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Críticas ordenadas por utilidad
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6,0
4.655
7
22 de febrero de 2009
22 de febrero de 2009
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El hombre aspirando a ser Dios, de nuevo. Una premisa resobada que no aburre: siempre gusta el morbo de ver al ser humano estúpido jodiendo todo. Basta saber jugar bien las cartas para tener un planteamiento prometedor. En este caso, en un intento de crear una alternativa al trasplante de órganos, un par de médicos confinados y aburridos desarrollan unos parásitos útiles, capaces, en principio, de realizar funciones orgánicas vitales. El cuerpo humano sólo tendría que habituarse a ellos, y éstos sobrevivirían gracias a un principio simbiótico. Si todo hubiese salido bien, no tendríamos película.
La cinta empieza con una serie de fotogramas que nos descubren el complejo de apartamentos de lujo Starliner, ubicado en una isla a doce minutos de Montreal pero, aseguran, a miles de kilómetros de su ruido. Lejos de cualquier tensión palpable e intrínseca de la ciudad. La piscina, el campo de golf, las pistas de tenis, los restaurantes, las tiendas, el entorno paradisíaco e incluso su propio gabinete médico; todo lujo de detalles que invitan a la paz más ostentosa.
Una joven pareja se informa en recepción, buscan un lugar hogareño donde pasar el resto de sus vidas halagüeñas. Pero Cronenberg no tarda en romper esa sosegada atmósfera y viciar el ambiente de inquietud en esos mismos tonos níveos y suntuosos que poco a poco se irán tiñendo del color de la sangre. Así nos encontramos de golpe con la violencia en la habitación 1511: un aspirante a Dios está remendando sus errores. Al mismo tiempo podemos ver en otra estancia a un vecino mirándose al espejo y aquejándose del estómago. Algo pasa. El médico, por su parte, comprende que es demasiado tarde, que la ha jodido. Que el juego se les ha ido de las manos. Y si la promiscuidad ha sido el detonante, acojona pensar en la magnitud y alcance de la cagada. Así, el aspirante a Dios se ve desbordado. Y se suicida. Ese morbo que gusta en el celuloide.
(...) Meto algo en spoiler por falta de espacio.
Total, una cinta entretenida donde Cronenberg ya va apuntando maneras que iría puliendo película tras película. Aún así esperaba que el colega hubiese sacado más jugo a esta historia. Si bien la dirección es casi impecable dentro de los márgenes de la Serie B, el guión deja un tanto que desear.
Mención a parte para la babosa parasitaria. Los bichos y engendros pierden a este director, y a mí me encanta. Quién sabe si, quizás intencionadamente, en este caso evoque un miembro viril malsano (la escena de la chica en la bañera refuerza esa imagen, desde luego). Es jodidamente asqueroso, y es su sello. Y es la hostia.
La peli gana con un segundo visionado, estoy seguro.
La cinta empieza con una serie de fotogramas que nos descubren el complejo de apartamentos de lujo Starliner, ubicado en una isla a doce minutos de Montreal pero, aseguran, a miles de kilómetros de su ruido. Lejos de cualquier tensión palpable e intrínseca de la ciudad. La piscina, el campo de golf, las pistas de tenis, los restaurantes, las tiendas, el entorno paradisíaco e incluso su propio gabinete médico; todo lujo de detalles que invitan a la paz más ostentosa.
Una joven pareja se informa en recepción, buscan un lugar hogareño donde pasar el resto de sus vidas halagüeñas. Pero Cronenberg no tarda en romper esa sosegada atmósfera y viciar el ambiente de inquietud en esos mismos tonos níveos y suntuosos que poco a poco se irán tiñendo del color de la sangre. Así nos encontramos de golpe con la violencia en la habitación 1511: un aspirante a Dios está remendando sus errores. Al mismo tiempo podemos ver en otra estancia a un vecino mirándose al espejo y aquejándose del estómago. Algo pasa. El médico, por su parte, comprende que es demasiado tarde, que la ha jodido. Que el juego se les ha ido de las manos. Y si la promiscuidad ha sido el detonante, acojona pensar en la magnitud y alcance de la cagada. Así, el aspirante a Dios se ve desbordado. Y se suicida. Ese morbo que gusta en el celuloide.
