Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barccelona
You must be a loged user to know your affinity with EL ALBATROS
Críticas 223
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
27 de junio de 2017
28 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película poco conocida que no suele gozar del prestigio y la categoría de favoritas, pero que para mí, sí que lo es, por los motivos que paso a describir. Además de una maravillosa historia de amor imposible, se trata de una reflexión profunda sobre el mundo del arte y la creación artística, en un primer plano la arquitectura y en un segundo plano, el mundo de la literatura que encarna ese escritor de relativa fama que le encarga una casa a nuestro protagonista, y que también se debate en el dilema de la creación personal. Por otro lado también aborda otro dilema que suele ocurrir en la vida y que el cine lo recrea con frecuencia, se trata de elegir lo que dicta tu corazón en el terreno sentimental o lo que dicta tu ambición profesional (al arquitecto le surge un proyecto atractivo e irresistible en Hawai) de mejorar tu futuro sacrificándolo todo por ello, el exitoso film “La, La, Land” también lo abordaba, desde el terreno musical.

“Strangers When We Meet” es un apasionado melodrama romántico, lleno de colores descriptivos y estimulantes que reflejan el ambiente dramático que viven los personajes, cercano a la estética del Pop-Art, iluminado de forma portentosa por el operador Charles Lang JR., con uso formidable del Cinemascope en sus encuadres. Una película moderna en todos sus aspectos, desde su estética visual hasta su argumento profundo y complejo que sondea las emociones humanas. Una obra inalterable al tiempo, pese a su fecha de producción. Richard Quine fue un director poco valorado, no entiendo el motivo, pues me parece un cineasta estupendo, del que apenas existen libros o estudios de sus películas que si las repasamos pueden resultarnos sorprendentes por su calidad. Director poco ambicioso en el terreno personal, nada preocupado por el éxito comercial pero con films atractivos para el aficionado al buen cine. En esta ocasión se trata de una película hermosa que aborda temas eternos como la fragilidad de los sentimientos, disfruta de un original triángulo amoroso: un hombre, una mujer y una casa. Es el proyecto que apasiona al arquitecto Larry (Kirk Douglas), vértice de la relación furtiva que mantiene con Maggie (Kim Novak), una bella mujer, ambos casados que huyen de la frustrante rutina y la desidia conyugal.

La decisiva personalidad y presencia de los actores determinan una gran fisicidad, poco habitual en una trama que es una típica historia de adulterio de unos seres en busca de la felicidad que no han conseguido con sus respectivas parejas. El guión es excelente, del propio autor que escribió la novela, Evan Hunter, otorgando al film un hondo calado existencial, donde hallamos a la arquitectura como arte y medio para la pasión de crear algo original y diferente del mero proyecto habitacional, así como el amor apasionado y furtivo que les resulta difícil liberar por los prejuicios sociales que les maniatan. La independencia y rebeldía del artista para crear algo personal que refleje la visión de un creador, es este caso un arquitecto. Un film sugerente y lleno de detalles creativos y miradas definitorias, como las relaciones personales de sus protagonistas, sus lastres familiares, sus relaciones furtivas, los vestidos que luce Maggie, su mirada inquietante, sensual y lasciva. El color rojo de la pasión es claro protagonista de su puesta en escena, las pasiones reprimidas que ven la luz y el remordimiento culpable que produce la relación que rompe las convenciones morales y sociales.
Gracias a todos los que tengan la generosidad de leer esta subjetiva opinión.
25 de junio de 2017
25 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
El albatros es un ave marina que ama la libertad como cualquier pájaro, le gusta volar y planear sobre la superficie del océano, se alimenta de calamares y otros pescados variados, sólo permanece en tierra durante la época de celo. Me he apropiado del nombre de este palmípedo para mi nick por mis gustos alimenticios similares y principios existenciales parecidos. He dedicado mi primer comentario a esta película porque me parece interesante a pesar del tiempo transcurrido, me parece fresca y a reivindicar para los que no la conozcan, ahora que se ha restaurado en DVD. Soy amante del buen cine, de ese que te motiva, te conmueve, te divierte y, además, te invita a la reflexión sobre nuestro tránsito por la vida, pero sin pedantería ni falsa modestia. “La escapada” es una de esas películas que cuenta una historia itinerante, de conocimiento interior de unos personajes, que cumple sobradamente con todo lo mencionado anteriormente en mi presentación. Hace tiempo que visito esta web, me gusta leer las opiniones dispares de tantos usuarios con mucho talento para escribir y opinar sobre cine. Tras registrarme, hoy me he decidido a escribir mi primera crítica sobre una película que me ha sorprendido admirablemente, lo hago con humildad y respeto teniendo en cuenta el gran nivel de los usuarios aficionados al cine en Film Affinity.

