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Miniserie

7,9
2.745
10
31 de enero de 2025
31 de enero de 2025
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escribo estas líneas a pocos minutos de que retiren esta digna adaptación de la novela de Evelyn Waugh del catálogo de Filmin. Espero que pronto esté disponible de nuevo para retornar a Brideshead: disfrutar de esa atmósfera oxoniense; gozar con las conversaciones profundas; reír con los estereotipos británicos sobre los católicos; vislumbrar la eternidad en gestos, miradas y arrepentimientos; ver crecer a los personajes; divertirme con los bohemios y locos años 20 en Londres; maravillarme con las espectaculares localizaciones; viajar por el Viejo Mundo; la admiración por lo asombroso y lo llamativo... Esta miniserie tiene todo eso y más. Recomiendo antes leer la novela.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Según el propio autor de la novela, Evelyn Waugh, converso al catolicismo no alcanzando la treintena, pretendía con esta historia relatar la acción de la gracia de Dios en distintas personas que habían sufrido experiencias extremadamente dolorosas: en Charles y esa escena final, habiendo sido episodios antes engañado por su esposa y finalmente no casándose con Julia; en Sebastian, su alcoholismo y su entrada en un monasterio encontrando la paz que tanto anhelaba; en Julia, dando un giro de 180º a una vida entera a espaldas de la divina Providencia (el discurso sobre el pecado en el jardín es impactante, así como su reflexión final en las escaleras del palacete explicando el motivo por el que no puede casarse con Charles)...
Se cumple la cita paulina: donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.
Se cumple la cita paulina: donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.

6,2
12.727
7
9 de junio de 2014
9 de junio de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Señoras y señores: Marilyn también era humana. Es lo que podemos sacar en conclusión de esta película dirigida por Simon Curtis. La historia ronda entre ese amor casual y casi "de rebote" que experimenta el tercer ayudante del director durante el rodaje de la película "El príncipe y la corista", Clark Colin. Es una película agradable y fresca que tiene un reparto envidiable destacando los protagonistas, Michelle Williams y Eddie Redmayne, y a unos secundarios de lujo como Judy Dench y Kenneth Branagh. También hay que mencionar a la talentosa y joven Emma Watson, quien después de terminar la saga de Harry Potter se "estrena" en este film. Con respecto al papel de Williams, en mi opinión lo hace especialmente bien interpretando a la fantástica, pero también problemática como vemos en la película, Marilyn Monroe. Marilyn Monroe, quien es una actriz digna de estudio por todo lo que sufría fuera de las pantallas. "En Hollywood solo hay hombre mayores" dice la actriz en el film al hablar con Colin Clark. Quizá fuera ese uno de los problemas que le hicieran cometer su suicidio en 1962, aunque recientemente se especula, como una conspiración, que Robert Kennedy, hermano del Presidente de los EEUU en aquel momento, ordenó el asesinato de Monroe por digamos "coquetear" tanto con JFK. Pero ajenos a teorías de la conspiración, la película de la que hablamos ofrece un buen visionado de esa pequeña parte de la vida de Marilyn en Londres.

7,0
12.571
7
2 de febrero de 2025
2 de febrero de 2025
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si por algo destaca The Brutalist es por ser despiadada: una historia donde los haces de luz y la alegría brillan por su ausencia. Se trata de una película oscura, melancólica y, en ocasiones, viciosa. El director trata de relatar las particularidades propias del genio, del artista, del creador: un personaje con un pasado terrible que huye de Europa tras el Holocausto a la tierra de las oportunidades... y el desenfreno.
A lo largo de más de tres horas y media de metraje, Corbet cuenta la historia vital cual montaña rusa de László Tóth, arquitecto húngaro de la escuela de la Bauhaus de origen judío, a su llegada a EEUU. Pronto se enfrentará a la clásica idiosincrasia de aquel país visto desde un prisma negativo sin atisbo de esperanza: el sueño americano, el poder de la voluntad, la bendición de Dios o su condena según se esté montado en el dólar o no. Es un film donde lo trascendente y la cuestión judía están de fondo.
Con una fotografía excepcional (hay fotogramas que parecen cuadros de Hopper), Tóth se abre camino a trompicones en la, con frecuencia, hipócrita sociedad WASP: el personaje de Pearce representa a la perfección el estereotipo de millonario norteamericano al que artísticamente se le convence fácilmente: ¿eres famoso? Te lo compro. Se deja deslumbrar por lo moderno, lo rompedor y lo vanguardista por el hecho de ser moderno, rompedor y vanguardista, no porque sea bello en sí.