(...) Meto algo en spoiler por falta de espacio.
Total, una cinta entretenida donde Cronenberg ya va apuntando maneras que iría puliendo película tras película. Aún así esperaba que el colega hubiese sacado más jugo a esta historia. Si bien la dirección es casi impecable dentro de los márgenes de la Serie B, el guión deja un tanto que desear.
Mención a parte para la babosa parasitaria. Los bichos y engendros pierden a este director, y a mí me encanta. Quién sabe si, quizás intencionadamente, en este caso evoque un miembro viril malsano (la escena de la chica en la bañera refuerza esa imagen, desde luego). Es jodidamente asqueroso, y es su sello. Y es la hostia.
La peli gana con un segundo visionado, estoy seguro.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
(...) Decían en "Dawn of the dead" (y Zack Snyder mantuvo casi intacto el diálogo en su excelente remake):
"—¿Qué están haciendo? ¿Por qué vienen aquí?
—Por alguna clase de instinto, recuerdos de algo que habituaban a hacer... éste era un lugar importante en sus vidas."
Romero criticaba con estas palabras la Sociedad del Bienestar. Zombies descerebrados asediando el centro comercial por pura inercia. Instinto imbuido. Cronenberg va más allá, y a los afligidos los desnuda de toda moralidad aprendida, forzada y emocional y los deja sólo con sus instintos más primitivos. Y no hay instinto más primario que el sexo... casi tanto como la mera supervivencia. Así la película se convierte en una locura de orgías y violencia. El catolicismo contra el libertinaje sexual.
"Roger, anoche tuve un sueño inquietante. En el sueño hacía el amor con un desconocido. Verás, el único problema es que era viejo, y moribundo. Olía mal y lo encontraba repulsivo. Pero él me decía que todo es erótico, que todo es sexual. ¿Sabes a lo que me refiero? Que hasta la carne vieja es erótica, que la enfermedad es el amor entre dos criaturas extrañas... que incluso morir es un acto de erotismo. Que hablar es sexual. Que respirar es sexual. Que el hecho de existir físicamente es sexual. Y yo le creía. Y hacíamos el amor de forma hermosa."
"—¿Qué están haciendo? ¿Por qué vienen aquí?
—Por alguna clase de instinto, recuerdos de algo que habituaban a hacer... éste era un lugar importante en sus vidas."
Romero criticaba con estas palabras la Sociedad del Bienestar. Zombies descerebrados asediando el centro comercial por pura inercia. Instinto imbuido. Cronenberg va más allá, y a los afligidos los desnuda de toda moralidad aprendida, forzada y emocional y los deja sólo con sus instintos más primitivos. Y no hay instinto más primario que el sexo... casi tanto como la mera supervivencia. Así la película se convierte en una locura de orgías y violencia. El catolicismo contra el libertinaje sexual.
"Roger, anoche tuve un sueño inquietante. En el sueño hacía el amor con un desconocido. Verás, el único problema es que era viejo, y moribundo. Olía mal y lo encontraba repulsivo. Pero él me decía que todo es erótico, que todo es sexual. ¿Sabes a lo que me refiero? Que hasta la carne vieja es erótica, que la enfermedad es el amor entre dos criaturas extrañas... que incluso morir es un acto de erotismo. Que hablar es sexual. Que respirar es sexual. Que el hecho de existir físicamente es sexual. Y yo le creía. Y hacíamos el amor de forma hermosa."

8,2
24.126
9
10 de marzo de 2009
10 de marzo de 2009
4 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el celuloide, los escenarios circenses siempre han guardado una estrecha relación con el género de terror, y como tal se nos ha presentado siempre esta película. Pero “Freaks” no es una cinta de terror al uso, que nadie se engañe, “Freaks” es, más bien, una cinta sobre el terror.
El terror, la aprensión por aquello que es diferente, es uno de los mayores males de los que se aqueja el mundo; es capaz de sonsacar la vileza y las miserias del ser humano, de enfrentarnos de las maneras más cochinas y xenófobas a nuestros semejantes. Lo diferente se suele presentar como algo desconocido, y lo que no conocemos nos causa pavor; nos obstinamos en salvaguardar nuestra supuesta integridad e identidad de maneras violentas y mezquinas y ni mucho menos queremos formar parte de ello. Lo marginamos.