Excelente parábola social presentada en formato de comedia de carretera agridulce por parte de uno de los grandes de la comedia italiana: Dino Risi. Que no tiene el prestigio de otros cineastas italianos de su tiempo, huérfano de un cierto pedigrí intelectual por parte de la crítica especializada, pero que atesora sencillez y sabiduría en sus planteamientos. Bruno Cortona (Vittorio Gassman) es un auténtico vividor, un simpático caradura, pero también un perdedor práctico y hedonista. En cambio, Roberto Mariani (Jean-Louis Trintignant) es un joven estudiante de derecho responsable, apocado e inseguro en muchos aspectos vitales y extremadamente tímido con las mujeres. Tras un encuentro fortuito en Roma, los dos recorrerán durante 48 horas, parte del país trasalpino en el flamante deportivo de Bruno, despreciando el riesgo de las sinuosas carreteras, bordeando la legalidad, ignorando las normas del tráfico, visitando a los parientes de Roberto, la esposa e hija de Bruno, persiguiendo a turistas o gozando de las localidades costeras. Contraponiendo dos personalidades muy diferentes, “La Escapada” es una obra corrosiva gracias al Billy Wilder del Mediterráneo encarnado en la figura de Risi, muestra el conflicto interno de valores existenciales debido al choque de actitudes significando la estimación de la mesura en el comportamiento tras un muy entretenido y divertido desarrollo resaltado por la química extraída de las interpretaciones portentosas de Vittorio Gassman y Jean-Louis Trintignant. La moralina que algunos aprecian en el film, y el acentuado descaro en las características psicológicas del personaje de Gassman (aunque hay que reconocer que nunca es cargante, sino todo lo contrario) no me impiden considerar, en mi modesta opinión, a esta alegoría como una obra paradigmática. Porque las situaciones de humor que contiene, los divertidos personajes aparecidos, las altas dosis de acidez incluidas, el dibujo ambiental de la época y la alegría existencial que transmite, nos invita a disfrutar de una película inolvidable. Por último recomendar la descriptiva y evocadora banda sonora de esta farsa tragicómica de pícaros, fanfarrones ignorantes, mujeres fuertes y tímidos jóvenes, filmada por un cronista de su tiempo que apela a la llamada del destino que siempre acecha al ser humano. Son canciones que forman parte de la memoria colectiva de aquellos veranos de los años sesenta.
Gracias a todos los que tengan la paciencia de leer esta opinión.
6 de noviembre de 2018
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
La década de los años treinta del pasado siglo fue tan fructífera para el cine fantástico que nadie dudó en calificar como: “La edad de oro” del género. La Universal estaba en pleno apogeo de obras maestras como: “Drácula”, “Frankenstein” o “La momia”, es por lo que la Paramount pasó al contraataque con esta excelente película del injustamente valorado Rouben Mamoulian, un director creativo que no se conformó con ser un asalariado al servicio del Estudio. En medio de la recesión económica, la gente acudía al cine para evadirse de la triste realidad, ya fuera viendo comedias locas o films fantásticos o de terror. Eran tiempos de experimentación con los nuevos medios técnicos del sonoro, y el panorama se presentaba muy fértil y creativo.

