sido el guión, simplemente excelente, plagado de lirismo y sutileza, especialmente las cartas de la esposa, ¡con una plenitud de significados y connotaciones asombrosos!
Además de todas las alusiones literarias (genial la historia del poeta griego-italiano en su labor, que muy bien hubiera podido ser tmb lexicográfica), históricas, crítica social, el tema de la identidad, las relaciones familiares, etc., esta película mantiene bastante conexiones con "Paisaje en la niebla", así como con otras películas de Angelopoulos,definiéndose así, un estilo propio de un director único a tener muy en cuenta.
El primer aspecto que llama la atención es que el protagonista se llama igual que el niño de "Paisaje en la niebla", Alexandros.
El periplo del niño albano se puede comparar al de los hermanos; así como la omnipresente niebla, en la 1a parte de "La eternidad y un día", hasta llegar al verdadero infierno de la frontera. Creo que el niño albano tmb comenta que al escapar de su país, llegó con los demás a una explanada, y pone en relevancia él mismo, que en ese terreno "no había árboles"; como sí lo hay en "Paisaje en la niebla". Vemos así como se oponen las situaciones, los paisajes, todo el simbolismo de estas obras.
En "La eternidad y un día", vuelve a aparecer el puerto; e incluso, los bares de carretera son muy similares a los de la otra película.
Como apunte literario, la metáfora del viaje vuelve a estar presente en esta película, hasta el último fotograma; y extrapolando un poco, me ha recordado al viaje de Ulises, que cree que su vida comenzará al llegar a Ítaca; y no, la vida es el día a día, como acertadamente y bellamente define Anna, cada momento, cada instante es, a la vez, "la eternidad y un día", iluminador oxímoron a tener muy en cuenta.
Maravillosas interpretaciones, las de los protagonistas; así como el tratamiento del tiempo, o, más bien el de la memoria y los recuerdos. Lo que más me ha llamado la atención, es como el protagonista, desde su presente, ya de mayor, ha revivido momentos de su juventud, e incluso, más que revivirlos, los ha continuado allí donde los dejó, especialmente, con su esposa (recuerda al tiempo recobrado, de Proust). ¡La relación amor-ausencia con Anna también es digna de mención!
Porque en esa comunicación, que trasciende tiempo y espacio, y en la que ella no obtiene respuestas (o al menos, no se presentan al espectador las cartas de Alexandros a Anna); parece que la mujer le reproche su ausencia, una falta de existencia, el vivir solamente a través de su obra; e incluso, "resucitar" a la vida común mediante el fogonazo de una palabra desconocida...
Y también es muy curioso que no conozcamos el nombre del niño albano, a pesar de que, en un día, ha calado en la vida del protagonista mucho más que su propia hija y yerno, que aparecen fugazmente y además, para darle malas noticias...
El niño es cierto que es más concepto o idea que personaje, aunque hay cierta individualización, en mi opinión. Porque Alexandros lo salva a él de la redada policial (de acuerdo que se dio la ocasión, pero pasaron mil niños corriendo), y después lo rescata justamente a él de los traficantes... (ya se había encariñado mutuamente). Además, físicamente, creo que es el único niño rubio del grupo, y el más pequeño... (este aspecto también podría responder a una estética buscada).
Una vez más, fantástica fotografía (continua recordándome al Fellini más surrealista) y una destacable banda sonora; aspectos que pueden molestar al lector menos entusiasta de un cine pausado y metafórico, en que se deben desentrañar las metáforas, para alumbrar sugerencias en la misma película, y en toda la obra del director, ya que cada elemento forma parte de un todo, en que toma sentido.
Por la idiosincrasia de los films de este director, se puede llegar a "rellenar huecos" con las propias emociones del espectador, y en varios casos es muy sencillo llegar a una especie de catarsis o "comunión" con el personaje-concepto protagonista (como cuando el niño le sonríe por primera vez, agradeciéndole que le haya rescatado de la redada).
Pero desde luego, lo que más me ha cautivado ha sido el guión, simplemente excelente, plagado de lirismo y sutileza, especialmente las cartas de la esposa, ¡con una plenitud de significados y connotaciones asombrosos!
Además de todas las alusiones literarias (genial la historia del poeta griego-italiano en su labor, que muy bien hubiera podido ser tmb lexicográfica), históricas, crítica social, el tema de la identidad, las relaciones familiares, etc., esta película mantiene bastante conexiones con "Paisaje en la niebla", así como con otras películas de Angelopoulos,definiéndose así, un estilo propio de un director único a tener muy en cuenta.