“Freaks” nos mete entre los bastidores del mundo circense para presentarnos una alegoría de esto mismo.
La historia del cine contemporáneo está repleta de homenajes a este clásico, pero hay que recordar cómo fue castigado por la crítica y por su propia productora, primero recortando metraje, luego cambiando el final* y finalmente dejándola expuesta a perderse entre los renglones del tiempo hasta bien pasado mediados del siglo XX. Por lo visto la gente prefirió mirar hacia otro lado ante su mensaje; y en su denuncia fue víctima de aquello que querellaba.
El terror, la aprensión por aquello que es diferente, es uno de los mayores males de los que se aqueja el mundo; es capaz de sonsacar la vileza y las miserias del ser humano, de enfrentarnos de las maneras más cochinas y xenófobas a nuestros semejantes. Lo diferente se suele presentar como algo desconocido, y lo que no conocemos nos causa pavor; nos obstinamos en salvaguardar nuestra supuesta integridad e identidad de maneras violentas y mezquinas y ni mucho menos queremos formar parte de ello. Lo marginamos.
“Freaks” nos mete entre los bastidores del mundo circense para presentarnos una alegoría de esto mismo.
La historia del cine contemporáneo está repleta de homenajes a este clásico, pero hay que recordar cómo fue castigado por la crítica y por su propia productora, primero recortando metraje, luego cambiando el final* y finalmente dejándola expuesta a perderse entre los renglones del tiempo hasta bien pasado mediados del siglo XX. Por lo visto la gente prefirió mirar hacia otro lado ante su mensaje; y en su denuncia fue víctima de aquello que querellaba.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Gran parte de la película transcurre en términos cómicos, presentándonos a los monstruos de la farándula de manera amigable: sus rutinas, sus historias y hasta sus anomalías y extravagancias. Nos acerca a su mundo. Nos ayuda a empatizar con ellos. Se suceden así escenas casi hilarantes en las que pasamos, de reírnos de los freaks —y la primera escena en el bosque vigoriza tal predisposición—, a reírnos con los freaks. Pero poco a poco se va esbozando el conflicto: la repulsión a lo diferente; y el drama, nutrido de las premisas argumentales que se han ido presentando, va haciéndose un hueco en la trama, apartando paulatinamente la comedia hasta erigirse como dueña y señora de la cinta. Se saca a relucir a la sazón el rechazo cruel a aquello que se desconoce, canalizado en principio a través de la mofa y rematándose con puro odio. Para entonces el espectador es ya cómplice de la víctima, su mundo ya no les es desconocido, y toda ofensa hacia el bando humillado es tachada de irracional.
De esta manera se presenta el dilema al público: sin dicha aproximación que ocupa gran parte del metraje, ¿seríamos capaces de no sentir aversión al arrimo real de ese cúmulo de personajes? ¿Quién es el monstruo?
Éstos, por su parte, asqueados y hasta desquiciados por las vejaciones contra su gente, no dudan en tomarse la justicia por su mano con medidas desmedidas. Ya se sabe, la violencia engendra violencia. A buen seguro, nadie que haya visionado la tormentosa escena final, conseguirá sacarla de sus recuerdos. En ella es donde realmente se glorifica el género de terror y donde se consuma la alegoría.
*Se dice que en el final original de 1932 se puede escuchar a Hércules con un tono de voz afeminado dando a entender que los freaks se quedaron con lo más sagrado del forzudo.
Por cierto, ¿soy el único que no pudo dejar de pensar en Loquillo a cada aparición de Hércules?
De esta manera se presenta el dilema al público: sin dicha aproximación que ocupa gran parte del metraje, ¿seríamos capaces de no sentir aversión al arrimo real de ese cúmulo de personajes? ¿Quién es el monstruo?
Éstos, por su parte, asqueados y hasta desquiciados por las vejaciones contra su gente, no dudan en tomarse la justicia por su mano con medidas desmedidas. Ya se sabe, la violencia engendra violencia. A buen seguro, nadie que haya visionado la tormentosa escena final, conseguirá sacarla de sus recuerdos. En ella es donde realmente se glorifica el género de terror y donde se consuma la alegoría.