Esta es en mi opinión, la mejor versión sobre el libro de Stevenson, una adaptación impecable, turbadora y audaz para la época, muy superior a las versiones de Victor Fleming, Terence Fisher y Jerry Lewis. Comenzando con plano subjetivo de larga duración que el cineasta nos muestra como punto de vista de Jekyll. El film está repleto de hallazgos visuales y narrativos, su contundencia dramática es expresada en el decorado y el vestuario, ambientada con una fotografía de clara influencia expresionista. El cineasta no intenta juzgar la conducta humana, sino que pretende investigar desde el respeto (separar en el alma, lo bueno de lo malo), con lucidez y pasión. Todo lo contrario que la versión de Fleming que era moralista y romántica en exceso con el claro look de MGM, glamurosa con sus estrellas (Tracy, Bergman y Turner). Aunque Frederic March y Miriam Hopkins están esplendidos en esta versión.

Jekyll es un personaje reprimido cuya obsesión por el sexo llega a tal extremo que necesita adelantar la fecha de su boda con Muriel (una discreta Rose Hobart), es a través de su otro yo (Hyde), el que le sirve para liberar sus bajos instintos con la prostituta Ivy (Hopkins), e intenta liberarse de una sociedad burguesa, conservadora en plena era victoriana en un Londres de nieblas, luz de gas, carruajes lujosos, capas y sombreros de copa. Mamoulian plasma esa dualidad de ambos personajes, la mutación física mediante trucos ópticos y el montaje, con poderosos elementos expresivos como son los espejos, la utilización de la pantalla dividida contraponiendo a Muriel e Ivy, dos mujeres que muestran las dos clases sociales con respecto a las identidades de Jekyll y Hyde. Una extraordinaria reflexión sobre la condición humana.
30 de diciembre de 2020
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elegido y obligado a representar un papel que él nunca eligió, referencia espiritual, marioneta de distintos poderes políticos, guerras y revoluciones, la biografía de Pu Yi se nos revela como la tragedia de un hombre que tuvo que pagar un alto precio por su libertad, al que las circunstancias le impidieron elegir su camino. Sobreviviendo a remolque de unos acontecimientos históricos, que probablemente para los historiadores, sólo figuraría como una pequeña nota anecdótica a pie de página, pero que gracias a la grandeza épica, y a la vez intimista que exhibe esta fascinante cinta, adquiere una atractiva resonancia humana, exótica y cultural. Una reflexión moral sobre la responsabilidad del ejercicio del poder emanado de los pliegues de la convulsa historia del siglo XX.

La imponente fisicidad de la ciudad prohibida, la mugrienta y deplorable prisión donde cumplirá una humillante condena de reinserción comunista, la textura cromática y artística de esta fastuosa propuesta, nos transmite la soledad y aislamiento eterno, una niñez robada, el secuestro y confinamiento, despojado del cariño de sus padres, así como la emoción de las vivencias y las penurias de Pu Yi, que invade todo este film de una melancólica belleza singular. El espectáculo visual y la Historia de China se complementan, estructurándose en varios “flashbacks” que sirven para interrelacionar pasado y presente, las causas y las consecuencias, obligando a rememorar el pasado para redimir las culpas. Narración dividida en tres grandes bloques que abarcan la vida del último emperador manchú: el fasto de La ciudad Prohibida (infancia y adolescencia); su ociosa vida y relación con las mujeres en Tientsin, repuesto emperador de Manchukúo; y su paso por prisión.

La ausencia de la figura paterna, tema recurrente en la filmografía de Bertolucci, es la que de alguna manera Pu Yi encuentra en el consejero o instructor inglés que nunca olvidará (Peter O´Toole) durante su reinado, y el director chino de la prisión, al que termina considerando un maestro. El cineasta usa la cámara como un instrumento de seducción, moviéndose con elegancia en la descripción de los personajes y sus magistrales decorados y localizaciones, tomas panorámicas apabullantes y “travellings” modélicos, un festival visual gracias a Vittorio Storaro. El casting, pese a no tener grandes estrellas es impecable y verosímil en la composición de los personajes bien construidos.