El primer aspecto que llama la atención es que el protagonista se llama igual que el niño de "Paisaje en la niebla", Alexandros.
El periplo del niño albano se puede comparar al de los hermanos; así como la omnipresente niebla, en la 1a parte de "La eternidad y un día", hasta llegar al verdadero infierno de la frontera. Creo que el niño albano tmb comenta que al escapar de su país, llegó con los demás a una explanada, y pone en relevancia él mismo, que en ese terreno "no había árboles"; como sí lo hay en "Paisaje en la niebla". Vemos así como se oponen las situaciones, los paisajes, todo el simbolismo de estas obras.
En "La eternidad y un día", vuelve a aparecer el puerto; e incluso, los bares de carretera son muy similares a los de la otra película.
Como apunte literario, la metáfora del viaje vuelve a estar presente en esta película, hasta el último fotograma; y extrapolando un poco, me ha recordado al viaje de Ulises, que cree que su vida comenzará al llegar a Ítaca; y no, la vida es el día a día, como acertadamente y bellamente define Anna, cada momento, cada instante es, a la vez, "la eternidad y un día", iluminador oxímoron a tener muy en cuenta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Las imágenes del principio, de los niños escapándose a la playa, recuerdan mucho a "Muerte en Venecia", de Visconti, sobre todo, esa luz tenue, amarillenta y rosácea.... es preciosa esa casa, con la terraza en la playa.
En "La eternidad y un día", la canción del niño (antes de llegar a la frontera) y la retahíla de palabras final podría evocar en cierto modo, la cantinela de "Fellini 8 1/2".
Aunque el final, me ha parecido demasiado "conceptista" (nunca mejor dicho! Me ha hecho mucha gracia la "venta de palabras", y ¡el poeta decimonónico podría haber sido tmb lexicógrafo!
En "La eternidad y un día", la canción del niño (antes de llegar a la frontera) y la retahíla de palabras final podría evocar en cierto modo, la cantinela de "Fellini 8 1/2".
Aunque el final, me ha parecido demasiado "conceptista" (nunca mejor dicho! Me ha hecho mucha gracia la "venta de palabras", y ¡el poeta decimonónico podría haber sido tmb lexicógrafo!
22 de julio de 2013
22 de julio de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tremenda road-movie sin destino y casi sin sentido; o en el que el destino de ese viaje es una simple y triste falacia. Ese viaje resulta una muy posible degradación de los jóvenes, aunque descubran por el camino, al mismo amor.
Muy destacable el tratamiento de la fotografía, con imágenes hermosísimas, de una inocencia naïf, por ejemplo, el violinista en el restaurante, el gallo en el bar, etc. Pero a su vez, esos silencios llevan al espectador a la más hedionda sordidez del alma humana y a sentir todo el horror de esas situaciones, como el del encuentro con el camionero.
La banda sonora puede que sea en exceso reveladora del drama latente en el film, aunque se producen acertados juegos, como el del baile truncado entre la niña y el actor.
Las referencias bíblicas, especialmente las alusiones al "Génesis", parece que culminan al final, en ese abrazo al árbol edénico.Incluso, puede haber intertextualidades mitológico-literarias, recordemos que el joven actor se llama Orestes, y la niña protagonista, podría ser muy bien una jovencísima Electra.
Desde el punto de vista cinematográfico, en algunos momentos me ha recordado a Fellini, al amargo trayecto de la protagonista de "La strada", en la que también aparecen feriantes itinerantes; la constante de la playa, e incluso imágenes tan simbólicas (y puede que surrealistas), como la mano que surge de las aguas.
Angelopoulos consigue presentar personajes, que más que desde una óptica realista, están elaborados desde una perspectiva conceptual, de la que resultan ideas que mueven al espectador a valores esenciales; los cuales, desgraciadamente, chocan brutalmente con la cruda realidad.
Por último, un aspecto que me sorprendió es la falta de empatía con los niños, nadie se preocupa, ni los cuida, ni siente amor por ellos (recordemos la escena en que el niño debe trabajar, para ganarse la comida)...excepto el actor y algún miembro de la compañía...
Y la cita de Kafka, "Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros", muy bien podría aplicarse a esta película, al menos, esta sensación provocó en mí.