*Se dice que en el final original de 1932 se puede escuchar a Hércules con un tono de voz afeminado dando a entender que los freaks se quedaron con lo más sagrado del forzudo.
Por cierto, ¿soy el único que no pudo dejar de pensar en Loquillo a cada aparición de Hércules?

7,2
12.619
9
17 de junio de 2009
17 de junio de 2009
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se dice que Mary Shelley siempre quiso dar una amante al monstruo que surgió de su pluma. Así nos la encontramos en un ostentoso palacete, junto a lord Byron y su marido, Percy Shelley, a salvo de una tormenta que rompe el mundo. Son gente refinada con ideas y gustos macabros, y en semejante cuadro empieza Mrs. Shelley a tejer la fábula que daría continuidad a la historia del moderno prometeo.
Éste es el prólogo de una de las secuelas más grandes que ha dado el séptimo arte, y haciendo uso de este genial recurso metanarrativo James Whale nos contextualiza y nos deja a los pies del molino en llamas. Pocas veces se puede tirar de un mismo personaje y de su entorno, o se le puede dar una vuelta de tuerca, y que el producto mantenga la calidad o en este caso, para un servidor, rebase a su genial predecesora. Debe haber algo que ofrecer. Y en este caso no nos encontramos frente una secuela al uso, lo que la engrandece aún más.
Todo en ella es soberbio: el guión, las interpretaciones, la fotografía, el maquillaje, la banda sonora, los efectos especiales, la ambientación... todo orquestado por un Whale en estado de gracia que sólo accedió a hacerse cargo del proyecto si se aceptaban sus condiciones, luego dotó al film de una fuerza y carácter propios e imperecederos. Pionera en condimentar el terror con pinceladas cómicas sin atisbar ni un mínimo de ridículo en parangón con "El Doctor Frankenstein" (de hecho nos encontramos con alguna secuencia que Mel Brooks no necesito parodiar en su jovencito Frankenstein, sólo transportar con respeto a ese sentido homenaje). Una película abierta a múltiples y jugosas lecturas, tocando temas tabú y zafándose como bien pudo de la censura.
El gran hito de la época dorada de Universal. Una cinta maravillosa que animo a que nadie se pierda.
"Siga los pasos de la naturaleza... o los de Dios si cree en los cuentos de hadas".
...
Y mientras escribo esto, casualidades de la vida, leo que Universal tiene en vistas hacer un remake de este clásico. Les pongo una vela negra y que quede en nada... o abro fuego directamente.
Éste es el prólogo de una de las secuelas más grandes que ha dado el séptimo arte, y haciendo uso de este genial recurso metanarrativo James Whale nos contextualiza y nos deja a los pies del molino en llamas. Pocas veces se puede tirar de un mismo personaje y de su entorno, o se le puede dar una vuelta de tuerca, y que el producto mantenga la calidad o en este caso, para un servidor, rebase a su genial predecesora. Debe haber algo que ofrecer. Y en este caso no nos encontramos frente una secuela al uso, lo que la engrandece aún más.
Todo en ella es soberbio: el guión, las interpretaciones, la fotografía, el maquillaje, la banda sonora, los efectos especiales, la ambientación... todo orquestado por un Whale en estado de gracia que sólo accedió a hacerse cargo del proyecto si se aceptaban sus condiciones, luego dotó al film de una fuerza y carácter propios e imperecederos. Pionera en condimentar el terror con pinceladas cómicas sin atisbar ni un mínimo de ridículo en parangón con "El Doctor Frankenstein" (de hecho nos encontramos con alguna secuencia que Mel Brooks no necesito parodiar en su jovencito Frankenstein, sólo transportar con respeto a ese sentido homenaje). Una película abierta a múltiples y jugosas lecturas, tocando temas tabú y zafándose como bien pudo de la censura.
El gran hito de la época dorada de Universal. Una cinta maravillosa que animo a que nadie se pierda.
"Siga los pasos de la naturaleza... o los de Dios si cree en los cuentos de hadas".
...
Y mientras escribo esto, casualidades de la vida, leo que Universal tiene en vistas hacer un remake de este clásico. Les pongo una vela negra y que quede en nada... o abro fuego directamente.

