Uno de los clásicos de la comedia, la prueba de la buena combinación de la pareja Edwards-Sellers. Sin embargo, para mi gusto está un poco sobrevalorada: indudablemente, el comienzo es bastante prometedor, aunque para mi gusto la segunda mitad de la película sólo tiene un par de escenas que resulten graciosas de verdad. En resumen, una película interesante para ver una tarde de domingo en casa, pero poco más.

A mí sencillamente la película me parece genial, no sólo por la técnica de rodaje, sino por la profundidad con que se trata la historia de la familia Corleone, los detalles de la Cosa Nostra, los entresijos de los negocios que se hacen, que la alejan de cualquier otra película que se haya hecho sobre la mafia, exceptuando a Érase una vez en América.

Veamos, ¿cómo empiezo? Ya sé: érase una vez un chaval, aficionado a las pelis basadas en los cómics de Marvel que, sin arredrarse ante las críticas de la segunda parte de Ghost Rider, decide ir a verla. Al fin y al cabo, la primera también fue criticada duramente y no era tan mala...
El chaval sale del cine aproximadamente una hora y tres cuartos después (contando el tiempo de los anuncios) con una extraña sensación de haber sido engañado. Bueno, los efectos especiales estaban bastante bien, durante los ¿10 minutos? ¿15? en que se emplean, en toda la película, de hora y media de duración. De esos escasos momentos de efectos, la mitad son un primer plano de la calavera del motorista, efectuando movimientos dignos de una gallina clueca. El resto, diálogos inconexos, que no vienen a cuento, un hilo argumental digno de "Guardianes del día" o "Babylon A.D.
Bien está que en una película primen los efectos especiales, pero no a costa de un argumento que progresa de forma prácticamente infumable, y unas conversaciones entre personajes dignas de nuestra nueva y preciada tribu urbana, los canis. Coronándolo todo, tenemos un final de levantar la ceja más que Sobera en sus buenos tiempos.
Y además ni siquiera se han tomado la molestia de poner un regimiento de tías buenas intentando cubrir las inmensas carencias de la película. Lo cual, en el fondo, es una pequeña nota de buen gusto...

Una película bastante interesante, tremendamente buena desde el punto de vista de los efectos especiales para la época en la que se hizo, aunque el desarrollo del argumento conduzca a algún que otro sinsentido. Intenta visualizar los procesos que se generan dentro de un ordenador, aunque con un toque ochentero típico.

Polanski ha conseguido adaptar con un éxito bastante considerable un argumento puramente de teatro al cine, a la par que consigue entretener con una situación (inicialmente) común, haciéndola evolucionar de forma natural hacia una bronca que ríase usted de los del sálvame, aprovechando de paso para denunciar la hipocresía y la superficialidad de la mayoría de los ciudadanos occidentales. Todo ello con una interpretación más que aceptable de los actores. Incluso la duración de la película es la justa. Sin ser tampoco la película de la década, tengo que admitir que es una de las pocas películas con las que he quedado satisfecho en los últimos dos años.