Una película llena de sugerencias, elegante y vehemente en el discurrir gramático, pausada y reflexiva que no lenta, pues la lentitud y el aburrimiento sólo lo experimenta el espectador despistado o el indigente cultural. Cualquier espectador inquieto debe estar familiarizado con la historia del siglo XX. Ganadora de 9 Oscars y múltiples premios, su repercusión mediática fue enorme, creo que merece una revisión cada cierto tiempo porque mejora, y hasta deslumbra en cada nuevo visionado por su absoluta madurez expresiva.
5 de diciembre de 2018
21 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese “Dulce olor del éxito” al que alude el título del film, sugiere una profunda reflexión sobre la influencia negativa del periodismo canallesco e inquisidor. El inquietante y corrosivo film de Mackendrick comienza entre luces de neón y el ajetreo nocturno de las calles de Manhattan, este infravalorado pero magistral cineasta nos presenta un relato intenso, seco y duro como un tema de “Hot Jazz”, cuyos dos protagonistas son dos seres detestables: un columnista de noticias mundanas, el cual presume de 60 millones de lectores en el país, J. J. Hunsecker (Burt Lancaster) al que su oficio de chismoso ha convertido en una persona temida en la noches de Broadway, y un amoral agente de prensa, Sidney Falco (Tony Curtis), arribista y codicioso que vive del engaño y las migajas del festín que J.J. se reserva para sí mismo. Basada en un relato de Ernest Lehman, (Con la muerte en los talones) y “pulida” por el dramaturgo Clifford Odetts, al parecer inspirada en un periodista real.

El film oscuro, sigue los pasos de estos personajes durante una noche, un día y una nueva noche en su intento de desbaratar un noviazgo, un amor noble y romántico, el de la hermana de J. J., Suzie (Susan Harrison), con un joven músico de Jazz en un “night club”, Steve Dallas (Marty Milner), para J. J. es una forma de confirmar su poder y de satisfacer el ¿amor? posesivo que siente por su hermana, mientras que para Falco es un modo de agradar al poderoso y conseguir, de paso, que sus representados figuren en “negritas” dentro de las columnas diarias que escribe, el pérfido J. J. un tipo que se jacta de quitar y poner políticos hasta zarandearlos en la picota, utilizando amenazas veladas. Gente mezquina que vive revolcándose en el fango infecto sin mostrar ningún escrúpulo por ello.

El relato no ahorra ninguna acidez para trazar un retrato de esos seres abyectos y ese ambiente corrupto del periodismo con su poder de decidir el éxito o el fracaso en el “show business” de forma caprichosa desde la arrogancia y la soberbia. Son el escaparate de una jungla humana nocturna tras el que no hay más que vacuidad, la luz del alba pone al desnudo el artificio, la apariencia de vida, basta con que dos personajes (Suzie y Steve), se rebelen para que desaparezca el bullicio y la luz, quedando las calles desiertas, una luz triste que pone al descubierto, la zafiedad del mundo de la noche donde pululan, delincuentes de pluma avezada, lacayos que expulsan veneno por la boca, policías corruptos, prostitutas que quieren regenerarse, políticos timoratos con amantes que todos conocen excepto la esposa, y propietarios de garitos nocturnos de todo pelaje.

Resulta patético asistir a, cómo execrables personajillos pierden el culo por aparecer en “negrita” en la famosa columna, “Los ojos de Broadway” de tan indecente “juntaletras”. Y cómo los parásitos disfrazados de columnistas merodean por los clubs nocturnos en busca de carnaza para su abominable quehacer cotidiano. Todos se temen, se odian, se desprecian y se necesitan para mantener la ficción en la que viven. Son una cadena de variaciones sobre la altivez y el despotismo de J. J. Hunsecker, la abyección de Falco y el podrido mundo en el que se mueven, donde la única excepción es la joven pareja de enamorados. Todo ello con la magnífica música de Jazz de Elmer Bernstein, la soberbia fotografía (por supuesto en blanco y negro) con claroscuros de fuertes contrastes, la estética heredada del cine negro, sobre todo su fuerza dramática y el sentido del espacio. Imprescindible obra maestra.
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow
    Bienvenido al nuevo buscador de FA: permite buscar incluso con errores ortográficos
    hacer búsquedas múltiples (Ej: De Niro Pacino) y búsquedas coloquiales (Ej: Spiderman de Tom Holland)
    Se muestran resultados para
    Sin resultados para