6,7
47.546
8
17 de junio de 2009
17 de junio de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acojonante. El crímen más bizarro de la historia de América. "The Texas Chainsaw Masscre" ha sido para mí el típico caso de la película mitificada que ansías ver pero que por unas cosas u otras pasan los años y sigue pendiente. Y ayer por fin pude hincarle el diente tras pillarme la chula edición especial que conmemora su 35 aniversario.
Pasar años con una obsesión es traicionero, entre otras cosas, por aquello de que el deseo contenido suele generar expectativas luego difíciles de hartar. Siempre está presente el miedo al chasco, pero he de reconocer que Tobe Hooper se ha follado mis hinchadas perspectivas.
"La Masacre de Texas" es sobretodo una película de imágenes. Imágenes poderosas, de una fuerza descomunal, aderezadas con colores ocres y música chirriante y gritos, que justifican por sí solas la etiqueta "de culto" que se le cuelga a la cinta. Tal es su vigor que en mi cerebro ya sumamente degradado aún han conseguido grabarse como hierro ardiendo en el trasero de un cochino. Como carne de matadero tejano. Acojona pensar el desollamiento del que son capaces en una mente semi-virgen adolescente.
Esta película fue la consagración definitiva los monstruos sociales en detrimento de los clásicos o fantásticos, lo que acercaba el terror a nuestra propia comunidad, lo dejaba bajo nuestro felpudo, en cualquier sonido que cruzara el aire o tras esta puerta cerrada. La América profunda siempre ha sido morada de leyendas psicóticas, y el cine se ha nutrido de ello. El paradigma de esta vuelta de tuerca al género, para bien o para mal: "The Texas Chainsaw Massacre", cuyo pycho se inspira, como Norman Bates o Hannibal Lecter, en el celebérrimo Ed Gein, y con este perfil se cimenta la historia.
Hay que decir que me costó meterme en la película, y es que ese principio al más puro estilo documental no implica demasiado ni augura un film que dé la talla para con el calibre de su sombra... quizás víctima yo de las mentadas expectativas. Pero supone un efectivo contraste, genial a decir verdad, para la que se nos viene encima en desatarse la locura. Sin los efectismos de la sangre, sugiriendo, obligándonos contra nuestra voluntad a hacer un ejercicio de intuición macabra. Sin más explicaciones que la pura demencia.
Y para más inri la fotografía y la puesta en escena consiguen transmitirte en todo momento el repudio por ese ambiente malsano, desde hacerte padecer el calor sureño o palparte las pituitarias con la suciedad y el olor a sangre y gasolina hasta sentir la asfixia del polvo de tejido muerto.
Con ganas de volverla a ver en una noche más cerrada... aún escucho a Gunnar Hansen chillando como un cerdo.
Pasar años con una obsesión es traicionero, entre otras cosas, por aquello de que el deseo contenido suele generar expectativas luego difíciles de hartar. Siempre está presente el miedo al chasco, pero he de reconocer que Tobe Hooper se ha follado mis hinchadas perspectivas.
"La Masacre de Texas" es sobretodo una película de imágenes. Imágenes poderosas, de una fuerza descomunal, aderezadas con colores ocres y música chirriante y gritos, que justifican por sí solas la etiqueta "de culto" que se le cuelga a la cinta. Tal es su vigor que en mi cerebro ya sumamente degradado aún han conseguido grabarse como hierro ardiendo en el trasero de un cochino. Como carne de matadero tejano. Acojona pensar el desollamiento del que son capaces en una mente semi-virgen adolescente.
Esta película fue la consagración definitiva los monstruos sociales en detrimento de los clásicos o fantásticos, lo que acercaba el terror a nuestra propia comunidad, lo dejaba bajo nuestro felpudo, en cualquier sonido que cruzara el aire o tras esta puerta cerrada. La América profunda siempre ha sido morada de leyendas psicóticas, y el cine se ha nutrido de ello. El paradigma de esta vuelta de tuerca al género, para bien o para mal: "The Texas Chainsaw Massacre", cuyo pycho se inspira, como Norman Bates o Hannibal Lecter, en el celebérrimo Ed Gein, y con este perfil se cimenta la historia.