El largometraje cuenta con un póker de escenas explícitas, esencialmente pornográficas. En mi humilde opinión innecesarias, pues el hombre perturbado que es László se puede colegir por su misantropía, su desesperanza, su falta de comunicación -no sólo por el idioma- y sus arrebatos. No hace falta mostrar todo al espectador, pues se entendería que el director piensa que aquél no tiene imaginación ni lógica suficientes para deducir lo que sucede. Se trata de un insulto a su inteligencia. Lubitsch y el resto de directores de la Edad de Oro del cine lo hacían estupendamente (y no sólo porque lo imponía el código Hays): cuando, en el clímax de una escena, un hombre y una mujer entraban en una habitación que se cerraba tras ellos. Hay que tratar al espectador como a un adulto formado y con sesera y no como a un ingenuo, desde mi punto de vista.
La película es, sencillamente, brutal en su doble acepción: por el arte del protagonista y por su vida. No es para todos los públicos por su marcado carácter como "cine de autor". Invita a considerar verdadera la siguiente afirmación: la obra del artista es efecto de su vida y experiencias personales a lo largo de su vida, especialmente los primeros estadios (infancia y juventud).
A lo largo de más de tres horas y media de metraje, Corbet cuenta la historia vital cual montaña rusa de László Tóth, arquitecto húngaro de la escuela de la Bauhaus de origen judío, a su llegada a EEUU. Pronto se enfrentará a la clásica idiosincrasia de aquel país visto desde un prisma negativo sin atisbo de esperanza: el sueño americano, el poder de la voluntad, la bendición de Dios o su condena según se esté montado en el dólar o no. Es un film donde lo trascendente y la cuestión judía están de fondo.
Con una fotografía excepcional (hay fotogramas que parecen cuadros de Hopper), Tóth se abre camino a trompicones en la, con frecuencia, hipócrita sociedad WASP: el personaje de Pearce representa a la perfección el estereotipo de millonario norteamericano al que artísticamente se le convence fácilmente: ¿eres famoso? Te lo compro. Se deja deslumbrar por lo moderno, lo rompedor y lo vanguardista por el hecho de ser moderno, rompedor y vanguardista, no porque sea bello en sí.
El largometraje cuenta con un póker de escenas explícitas, esencialmente pornográficas. En mi humilde opinión innecesarias, pues el hombre perturbado que es László se puede colegir por su misantropía, su desesperanza, su falta de comunicación -no sólo por el idioma- y sus arrebatos. No hace falta mostrar todo al espectador, pues se entendería que el director piensa que aquél no tiene imaginación ni lógica suficientes para deducir lo que sucede. Se trata de un insulto a su inteligencia. Lubitsch y el resto de directores de la Edad de Oro del cine lo hacían estupendamente (y no sólo porque lo imponía el código Hays): cuando, en el clímax de una escena, un hombre y una mujer entraban en una habitación que se cerraba tras ellos. Hay que tratar al espectador como a un adulto formado y con sesera y no como a un ingenuo, desde mi punto de vista.
La película es, sencillamente, brutal en su doble acepción: por el arte del protagonista y por su vida. No es para todos los públicos por su marcado carácter como "cine de autor". Invita a considerar verdadera la siguiente afirmación: la obra del artista es efecto de su vida y experiencias personales a lo largo de su vida, especialmente los primeros estadios (infancia y juventud).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
The Brutalist está repleta de símbolos y mensajes subliminales. No es casual que en los primeros compases de la película, casi en paralelo a la aparición majestuosa y luminosa de la Estatua de la Liberta de Nueva York invertida cuando László sale de su oscuro camarote compartido con decenas de personas, se exprese ese aforismo lleno de verdad de Goethe: "Nadie está más esclavizado que aquellos que falsamente creen que son libres". El protagonista abandonando la oscura y persecutoria Europa para abrazar la brillante y esplendorosa tierra de la libertad... ¿O del libertinaje?
