Un detalle muy tonto que me encantó es cómo se utilizan los planos del Sauce Boxeador para transitar a lo largo de las estaciones. Concretamente en el plano del invierno, se salpican copos de nieve, lógicamente digitales, a la lente de la cámara como efecto de realismo.
Imposible en la realidad, pero realista al mismo tiempo, lenguaje para el subconsciente cinematográfico, para mi, maravilloso.

La historia, viajes en el tiempo, mapas, etc, muy entretenida.

Desde un punto de vista formal, un diez para el discurso de Jodie Foster del final, que perfectamente hubiera podido firmar una persona en éxtasis religioso.

Cuando al final el protagonista se encuentra, digamos, con el mar, yo me puse de pie en mi salón a aplaudir al señor Gibson, jajaja.