Hay que decir que me costó meterme en la película, y es que ese principio al más puro estilo documental no implica demasiado ni augura un film que dé la talla para con el calibre de su sombra... quizás víctima yo de las mentadas expectativas. Pero supone un efectivo contraste, genial a decir verdad, para la que se nos viene encima en desatarse la locura. Sin los efectismos de la sangre, sugiriendo, obligándonos contra nuestra voluntad a hacer un ejercicio de intuición macabra. Sin más explicaciones que la pura demencia.
Y para más inri la fotografía y la puesta en escena consiguen transmitirte en todo momento el repudio por ese ambiente malsano, desde hacerte padecer el calor sureño o palparte las pituitarias con la suciedad y el olor a sangre y gasolina hasta sentir la asfixia del polvo de tejido muerto.
Con ganas de volverla a ver en una noche más cerrada... aún escucho a Gunnar Hansen chillando como un cerdo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Airbag, "Familia de subnormales todos locos"
Dieciocho de agosto, hace calor.
Todos contentos en una furgoneta.
Todos de broma y de buen humor,
incluso Franklyn en la silla de ruedas.
¡Y no! Ya no subo a nadie en auto-stop,
aquí están todos locos bajo el sol.
Y ésta sí que es buena,
¿qué es lo que va a hacer ése con esa motosierra?
No iré a Texas en verano nunca más.
El armadillo fue una premonición,
en este sitio se masca la tragedia.
Nadie sabía lo que nos sucedió,
el crímen más bizarro de la historia de América.
Fui una vez y lo pasé fatal.
La sierra es la familia, yo lo pude comprobar.
Fui una vez y lo pasé fatal,
y no volveré nunca, no iré en verano nunca más.
Dieciocho de agosto, hace calor.
Todos contentos en una furgoneta.
Todos de broma y de buen humor,
incluso Franklyn en la silla de ruedas.
¡Y no! Ya no subo a nadie en auto-stop,
aquí están todos locos bajo el sol.
Y ésta sí que es buena,
¿qué es lo que va a hacer ése con esa motosierra?
No iré a Texas en verano nunca más.
El armadillo fue una premonición,
en este sitio se masca la tragedia.
Nadie sabía lo que nos sucedió,
el crímen más bizarro de la historia de América.
Fui una vez y lo pasé fatal.
La sierra es la familia, yo lo pude comprobar.
Fui una vez y lo pasé fatal,
y no volveré nunca, no iré en verano nunca más.

5,8
10.520
7
16 de junio de 2009
16 de junio de 2009
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No guardaba demasiado entusiasmo por ver esta cinta pero la verdad es que me ha fascinado. Sam Raimi crea un cómic, lo lleva a la pantalla y funciona perfectamente como película. Un genial ejercicio con aires de Serie B e historieta que conforma su propio universo, capaz de crear franquicia. Y gusta encontrarse en éste trazas del estilo Raimi que tanto me maravilló con las dos primeras entregas de Evil Dead, aunque -y quizás sea cosa mía- se perciba en las formas cierto desgaste que iría apremiándo a lo largo de su filmografía. Otro punto fuerte es que, amén de picar de entre tragedias de distintos mitos del género de terror, Raimi intenta conciliar los rasgos narrativos y la temática de las viejas glorias de los tebeos con las nuevas tendencias trascendalistas surgidas a mediados de los 80 en el universo de los superhéroes. Los efectos especiales van acorde a sus días, ya se sabe, tanto croma incomoda, pero Sam sabe manejarse muy bien con bajos presupuestos, y todo el trabajo de maquillaje y derivados es acertadísimo: Liam Neeson mola mucho con el rostro descompuesto, como también molan los tejidos burbujeantes y salvajadas varias que podemos encontrarnos a lo largo del metraje.
Total, un producto de su época que se hace querer.
Tras ver Darkman me ha entrado el gusanillo de volver a probar con Spiderman. ¿Me equivocaría con Raimi en su día? Ojalá.
Total, un producto de su época que se hace querer.
Tras ver Darkman me ha entrado el gusanillo de volver a probar con Spiderman. ¿Me equivocaría con Raimi en su día? Ojalá.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Hay secuencias que son para enmarcar, como el mosqueo en la feria, acojonante, o el emotivo final que cuenta también con el agradable cameo del siempre genial Bruce Campbell.
"I'm everyone and no one, everywhere... nowhere. Call me Darkman"
"I'm everyone and no one, everywhere... nowhere. Call me Darkman"
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