La crítica de fondo de Corbet a la sociedad norteamericana es obvia, así como una suerte de comprensión y necesidad, por boca de los personajes, de la construcción del Estado de Israel. Durante toda la película se van dando pinceladas a esta impresión: el punto álgido es la discusión entre Erzsébet y László en la que éste le confiesa que nadie les quiere en EEUU. Attila, converso al catolicismo para integrarse y agradar a su clientela -se cambia de apellido y añade el "Sons" a su empresa porque los negocios familiares están bien vistos en Pensilvania-; Harrison Lee Van Buren, un rico manifestación de ese lema pernicioso que es "el hombre hecho a sí mismo", utiliza a László cual pañuelo de usar y tirar a su antojo hasta el punto de que le considera una suerte de vagabundo y esclavo del que puede disponer para sus perversiones sexuales; Harry Lee Van Buren, quien no tiene pensamiento propio, sólo vive para satisfacer los impulsos faraónicos de su padre y quien ve a Zsófia como un trozo de carne con el que satisfacer su lascivia...
El propio final Harrison Lee Van Buren queda abierto. Mi interpretación, con ese plano final en la segunda parte de la luz entrando por el techo de la obra de László y proyectando en el altar una cruz, es que se ha suicidado, me temo, y que el Creador juzgará a la criatura. Pocas cosas peores para un reputado WASP de éxito que se ha hecho a sí mismo que ser acusado de violar a un hombre (la escena previa en la casa protagonizada por Erzsébet). Similarmente han terminado las carreras de políticos y empresarios de renombre en EEUU.
La personaje de Erzsébet está, desde mi punto de vista, poco desarrollada. Tiene un papel demasiado secundario, tan desestabilizado como su marido por razones obvias (el trauma de la guerra y la vivencia de los campos de concentración). Lo que me lleva a especular con la idea de que esta obra monumental, por extensión, es una suerte de comedia dantesca en tres escenarios muy definidos del secular errante pueblo judío concretado en László, Erzsébet y Zsófia:
1. Infierno: la tragedia de la guerra y el Holocausto en Europa.
2. Purgatorio: los EEUU de los años 40, 50 y 60 donde ninguno está aún limpio de pecado y, sin embargo, muchos creen que son libres y puros.
3. Paraíso: al final, en el hospital, Erzsébet le dice a László que Dios le ha permitido decir su nombre -blasfemia, parodiada por los Monty Python en la famosa escena de La vida de Brian- y es entonces cuando le confiesa su deseo de ir a Israel, la tierra prometida a la que ya han emigrado Zsófia y su marido Benjamin, y que a lo largo de la película adquiere la condición de Edén: el lugar donde, por fin, el pueblo judío podrá vivir en paz tras siglos de expulsiones, persecuciones y pogromos. Es de destacar esa escena en la que se escucha de fondo la radio informando sobre la aprobación de la resolución de la AG de las Naciones Unidas en 1947 que da inicio a la materialización del Estado de Israel.
De hecho, el film acaba con el discurso de Zsófia en la Bienal de Venecia cuando señala "No es el viaje, es el destino", dándole la vuelta al sentido de la frase, como se suele pronunciar. ¿Una reflexión más de la ambición desmedida del genio creador, que está dispuesto a renunciar a sus emolumentos para ver finalizada su obra tal y como la ha concebido? ¿También una confirmación de que, por fin, los de László pueden vivir en paz y armonía en Israel?
La crítica de fondo de Corbet a la sociedad norteamericana es obvia, así como una suerte de comprensión y necesidad, por boca de los personajes, de la construcción del Estado de Israel. Durante toda la película se van dando pinceladas a esta impresión: el punto álgido es la discusión entre Erzsébet y László en la que éste le confiesa que nadie les quiere en EEUU. Attila, converso al catolicismo para integrarse y agradar a su clientela -se cambia de apellido y añade el "Sons" a su empresa porque los negocios familiares están bien vistos en Pensilvania-; Harrison Lee Van Buren, un rico manifestación de ese lema pernicioso que es "el hombre hecho a sí mismo", utiliza a László cual pañuelo de usar y tirar a su antojo hasta el punto de que le considera una suerte de vagabundo y esclavo del que puede disponer para sus perversiones sexuales; Harry Lee Van Buren, quien no tiene pensamiento propio, sólo vive para satisfacer los impulsos faraónicos de su padre y quien ve a Zsófia como un trozo de carne con el que satisfacer su lascivia...
El propio final Harrison Lee Van Buren queda abierto. Mi interpretación, con ese plano final en la segunda parte de la luz entrando por el techo de la obra de László y proyectando en el altar una cruz, es que se ha suicidado, me temo, y que el Creador juzgará a la criatura. Pocas cosas peores para un reputado WASP de éxito que se ha hecho a sí mismo que ser acusado de violar a un hombre (la escena previa en la casa protagonizada por Erzsébet). Similarmente han terminado las carreras de políticos y empresarios de renombre en EEUU.