Muy destacable el tratamiento de la fotografía, con imágenes hermosísimas, de una inocencia naïf, por ejemplo, el violinista en el restaurante, el gallo en el bar, etc. Pero a su vez, esos silencios llevan al espectador a la más hedionda sordidez del alma humana y a sentir todo el horror de esas situaciones, como el del encuentro con el camionero.
La banda sonora puede que sea en exceso reveladora del drama latente en el film, aunque se producen acertados juegos, como el del baile truncado entre la niña y el actor.
Las referencias bíblicas, especialmente las alusiones al "Génesis", parece que culminan al final, en ese abrazo al árbol edénico.Incluso, puede haber intertextualidades mitológico-literarias, recordemos que el joven actor se llama Orestes, y la niña protagonista, podría ser muy bien una jovencísima Electra.
Desde el punto de vista cinematográfico, en algunos momentos me ha recordado a Fellini, al amargo trayecto de la protagonista de "La strada", en la que también aparecen feriantes itinerantes; la constante de la playa, e incluso imágenes tan simbólicas (y puede que surrealistas), como la mano que surge de las aguas.
Angelopoulos consigue presentar personajes, que más que desde una óptica realista, están elaborados desde una perspectiva conceptual, de la que resultan ideas que mueven al espectador a valores esenciales; los cuales, desgraciadamente, chocan brutalmente con la cruda realidad.
Por último, un aspecto que me sorprendió es la falta de empatía con los niños, nadie se preocupa, ni los cuida, ni siente amor por ellos (recordemos la escena en que el niño debe trabajar, para ganarse la comida)...excepto el actor y algún miembro de la compañía...
Y la cita de Kafka, "Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros", muy bien podría aplicarse a esta película, al menos, esta sensación provocó en mí.

7,4
16.958
4
28 de julio de 2013
28 de julio de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Léolo" es una sucesión de episodios horripilantes, que mostrados desde la óptica del niño se hacen más llevaderos, e incluso humorísticos (aunque con un humor del peor gusto...); pero aparte de producir verdadero asco o pena por el niño, no llega a más.
Hay momentos en que solo hay un simple pugna por presentar la escena más desagradable y escatológica para escandalizar al espectador medio, y hay escenas en las que ya, al menos a mi, me ha resultado del todo repulsiva.
Comprendo que todos esos efectos son buscados, pero aún así, no llegan a verdaderas cotas remarcables, ni desagradables, ni oníricas, ni estéticas; se percibe demasiado el artificio que hay detrás, e incluso la intencionalidad, y todo acaba careciendo de simbolismo o alguna suggerencia más profunda.
Tiene puntos buenos, algunos aciertos de guión, el miedo del hermano, algunas imágenes..., pero para mi, poco más, no consigue ningún tipo de lirismo (la banda sonora, sin duda, no ayuda); ni llegar a verdaderas cotas estéticas (incluso los elementos más estereotipados, como la Sicilia que imagina Léolo, no crean un estilo "per se", sino que se quedan en meras copias perfeccionadas y cursilonas, de catálogo barato, aunque comprendo que es la única imagen de Italia a la que el niño ha podido acceder).
Los personajes no resultan convincentes, o son una acumulación de tópicos (los niños del barrio, el chulo del barrio que pega al hermano, Bianca, etc.); o entes con manías otorgadas de forma caprichosa y que resultan planos (el padre, de acuerdo que a este personaje se le encasilla a propósito; la madre coraje; las hermanas con desvaríos, etc.).
El personaje quijotesco (así se le llama en la propia película, título que admitiría discusión) que recoge textos y fotos no encaja en todo el film, hay momentos en que relate desde otro presente la historia del niño a través de sus textos (¿cómo se comprende la escena en que visita a la madre, y comen tarta?); pero hay escenas en las que parece que quiere ayudarlo (cuando va hablar con su maestro, ese podría haber sido un problema interesante a tratar, ya que indica que alguien está viendo el desgaste psicológico que está sufriendo Léolo, y que nadie más observa).
En mi opinión, es buena la idea de este personaje que busca escritos, pero está muy mal trabada, la perspectiva de observar al protagonista desde sus textos es extremadamente interesante, pero no se ha potenciado lo suficiente, ni trabajado desde el guión.
Además, hay una degradación en el protagonista, y no sé hasta cierto punto, si se podría considerar un niño más sensible que el resto; o un niño marcado por el determinismo genético de la locura familiar y el determinismo ambiental del arrabal... Pero entonces "Léolo" se reduciría a las desgracias de una familia de locos...