La personaje de Erzsébet está, desde mi punto de vista, poco desarrollada. Tiene un papel demasiado secundario, tan desestabilizado como su marido por razones obvias (el trauma de la guerra y la vivencia de los campos de concentración). Lo que me lleva a especular con la idea de que esta obra monumental, por extensión, es una suerte de comedia dantesca en tres escenarios muy definidos del secular errante pueblo judío concretado en László, Erzsébet y Zsófia:
1. Infierno: la tragedia de la guerra y el Holocausto en Europa.
2. Purgatorio: los EEUU de los años 40, 50 y 60 donde ninguno está aún limpio de pecado y, sin embargo, muchos creen que son libres y puros.
3. Paraíso: al final, en el hospital, Erzsébet le dice a László que Dios le ha permitido decir su nombre -blasfemia, parodiada por los Monty Python en la famosa escena de La vida de Brian- y es entonces cuando le confiesa su deseo de ir a Israel, la tierra prometida a la que ya han emigrado Zsófia y su marido Benjamin, y que a lo largo de la película adquiere la condición de Edén: el lugar donde, por fin, el pueblo judío podrá vivir en paz tras siglos de expulsiones, persecuciones y pogromos. Es de destacar esa escena en la que se escucha de fondo la radio informando sobre la aprobación de la resolución de la AG de las Naciones Unidas en 1947 que da inicio a la materialización del Estado de Israel.
De hecho, el film acaba con el discurso de Zsófia en la Bienal de Venecia cuando señala "No es el viaje, es el destino", dándole la vuelta al sentido de la frase, como se suele pronunciar. ¿Una reflexión más de la ambición desmedida del genio creador, que está dispuesto a renunciar a sus emolumentos para ver finalizada su obra tal y como la ha concebido? ¿También una confirmación de que, por fin, los de László pueden vivir en paz y armonía en Israel?

6,3
9.288
8
17 de enero de 2025
17 de enero de 2025
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película sobre el arte de la mayéutica y la conversación con un toque Hitchcock estilo Psicosis: utilizar el diálogo y el método pregunta-respuesta para que las protagonistas se pregunten sobre los fundamentos verdaderos o falsos de sus creencias. Los directores-guionistas te mantienen agarrado a la butaca durante todo el film. El suspense flota en el aire durante toda la historia y en un escenario cerrado con sólo 3 personajes protagonistas: podría ser perfectamente una obra de teatro. La película es un ejercicio estimulante del intelecto acerca de la verdad y la mentira y sobre la diferencia entre predicar una verdad y manipular con una mentira para lograr unos fines aviesos como mantenerte aislado del resto del mundo. Recomiendo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Gran rol de Hugh Grant como diseñador de un juego muy antiguo: el mito de la caverna. ¿Querrás salir y ver la realidad o quedarte dentro y juzgar según tus visión del mundo? Las actrices están soberbias. He leído que nacieron y crecieron como miembros de los mormones y que salieron de la secta para cumplir su sueño de ser actrices, con lo que su interpretación tiene una legitimidad y conocimientos mayores: "I wish I didn't know it so well", dijo en una entrevista una de ellas.
El final de la película es muy sugerente: la protagonista superviviente sale de la casa de los horrores (la caverna, el lugar donde su idea del mundo ha sido sometida al interrogatorio de Grant), observa su mano y ve una mariposa. Corte. Entonces la cámara enfoca en primer plano el semblante de la chica. Y vuelvo a cortar y enfocar la mano: ya no hay mariposa.
¿Mi teoría?
Ella se da cuenta de esta manera que está en el mundo real y no en la otra vida, en el paraíso, porque su idea (que se reencarnaría en una mariposa y se posaría en la mano de la gente que amaba) no se ha cumplido. Se cumple, así, el mito de la caverna de Platón: ya ve la realidad tal y como es, puede aprehenderla y no está manipulada por imágenes y mensajes previamente inoculadas que son ideas falsas (las sombras) sobre la realidad de las cosas.
El final de la película es muy sugerente: la protagonista superviviente sale de la casa de los horrores (la caverna, el lugar donde su idea del mundo ha sido sometida al interrogatorio de Grant), observa su mano y ve una mariposa. Corte. Entonces la cámara enfoca en primer plano el semblante de la chica. Y vuelvo a cortar y enfocar la mano: ya no hay mariposa.
¿Mi teoría?