Otro aspecto, Léolo sufre a su familia, el ambiente que le rodea, etc., pero su familia le quiere, y le trata bien, y hay momentos en que incluso le cuidan (exceptuando al abuelo, claro); de acuerdo que no llegan a su altura intelectual, pero, a pesar de todo, lo quieren... También me ha parecido incoherente que la familia sea pobre, y Léolo tenga que trabajar recogiendo diarios y rebuscando en ese mar de chatarra; pero en cambio, puedan mantener los familiares en el psiquiátrico, y nunca haya ningún problema por pagar la comida (que abunda en todo el film).
"Léolo" me parece una película con una buena idea de fondo, pero muy mal trabajada, tiene buenas ideas, pero se va deshaciendo de ellas por el camino (como el afán de ser italiano del niño, que se queda en el nombre y en la vecina, y al final no tiene ningún significado, ni profundidad más) y es una pena, porque hubiera podido surgir un buen film.
Hay momentos en que solo hay un simple pugna por presentar la escena más desagradable y escatológica para escandalizar al espectador medio, y hay escenas en las que ya, al menos a mi, me ha resultado del todo repulsiva.
Comprendo que todos esos efectos son buscados, pero aún así, no llegan a verdaderas cotas remarcables, ni desagradables, ni oníricas, ni estéticas; se percibe demasiado el artificio que hay detrás, e incluso la intencionalidad, y todo acaba careciendo de simbolismo o alguna suggerencia más profunda.
Tiene puntos buenos, algunos aciertos de guión, el miedo del hermano, algunas imágenes..., pero para mi, poco más, no consigue ningún tipo de lirismo (la banda sonora, sin duda, no ayuda); ni llegar a verdaderas cotas estéticas (incluso los elementos más estereotipados, como la Sicilia que imagina Léolo, no crean un estilo "per se", sino que se quedan en meras copias perfeccionadas y cursilonas, de catálogo barato, aunque comprendo que es la única imagen de Italia a la que el niño ha podido acceder).
Los personajes no resultan convincentes, o son una acumulación de tópicos (los niños del barrio, el chulo del barrio que pega al hermano, Bianca, etc.); o entes con manías otorgadas de forma caprichosa y que resultan planos (el padre, de acuerdo que a este personaje se le encasilla a propósito; la madre coraje; las hermanas con desvaríos, etc.).
El personaje quijotesco (así se le llama en la propia película, título que admitiría discusión) que recoge textos y fotos no encaja en todo el film, hay momentos en que relate desde otro presente la historia del niño a través de sus textos (¿cómo se comprende la escena en que visita a la madre, y comen tarta?); pero hay escenas en las que parece que quiere ayudarlo (cuando va hablar con su maestro, ese podría haber sido un problema interesante a tratar, ya que indica que alguien está viendo el desgaste psicológico que está sufriendo Léolo, y que nadie más observa).
En mi opinión, es buena la idea de este personaje que busca escritos, pero está muy mal trabada, la perspectiva de observar al protagonista desde sus textos es extremadamente interesante, pero no se ha potenciado lo suficiente, ni trabajado desde el guión.
Además, hay una degradación en el protagonista, y no sé hasta cierto punto, si se podría considerar un niño más sensible que el resto; o un niño marcado por el determinismo genético de la locura familiar y el determinismo ambiental del arrabal... Pero entonces "Léolo" se reduciría a las desgracias de una familia de locos...
Otro aspecto, Léolo sufre a su familia, el ambiente que le rodea, etc., pero su familia le quiere, y le trata bien, y hay momentos en que incluso le cuidan (exceptuando al abuelo, claro); de acuerdo que no llegan a su altura intelectual, pero, a pesar de todo, lo quieren... También me ha parecido incoherente que la familia sea pobre, y Léolo tenga que trabajar recogiendo diarios y rebuscando en ese mar de chatarra; pero en cambio, puedan mantener los familiares en el psiquiátrico, y nunca haya ningún problema por pagar la comida (que abunda en todo el film).
"Léolo" me parece una película con una buena idea de fondo, pero muy mal trabajada, tiene buenas ideas, pero se va deshaciendo de ellas por el camino (como el afán de ser italiano del niño, que se queda en el nombre y en la vecina, y al final no tiene ningún significado, ni profundidad más) y es una pena, porque hubiera podido surgir un buen film.
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