Ella se da cuenta de esta manera que está en el mundo real y no en la otra vida, en el paraíso, porque su idea (que se reencarnaría en una mariposa y se posaría en la mano de la gente que amaba) no se ha cumplido. Se cumple, así, el mito de la caverna de Platón: ya ve la realidad tal y como es, puede aprehenderla y no está manipulada por imágenes y mensajes previamente inoculadas que son ideas falsas (las sombras) sobre la realidad de las cosas.

6,7
34.911
8
24 de septiembre de 2014
24 de septiembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Las vírgenes suicidas” no es una película cualquiera, es la ópera prima de la hija del eminente director de cine Francis Ford Coppola. Eso ya da espacio para debatir. Estarán los de “es una enchufada de papá, que hace cine porque su padre le da la pasta” y aquellos que dicen que “el cine se lleva en los genes y pasa de generación en generación”. Pues bien, como yo soy yo y mis pensamientos diré lo que hay. Me gustó. Sí, me gustó. Y no porque sea la hija de Ford Coppola, sino porque la aprendiz acaba convirtiéndose en maestro, y Sofia creo que lo ha conseguido. Ajenos a su filmografía posterior, nos centramos sólo en esta primera película suya, una adaptación literaria. Reconozco que el libro no me lo he leído y me siento culpable de no haberlo hecho, pero mirad, mi mesilla de noche está hasta arriba de novelas. Pero vayamos al asunto. “Las vírgenes suicidas”, cuyo título ya da escalofríos, trata de cinco hermanas. Cinco hermanas guapísimas, bellísimas, que son la envidia del barrio y del instituto para el resto de féminas y el deseo inalcanzable para los chicos. ¿Y por qué el deseo inalcanzable para ellos? Porque viven casi en una prisión, en una casa con unos padres estrictos y muy protectores de sus hijitas. Ellas, por otro lado, no tienen más remedio que obedecer y hacer caso de las normas impuestas por sus padres, pero tras un incidente grave permitirán que las chicas se relacionen más con el sexo opuesto. No digo más, el resto lo tendréis que averiguar vosotros mismos.
El film me ha gustado, como ya he dicho. Muestra situaciones que consideramos cotidianas pero que resultan nuevas para las protagonistas. Entre ellas destaca Kirsten Dunst, como una de las más deseadas, realizando un papel perfecto de adolescente y dejando atrás la imagen de niña que teníamos de ella en “Mujercitas” y “Jumanji”. Quiero destacar también el efecto de tranquilidad y de inocencia que pretende hacernos ver la directora mediante esas pausas, y esos planos de habitaciones vacías, de calles larguísimas en otoño, cayendo las hojas de una en una. La música del film nos llega a transmitir, en ocasiones, inquietud e intriga, y en otras escuchamos clásicos de los 70, porque se me olvidó deciros que la película tiene lugar en los 70 (lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir). La voz en off también es un recurso del que se sirve el film para situarnos en cada lugar y también para leer los pensamientos de la pandilla de chicos que sólo pueden pensar en ellas.
Con todo ello, os la recomiendo. Por ser la primera película de Sofia Coppola, hoy ya con un nombre en la historia del cine (todavía sin superar a su papi), por transmitir un poco más de la sociedad americana y su extensa diversidad de pensamientos, creencias y vivencias, y porque es cine.
El film me ha gustado, como ya he dicho. Muestra situaciones que consideramos cotidianas pero que resultan nuevas para las protagonistas. Entre ellas destaca Kirsten Dunst, como una de las más deseadas, realizando un papel perfecto de adolescente y dejando atrás la imagen de niña que teníamos de ella en “Mujercitas” y “Jumanji”. Quiero destacar también el efecto de tranquilidad y de inocencia que pretende hacernos ver la directora mediante esas pausas, y esos planos de habitaciones vacías, de calles larguísimas en otoño, cayendo las hojas de una en una. La música del film nos llega a transmitir, en ocasiones, inquietud e intriga, y en otras escuchamos clásicos de los 70, porque se me olvidó deciros que la película tiene lugar en los 70 (lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir). La voz en off también es un recurso del que se sirve el film para situarnos en cada lugar y también para leer los pensamientos de la pandilla de chicos que sólo pueden pensar en ellas.
Con todo ello, os la recomiendo. Por ser la primera película de Sofia Coppola, hoy ya con un nombre en la historia del cine (todavía sin superar a su papi), por transmitir un poco más de la sociedad americana y su extensa diversidad de pensamientos, creencias y vivencias, y porque es cine.
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